Oro, libra, dólar. Prolegómenos de una crisis económica mundial

Mientras que la mayoría de los países del mundo se aprestan a hacerle frente a un futuro que es incierto y ominoso, el poder financiero de México declara que la crisis no nos afecta y se limita a seguir la política adoptada por Washington respecto al oro; así la economía nacional queda al garete; el interés nacional exige medidas defensivas ante lo que se vislumbra en el horizonte; austeridad, significa mayores impuestos, dinero más caro y escaso y por otro lado restricciones al comercio internacional congelación de salarios y contradicción económica.

Este mes de marzo ha estado cargado de acontecimientos en la esfera monetaria mundial: intensificación de la “especulación” de oro; cierre del mercado de oro de Londres y de otras capitales, incluido México; reunión sumaria del “pool del oro” en Washington y decisión de seguir sosteniendo la equivalencia de 35 dólares la onza de oro fino, pero limitando las ventas sólo a los Bancos Centrales del Pool y de los países dispuestos  a colaborar; eliminación de la cobertura del 25% en oro de la circulación de billetes en los Estados Unidos; y anuncio de  planes de austeridad  por parte de Gran Bretaña y de los Estados Unidos tendientes a restablecer el equilibrio de sus balanzas de pagos.

Lo que todos estos hechos revelan es que no se trata de un simple desajuste entre la insuficiente producción de oro y las necesidades de pago en el comercio mundial, como algunos han sostenido, ni de un desequilibrio transitorio y circunstancial de las cuentas internacionales de Gran Bretaña y de los Estados Unidos, o de la acción de los “especuladores” que están manipulando para derivar fuertes utilidades de la compra de oro hoy, para su venta a precio alzado, después. La persistente “fuga hacia el oro”  y la incapacidad de los Estados Unidos, Inglaterra y otros países del “pool de oro” para hacerle frente de manera satisfactoria, así como la magnitud y alcance de las medidas que se están viendo obligados a tomar, revelan claramente que el problema es mucho más profundo y que seguramente nos encontramos en presencia de una crisis económica mundial cuyas consecuencias pueden ser incalculables.

Las raíces de la crisis.

Podemos localizar los orígenes de la crisis que se está gestando y que amenaza con agudizarse y extenderse a todo el mundo occidental en los siguientes factores, entre los más importantes:

1.— El crecimiento desproporcionado de los Estados Unidos como potencia imperialista. La propia dinámica del sistema capitalista en su etapa monopolista que caracteriza a este país, lo ha llevado a tratar de extender su hegemonía a todo el mundo occidental, tanto en el sentido militar como en el económico. El esfuerzo desarrollado en esa dirección ha sido gigantesco y ha absorbido recursos fabulosos y en constante aumento tanto de tipo militar, como de créditos, “ayudas" e inversiones directas.

Desde hace tiempo los grandes gastos realizados por los Estados Unidos en el exterior han excedido su capacidad real de pago internacional, lo que queda demostrado por los continuos y crecidos déficit que ha arrojado su Balanza de Pagos, pero gracias a su gran potencia económica y al enorme crédito que tenía su moneda, el dólar, en el mundo, podía continuar financiándolos sin mayores contratiempos. Los bancos Centrales y los particulares fuera de los Estados Unidos recibían los dólares con beneplácito porque tenían confianza en la potencialidad económica norteamericana. De esa manera los Estados Unidos continuaban sus gastos militares en el exterior, seguían otorgando crecidos créditos y “ayudas” a distintos países sobre los que pretendían ejercer su dominio y ampliaban el control de negocios en los cinco continentes. Y con ello, el mundo se inundaba de billetes norteamericanos.

Y llegó el momento en que sucedió lo que tenía que suceder: la confianza en el billete dólar comenzó a debilitarse. El público y también los Bancos Centrales de distintos países comenzaron a reclamar oro a cambio de los billetes que poseían, en la equivalencia establecida por las leyes norteamericanas vigentes de 35 dólares la onza de oro fino. Es esto lo que se ha llamado incorrectamente la “especulación” contra el dólar, que en realidad más bien puede considerarse como un acto legítimo de los poseedores de billetes de dudosa bondad, de cambiarlos por oro, única moneda internacional segura. Con la reducción de las reservas de oro de los Estados Unidos el fenómeno de “fuga hacia el oro” se intensificó.
En la fiebre de oro es verdad, concurrieron otros factores adicionales, entre los cuales uno de los más importantes ha sido el de la decisión de algunos países, como Francia, de dejar de seguir aceptando billetes norteamericanos con los que las empresas de los Estados Unidos han ido apoderándose de muchos de sus negocios, tanto en sus propios territorios, como en los que ejercen influencia. Seguir haciéndolo significaba que se subsidiaba a los monopolios norteamericanos para que extendieran sus operaciones en el mundo.

Otro motivo importante se refiere a la política belicista de los Estado Unidos, especialmente en su criminal guerra contra el pueblo de Vietnam.  Seguir aceptando billetes norteamericanos significaba subsidiar los actos de agresión de los Estados Unidos,  y ser cómplices de la masacre de pueblos débiles.

Es evidente, por lo tanto, que la  fiebre de oro y las serias dificultades que está teniendo el dólar, tienen como una de sus causas fundamentales, la principal: la política de dominación mundial de los Estados Unidos que ha llevado a ese país a excederse en su capacidad de pago internacional y que ha provocado reacciones de defensa en escala mundial. Como se ve,  la escasa producción de oro tiene poco que ver en lo que está pasando actualmente en el mundo.  Más  que un problema puramente monetario, se trata de un asunto de mucha mayor envergadura económica y política. Es una crisis del sistema imperialista.

2.— La quiebra del imperio británico, viene a ser otro de los factores determinantes de la crisis actual. Ya en otra ocasión tuvimos la oportunidad de ocuparnos de este aspecto con alguna extensión. Baste reiterar que el desmoronamiento del sistema colonial británico es la causa primordial de los desajustes que está registrando la economía inglesa y de las serias dificultades por las que atraviesa la libra esterlina. También aquí el problema excede en mucho la esfera puramente monetaria.

3.— La crisis del comercio internacional constituye otro de los factores responsables de los trastornos económicos que padece el mundo. La falta de mercados ha llevado a la formación de bloques, a la creciente lucha por los mercados y a la agudización de las rivalidades y de las fricciones entre los grandes países (y también a grandes dificultades de los países del “tercer mundo”). Esto mina la cohesión política de las naciones e impide la colaboración en escala mundial que sería necesaria para dar solución a los problemas económicos (y de otra índole) que se están planteando actualmente.

La insuficiencia de mercados está ya causando serios trastornos a la mayoría de los países más desarrollados. Francia, Alemania, Inglaterra, Japón y los mismos Estados Unidos tienen dificultades para dar salida a su producción. Y esas dificultades están dejando sentir sus efectos ya en menores tasas de crecimiento, en desocupación, en aumento de la capacidad ociosa, etc., etc. Estas dificultades aumentan la tensión en las relaciones de esos países y contribuyen a la adopción de medidas de defensa de sus economías.

El panorama que se nos presenta, por lo tanto, es poco tranquilizador. Existen serios desajustes en la economía mundial que no son sino manifestaciones del debilitamiento de un sistema económico y político que no es capaz de resolver los grandes problemas de asegurar un desarrollo económico acelerado, de dar empleo decorosamente remunerado a la población trabajadora y de mantener la armonía y la colaboración internacional sobre bases pacíficas y de respeto hacia los pueblos.

Austeridad, la palabra de orden.

Las medidas que se están disponiendo a adoptar los Estados Unidos e Inglaterra para hacerle frente a sus problemas nos da la pauta de la magnitud de la crisis que nos amenaza. Después de intentar paliar la crisis monetaria con medidas que no solamente no han resuelto nada sino que han resultado contraproducentes, como la consistente en abrir las arcas de su tesoro aurífero a la demanda del público que dio por resultado una mayor reducción de sus disponibilidades de oro, ahora se están decidiendo a actuar en forma más drástica al darse cuenta de la mayor profundidad de la crisis.

Inglaterra ha adoptado un Plan de Austeridad, que tiende a contraer fuertemente el consumo interior para disponer de una mayor cantidad de productos para destinarlos a la exportación y equilibrar así su Balanza de Pagos. Incluye dicho plan un fuerte aumento de los impuestos, especialmente los que afectan al consumo, la congelación de los salarios y medidas diversa para combatir la inflación. Con este Plan el peso recaerá sobre las mayorías trabajadoras, las que ya han estado soportando buena parte de las consecuencias de la política de reajuste económico del gobierno británico. Todo esto quiere decir que aun en el caso de que el Plan de Austeridad tenga el éxito de nivelar la Balanza de Pagos inglesa y de sostener la libra esterlina, se producirá una contracción económica en ese país y empeorará la situación del pueblo.

Los Estados Unidos, por su parte, están en el proceso de adoptar también algunas medidas restrictivas. Se pretende elevar los impuestos en un 10%, se ha elevado ya la tasa de interés, se plantea la reducción de los gastos gubernamentales no militares, y se están restringiendo los gastos en el exterior de tipo no bélico.

Todo este Plan tiende a equilibrar la Balanza de Pagos norteamericana y a nivelar el Presupuesto del Gobierno, como caminos para mantener la estabilidad del dólar en el nivel actual de 35 dólares la onza de oro fino. Y todo ello al precio de contraer la actividad económica interior, descargar sobre el pueblo norteamericano el costo del reajuste y de extender a otros países la crisis. Pero lo que es peor, lejos de disminuir sus gastos militares en el mundo, las medidas adoptadas tienden a “sanear” la economía para estar en condiciones de continuar con su política de agresión a los pueblos débiles y de dominio económico mundial.

México, en la encrucijada.

En el horizonte se vislumbran negros nubarrones. La crisis monetaria está empeorando las condiciones del comercio mundial, los países poderosos nos están exportando la crisis, los mercados de capitales se tornan difíciles y más costosos, la incertidumbre en los negocios se generaliza y la presión exterior se intensifica. ¿Qué estamos haciendo frente a este alarmante panorama?

Por lo que se ve y de acuerdo con las declaraciones de altos funcionarios, parece ser que México es un país extraterrestre, inmune a todos estos trastornos mundiales. Que basta seguir la política marcada por Washington en relación al oro para que todo salga bien. La realidad, sin embargo, es muy otra. Lo que está pasando en el mundo tiene un impacto directo en nuestra economía y es necesario, urgente, que se tomen medidas a fondo para defender al país de los embates de este mar desencadenado. Medidas de comercio exterior, fiscales, de movilización de recursos nacionales, de controles cambiarios, de tipo crediticio, y en una palabra, de inmunización frente al impacto desquiciador de la economía mundial, para asegurar un desarrollo independiente, acelerado y para beneficio de las mayorías.¨

Ceceña, José Luis [1968], "Oro, libra, dólar. Prolegómenos de una crisis económica mundial", México, Revista Siempre!, 771: 20-21, 3 de abril.