Condiciones para el financiamiento del desarrollo de México

1.- Debe descansar en recursos propios del país
2.- Los créditos deben acelerar el desarrollo y ser complementarios
3.- La mayoría de los créditos han sido “atados“con algunas condiciones que no deben aceptarse
4.- Los créditos obtenidos se han destinado a actividades de infraestructura y a la industria
5.- Sólo condiciones típicamente bancarias deben servir de base a créditos exteriores
¿Y qué papel ha jugado el Capital extranjero en nuestro desarrollo?

Es indiscutible que el financiamiento del desarrollo económico debe descansar en los recursos propios del país. Las razones son obvias. La riqueza nacional sería explotada por mexicanos, los negocios serían propiedad de nacionales y se lograría un desarrollo básicamente independiente. Esta independencia del desarrollo económico nacional significaría que los beneficios del esfuerzo del país serían disfrutados por los propios mexicanos, además de que no habría la necesidad de realizar remesas de utilidades al exterior, ni hacer pagos por concepto de amortizaciones e intereses a capitalistas extranjeros.

Pero una política consistente en descansar en los recursos propios, tiene que ir acompañada de medidas vigorosas para hacer el uso óptimo de dichos recursos. Ello implica una política de captación de recursos y de su canalización hacia las actividades esencialmente productivas, de acuerdo con criterios de jerarquización adecuados. Es decir, se requiere de la planificación del desarrollo económico, con metas realistas y claras, y con una instrumentación adecuada a las condiciones del país.

La captación máxima de los ahorros y su utilización jerarquizada de acuerdo con las necesidades del desarrollo, permitiría asegurar una tasa de desarrollo superior a la que se logra utilizando solamente recursos propios del país.

En tales condiciones, el empleo de recursos del exterior, sea en la forma de inversiones directas o de créditos, serviría para acelerar la tasa de desarrollo económico, complementando los recursos internos.

Veamos si en el caso de nuestro país el capital extranjero ha servido para acelerar el desarrollo. Nos ocuparemos en este caso de los créditos exteriores que es el problema que hemos venido analizando en las últimas ocasiones.

En el período de 1942 a 1965 hemos utilizado créditos extranjeros por un valor total de 2,667 millones de dólares. Esa suma se ha utilizado como sigue: Ramas de Infraestructura, 1,782 millones de dólares, o sea, el 66.8%; Industria, 711 millones, o sea, el 26.7% y en otras actividades, 165 millones, es decir, el 6.2%.

De acuerdo con esto, el principal destino de los créditos exteriores han sido las ramas de la infraestructura, que han absorbido más de las dos terceras partes del total. Entre estas actividades la que más ha utilizado créditos exteriores es la Generación de Energía Eléctrica, que por sí sola ha absorbido 886 millones de dólares, o sea el 33.2% del gran total. Le sigue en importancia la rama de Transportes y Comunicaciones, con 508 millones de dólares, que representan el 19.1% del gran total. Estas dos ramas han utilizado conjuntamente más de la mitad de todos los créditos exteriores obtenidos por el país. Otras dos ramas de la Infraestructura que también tienen importancia en este sentido so la de Caminos y Puentes, que empleó 132 millones de dólares y la de Irrigación que utilizó 111 millones de dólares.

Las actividades industriales constituyeron el otro destino importante de los créditos exteriores, correspondiéndoles algo más de la cuarta parte del gran total. Las industrias que utilizaron mayor proporción fueron la de Equipo de Transporte, que absorbió 166 millones de dólares, la Industria Petrolera y la del Carbón Mineral, que utilizaron 144 millones, la del Hierro y Acero, que empleó 107 millones y la de Productos Químicos, que absorbió 71 millones de dólares.

Como puede apreciarse por este análisis general, los créditos exteriores han sido utilizados en una alta proporción para el desarrollo de actividades básicas, tanto de la Infraestructura, como de la Industria. Desde este punto de vista no cabe duda que han sido útiles porque han contribuido a acelerar el crecimiento de la capacidad productiva y de la producción de mercancías y servicios. Una gran cantidad de obras que caracterizan al México Moderno se han realizado con la ayuda de créditos extranjeros, desde la ampliación de la red de carreteras y caminos, la construcción de importantes obras de riego y de generación de energía eléctrica, hasta la modernización y ampliación de industrias tan importantes como Altos Hornos de México, Guanos y Fertilizantes, Petróleos Mexicanos y muchas otras.

Admitiendo la importante contribución que los créditos exteriores han aportado al desarrollo del país, cabe sin embargo, preguntarnos si esa contribución se ha realizado en condiciones favorables para el país, o si ha sido muy alto el costo que la Nación ha tenido que pagar por ella, y también, si no ha habido otras alternativas para hacerle frente a las exigencias del desarrollo del país.

Préstamos “atados”

Unos de los aspectos más importantes de los créditos exteriores es sin duda el de las condiciones en que se obtienen. En este sentido, no solamente son importantes los términos financieros de tasa de interés y plazo, sino una serie de otras condiciones que con frecuencia van involucradas en los préstamos, sea en forma explícita o de manera implícita. Es precisamente este segundo aspecto el que reviste particular importancia en el caso que nos ocupa.

Las condiciones de los créditos varían de acuerdo con el carácter del prestamista. Por ello conviene que precisemos quiénes son nuestros principales acreedores.

El origen de los créditos exteriores en el período de 1942 a 1965 ha sido el siguiente:

1º - Banco de Exportación e Importación del gobierno de los Estados Unidos, que nos ha prestado 667 millones de dólares; 2º - Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, organismo internacional del que somos miembros; 3º - Banco Interamericano de Desarrollo, organismo bancario interamericano del cual también somos socios; 4º - Bancos privados de los Estados Unidos, y de Europa; y 5º - Agencia para el Desarrollo Internacional, del gobierno de los Estados Unidos.

Como se puede ver, de las cinco fuentes de créditos extranjeros dos son agencias del gobierno de los Estados Unidos, otras dos son organismos internacionales y con sede en Washington, y la otra está formada principalmente por bancos norteamericanos. Esto quiere decir que el gobierno de los Estados Unidos y el sector privado de ese mismo país son los factores determinantes en el otorgamiento de créditos a México. Esto hace que el financiamiento exterior que hemos recibido esté fuertemente influido por los intereses de los Estados Unidos.

Por una parte, el Banco de Exportación e Importación, que ha sido la principal fuente de nuestros préstamos exteriores, es una institución que tiene como tarea primordial la de fomentar las ventas al exterior venta de los productores norteamericanos, para lo cual utiliza al instrumento del crédito. Por esa razón las operaciones crediticias del Eximbank se realizan con el objeto de ayudar en primer lugar a los exportadores norteamericanos para que coloquen  sus productos en el exterior.  Eso quiere decir que los créditos que otorga esta institución son condicionados entre otras cosas, a que el importe se gaste precisamente en compras de productos norteamericanos. Se trata pues, de créditos “atados”.

Los créditos “atados” tienen muchas limitaciones para el país deudor, haciendo muy dudosa la conveniencia de utilizarlos. Por una parte, encarecen el costo del crédito, porque se está obligado a pagar los precios que los productores norteamericanos fijen a sus productos, que generalmente significa pagar un 10% o más en comparación con los precios que se podrían lograr en otros mercados. Por otra parte, cierran la posibilidad de que los créditos sirvieran para que nuestros productores nacionales vendieran sus productos a cargo de los créditos obtenidos.

En este sentido debemos señalar que los créditos para la rehabilitación del sistema ferroviario obligaron a que compráramos rieles, durmientes y hasta clavos en los Estados Unidos, no obstante que no necesitábamos hacerlo. Además, los créditos “atados” imponen la obligación de aceptar inspecciones y vigilancia de funcionarios extranjeros en las obras y trabajos ligados a los proyectos para los que se han obtenido dichos préstamos, lo cual significa una verdadera intromisión en los asuntos económicos del país, por funcionarios extranjeros, lo cual es inconveniente desde todos los puntos de vista.

Una situación parecida y en algunos aspectos todavía peor, sucede con las operaciones de la Agencia para el Desarrollo Internacional, cuyas actividades obedecen a la política general de los Estados Unidos de influir sobre el desarrollo de los países a los que otorga sus préstamos.

Las operaciones del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomentos y del Banco interamericano de Desarrollo tampoco escapan a la poderosa influencia del gobierno de los Estados Unidos, no obstante el hecho de que México es miembro de dichas instituciones. En ambos organismos de los Estados Unidos son el accionista más importante, con amplio margen, y utilizan además importantes recursos adicionales que obtienen en los mercados de capitales de los Estados Unidos. La política que estos dos organismos siguen en el otorgamiento de sus préstamos obedece básicamente a los intereses generales del gobierno y del Sector Privado de los Estados Unidos. Por esa razón, en términos generales, los créditos que otorgan estas instituciones son también “atados” en el sentido de que llevan implícitas condiciones que implican ajustarse a los lineamientos generales que establecen los Estados Unidos para el desarrollo de los países deudores.

Por razones obvias, las operaciones de los bancos privados norteamericanos siguen el mismo clisé. Sus actividades rebasan los aspectos puramente bancarios y están dirigidas a mantener y ampliar la influencia de los monopolios norteamericanos en nuestra economía.

No es una casualidad, por lo antes dicho, que paralelamente al aumento de los créditos exteriores, se haya ido operando una expansión casi incontenible de las empresas norteamericanas en nuestro país. Ambos capitales extranjeros, las inversiones directas y los créditos van cogidos de la mano. De ahí el gran peligro de que dependamos en grado tan elevado de créditos exteriores, y la necesidad de que nuestro desarrollo lo basemos en la más vigorosa y amplia movilización y uso adecuado de nuestros propios recursos. Debemos utilizar créditos exteriores, sí, pero sin ataduras, diversificando las fuentes de los mismos y ajustándolos a la capacidad de pago del país. Pero, como un recurso complementario. Si esto no es posible, que sí lo es si nos lo proponemos de veras, sería preferible conformarnos con una tasa menor de desarrollo pero firme e independiente, aunque, es cierto, menos espectacular.

Ceceña, José Luis [1967], "Condiciones para el financiamiento del desarrollo de México", México, Revista Siempre!, 736: 12-13, 2 de agosto.