Es preciso tomar ya medidas de defensa. Seminario internacional sobre estabilidad monetaria y desarrollo económico

La conferencia sobre desarrollo y estabilidad, una maniobra para fortalecer la empresa privada frente a la intervención estatal en la economía; los participantes presentaron ideas inadecuadas para impulsar el desarrollo independiente de los países latinoamericanos: los problemas que ahora aquejan a la economía de EU constituyen una seria amenaza para nuestro desarrollo y estabilidad.

La Ciudad de México acaba de ser escenario de una reunión económica internacional, convocada por la Confederación Patronal de la República Mexicana. Por el tema central a discusión y por la calidad de los participantes, la reunión despertó un gran interés tanto en el mundo de los negocios, como en los círculos especializados en asuntos económicos. La prensa nacional destacó los trabajos de la reunión, dedicándoles abundante espacio y grandes titulares. Habiendo concluido ya sus trabajos y por el interés que reviste, consideramos conveniente hacer algunas consideraciones sobre las ideas presentadas en la reunión y sobre sus resultados generales.

Desarrollo Económico con Estabilidad

El tema básico de discusión en la reunión fue en verdad de gran importancia: el de la “Estabilidad y Desarrollo Económico”. En términos llanos, se trata de encontrar las fórmulas más adecuadas para impulsar el desarrollo, sin que se provoquen fuertes elevaciones de precios (inflación) ni desequilibrios exagerados en la Balanza de Pagos, que deriven en escasez de moneda extranjera o en devaluación en la moneda nacional.

El desarrollo económico acelerado generalmente ejerce fuertes presiones sobre los precios. La razón principal reside en que para impulsar el desarrollo se necesita aumentar en forma considerable las inversiones, lo que significa incorporar un mayor número de obreros el proceso productivo, obreros a quienes se les paga un salario con el cual aumenta su demanda de bienes de consumo, principalmente de alimentos y otros artículos necesarios; esta mayor demanda de productos de consumo hace subir los precios de estas mercancías, cuando la producción de las mismas no aumenta en las proporciones adecuadas y con la rapidez necesaria. A esta presión sobre los precios se suma la que ejercen otros sectores que también reciben mayores ingresos por efecto de las mayores inversiones. El resultado es una tendencia inflacionista, porque generalmente la producción de alimentos y de productos de consumo necesarios no aumenta sino con lentitud. Estamos en presencia de un fenómeno de rigidez de la producción (de la oferta de bienes), frente a un aumento considerable y sostenido de la demanda general de la población. Es obvio que no aumentarían los precios o lo harían en poca proporción si se lograra aumentar la producción de alimentos y artículos de consumo necesario en la medida en que crecieron los ingresos de la población.

Las consecuencias del fuerte aumento de los precios son múltiples y de gran alcance. Entre las más importantes podemos señalar las siguientes: 1.- empeora la distribución de los ingresos empobreciendo más al pobre y enriqueciendo al rico, en virtud de que los ingresos de los trabajadores y de pueblo son más o menos fijos y al aumentar los precios pierden poder de compra, en tanto que los empresarios y capitalistas en general aumentan sus ganancias; 2.- desalientan el ahorro porque cuando suben mucho los precios el valor del dinero ahorrado se esfuma; 3.- tiende a empeorar la situación de la Balanza de Pagos porque aumentan las compras al exterior, donde los precios son más bajos, y se reducen las ventas al exterior, porque los productos nacionales han aumentado de precio; propicia la fuga de capitales y finalmente cuando la inflación ha cogido impulso, se corre el peligro de que la economía en su conjunto se desquicie, con lo que resultan perjudicados todos, hasta los mismos capitalistas.

Cuando, como ocurre con frecuencia, no se logra el aumento necesario en las ventas al exterior, se producen fuertes presiones sobre la Balanza de Pagos, escasea la moneda extranjera y tiende a devaluarse la moneda nacional.

Las presiones sobre la Balanza de Pagos pueden también aliviarse con capitales del exterior, sea en forma de inversiones extranjeras directas, en empresas, o mediante créditos extranjeros. Pero este camino es un remedio temporal y en realidad tiende a agravar el problema del desequilibrio y a empeorar la dependencia del país. Las inversiones extranjeras directas ocasionan salidas muy fuertes de dólares por concepto de utilidades, en forma continua y creciente, y los créditos extranjeros hay que pagarlos, con sus respectivos intereses, lo que demanda una crecida suma de moneda extranjera.

A la larga, solamente se resuelve el problema con un vigoroso esfuerzo de ventas al exterior, con el ajuste de las compras de mercancías y servicios extranjeros y con la movilización máxima de los recursos del país.

El desarrollo con estabilidad, por lo tanto, implica políticas económicas firmes y decididas que a la vez que aseguren un desarrollo independiente y de alto ritmo, eleven la producción y eviten los desajustes de los precios y de las Balanzas de Pagos. Esto significa que tienen que desarrollarse esfuerzos vigorosos para remover los obstáculos que impiden el desarrollo equilibrado e independiente de nuestros países. Se requiere, en una palabra, realizar cambios fundamentales en las estructuras de nuestras economías, lo que obviamente no puede lograrse en forma espontánea y descansando en la empresa privada que se mueve por un apetito insaciable de altas ganancias. Se hace necesario, en una palabra, que los gobiernos intervengan con mayor amplitud y profundidad en la economía y que lo hagan con una clara finalidad de interés general. Sólo así habrá desarrollado estabilidad económica y lo que es indispensable, estabilidad social y política.

Lenguaje extraño e inadecuado

Los participantes en el Seminario sobre Estabilidad y Desarrollo, con la excepción quizás de Aníbal Pinto, de Chile, hicieron planteamientos inadecuados a la realidad y a las necesidades latinoamericanas. La mayoría de ellos proceden de países desarrollados con realidades y problemas muy distintos a los de nuestros países. Dos de ellos son funcionarios de instituciones norteamericanas y otro más, un destacado financista francés. No es de extrañar, por lo tanto, que sus ideas sobre el desarrollo y sobre la política que debe seguirse para fomentarlo y para evitar la inflación y los desajustes de la Balanza de Pagos, sean improcedentes y hasta perjudiciales para nuestros países. Esto se aplica también al economista argentino quien habló un lenguaje extraño a nuestras realidades, lo que se explica por el hecho de la situación que actualmente priva en su país de origen, que se encuentra dominado por un gobierno militarista e impopular.

Para todos estos destacados conferenciantes el problema se reduce a asegurar una mayor participación del sector privado en la economía, a una consecuente limitación de las actividades económicas gubernamentales, y, desde luego, a una mayor participación del capital extranjero en el financiamiento y manejo de las empresas latinoamericanas. En suma un capitalista puro y trasnochado.

Seguramente que las ideas expresadas por los conferenciantes aludidos acomoda muy bien a las tendencias y propósitos de los organizadores del evento. Y es claro que los objetivos perseguidos consistieron en influir en la opinión pública mexicana y en las propias esferas gubernamentales de nuestro país (y de otros países de América Latina) en el sentido de que se hace necesario que se den mayores facilidades y garantías a los inversionistas privados, como medio de acelerar el desarrollo y de asegurar la estabilidad. Pero desgraciadamente para ellos, los hechos no los favorecen.  Y para muestra, echemos un vistazo a lo que pasa en algunos de los principales países de América Latina en donde, al menos por ahora, el sector privado nacional y extranjero, ha tenido éxito en imponer su filosofía.

En Argentina, de donde es originario el Sr. Álvaro Alzogaray, uno de los participantes en el Seminario (ex ministro de Finanzas y Economía) el desarrollo logrado en 15 años ha sido insignificante, inferior al 3% anual. En los últimos 6 años ha sido todavía menor apenas del 2.6% en promedio, llegado a ser negativo en 1962 y en 1966. Ese escaso desarrollo ha tenido lugar en condiciones desastrosos para el pueblo argentino. Los precios se han elevado 19 veces en los 15 años considerados, es decir, a razón de un 13% mensual. Y el peso argentino ha sufrido devaluaciones catastróficas, cotizándose en 1966 a 495 pesos por un dólar, frente a 20 pesos en 1955.

En Brasil, el gigante latinoamericano, la situación es igualmente difícil. Aunque ha logrado un desarrollo un poco mayor que la Argentina, del 4.2% en promedio en los últimos 5 años, se encuentra en medio de una inflación de grandes proporciones: los precios han aumentado 50 veces desde 1955, o sea a una tasa promedio anual de 448%, o 37% mensual. El cruceiro, la moneda nacional del Brasil, se ha devaluado de 69 por un dólar en 1955 a 1400 cruceiros por un dólar en 1966.

Uruguay y Chile presentan una imagen muy parecida. El desarrollo económico ha sido muy lento, especialmente en Uruguay en donde ha sido casi nulo. En ambos se registra una inflación de gran intensidad y sus monedas han sufrido devaluaciones considerables.

¿Verdad que ese camino sólo conduce al estancamiento, a la inflación, a la mayor dependencia exterior y a la inestabilidad social y política por el sufrimiento del pueblo?♦

Ceceña, José Luis [1967], "Es preciso tomar ya medidas de defensa. Seminario internacional sobre estabilidad monetaria y desarrollo económico", México, Revista Siempre!, 739: 20-21, 23 de agosto.