El desperdicio de recursos naturales y humanos y la dilapidación que hacen los ricos en lujos, pachangas y gastos innecesarios, cuesta al país cada año: 18 mil millones!

El desperdicio de recursos naturales y humanos y la dilapidación que hacen los ricos en lujos, pachangas y gastos innecesarios, cuesta al país cada año: 18 mil millones!

  • Si se evitaran los desperdicios y gastos suntuarios y se invirtieran esos recursos ahora dilapidados, se podrían producir mercancías por valor superior a los 200,000 millones de pesos.
  • Se duplicaría la producción actual y se eliminaría la gran desocupación que ahora existe, con lo que cada mexicano apto para el trabajo estaría en condiciones de ganarse el sustento y mejorar sus condiciones de vida; de manera honesta y decorosa.

¿Cuánto cuesta a la nación la conducta de sus clases adineradas que gastan con largueza en consumo suntuario, diversiones, viajes de placer al exterior, reuniones sociales y de negocios, casas de “descanso”, etc. etc.?

¿Cuánto representa para el país el desperdicio de recursos naturales y de instalaciones industriales que no se utilizan a plena capacidad?

¿De qué magnitud es la pérdida que sufre México por las desfavorables relaciones comerciales y financieras con el exterior y por concepto de contrabando?

Y ¿cuánto podrían producir los jóvenes y adultos aptos para trabajar que ahora por razones ajenas a su voluntad se dedican a ocupaciones marginales de muy baja productividad o que viven en el más completo ocio?

Todas estas cuestiones son motivo de frecuentes comentarios en amplios círculos de la opinión pública en donde existe la opinión unánime de que ciertamente alcanza cifras elevadas el monto de los recursos dilapidados, mal utilizados, o simplemente desperdiciados en nuestro país, por las condicione del statu quo que prevalece. Sin embargo, hasta ahora no se había emprendido la tarea de hacer una cuantificación de esas pérdidas ni tampoco se había intentado hacer una estimación seria sobre lo que podía lograrse poniendo en producción todos los recursos naturales, humanos y financieros de que dispone el país. Debemos al esfuerzo y penetración científica de la joven economista Silvia Piso, el que podamos disponer de las primeras precisiones sobre esta materia. Aprovechemos los ricos materiales que la señorita Piso presenta en su reciente Tesis Profesional, para dar a conocer a la opinión pública los datos relevantes sobre tan importantes cuestiones.

El panorama que se no presenta en relación a las pérdidas que sufre el país por los distintos conceptos es el siguiente.

Mano de obra desperdiciada.

Una de las demostraciones palmarias de la irracionalidad del sistema de producción que priva en nuestro país es el enorme desperdicio de recursos humanos. No obstante haber infinidad de necesidades insatisfechas y existir recursos financieros y naturales susceptibles de ser aprovechados para fines productivos, centenares de miles de trabajadores no encuentran empleo y millones se encuentran parcialmente ocupados.

De acuerdo con la Encuesta sobre Ingresos y Gastos Familiares en 1963, realizada por el Banco de México, había 178,859 personas aptas para trabajar que no tenían empleo en absoluto. Esta cifra aunque subestima el fenómeno de la desocupación, no es sin embargo, de proporciones alarmantes. En cambio, el que sí constituye un problema extremadamente serio es el de la desocupación o lo que se denomina “desocupación disfrazada”. En la mayoría de las actividades económicas, especialmente en la agricultura, existen demasiados trabajadores, es decir, campesinos que aparentemente están ocupados, pero que en realidad sólo lo están en forma parcial. Por lo tanto, el campesino realmente trabaja alrededor de cuatro meses al año, quedando desocupado el resto por espacio de ocho largos meses durante los cuales realiza esporádicas actividades cuando logra alguna ocupación de diversa índole. Por otra parte, aún en la época de los trabajos agrícolas normales la mano de obra rural es desperdiciada lamentablemente pues dichos trabajos se llevan a cabo con más campesinos de los necesarios, dando ello por resultado que el rendimiento de cada uno es demasiado bajo. Se estima que sería suficiente la mitad de los trabajadores agrícolas para producir lo que ahora se logra obtener. Esto quiere decir, que cada campesino rinde la mitad de lo que podría producir, o lo que equivale a decir que se le desperdicia la mitad de la fuerza de trabajo en las actividades agrícolas. Esto mismo acontece, aunque en menor medida en las demás actividades económicas.

Los cálculos de la señorita Piso revelan que la subocupación de la fuerza de trabajo alcanza la cifra de 2,625,000 personas, lo que significa una pérdida de 525 millones de horas-hombre-al mes.

Capacidad productiva no utilizada.

A semejanza de lo que acontece con la fuerza de trabajo, la capacidad de producción de la planta productiva no es aprovechada adecuadamente. Normalmente quedan grandes extensiones de tierras laborables que no se aprovechan por falta de crédito, por falta de mercados, o por otras razones; igualmente se desperdicia una parte considerable de las instalaciones industriales, porque trabajan a baja capacidad, de manera semejante quedan sin aprovechar recursos pesqueros, de bosques, etc., que representan grandes pérdidas para la economía nacional. Todo esto, aparte de las grandes pérdidas ocasionadas por malas administraciones, mala localización, etc.

Considerando solamente la capacidad industrial no utilizada tomando como base un aprovechamiento de la capacidad productiva del 95% frente a 75% que es actualmente (en términos aproximados), tenemos una pérdida anual de producción de alrededor de 14,510 millones de pesos.

Pérdida de dólares.

El contrabando, el movimiento de las entradas y salidas de inversiones extranjeras y directas y la desfavorable relación comercial con el exterior constituyen otros factores que merman las posibilidades de lograr una mayor producción nacional. El contrabando representa un renglón de gran cuantía en nuestro país, del orden de cerca de 3,000 millones de pesos. Es evidente que de no existir ese comercio ilícito, el país dispondría de una mayor cantidad de dólares para su utilización en actividades productivas de mayor utilidad para el progreso nacional.

El movimiento de las inversiones extranjeras directas arroja persistentemente un déficit que en 1966 alcanzó la suma de 799 millones de pesos, y a que frente a un ingreso de capitales privados de 2,326 millones de pesos, se registraron salidas de 3,125 millones. El país sufre, por lo tanto, una disminución de divisas que afecta su capacidad de producción, lo que constituye una pérdida neta.

Si a los conceptos anteriores se agrega la pérdida que representa la relación desfavorable de intercambio con el exterior (vendemos barato y compramos caro) y el pago de fletes por nuestras exportaciones y por las importaciones, tenemos una pérdida adicional de 353 millones de pesos y 1,760 millones, respectivamente. En conjunto, el país sufre una pérdida de alrededor de 5,725 millones de pesos anuales.

Consumo suntuario.

Es bien conocido el hecho de que los ingresos en México están muy mal distribuidos, lo que es consecuencia de la concentración de la riqueza en pequeños grupos de potentados. Como resultado de esa mala distribución de los ingresos, mientras que el 62% de la población tiene niveles de consumo inadecuados y el 28% vive en condiciones aceptables, el 10%, de los ingresos elevados, consumen en exceso llevando una vida de derroche de dilapidación. Conservadoramente se cifra en 5,553 millones de pesos el consumo suntuario de las clases adineradas del país. Este consumo excesivo de los ricos significa que disminuyen los recursos de inversión productiva en esas fuertes cantidades, con lo que se afecta la posibilidad de aumentar la producción nacional.

Al consumo excesivo de los grupos de altos ingresos se agrega la conducta irracional de los grupos de ingresos medios y hasta los de bajos ingresos que realizan una serie de gastos en cosas innecesarias (aún sacrificando las necesidades básicas) tales como bebidas alcohólicas, celebraciones frecuentes, etc. que representan deformaciones del gasto y una dilapidación de recursos de inversión productiva.

100,000 millones desperdiciados.

Al resumir el monto de las pérdidas que sufre nuestro país por la forma irracional en que se utilizan sus recursos y la dilapidación de que son objeto, encontramos que ascienden a alrededor de 100,000 millones de pesos. Esta cifra es la mitad del valor de la producción actual, lo que quiere decir que apenas estamos produciendo dos tercios de lo que podríamos lograr. Tal es el precio que el pueblo está pagando por los excesos de los ricos y por el mantenimiento de un sistema económico que se caracteriza por la subutilización de recursos y por la dilapidación de riqueza. Y todavía hay dudas de por qué somos un país subdesarrollado.♦

Ceceña, José Luis [1967], "El desperdicio de recursos naturales y humanos y la dilapidación que hacen los ricos en lujos, pachangas y gastos innecesarios, cuesta al país cada año: 18 mil millones!", México, Revista Siempre!, 756: 20-21, 20 de diciembre.