Las inversiones de los EE. UU: dominan las mayores actividades industriales y demandan la “extraterritorialidad".
Europa, que ha experimentado desde 1950 un notable resurgimiento económico, está siendo uno de los principales mercados para las inversiones norteamericanas. De un total de 49,200 millones a que ascendieron en 1965 las inversiones directas de las empresas de Estados Unidos en el exterior, Europa Occidental absorbió el 30 por ciento, o sea, cerca de 15 mil millones de dólares.
Los países del Mercado Común (Alemania Occidental, Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo) junto con la Gran Bretaña constituyen los principales receptores de inversiones directas de los Estados Unidos. El Mercado Común en 1965 contaba con 6,300 millones de dólares de empresas norteamericanas, y la Gran Bretaña 5,100 millones. En conjunto, existía en estos países una inversión privada estadounidense de 11,400 millones de dólares, o sea, alrededor de la cuarta parte de todas las inversiones norteamericanas directas en el mundo.
Las actividades industriales constituyen el principal destino de las inversiones de las empresas norteamericanas en Europa. Más de la mitad del total, se encuentra invertido en las más importantes ramas de la industria de transformación, desde petróleo, automóviles, productos químicos y electrónica, hasta alimentos, construcción de viviendas y cosméticos.
En la industria petrolera las empresas norteamericanas están realizando inversiones cuantiosas y ya han logrado ocupar lugares de primera línea en varios de los más importantes países europeos. Esto a pesar de la presencia de la Royal-Dutch-Shell y de la British Petroleum, que han dominado el mercado europeo de tiempo atrás. Así, las subsidiarias de la Standard Oil (New Jersey) ocupan el primer lugar de la industria petrolera de Alemania Occidental, y en Italia, y un segundo lugar en Francia y en Holanda. Además, la Standard Oil of California, la Texaco y la Gulf Oil, tienen posiciones destacas en todos esos países, especialmente en Holanda. Y siguen vaciando millones de dólares en ampliaciones a sus instalaciones de refinación y de distribución en toda Europa; especialmente en Holanda, alrededor de Rotterdam.
No solamente están ampliando sus instalaciones propias en la rama petrolera, sino que en varios países están absorbiendo empresas europeas ya establecidas y en otros casos, están adquiriendo participaciones importantes en grandes empresas del ramo. Tal es el caso de la adquisición que hizo la Texaco de la empresa alemana, Deutsche Erdol AG, por la suma de 191 millones de dólares y los arreglos realizados por la Mobil Oil para obtener una fuerte participación en la gran empresa, también alemana, la GB AG. También la gran empresa belga, Petrofina, está siendo objeto de penetración de intereses petroleros norteamericanos, que pueden dar por resultado que dicha empresa quede bajo su control.
En la industria electrónica la expansión de las empresas norteamericanas no es menos notable. La General Electric norteamericana, por ejemplo, acaba de adquirir el control de la Bull francesa, después de un largo y difícil proceso, en el que el propio gobierno francés jugó un papel importante por las conexiones que la Bull tiene con aspectos importantes de la seguridad de Francia. Actualmente la General Electric controla el 66 por ciento del capital de la Bull. También la Remington Rand tiene importantes inversiones en la industria electrónica europea así como la International Telephone and Telegraph (la antigua propietaria de los teléfonos en México). Esta última empresa, que se encuentra en un fuerte proceso de diversificación, tiene importancia en la producción de televisores, radar, equipo telefónico, y recientemente ha adquirido en Francia algunas empresas de alumbrado y construcción de vivienda.
En la industria automotriz las empresas norteamericanas tienen un destacadísimo lugar en Europa, especialmente en Alemania y Gran Bretaña. La General Motors, por ejemplo, posee subsidiarias en cada uno de los países europeos importantes, siendo uno de los más importantes productores en Alemania (Opel) y en Inglaterra (Vauxhall). Por su parte la Ford Motor Co. es gran fabricante tanto en Alemania (Taunus) como en Inglaterra (Ford). La Chrysler posee en Francia la empresa SIMCA. Todas estas empresas están expansionando vigorosamente sus intereses en el Continente Europeo.
La industria química es otro renglón que está registrando una fuerte expansión por parte de las inversiones norteamericanas. Las empresas petroleras están invirtiendo fuertemente en distintas ramas de la petroquímica, y las grandes empresas de productos químicos como la Monsanto, la Unión Carbide y otras, están haciendo lo mismo en las ramas de su especialidad.
Café francés a la americana
La vigorosa inversión norteamericana en la industria francesa ha despertado gran inquietud en los círculos empresariales europeos y también en la opinión pública, que en forma creciente se está manifestando en franca hostilidad y ha obligado a los gobiernos a intervenir. Por hacer frente a esta situación, las empresas norteamericanas han recurrido a la fórmula de las empresas mixtas, es decir, a la formación de empresas con capital norteamericano y europeo.
El sistema de las empresas mixtas se ha extendido a todos los países europeos y comprende las ramas más diversas de la actividad económica. Algunos casos son los siguientes:
La Reynolds International norteamericana se asoció a la Société Generale de Bélgica para formar la Aluminum-Europe, S.A., y dedicarse a la producción de aluminio. La Monsanto de EE.UU. se asoció a la Milán Edison, para dedicarse a la producción de una amplia variedad de productos químicos industriales. La Standard Brands norteamericana se asoció a la Van Nelle, holandesa, formando la Van Nelle-Standard Brands, dedicada a la producción de alimentos. A su vez, esta compañía mixta, compró el 67% del capital de la Unión Francesa de Industria y Marcas Alimenticias, que es la segunda empresa en el ramo del café en Francia. La otra empresa importante en Francia en el ramo es la Legal, que es filial de la General Foods de los Estados Unidos. Por esta razón una importante revista francesa en son de crítica dice que en Francia solamente hay “café francés a la americana”. Un caso más lo tenemos con la asociación de la Kaiser Aluminum and Chemicals norteamericana, con la empresa Le Nickel, que dio por resultado la formación de la Kaiser Le Nickel Corp. Esta empresa explota yacimientos de níquel en Nueva Caledonia, siendo una de las pocas empresas importantes en su ramo en el mundo.
¿Mejor solos que mal acompañados?
La formación de empresas mixtas parece que no está dando buenos resultados. Se han presentado muchos problemas entre los socios de los distintos países, que con frecuencia han resultado en la expulsión de una de las partes, además de que durante la vigencia de la asociación se han presentado casos serios de discrepancias de política que han obligado a intervenciones gubernamentales.
La asociación de la Reynolds con la Société Generale de Bélgica, por ejemplo, no pudo operar satisfactoriamente porque desde el primer día de la asociación, las partes participantes no pudieron entenderse. El resultado fue que la Reynolds compró la participación de los socios belgas. Una situación semejante sucedió con la asociación de la Monsanto y la Milán Edison, sólo que en este caso la empresa expulsada fue la norteamericana. En el caso de la participación de la General Electric en la Bull francesa, la asociación igualitaria que se estableció en un principio, con la participación de 50 por ciento para cada una de las partes no pudo sostenerse porque la empresa norteamericana presionó con su gran fuerza financiera, hasta quedarse con el control de la empresa, al adquirir el 66 por ciento del capital.
¿Extraterritorialidad o lealtad al país huésped?
La formación de empresas mixtas ha dado lugar a un serio problema entre las partes asociadas, que en ocasiones ha obligado a la intervención de las autoridades. Se trata de un problema de lealtades. ¿La empresa mixta debe estar sujeta totalmente a las leyes del país huésped y ajustar su conducta a la política general de ese país, o en cambio por tener participación norteamericana está sujeta a la legislación de Estados Unidos y a la política que siga el gobierno de ese país? Para nosotros no existe tal duda, desde luego, porque es claro que los Estados Unidos no pueden extender su jurisdicción hasta los países soberanos que reciben las inversiones norteamericanas. Sin embargo, parece que el gobierno y las empresas norteamericanas piensan de otra manera. Veamos algunos casos.
La empresa mixta Fruehauf’s que opera en Francia recibió y aceptó un pedido de trailers de parte de la empresa Berliet. Cuando se supo que los trailers serían remitidos a la República Popular China, la matriz de la Fruehauf’s en Estados Unidos, ordenó a su filial francesa que no surtiera el pedido, debido a que la política de las empresas norteamericanas y del gobierno de los Estados Unidos era contraria a esa operación. El caso fue sometido a las autoridades francesas, quienes, con sobrada razón, decidieron que se realizara la operación.
Otro caso importante se presentó con una empresa mixta que formó la Timken Roller Bearing de Estados Unidos con intereses europeos. En este caso el Departamento de Justicia norteamericano juzgó que esa empresa mixta violaba las leyes anti-monopolistas de los Estados Unidos porque “iba a reducir las oportunidades de competencia de otras empresas norteamericanas en el mercado europeo”. El problema “se resolvió” con la adquisición que hizo la Timken de todo el capital de la empresa mixta. Esta solución, como se ve, expresa con claridad que las empresas filiales de las compañías norteamericanas se rigen por las leyes norteamericanas y siguen la conducta que les marca la política del país de su origen. Según parece, las inversiones norteamericanas gozan de extraterritorialidad, en la práctica.
¿Podemos ahora comprender la manifiesta hostilidad que existe en Europa, principalmente en Francia, hacia las inversiones norteamericanas? Además de apoderarse del mercado, y desplazar empresarios locales constituyen una amenaza para la soberanía misma de los países que las reciben. Y esto pasa en Europa, ¿qué no podrá pasar entre nosotros, que somos más débiles? Por eso debemos estar alerta para evitar que las inversiones extranjeras logren sus propósitos de dominación económica y política.♦