Existen serios temores de que su creación signifique un cambio a favor de la gran empresa agrícola capitalista y en perjuicio de los ejidatarios y pequeños propietarios.
En el escenario económico-político nacional ha surgido un elemento nuevo que puede tener un significado de importancia insospechada: la creación del Banco Nacional Agropecuario. Esta nueva institución de crédito está dirigida a formar el núcleo de todo el sistema de crédito agrícola del país, tanto del constituido por los bancos nacionales (es decir, gubernamentales) como del financiamiento industrial. Por lo tanto, vendrá a ser el responsable del desarrollo de las actividades agropecuarias del país y se constituirá, al tener éxito, en una de las tres instituciones nacionales de crédito de mayor importancia en el país, al lado del Banco de México y de la Nacional Financiera.
Aunque apenas se inician los trabajos de organización de esta institución, podemos hacer un análisis de lo que este banco pretende ser y confrontarlo con la realidad económico-política mexicana para hacer un juicio valorativo acerca de su verdadero significado, de sus posibilidades de éxito y las consecuencias que sus operaciones pueden tener en el desarrollo agrícola y en la posición del sector ejidal y de los pequeños propietarios. Debemos anticipar que el problema es muy complejo, que tiene aspectos espinosos y que no es fácil abordarlo en unas cuantas cuartillas. Pero dada la importancia que reviste, nos sentimos obligados a hacer el intento, convencidos de que al menos puede servir para el estudio y discusión de parte de otros mejor enterados y con mayor penetración, que sientan que no se puede permanecer indiferentes ante problemas como este, en que puede estar en juego el bienestar y el progreso de millones de mexicanos, que dependen vitalmente de las actividades agrícolas y ganaderas.
Los aspectos relevantes del Decreto del 2 de marzo (publicado en el Diario Oficial del día 8 de marzo) son los siguientes.
En los considerados se establece:
1º— Que es necesario consumar la descentralización del crédito agrícola para que llegue en forma expedita y oportuna a los agricultores y ejidatarios del país, a través de la creación de Bancos Agrarios y Agrícolas y del fortalecimiento de los ya existentes.
2º— Que los recursos que se canalicen hacia la actividad agropecuaria se aprovechan eficientemente a favor de los agricultores y ejidatarios y de la economía del país, elevando la productividad de la tierra mediante la adecuada y oportuna aplicación de los créditos y de la técnica.
3º— Que para el caso, se requiere de un órgano financiero que pueda otorgar apoyo económico a los bancos regionales y agrarios creados y a aquellos que se constituyan, procurando coordinarlos para que orienten, incrementen y depuren sus operaciones, con el fin último de lograr la integración regional de la economía agrícola tanto del sector ejidal como del de la pequeña propiedad.
En el articulado por su parte, se destacan los siguientes puntos:
1º— Se crea el Banco Nacional Agropecuario como una institución de depósito, ahorro y fideicomiso, dirigida a apoyar a los bancos regionales de crédito agrícola y a los bancos agrarios, así como a otras instituciones que actúen dentro del campo de crédito agrícola.
2º— El capital del Banco será de 1,500 millones de pesos, representado por dos series de acciones: la serie “A” de acciones nominativas, que sólo podrán ser suscritas por el gobierno federal y cuyo monto no será nunca inferior al 51% y la serie “B”, acciones al portador, que podrán ser suscritas libremente.
3º— Se establece que el presidente del Consejo de Administración será el director del Banco de México.
4º— A medida que los bancos regionales de crédito agrícola y los bancos agrarios reciban apoyo del Banco Nacional Agropecuario, los actuales Bancos Agrícolas y Nacional de Crédito Ejidal dejarán de darles apoyo financiero, y
5º— Se establece que el Banco Nacional Agropecuario tendrá las facultades necesarias para vigilar que los créditos que otorguen y las operaciones que se celebren con su apoyo se efectúen de acuerdo con las normas aplicables, la política que señalen las autoridades y los programas aprobados.
De esto se desprende que las finalidades declaradas de la creación del Banco Nacional Agropecuario son esencialmente las de hacer adecuado y oportuno el crédito agrícola, como medio para elevar la productividad de la tierra e impulsar el desarrollo de la agricultura. Para lograr esos objetivos, los medios que serán utilizados serán la integración de un sistema de bancos regionales agrícolas y agrarios ubicados en zonas estratégicas del país, con un núcleo en la Ciudad de México (y posiblemente con sucursales en algunas zonas del país) representado por el Banco Nacional Agrario que operará como un banco de “redescuento” o de “segundo piso”. El Banco Nacional Agropecuario, con las facultades que se le otorgan, funcionará no solamente como coordinador de todo el sistema, sino que tendrá funciones determinantes en la realización de la política agrícola nacional, a través del apoyo financiero que otorgue a los distintos bancos agrícolas, de la vigilancia que ejercerá sobre los créditos y por la selección que establecerá tanto en lo que respecta a tipos de cultivo, clases de créditos, etc., como en lo que toca a la clientela. También ejercerá su influencia sobre el crédito agrícola privado, porque tiene facultades para operar con “otras instituciones que actúen dentro del campo del crédito agrícola”, según lo dispone el inciso IV del artículo 2º del Decreto del 2 de marzo. De esta suerte, el Banco Nacional Agropecuario estará en la cúspide del sistema de crédito agrícola del país y será el responsable principal de la actividad agrícola y ganadera nacional y de su desarrollo.
Se plantean una serie de grandes interrogantes a las que habrá que dar una respuesta satisfactoria para que el nuevo Banco Nacional Agropecuario constituya la solución o al menos una de las soluciones al enorme problema de elevar la productividad del campo en beneficio de los agricultores de la pequeña propiedad y de los ejidatarios. Podría pensarse que deberíamos esperar a que el banco operara y tener así los resultados. Sin embargo, consideramos que la vida es dinámica y que los fenómenos se producen como resultado del conjunto de factores que entran en juego en el momento oportuno. Y uno de esos factores, tratándose del asunto que nos ocupa, es sin duda la opinión pública y sobre todo el punto de vista y la acción de los interesados y de los grupos progresistas que se preocupan por el desarrollo económico nacional en beneficio de las masas populares. Por esa razón, es necesario que tratemos de enjuiciar a tiempo, hoy, antes de que sea tarde a la nueva institución nacional de crédito, que ha sido creada para llevar al cabo una tarea tan trascendental en el agro mexicano.
Una gran interrogante se nos plantea desde luego: ¿será capaz el Banco Nacional Agropecuario (BNA), de movilizar abundantes recursos oficiales y privados hacia la agricultura, en términos de plazos y tipos de interés ajustados a las necesidades la agricultura mexicana? ¿Dispondrá el BNA de los instrumentos adecuados para superar los obstáculos que están frenando el desarrollo agrícola y para asegurar al agricultor y al ejidatario un ingreso decoroso, al menos hacerle llegar el fruto de su trabajo? Concomitantemente se plantea otra interrogación, de no menor trascendencia: el BNA ¿fortalecerá el desarrollo de la economía ejidal, con suficiente crédito, con auxilio técnico y con un adecuado apoyo para una eficaz organización de la producción y venta de sus productos? Si el BNA logra estos dos resultados, se habrá dado un paso definitivo hacia el fortalecimiento del desarrollo agrícola del país, que significará la ampliación y crecimiento del mercado nacional en beneficio del desarrollo industrial y se habrán sentado bases firmes para la estabilidad económica y política, que son indispensables para continuar la marcha hacia niveles económicos y sociales cada vez más altos. Si la respuesta es negativa, si se logra solamente mejorar las condiciones del crédito para grandes propietarios, y para la clientela que es buen sujeto de crédito, olvidando a los que por un complejo de factores luchan trabajosamente por sacar a la tierra su sustento, el BNA vendrá a ser un organismo que lejos de superar a los ya existentes, se convertirá en un factor más de beneficio para los que no tienen verdadera necesidad de ayuda, y al desviar hacia ellos los recursos, se convertirá en una institución contraria a los ideales agrarios de la Revolución Mexicana, que busca la superación de los ejidatarios y de los genuinos pequeños propietarios, mediante el uso de mejores técnicas y créditos adecuados, que les permitan elevar los rendimientos y la producción.
En la forma más objetiva posible, con base en cifras, hechos y argumentos derivados de ellos, trataremos de dar nuestra opinión con toda franqueza. Hemos de indicar, desde ahora, que existen serios temores de que el BNA pueda significar un viraje abierto y de gran envergadura, en la política agraria del país, a favor de la gran empresa agrícola capitalista y en perjuicio directo de los ejidatarios y de los pequeños propietarios. El que escribe abriga también estos temores. En la próxima ocasión veremos por qué.♦