México, saturado de inversión extranjera

Es necesario y urgente poner un límite a los lucros desmedidos que obtienen esos capitales

El 10% se convierte en el 20%, en el 50% en el 90% y hasta en el 100% en muchas actividades muy importantes, como productos químicos, automóviles, maquinaria, industria alimenticia, medicinas, llantas, oleaginosas, etc.

Mientras que la inversión del Gobierno se dirige preponderantemente a la infraestructura, electricidad, caminos, presas, escuelas, hospitales, etc., la inversión del exterior se coloca en empresas altamente redituables.

Desde que el presidente Díaz Ordaz, en su último informe a la nación, afirmó que el desarrollo del país se ha hecho fundamentalmente con recursos nacionales y que sólo un 10% del total ha correspondido a recursos del exterior, se ha robustecido la tesis, en los círculos de negocios y también en algunos del sector oficial, de que gozamos de una independencia económica completa y que podemos y aún necesitamos aumentar substancialmente la utilización de capitales del exterior, sea en la forma de créditos o de inversiones directas de empresas extranjeras.

La tesis del 10% se está manejando con profusión tanto por destacados hombres de negocios mexicanos que  desean ampliar sus actividades haciendo sociedad con empresas extranjeras, como por funcionarios que encuentran en los capitales del exterior un camino expedito y fácil para aumentar las inversiones en el país y por ende lograr mayores incrementos en la producción general de bienes y servicios. Y como es comprensible, dicha tesis del 10% está siendo utilizada por los círculos de inversionistas extranjeros y por los representantes diplomáticos de los países que tienen un gran interés en ampliar sus negocios en México: tal es el caso, por ejemplo, del Sr. Embajador de los Estados Unidos que recientemente pronunció un discurso en el Houston Men’s Club, en el que con base en ella hizo un llamado a los hombres de negocios norteamericanos para que “continuaran y ampliaran sus esfuerzos para contribuir (al desarrollo de México) en interés del comercio, de la política y de la comprensión entre los pueblos”.

De toda probabilidad, también, que la tesis del 10% va a ser base para que en la anunciada reunión de los hombres de negocios mexicanos y norteamericanos que se celebrará en Washington en estos días, se reitere la invitación a los inversionistas de los Estados Unidos para que amplíen sus operaciones en nuestro país, haciendo sociedad con los empresarios mexicanos.

¿De dónde saldría el 10%?

El análisis de las cifras oficiales sobre el financiamiento externo de nuestro desarrollo económico nos arroja los siguientes resultados:

En el año de 1965 la inversión total en el país fue de 39,237 millones de pesos (La Economía Mexicana en Cifras, Nacional Financiera), correspondiendo 22,936 millones a la inversión privada y… 16,301 a la inversión del Gobierno Federal, incluidos los organismos y empresas de participación estatal. En ese mismo año se utilizaron créditos exteriores por un monto de 389.6 millones de dólares y capitales de empresas extranjeras por valor de 197.6 millones de dólares, o sea, 7,337.5 millones de pesos (Informe Anual del Banco de México). Esto quiere decir que en 1965 el financiamiento externo representó el 18.4% de la inversión total.

Para el año de 1966 la situación fue la siguiente: La inversión total se elevó a 47,000 millones de pesos, correspondiendo a la inversión privada 25,000 millones y a la del sector gubernamental 22,000 millones. Los créditos exteriores en este año ascendieron a 557.4 millones de dólares y las inversiones extranjeras directas a 186.1 millones de dólares o sea, 9,293.7 millones de pesos. Esto quiere decir que el financiamiento externo de la inversión aumentó respecto a … 1965, representando ahora el 19.7% del total.

Como se ve, los capitales extranjeros en 1966 contribuyeron con el 20% de la inversión total y no con el 10% como se ha estado afirmando. Esto quiere decir, que de cada 100 pesos que se invierten en el país, 20 corresponden a capitales extranjeros.

La inversión gubernamental

Las cifras anteriores sugieren ya que la inversión gubernamental está apoyándose en medida considerable en financiamiento externo. En 1965, por ejemplo, se utilizaron créditos por valor de 386.6 millones de dólares, que hacen un total de 4,870.0 millones de pesos. Como la inversión gubernamental fue de 16,301 millones de pesos, eso quiere decir que el financiamiento externo representó el 29.9% del total invertido por el gobierno.

Para el año de 1966 la situación fue la siguiente: la inversión gubernamental se elevó fuertemente, para alcanzar en total de 22,000 millones de pesos, o sea en un 35%. Para esa inversión el gobierno utilizó créditos exteriores por valor de 55.7 millones de dólares, o sea, 6,967.5 millones de pesos. Esto representa el 31.6% de la inversión total del gobierno. Como se ve, por cada 100 pesos que invirtió el gobierno en 1966, 32 pesos, casi la tercera parte, procedió del exterior. Se observa también que una buena parte del aumento de la inversión gubernamental en 1966 se hizo gracias al aumento de los créditos obtenidos en el exterior.

La industria y el comercio, dominadas por empresas extranjeras

Cuando se desciende al análisis concreto de las ramas en que se encuentra colocada la inversión extranjera directa, se encuentra que la posición “complementaria” del capital extranjero se convierte en verdadero control. Veamos algunos renglones cuya importancia salta a la vista.

En automóviles la inversión extranjera tiene una posición dominante. Las más importantes empresas son filiales de las grandes de la industria de Estados Unidos y de Europa (y Japón), y la industria auxiliar automotriz que se ha desarrollado vertiginosamente con la mal llamada política de mexicanización, está casi totalmente en manos de empresas norteamericanas. En conjunto se puede estimar que la inversión extranjera en esta rama tan importante, controla no menos del 80% del total.

En la fabricación de llantas el control de las empresas extranjeras es absoluto. No hay un solo centavo mexicano invertido en esa rama.

En la importante industria de productos químicos el capital extranjero representa no menos del 60%, y esto gracias a la participación del gobierno en la producción de fertilizantes y otros productos.

En la producción de medicinas las empresas extranjeras dominan cuando menos el 90% del total, existiendo solamente algunos pequeños laboratorios nacionales que, por lo demás, están supeditados a los extranjeros en el abastecimiento de sus suministros.

En la producción de alimentos las empresas extranjeras han logrado un dominio indiscutible, que puede estimarse en no menos del 80%.

En la industria de productos de tocador, perfumes, jabones, cosméticos, etc., el capital extranjero controla no menos del 90% del total.

Y así podríamos ampliar la lista incluyendo al comercio, al gran comercio, a la producción de maquinaria, al comercio exterior (algodón, etc.), al cemento, a la industria del papel, de empaques, de envases de metal, etc., etc.

Como se ve, el famoso 10% se convierte en el 20%, en el 80% y hasta en el 100% en muchas actividades básicas de la economía nacional.

Ya es hora de que hagamos algo efectivo y en serio para no depender tanto del capital extranjero. De acuerdo que transitoriamente ayuda a mantener un mayor nivel de la inversión y del aumento de la producción, pero las consecuencias son visiblemente comprometedoras, como lo hemos señalado reiteradamente en esta tribuna. Dejemos de “resolver” los problemas de la inversión por la puerta falsa del capital extranjero y dediquémonos en serio a utilizar al máximo los capitales nacionales en actividades productivas; la independencia económica nacional se está comprometiendo peligrosamente.

Ceceña, José Luis [1967], "México, saturado de inversión extranjera", México, Revista Siempre!, 750: 18-19, 8 de noviembre.