La Cámara discute a veces… Pero aprueba siempre

Es una de sus principales funciones analizar y discutir el presupuesto de egresos, porque la magnitud del gasto federal constituye el factor económico más dinámico en el ritmo del desarrollo pero ¿se dan cuenta acaso de lo que se les envía?

Es función de la Cámara de Diputados, de acuerdo con la Ley, analizar, discutir y aprobar, en su caso, el Presupuesto de Egresos del Gobierno Federal. Esta importante función le corresponde a los Diputados por ser los representantes directos del pueblo, según las normas jurídicas que nos rigen. De todas sus funciones esta es, quizás, la de mayor relevancia, porque la magnitud del gasto federal y su composición en las distintas actividades constituye el factor económico más dinámico en el ritmo de desarrollo y en el nivel general de la actividad económica general del país.

La Cámara de Diputados, sin embargo, hasta ahora ha jugado un papel prácticamente nulo en un análisis atento, profundo y responsable de los Presupuestos. La evidencia la tenemos en algunos hechos, entre los que conviene destacar los siguientes.

Los Presupuestos de Egresos son aprobados tal y como los presenta el Ejecutivo, tanto en la cifra total del gasto programado, como en la composición o distribución de ese gasto en los distintos renglones. En los muy contados casos en que la Cámara de Diputados hace algún ajuste, éste es de poca monta y siempre hacia arriba.

Los señores Diputados no llegan siquiera a advertir que la cifra total del Presupuesto Original que les envía el Ejecutivo es mucho menor a la correspondiente a los egresos efectivamente realizados en el año inmediato anterior. Así por ejemplo, el Presupuesto Original presentado por el Ejecutivo a la Cámara de Diputados en 1964 contemplaba un gasto de 15,953.5 millones de pesos, no obstante que en el año inmediato anterior los egresos del Gobierno Federal ascendieron a 20,295 millones de pesos, es decir, 4,341.5 millones de pesos en exceso a la cifra del nuevo Presupuesto. Para el año siguiente, 1965, a pesar de que los egresos efectivos del Gobierno Federal ascendieron a 28,285.6 millones de pesos el Presupuesto Original enviado por el Ejecutivo ascendía solamente a 17,854.3 millones, es decir, nada menos que 10,431.3 millones de pesos menos que los egresos efectivos del año de 1964. Y esta historia se repite en los años siguientes. Hasta una revisión a vuelo de pájaro podría indicar a los señores Diputados que los Presupuestos Originales, por alguna razón, no toman en cuenta los egresos realmente realizados sino solamente los Presupuestos Originales del Ejecutivo y que, por lo tanto, están fuera de la realidad. Y lo que es más importante, podrían darse cuenta de que la aprobación de un Presupuesto tan alejado de la realidad de los egresos realmente efectuados no tiene prácticamente ninguna importancia.

Otro hecho que no advierten los señores Diputados es que la estructura o distribución de los egresos efectivamente hechos en un año, no corresponden a la aprobada por ellos con base en el Presupuesto Original. Así, por ejemplo, en el Presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados para el ejercicio de 1963, se destinaba a Educación Pública el 22% del total, en tanto que efectivamente en ese año se gastó el 14% de los egresos totales, en Educación Pública. Esta discrepancia en la distribución del gasto del Gobierno Federal es un hecho permanente; aunque la magnitud de la discrepancia varíe en los distintos años, en todos ellos los gastos asignados a Educación Pública (y a otros renglones semejantes, como Salubridad y Asistencia) son mucho menores en importancia relativa a los que efectivamente se realizan. Frente a esto tenemos que los egresos efectivos en renglones como Deuda Pública y Erogaciones Adicionales son mucho mayores que los asignados en el Presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados, por lo que estos renglones se convierten así en los principales destinos del gasto del Gobierno Federal, reduciéndose la proporción destinada efectivamente a Educación y Salubridad y Asistencia (y a otras ramas, como Agricultura, por ejemplo).

También aquí vemos la inutilidad práctica de que la Cámara de Diputados apruebe el Presupuesto, se en la realidad tanto la cifra total como su distribución viene a ser alterada o modificada en forma tan notoria. Esa inutilidad queda evidenciada por el hecho de que la prensa dedica grandes titulares y amplio espacio a los Presupuestos Originales presentados por el Ejecutivo, mientras que apenas si se ocupa de la aprobación de dichos Presupuestos por la Cámara de Diputados.

¿Por qué, podríamos preguntarnos, la Cámara de Diputados da tan poca importancia al cumplimiento de una de sus principales responsabilidades? No se trata desde luego, de que los Diputados destrocen y cambien totalmente el monto y la distribución del Presupuesto enviado por el Ejecutivo, para “demostrar” su independencia y autoridad como representantes populares. Esto sería tan irresponsable o más, que la pasividad que ahora los caracteriza, en esta materia. El caso solamente es que la Cámara cumpla sus funciones que se han asignado en bien general del desarrollo del país con sentido revolucionario y responsable; que dejen de ser un órgano del Gobierno dedicado a aprobar todo y tal como se les presenta por el Ejecutivo Federal. ¿O se equivocó el pueblo al asignarles esas responsabilidades?

La misma falta de responsabilidad que los Diputados muestran en la revisión y estudio del Presupuesto de Egresos, se observa en el análisis del Presupuesto de Ingresos. En este caso la responsabilidad se extiende también a la Cámara de Senadores que por ley debe intervenir, ya que en los ingresos se incluyen los derivados de los impuestos y éstos tienen que basarse en una Ley y por lo tanto, deben concurrir las dos Cámaras en su aprobación.

En materia de ingresos los Diputados (y también los Senadores) lo único que hacen es aprobar, a veces sin discusión, y en forma de “paquete” lo que les es presentado por el Ejecutivo Federal. De esta suerte, no se preocupan por investigar cómo se repartirá la carga tributaria, o sea, quienes han de pagar los gastos e inversiones que tiene que hacer el Gobierno Federal. Y en este renglón hay, quien podría dudarlo, mucha tela de donde cortar. Es de toda evidencia, la desproporción que existe en la carga tributaria que soportan los sectores populares, frente a la que corresponde a la Oligarquía (de esto nos ocuparemos en ocasiones posteriores). Sin embargo, para nuestros diputados y senadores todo está bien y lo único que hacen es aprobar sin modificación alguna el Presupuestos de Ingresos del Ejecutivo.

¿Se les ha ocurrido a nuestros Diputados y Senadores que es inaplazable realizar una Reforma Fiscal a fondo, que distribuya la carga fiscal en forma equitativa y que permita al Gobierno obtener recursos crecientes que estén en consonancia con las grandes necesidades de impulsar el desarrollo y de asegurar una distribución equitativa de los ingresos entre la población? ¿Se han preocupado por precisar en qué grado existe déficit, cómo se logra cubrir, y si ello provoca presiones inflacionarias inconvenientes? Todo parece indicar que estos problemas son ajenos a las preocupaciones de nuestros congresistas.

Es pues incuestionable que se hace necesario que la Cámara de Diputados y también la de Senadores, desempeñen sus funciones en materia de revisión, estudio y aprobación de los Presupuestos de Egresos y de Ingresos, en la medida que a cada una le compete, con toda eficiencia y responsabilidad porque así lo exigen los intereses generales del país. Para ello, se hace indispensable que además del factor esencial de que se manejen como un órgano independiente (aunque no necesariamente antagónico) del Ejecutivo Federal, dispongan de los medios económicos y técnicos necesarios que los ayuden al desempeño de esa importante tarea. La Cámara de Diputados, por ejemplo, que tiene en sus manos la decisión sobre la autorización general de los egresos, puede fácilmente incluir en el Presupuesto una partida adecuada para establecer un equipo asesor integrado por especialistas en las ramas más importantes que comprenda el Presupuesto de Egresos, así como en materia de Ingresos.

Por otra parte, se hace necesario que los Presupuestos sean presentados a las Cámaras con la debida anticipación a efecto de que sea posible someterlos a un análisis cuidadoso y desde luego constructivo, y en esa forma, se pueden hacer a dichos Presupuestos las modificaciones, tanto hacia arriba como hacia abajo en su monto global, como en la distribución de los gastos en los distintos renglones, atendiendo a las realidades nacionales y que se supone que los Diputados (y Senadores) están en condiciones de recoger en su contacto con las regiones que representan. Generalmente se acostumbra enviar los Presupuestos al cuarto para las doce no dejando a las Cámaras la posibilidad ni siquiera de hacerles una revisión superficial. ¿O por eso se hace así? A lo sumo las Cámaras disponen de 15 días (a veces solamente dos) para atender todo el complejo problema de la revisión del Presupuesto de Egresos y de Ingresos, lo que es notoriamente insuficiente para esa tarea, máxime que al lado de la aprobación de los Presupuestos existen siempre otras cuestiones que las Cámaras deben atender, como la aprobación de leyes de diversa índole que también interesan a la Nación. Y todo tiene que quedar despachado para el día último del año, porque el día primero del nuevo año, las Cámaras entran en receso.¨

Ceceña, José Luis [1968], "La Cámara discute a veces… Pero aprueba siempre", México, Revista Siempre!, 761: 20-21, 24 de enero.