Los monopolios y Usted!

 

El gigantesco desarrollo de las empresas nada tiene de objetable en apariencia: a simple vista se logra una reducción de costos y una mayor eficiencia, pero ¿se ha puesto a pensar a quién beneficia?

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Si usted es ama de casa, obrero, empleado, estudiante, profesor, escritor, profesionista, artesano, pequeño industrial, pequeño agricultor ejidatario, ganadero modesto o comerciante al detalle, puede estar seguro de que está siendo víctima de algún monopolio o de una variedad de ellos.

Evidentemente no existe en la actualidad un problema que afecte tanto al público en general como el de los monopolios. Y también no existe otro problema sobre el cual haya tanta confusión. La falta de precisión acerca de lo que son los monopolios, de la forma en que operan, de las consecuencias que acarrean a la colectividad, etc., conduce a una casi total indiferencia del público, que es fácil víctima de esos monstruos omnipresentes que amenazan con dislocar la vida toda de la Nación.

Conviene pues que nos ocupemos de tan importante problema para poder identificar a los monopolios que nos afectan, saber cómo operan y los daños que nos causan y poder encontrar formas prácticas y eficaces de defensa.

Hongos del afán de lucro

Los monopolios surgen como un resultado natural de la lucha de las empresas por obtener utilidades cada vez mayores. La búsqueda de utilidades máximas, que es el motor que mueve la máquina capitalista, lleva a las empresas a una lucha tenaz por controlar los mercados, las fuentes de materias primas, la técnica, los servicios conexos a su actividad, las redes de distribución, etc., etc. Crecer y eliminar a los rivales se convierte en un imperativo. La alternativa es vegetar o sucumbir.

Las formas de organización de los monopolios son muy variadas. Todas ellas sin embrago, persiguen el mismo propósito: lograr el mayor dominio posible del mercado para derivar utilidades máximas. Entre las formas más importantes de organización monopólica nos referiremos a las siguientes: el trust, la holding company o compañía tenedora, la fusión y el cartel.

El trust es una de las primeras formas de organización monopólica que ser utilizó en los tiempos modernos y se ha tomado como sinónimo de monopolio. Fue la Standard Oil Trust de Rockefeller, allá por el año de 1870, la primera empresa que se organizó en esta forma. Consiste prácticamente en lo que conocemos con el nombre de fideicomiso.

Mediante este expediente Rockefeller logró poner bajo su control la industria petrolera de los Estados Unidos. El Trust es una empresa que no produce nada, pero que llega a controlar muchas empresas productoras. Consiste en una compañía que emite Certificados Trust que aseguran un rendimiento determinado y los canjea por Acciones Comunes de otras empresas en una cantidad suficiente para dominarlas. El grupo que maneja el Trust se constituye así en el manejador también de las empresas cuyas acciones comunes han sido adquiridas.

La forma de Trust se puede adoptar cuando previamente a su formación los que lo organizan han logrado tener una posición de alguna relevancia en el negocio de que se trate. Solamente en esta forma se tendría la fuerza persuasiva suficiente para convencer a las empresas independientes de la conveniencia de realizar el canje de sus Acciones Comunes por los Certificados Trust.

Esta forma de organización monopólica dio origen en los Estados Unidos a una gran campaña contra los monopolios, por los serios perjuicios que causó tanto a los consumidores de productos petroleros, como a los productores independientes que uno a uno tuvieron que sucumbir ante la fuerza de la Standard Oil Trust. Esta campaña dio por resultado la aprobación de la Ley Sherman, anti-trust, en 1890 y la decisión del Gobierno Norteamericano de disolver la Standard Oil Trust en 1911.

La resistencia que el público presentó a los Trust obligó a las grandes empresas a buscar nuevas formas que les permitieran lograr sus objetivos monopolistas. Así surgió la Holding Company o Compañía Tenedora, que fue en realidad una variante del Trust.

La Compañía Tenedora consistió, como el Trust, en una empresa dirigida al control de otras empresas, mediante la adquisición de acciones comunes. Esta adquisición ya no se hizo en la forma de canje de Certificados Trust o de Acciones de la Compañía Tenedora por las Acciones Comunes de otras empresas, sino principalmente mediante la compra de dichas acciones.

Con la Compañía Tenedora se constituyen verdaderas pirámides de control financiero, que permitieron a los que controlaban las Compañías Tenedoras con una inversión relativamente reducida adquirir el control de muchas empresas productoras con recursos de gran cuantía. Y mediante este expediente pequeños grupos de capitalistas lograron controlar partes sustanciales de ramas económicas y derivar de ello altas utilidades por la fuerza monopolista que tenían en sus manos.

La Compañía Tenedora es actualmente una forma muy difundida de control monopolista en los Estados Unidos, especialmente en el ramo bancario, de seguros e industrial.

La fusión es otra forma muy importante de organización monopolista. Consiste  como su nombre lo indica, en la unión o fusión de dos o más empresas antes independientes, en una sola. La nueva empresa, que adopta un nombre distinto o el de la empresa más importante que se fusiona, opera como una sola empresa, pasando sus integrantes a formar parte de la misma perdiendo toda su individualidad anterior.

Mediante la fusión la fuerza monopolista se incrementa notablemente, ya que en una sola empresa se unen muchas compañías que antes operaban separadamente. Una vez fusionados actúan con una sola unidad de mando, con una política unificada de producción y de precios.

Actualmente la fusión es una de las formas que más están contribuyendo a la concentración monopólica de la riqueza. Es precisamente mediante la fusión que muchas grandes empresas bancarias, industriales, comerciales, ferroviarias, etc., han logrado aumentar su magnitud y el control de las ramas en donde tienen lugar.

Como ejemplo de grandes fusiones en los Estados Unidos podemos mencionar el de la formación de la United States Steel Corporation, en 1901, que resultó de la fusión de más de 80 empresas importantes de la industria del acero. Mediante esta gigantesca fusión Morgan y Carnegie lograron controlar alrededor del 45% de la producción de acero y de productos derivados del mismo, en los Estados Unidos, y con ello constituirse en el factor determinante de esa importante rama industrial. De manera semejante se formó la General Motors en 1916.

En los años recientes se han producido fusiones gigantescas en el ramo bancario. Vale citar la fusión del Chase con el Manhattan Bank, la del Nacional City Bank con el First Nacional Bank, y la del Morgan con el Guaranty Trust Bank.

El cartel, cuyo nacimiento y mayor desarrollo corresponde a Alemania, consiste en una forma de organización monopólica en donde muchas empresas independientes se unen, sin perder su propia individualidad, con el objeto de realizar una política común de producción, de precios, de uso de patentes, y de división de mercados. La unión se realiza mediante un convenio escrito en el que se establecen las condiciones sobre las cuales se acuerda operar. El objetivo es aumentar su dominio sobre la trama económica en la que operan y derivar de ello utilidades elevadas.

En el cartel como es fácil comprender, las empresas mayores son las que logran el control sobre las demás, dentro del mismo cartel. Además, las empresas que quedan fuera del cartel se encuentran generalmente en situación de desventaja, porque tienen que competir con un bloque formado por las empresas que forman dicho cartel.

La forma de cartel ha sido adoptada por una multitud de negocios. Son famosos los carteles del acero, los del petróleo, los de productos metálicos, los de azúcar, etc.

¿Es delito crecer?

¿Qué tiene de objetable el crecimiento de las empresas? ¿No puede considerarse que, además de un proceso natural, el desarrollo de las industrias y de los bancos, etc., tiene una serie de ventajas en términos de eficiencia, de reducción de costos, de mayor capacidad económica para realizar investigaciones científicas y aplicar los adelantos tecnológicos que una pequeña empresa no es capaz de lograr?

Ciertamente esto es verdad en términos generales, pero debemos preguntarnos ¿quién se beneficia de ese crecimiento de las empresas? Precisamente aquí reside el meollo de la cuestión. En el sistema de empresa privada en donde el resorte impulsor del crecimiento de las empresas es el de elevar sus utilidades, mediante el mayor control del mercado, el desarrollo monopolista de las mismas, se realiza en beneficio de los monopolistas y en perjuicio del público.

Esto se hace evidente si examinamos la forma en que los monopolios operan movidos por su afán de incrementar sus utilidades. Nos ocuparemos de este importante aspecto del problema en la próxima ocasión.♦

Ceceña, José Luis [1966], "Los monopolios y Usted!", México, Revista Siempre!, 701: 22-34, 30 de noviembre.