Encadenada a E.U., Inglaterra agoniza

Al cerrarle el paso al Mercomún Europeo, De Gaulle sella el destino de un viejo imperio.

La reiterada solicitud de Gran Bretaña para formar parte de la Comunidad Económica Europea (Mercado Común Europeo) plantea una serie de complejos problemas tanto a los países europeos occidentales, como al resto del mundo capitalista y también al bloque de países socialistas. La admisión o no aceptación de Gran Bretaña en el Mercado Común Europeo puede tener amplias repercusiones también en América Latina. Por estas razones en los actuales momentos, después de la guerra de Vietnam, es el tema que más se discute en escala mundial.

¿Por qué la Gran Bretaña insiste en formar parte de la Comunidad Económica Europea? Después de que por propia voluntad no quiso participar en su creación en 1957 y de haber sido rechazada en 1963 por el veto de Francia, ¿por qué ahora hace los máximos esfuerzos por entrar al Mercado Común, a pesar de que ya forma parte de otro bloque, o sea la Asociación Europea de Libre Comercio ¿Qué razones la impulsan a dar ese paso?

El León Británico en la encrucijada

El caso de la Gran Bretaña es el de un imperio que se desintegra y amenaza con destruir a la propia metrópoli. Se puede decir que Gran Bretaña ha estado en una crisis constante, desde la Segunda Guerra Mundial. La propia guerra y después la pérdida de colonias como la India (“la gema más preciada de la Corona”) Egipto y muchas otras, han tenido un impacto casi demoledor en la economía británica. También, como es natural, la posición política inglesa ha sufrido un serio quebranto.

Las dificultades económicas y políticas de Inglaterra la han obligado a depender en grado considerable de los Estados Unidos. Después de la ayuda de préstamos y arrendamientos durante la guerra, vino el crédito de estabilización por cerca de 4 mil millones de dólares. A estas ayudas siguieron las otorgadas como parte del Plan Marshall y una serie de créditos de gran cuantía que han permitido a Gran Bretaña sortear, aunque trabajosamente las dificultades.

Paralelamente a las ayudas norteamericanas se amplió fuertemente el flujo de inversiones de las grandes empresas de los Estados Unidos en territorio británico y en las colonias y miembros de la Comunidad Británica de Naciones. En este sentido, Inglaterra es actualmente el país europeo de mayor dependencia económica respecto a los Estados unidos.

Como resultado de la mayor dependencia de la ayuda norteamericana, Inglaterra se ha convertido en el aliado más cercano y confiable de los Estados Unidos en su política mundial. Es factor clave en Europa en los programas militares a través de la OTAN, apoya a los Estados Unidos en su política respecto a Alemania, ha sido aliado importante en la guerra fría y en la defensa del sistema colonial en todos los continentes. Sólo en casos de excepción, cuando la presión de las fuerzas progresistas en Inglaterra lo han impedido o cuando los intereses particulares de los grupos dominantes británicos han estado en juego, Inglaterra se ha apartado de la política de los Estados Unidos.

Pero el relativo estancamiento económico de Gran Bretaña la ha colocado en una situación cada vez más comprometida y de mayor debilidad. No solamente ha perdido colonias importantes sino que los lazos de miembros destacados de la Comunidad Británica de Naciones se han ido haciendo más tenues. Así el Canadá y en grado algo menor Australia, han aflojado sus conexiones con Londres, al tiempo que las estrechan con los Estados Unidos. Y a medida que los países continentales de Europa se han fortalecido, la posición inglesa se ha deteriorado aun en términos de beligerancia y consideración de parte de los Estados Unidos.

Tal parece, pues, que los gobernantes ingleses y los altos círculos de los negocios sienten que se les va el tren, que se quedan aislados del núcleo económico y político principal del continente. Privados de su antaño gran imperio, superados por el bloque del Mercado Común en donde en alguna época ejercía funciones de árbitro, y esquinada cada vez más por los Estados Unidos, la situación es realmente difícil.

George Brown, secretario de Relaciones Exteriores británico ha expresado sin reservas “…si no entramos (al Mercado Común) en 5 años o en 10 no seremos más que una especie de Suecia reducida a intrigar entre Noruega e Irlanda y a merced de los bancos suizos”. En esta declaración está condensada la desesperada situación en que se encuentra la Gran Bretaña y que explica la determinación de incorporarse a la Comunidad Económica Europea.

Si Inglaterra entrara al Mercomún...

La incorporación de Gran Bretaña al Mercado Común Europeo significaría en primer lugar la formación de un bloque económico que rivalizaría en magnitud con los Estados Unidos y con la Unión Soviética. Los seis países de la Comunidad Económica Europea forman actualmente un bloque de alrededor de 180 millones de habitantes, con una producción total de algo más de 300 mil millones de dólares. La Gran Bretaña, sin sus colonias vendría a sumar sus 55 millones de habitantes y sus cerca de 100 mil millones de dólares de producción.

De esta suerte los Siete tendrían una población conjunta de 236 millones de habitantes, que supera a la de la Unión Soviética que es de 227 millones y con mayor amplitud a la de Estados Unidos que es de 192 millones. En cuanto a importancia económica el valor total de la producción de los Siete superaría al de la URSS y se acercaría bastante a la cifra correspondiente a los Estados Unidos. Comercialmente sería la unidad más importante del mundo por la magnitud de sus transacciones.

En segundo lugar, la aceptación inglesa en el Mercado Común significaría que la Comunidad Británica de Naciones también ingresaría a ese bloque (además de otros países europeos que ahora forman la Asociación Europea de Libre Comercio). Esto plantearía problemas serios a los sectores agrícolas de los Seis a los países asociados africanos y a los propios países de la Comunidad Británica de Naciones. Hasta ahora este ha sido uno de los problemas más serios que ha obstaculizado el ingreso de Gran Bretaña al Mercomún.

En el aspecto político, el ingreso de Inglaterra al Mercomún plantearía reacomodos y cambios políticos. Por lo pronto, para Francia sería incorporar no un socio, sino un rival. Hasta ahora Francia ha sido el factor político más importante en el Mercomún, ya que Alemania tiene un status todavía no definido, que le impone limitaciones en su acción, e Italia es un poder menor.

Por otra parte, dada la influencia que los Estados Unidos ejercen sobre Inglaterra su incorporación al Mercomún significaría un robustecimiento de aquel país en los asuntos de Europa, lo que debilitaría la posición de cierta independencia que tienen países como Francia.

En tercer lugar, la fuerte influencia económica que tienen los monopolios norteamericanos en las principales actividades del país se extenderá a todo el Mercomún, que ya de por sí registra un problema de consideración en este sentido, como lo han revelado sobre todo los franceses.

En cuarto lugar, los países fuera del Mercomún y de la órbita de la Gran Bretaña también recibirían el impacto de la formación de este gran bloque, porque su fuerza de negociación y las posibilidades de aumentar las relaciones económicas se verán reducidas. Para los países de menor desarrollo la situación será todavía más desfavorable. En este caso está América Latina.

¿Europa rescatará al náufrago?

A pesar de que el general De Gaulle en sus recientes declaraciones expresó que no ejercerá el veto al ingreso de Gran Bretaña al Mercomún, todo parece indicar que habrá grandes problemas para que se acepte al séptimo socio. Algunas de las razones se encuentran en los argumentos que hemos expresado anteriormente. Pero hay otras más. Quizás una de las que más pueda influir en estos momentos es la situación comprometida que la que está pasando el grupo de los seis países que forman el Mercomún.

El ritmo de crecimiento de la producción ha descendido especialmente en Alemania, el más importante de los seis, en donde se logró una tasa de apenas 3% en 1966 y se espera llegar a solamente 2% en el presente año. El problema del desempleo sigue aumentando. En Alemania existen alrededor de 600,000 personas sin trabajo; en Italia un millón y cuarto, en Francia cerca de 400 mil y también en los países menores se extiende el mismo problema.

En las condiciones en que se encuentran los países del Mercomún el arribo de un socio que trae consigo problemas semejantes y todavía mayores, no parece que pueda ser un buen prospecto. Inglaterra, como ya indicamos, ha estado sufriendo una crisis casi interminable. Los esfuerzos realizados en los últimos dos años, con el programa de austeridad han logrado restablecer cierto equilibrio, pero con tasas de desarrollo bajas. Y todavía necesita seguir apretándose el cinturón porque la situación no es favorable. Además, Inglaterra tiene cerca de 700 mil personas sin trabajo, que son una amenaza para los trabajadores de los países que ahora forman el Mercomún y con mayor razón para los desocupados.

De acuerdo con estas razones parece ser que la aceptación de Inglaterra al Mercomún tropezará con grandes dificultades. En cualquier caso, no creemos que se produzca con la rapidez que Gran Bretaña lo desea. Hay muchos intereses contrapuestos, tanto de carácter económico como político, que no es fácil conciliar. Además, la coyuntura económica no es la más propicia, porque los países del Mercomún se encuentran en dificultades que podrían aumentar con la incorporación de un socio en apuros.

¿Por qué no buscar la solución en superar la “guerra fría” y establecer lazos amplios y francos con el Bloque Socialista? Las posibilidades son enormes. Con ello, se contribuiría a disminuir la tensión mundial y nos alejaría de la “guerra caliente”.

Ceceña, José Luis [1967], "Encadenada a E.U., Inglaterra agoniza", México, Revista Siempre!, 727: 24-25, 31 de mayo.