Las mesas redondas y seminarios organizados por los magnates tienen un marcado sabor político. Andan en busca de “milagros” que acomoden a los intereses monopolistas, como el llamado “milagro alemán”, que si bien tiene méritos propios, ha significado la consolidación de los monopolios y la penetración de los capitales norteamericanos en los puntos neurálgicos de la economía de la Alemania Occidental.
Si buscamos milagros, ahí están el japonés, el de la URSS, China, Corea del Norte y el de nuestra Cuba, que superan al alemán en muchos conceptos.
La filosofía de “libre empresa”, del “Estado Policía” y de “Puerta abierta al capital extranjero” es la contraria a los ideales de la Revolución Mexicana y atenta contra los intereses fundamentales del Pueblo Mexicano.
Los sectores del Gran Capital están desplegando una febril actividad en la organización de Mesas Redondas, Conferencias, Asambleas y Seminarios en donde se abordan algunos de los problemas más importantes del desarrollo económico presente y futuro de nuestro país. Por esos eventos científicos y culturales han ido desfilando una imponente legión de destacadas personalidades de la inteligencia del mundo económico actual, que incluye funcionarios de alto nivel de varios países de Europa y de nuestro Continente, renombrados profesionistas de distintas especialidades y hasta estadistas que han jugado un papel de primera línea en el mundo de la post-guerra, como el Dr. Erhard considerado como el arquitecto del "milagro alemán".
La indiscutible resonancia que estos eventos han tenido en nuestro país y las tesis que en ellos se han presentado, los convierten en un tema obligado de análisis y discusión, por las implicaciones que pueden tener para el curso de la vida económica nacional.
Hay tres aspectos que cabe destacar: 1.- el alto costo involucrado en la preparación, realización y publicidad de esas actividades; 2.- la ausencia, en los temarios de discusión, de algunos de los problemas fundamentales de nuestro desarrollo, y 3.- la selección de los participantes.
¿Qué beneficios espera obtener el Gran Capital de la realización de conferencias, mesas redondas, seminarios, etc., en lo que gastan con largueza sumas considerables de dinero? ¿Se trata solamente de una contribución a la elevación científica y cultural de nuestro país? ¿O simplemente los recursos utilizados son producto de evasión fiscal, abierta o disfrazada? Todas estas interrogantes se justifican por el hecho de que normalmente los empresarios defienden hasta el último centavo, especialmente cuando se trata del pago de salarios, prestaciones y reparto de utilidades a sus trabajadores.
La reparación de los temarios y la selección de los participantes parecen darnos la clave de las finalidades básicas que persiguen los grandes empresarios con sus actividades de promoción y difusión científica y cultural. Por una parte, de dichos temarios se excluyen problemas fundamentales que afronta nuestro desarrollo, tales como la distribución de los ingresos, el dominio extranjero de nuestra economía, la creciente concentración de la riqueza, el problema de la tenencia de la tierra, el injusto y anacrónico sistema fiscal, las verdaderas causas y los remedios al enorme problema de la desocupación, el problema del pesado y costoso aparato comercial, etc., etc. ¿Por qué no se analizan estos problemas? Evidentemente porque no sólo no interesan al Gran Capital, sino que su análisis serio y objetivo lo pondría en aprietos. Les interesa “analizar” temas en los que se destaque la “contribución” de los capitalistas al desarrollo, las “bondades” del sistema de iniciativa privada, el clima favorable a las inversiones privadas, y temas semejantes.
La selección de los participantes tiene el mismo corte. Se contrata la participación de personalidades que sustenten tesis afines a los intereses del Gran Capital (con ligeras excepciones, para confirmar la regla) y que con su autoridad vengan a fortalecer la posición de hegemonía de los grandes capitalistas. Y como nadie es profeta en su tierra, los participantes son de otras latitudes, no obstante, el mayor costo que representa y las evidentes diferencias que existen en las realidades económicas, sociales y políticas de sus países de origen, respecto a la realidad de nuestro país. De esta manera, casi sin excepción, los participantes son extranjeros que sustentan una filosofía acorde a la que favorece al Gran Capital. El caso típico y más reciente es el de la participación del profesor Erhard de la Alemania Occidental, con gran autoridad como defensor de la libre empresa, del liberalismo económico y consiguientemente enemigo de la intervención gubernamental en la vida económica.
El “milagro alemán”.
La reputación del Dr. Erhard está asociada al llamado “milagro alemán” o sea al resurgimiento de Alemania después de la derrota que sufrió en la Segunda Guerra Mundial. El Gran Capital en México consideró que el Dr. Erhard era algo así como un mago que podría dar la pauta para repetir la hazaña y contribuir a producir el “milagro mexicano”. Veamos en sus aspectos fundamentales en qué consistió el “milagro alemán”, la política adoptada por el Dr. Erhard y las tesis que este distinguido estadista sustentaba respecto al desarrollo económico, para apreciar si son adecuadas a nuestro país.
La República Federal Alemana (Alemania Occidental) se formó en 1949 como resultado de la lucha del mundo Occidental y el Oriental. La República Democrática Alemana (Alemania Oriental) unos meses después, en octubre del mismo año de 1949.
En el año de 1950 la República Federal Alemana (RFA) había logrado ya superar las desastrosas condiciones en que se encontraba al terminar la guerra, y alcanzar un nivel de producción algo más elevado que el que tuvo en el año de 1936, aunque todavía la producción por habitante era del 94% respecto a ese año de la pre-guerra.
En los años que siguieron a 1950 la RFA experimentó un fuerte desarrollo, habiéndose elevado el valor de su producción a una tasa media anual del 10%. El producto por habitante creció un poco menos en un 8.1% anual debido al crecimiento de la población que alcanzó un ritmo del 1.2% anual, en promedio. Este crecimiento es uno de los más elevados en el mundo, en el período de la post-guerra.
La situación de la RFA en 1965 ya era la de una gran potencia industrial, figurando entre las naciones más desarrolladas del mundo. El valor de su producción total se había elevado a 86,430 millones de dólares, superior a la de países tan importantes como Inglaterra, Francia, Japón, Canadá e Italia. El producto por habitante era de 1,900 dólares semejante al de Francia y superior al de Inglaterra, Italia y Japón, aunque todavía menor que el de varios países occidentales importantes como los Estados Unidos (3,560 dólares), Suecia (2,500 dólares), Canadá (2,460 dólares), Suiza (2,330 dólares) y Dinamarca (2,100 dólares).
En algunos renglones fundamentales la RFA había alcanzado para 1965 niveles de gran altura. La producción de vehículos de motor sobrepasó ligeramente los 3 millones de unidades (de pasajeros y otros) siendo superada solamente por los Estados Unidos (11,057,400 unidades); la producción de cemento fue de 34.1 millones de toneladas, que la colocaron en el tercer lugar en el mundo, después de la URSS y los Estados Unidos; la producción de acero se elevó a 36.8 millones, figurando como el cuarto productor mundial; la de carbón mineral alcanzó la cifra de 135.5 millones de toneladas, ocupando el quinto lugar en el mundo. De manera semejante la RFA se colocó en los primeros lugares en la producción y consumo de electricidad, en la disponibilidad de automóviles por habitante, en el uso de teléfonos, y en la posesión de aparatos de televisión por habitante.
En materia de Comercio Exterior la RFA logró superar a todos los países, con la única excepción de los Estados Unidos. Así, en 1965 el Comercio Exterior de la RFA alcanzó la cifra global de 35,364 millones de dólares, frente a 48,285 millones de los Estados Unidos, 29,848 de Inglaterra, 20,395 de Francia, 16,620 millones de Japón; 16,093 de Canadá y 14,535 millones de dólares de Italia.
Concomitantemente la RFA aumentó en forma considerable sus disponibilidades de Oro y Divisas resultado de su gran Comercio Exterior. En 1965 las tenencias de Oro y Divisas alcanzaban la cifra de 6,616 millones de dólares siendo el segundo país en el mundo por este concepto (excluida la Unión Soviética, de la que no disponemos de datos).
Estas cifras indican evidentemente que la RFA ha registrado un poderoso desarrollo desde 1950. ¿Cuáles son los factores que han concurrido para hacerlo posible? Entre los más importantes se deben señalar los siguientes: el alto nivel técnico del pueblo alemán; los grandes recursos de carbón y mineral de hierro que posee; la dedicación y esfuerzo de sus trabajadores; la ausencia de gastos militares en su punto de arranque; una coyuntura mundial favorable al desarrollo, especialmente en la década de los cincuentas; las fuertes inyecciones de capital exterior, especialmente de parte de los Estados Unidos, por razones económicas y sobre todo políticas, por haberla convertido en escaparate del mundo occidental; la “guerra fría” y la “guerra de Korea”, y las ventajas derivadas del Mercado Común Europeo. Todos estos factores se conjugaron para propiciar el resurgimiento de la República Federal Alemana.
Ahora, ¿puede hablarse del “milagro alemán”, como caso único en la post-guerra y como resultado del genio del Dr. Erhard? Es dudoso. En primer lugar, los factores que han contribuido al desarrollo de la RFA y que hemos señalado necesariamente habrían de producir ese resultado. En segundo lugar, el “milagro alemán” ha perdido en los años recientes su magia, porque ese país está experimentando serios problemas de altos costos, inflación, desocupación y de reducción de su ritmo de crecimiento. En tercer lugar, el desarrollo de la RFA ha repartido sus beneficios de manera muy desigual, favoreciendo preponderantemente al Gran Capital que se ha consolidado por su poder monopolista en las ramas más importantes de la economía alemana. En cuarto lugar, las inversiones directas norteamericanas se han extendido en forma peligrosa para la independencia económica de ese país, y en quinto lugar, existen otros casos de gran desarrollo económico y social que se han producido en la post-guerra.
Si hablamos del “milagro alemán”, debemos hablar también del “milagro japonés”, del “milagro soviético”, del “milagro chino”, del de Korea del Norte, del polaco, rumano y del cubano. En estos países se han logrado grandes adelantos, y en los de tipo socialista no solamente se ha obtenido un vigoroso desarrollo de la economía, sino que se han producido cambios fundamentales de estructura que aseguran la continuidad de un alto ritmo de desarrollo y de una distribución de sus resultados en forma equitativa; además, se han logrado no con una política de apoyo a la libre empresa y de escasa intervención del Estado en la actividad económica, diametralmente opuestas a las aplicadas por el doctor Erhard y sus sucesores en la RFA.
Las tesis del doctor Erhard, contrarias al interés de México.
Como era de esperarse (y tal fue el fin perseguido) el doctor Erhard atribuyó el resurgimiento alemán (y lo hizo extensivo a los países del tercer mundo) a la política de apoyo a la libertad de empresa, a la escasa intervención estatal y a la ayuda del capital extranjero. Recomendó así que para acelerar el desarrollo, nuestros países deben descansar en la iniciativa privada, deben limitar la acción gubernamental, deben eliminar las barreras arancelarias abriendo las puertas a la competencia internacional y a los capitales del exterior.
No se requiere de un gran esfuerzo para darse cuenta de que esta política sería desastrosa para nuestro país. Acentuaría el poder de los monopolios, empeoraría la distribución de los ingresos, barrería con la mayoría de nuestras industrias y nos convertiría en un apéndice de los países capitalistas más desarrollados, especialmente de los Estados Unidos.
Claro, con ellos se favorecería el Gran Capital nacional y extranjero, pero se comprometería seriamente el desarrollo independiente y democrático del país ¿Eso busca el Gran Capital? Creo que no se va a poder.♦