Los monopolios se reparten el mundo

 

Saquean y explotan a los países débiles y todavía esperan nuestra gratitud.

Para el último cuarto del siglo XIX, las empresas de los países más desarrollados habían alcanzado ya tal vigor expansionista, que les permitió lanzarse hacia las regiones menos desarrolladas en busca de materias primas, alimentos y mercados para crecer más y obtener utilidades más elevadas.

 

Las grandes empresas inglesas encabezaron la marcha extendiéndose hacia el vasto imperio inglés que bajo su empuje se amplió todavía más, y a países como los de la América Latina que ya habían alcanzado su independencia, que disponían de importantes recursos inexplotados y presentaban considerables posibilidades lucrativas.

 

El liderato inglés en este proceso expansionista se explica por la ventaja que ese país llevaba en el desarrollo industrial y económico en el mundo, por haber sido cuna de la gran Revolución Industrial del siglo XVIII. A distancia de las empresas inglesas, pero también con gran fuerza expansiva, los inversionistas franceses y algo a la zaga los de los Estados Unidos, se fueron extendiendo por el mundo en una frenética lucha por controlar económicamente no sólo sus colonias sino también las riquezas de los países independientes que estaban a su alcance.

 

Se produjo así un reparto del mundo entre los monopolios de los países más desarrollados, reparto que incluyó a países coloniales y a países que disfrutaban de independencia política, pero que quedaron en calidad de semi-colonias de los monopolios de alguna de las grandes potencias.

 

La expansión monopolista no se realiza siempre en forma pacifica sino que con frecuencia va acompañada de luchas que a veces adquieren caracteres de violencia, de verdadero gangsterismo, de atropellos e intrigas. Hay que dominar y tener la primacía, a toda costa. La historia de la formación de los grandes monopolios está llena de incidentes de tipo violento. Cuando esta lucha se desarrolla en el escenario mundial, se provocan conflictos que adquieren proporciones catastróficas. Tal fue el caso de la primera guerra mundial, que fue provocada por el conflicto de intereses entre los grandes monopolios ingleses, franceses y norteamericanos por una parte, y los alemanes y sus aliados por la otra.

 

En vísperas de la primera guerra mundial, los cuatro países más desarrollados tenían inversiones en el exterior, por valor de 41 000 millones de dólares. Esta crecida suma revela la magnitud de la expansión monopolista mundial ya en esa época, y la importancia de los intereses creados de las grandes potencias en otros países, tanto coloniales como semicoloniales. Los inversionistas ingleses disponían de 18 300 millones en el exterior, (el 43% del total), los franceses poseían 12 000 millones, (el 29%), los alemanes 9 000 millones, (el 21%) y finalmente los norteamericanos habían colocado 3 000 millones de dólares, que representaban solamente el 7% del total.

 

Esta distribución de las inversiones reflejaba la potencia relativa de esos cuatro grandes países, en los primeros años de este siglo.

 

La importancia de las inversiones en el extranjero siguió la suerte de la pujanza económica y militar de los países inversionistas.

 

De esta suerte, después de la primera guerra mundial se produjo un reparto distinto del mundo subdesarrollado. Se redujeron substancialmente las inversiones de las empresas alemanas, mientras que las de los monopolios ingleses y sobre todo las de los norteamericanos aumentaron considerablemente. Las de los monopolios franceses sufrieron una reducción de alguna consideración, debido a que fue Francia la que más destrucción sufrió durante la guerra (después de Alemania). Las inversiones en el exterior de los cuatro países alcanzaron en 1930 la misma cifra de 42 000 millones de dólares, pero con una distribución muy diferente: las empresas inglesas poseían 19 000 millones, (45% del total), las norteamericanas, 15 000 millones (36%), las francesas 7 000 millones (17%) y, finalmente, las de las empresas alemanas solamente 1 000 millones, que representaron el 2%. Aunque las empresas inglesas seguían a la cabeza en 1930, las norteamericanas crecían a un ritmo mucho mayor y amenazaban ya con alcanzar y sobrepasarlas a corto plazo. El escenario mundial era así dominado por los grandes monopolios ingleses y los norteamericanos en el periodo de interguerras. Los monopolios franceses se mantenían a la zaga con escaso dinamismo, aunque todavía con una suma considerable. Por su parte los monopolios alemanes, después de la caída catastrófica ocasionada por la derrota se empezaron a fortalecer (con el apoyo de los ingleses y norteamericanos) y ya para los últimos años de la década de 1930 a 1940 trataban de expansionarse en el exterior, amenazando así los intereses creados de los monopolios ingleses, norteamericanos y franceses. Se produjo de esta manera la nueva catástrofe de la segunda guerra mundial.

 

El nuevo conflicto produjo cambios radicales en la importancia relativa de las grandes potencias en el panorama mundial y con ellas de sus monopolios. Todos los países beligerantes sufrieron enormes pérdidas materiales y humanas. Solamente los Estados Unidos resultaron grandemente beneficiados desde el punto de vista económico, surgiendo de la guerra como el país poderoso, con una enorme potencialidad económica que tendió a desbordarse por todo el mundo. Ahora, no solamente superó a los otros tres, sino que estos mismos países quedaron bajo la influencia económica de los monopolios norteamericanos.

 

En la post-guerra las inversiones de las empresas (y del  gobierno) de los Estados Unidos se han expansionado por todo el mundo, invadiendo los propios territorios antes dominados por otras potencias, fortaleciendo su posición en las regiones o ya dominadas por ellas y penetrando hasta en las mismas metrópolis europeas y asiáticas. Mientras que como consecuencia de la segunda guerra mundial los países europeos (y Japón) sufrieron drásticas reducciones en sus propiedades en el exterior, los Estados Unidos multiplicaron las suyas llegando a todos los rincones del mundo capitalista actual.

 

Las inversiones de las empresas norteamericanas en el exterior pasaron de 15 000 millones de dólares en 1930, a 19 400 millones en 1950 y a 66 000 millones en 1963. De esta fabulosa cifra 40 000 corresponden a inversiones de grandes monopolios de Estados Unidos en empresas en el exterior y 25 400 millones representan inversiones en valores y créditos a largo plazo otorgados al exterior. En la actualidad, por lo tanto, la expansión de los monopolios norteamericanos domina todo el escenario mundial y por ello es motivo de preocupación ya no solo en nuestros países que tradicionalmente han vivido bajo su influencia, sino también en países desarrollados otrora poderosos con vastos imperios y que los superaban o les disputaban la supremacía, como Inglaterra, Francia, Alemania y Japón. Para entender muchos de los problemas actuales del mundo, de nuestra América Latina y de México, se hace necesario, por lo tanto, conocer con la mayor profundidad y precisión los aspectos fundamentales de las inversiones en el exterior de los monopolios norteamericanos.

 

La expansión de los monopolios norteamericanos

 

En el último cuarto del siglo pasado las empresas norteamericanas lograron crecer en una medida suficiente como para salir al exterior para colocar capitales y obtener una mayor redituabilidad que en los propios Estados Unidos Para 1897 las inversiones totales de estas empresas alcanzaron la suma de 685 millones de dólares. La mitad de esas inversiones se encontraban colocadas en América Latina dedicadas principalmente a la minería, ferrocarriles y propiedades agrícolas. Para 1914, la cifra se elevó a 3 500 millones de dólares, es decir, casi tres veces la correspondiente a 1897. Durante la primera guerra mundial y debido al estímulo que dicho conflicto significó para los negocios norteamericanos, las inversiones en el exterior se duplicaron, alcanzando en 1919 la cifra de 6 456 millones. En los años siguientes, los "fabulosos veintes", como se les llamó por el auge económico registrado en ese país, las inversiones en el exterior ascendieron a 15 170 millones de dólares, cifra que es más de dos veces la de 1919. La gran crisis de 1929-32 que fustigó tan duramente a los Estados Unidos, no solamente detuvo la expansión en el exterior, sino que produjo importantes reducciones en el monto de las inversiones por efecto de nacionalizaciones y compra que efectuaron algunos países de empresas propiedad de norteamericanos. Para 1940 el monto de las inversiones norteamericanas fue de 10,591 millones de dólares, es decir, alrededor de 4 500 millones menos que el nivel alcanzado en 1930. Después de 1940, sin embargo, como resultado de la guerra victoriosa, el proceso expansionista se aceleró enormemente, duplicándose el monto total para 1950 y volviéndose a triplicar para 1963, año este último en el que han alcanzado la fabulosa suma de 66 366 millones de dólares.

 

Con el crecimiento de las inversiones en el exterior se ha modificado en alguna medida el destino de las mismas y su distribución geográfica. Actualmente los renglones más importantes son la industria manufacturera y el petróleo. Sin embargo, todavía hoy las actividades primarias en conjunto constituyen el principal destino de dichas inversiones. El petróleo y la minería absorben más de 16 000 millones de dólares, frente a cerca de 15 000 millones en las industrias de transformación; se nota, no obstante, una tendencia creciente en favor de esta actividad.

 

La distribución geográfica también ha cambiado. América Latina ya no es la región más importante para las inversiones norteamericanas, aunque ha ido creciendo en forma notoria su monto en este territorio. De cerca del 50% que representaba en 1897, América Latina ha bajado al 21%, no obstante que el monto de dichas inversiones en esta área alcanza cerca de 9 000 millones de dólares, frente a sólo 308 millones en aquel año. Canadá es el principal territorio de operación de los monopolios norteamericanos. En 1963 se encontraban invertidos en este país 13 016 millones de dólares, principalmente en la industria de transformación, en el petróleo y en la minería. Europa se ha ido convirtiendo también en uno de los principales receptores de capitales norteamericanos. El monto de las inversiones directas de las empresas norteamericanas en los países europeos fue de 10 351 millones de dólares en 1963, siendo la industria de transformación y el petróleo los principales destinos de dichas inversiones. De les países europeos Inglaterra es el más importante, con 4 216 millones de dólares de inversiones directas de empresas norteamericanas. También el Cercano Oriente es importante en este sentido, ya que en él se encuentran inversiones norteamericanas por valor de 1 300 millones de dólares, casi en su totalidad dedicadas a la explotación del petróleo.

 

Altas utilidades obtenidas por los monopolios norteamericanos

 

Las utilidades obtenidas por los monopolios en el exterior son substancialmente superiores a las obtenidas dentro de su propio país y ello revela el propósito de dichas inversiones. El caso de las inversiones norteamericanas en América Latina es muy ilustrativo al respecto. Mientras que la tasa de utilidades netas lograda en los Estados Unidos en 1948 y en 1951 fue del 13.6% y del 11.4% respectivamente, las obtenidas en América Latina en los mismos años fueron de 22.2% y del 20.5%, respectivamente. En ciertas 1íneas las utilidades obtenidas fueron realmente exageradas, revelando el carácter de esas inversiones que se dedican verdaderamente a saquear las riquezas de nuestros países. Las utilidades obtenidas en el petróleo alcanzaron el 40% en 1948 y el 30.6 en 1951; en el comercio fueron del 31.4% en 1948 y del 35.4 en 1951; las de la agricultura del 24.3 en 1948 y del 25.6 en 1951; en la industria manufacturera fueron del 21.9% en 1948 y del 22.5% en 1951. Esto indica que los monopolios norteamericanos recuperan la inversión hecha en América Latina en 3 ó 4 años (estas cifras son oficiales, publicadas por las Naciones Unidas).

 

Del mismo cuero salen las correas

 

Las utilidades tan elevadas que obtienen los monopolios norteamericanos de sus inversiones en el exterior les ha permitido incrementar substancialmente sus propiedades en todo el mundo mediante la reinversión de parte de esas utilidades sin necesidad de invertir grandes capitales enviados de los Estados Unidos. Los datos oficiales disponibles nos muestran que las sumas de dólares que han salido de ese país para ser invertidas en el exterior son mucho menores que las que reciben los propios monopolios norteamericanos procedentes de esas inversiones, por concepto de utilidades, intereses y regalías. En el período de 1950 a 1963 salieron de los Estados Unidos para ser invertidos en el mundo 17 889 millones de dólares, mientras que en ese mismo período se recibieron por dividendos, intereses y regalías de los negocios privados en el exterior 29 323 millones de dólares. De esto resulta un saldo favorable a los monopolios norteamericanos de 11 434 millones de dólares, lo que significa un ingreso neto por este concepto de 817 millones de dólares en promedio anual. Es decir, lejos de que el mundo esté recibiendo fondos nuevos procedentes de los poderosos monopolios de los Estados Unidos, como erróneamente se cree, son estos monopolios los que reciben cada año un ingreso neto procedente del exterior, de más de 800 millones de dó1ares. De esta manera las nuevas inversiones, las reinversiones y el reparto de dividendos proceden de las fabulosas utilidades monopolistas que las empresas de los Estados Unidos obtienen fuera de su territorio.♦

 

Movimiento de las inversiones internacionales directas de EUA

(1950-1963, en millones de dólares)

 Salidas de Estados Unidos

17 889 md

Envíos a Estados Unidos por dividendos, regalías, etc.

29 323 md

Saldo en favor de Estados Unidos

11 434 md

Saldo, promedio anual

817 md

 

Ceceña, José Luis, [1965], "Los monopolios se reparten el mundo", México, Revista Siempre!, 615:20-21, 7 de abril.