- ¿Los intereses de la Oligarquía están entrando en conflicto con los monopolios extranjeros y por eso aceptan, al fin, que se reglamenten las inversiones extranjeras?
- ¿O se trata de una "concesión" más bien aparente, ante la creciente presión de la opinión pública, que les pueda permitir influir para que la legislación que se apruebe legalice una situación que les favorezca para ampliar sus negocios, sin que incomode demasiado a sus socios extranjeros?
- La empresa mixta, de capital nacional y extranjero, parece ser la solución recomendada con mayor énfasis por la Oligarquía. ¿Es realmente una solución? La experiencia que el país ha tenido hasta ahora parece indicar que la fórmula de la empresa mixta se presta a muchas simulaciones y que sólo ha servido para favorecer a los grupos financieros poderosos, excepto cuando la mayoría del capital es suscrito por el Gobierno.
- Una legislación sobre inversiones extranjeras deberá ser un instrumento eficaz para eliminar la preponderancia de los monopolios internacionales, fortalecer la posición del Gobierno en las empresas y evitar que la Oligarquía sea la usufructuaria de la mexicanización de nuestra economía.
- La asociación de la oligarquía con el capital extranjero como ahora se ha realizado, en realidad fortalece el poder de los socios extranjeros por la alianza con estos grupos, debilita el frente nacional y compromete más la independencia económica del país.
Por largo tiempo los círculos financieros poderosos del país y algunos profesionistas y funcionarios que son influidos por ellos, han estado tratando de minimizar la importancia que tienen en la economía nacional las inversiones extranjeras. Se ha echado mano de malabarismos estadísticos para pretender “probar” que los capitales extranjeros tienen el carácter de complementarios, de coadyuvantes en el desarrollo económico del país. Se habla, por ejemplo, de que menos del 10% de la inversión anual corresponde a compañías del exterior y que por lo tanto no hay nada de qué preocuparse porque esa proporción es reducida. En esta comparación se engloba la inversión privada y la pública, lo que es incorrecto, toda vez que esta última tiene un carácter esencialmente distinto ya que se dirige en una proporción considerable hacia la infraestructura (electricidad, caminos, ferrocarriles, obras de riego, etc.), y la atención de servicios sociales como escuelas, hospitales, alcantarillado y agua potable, etc., etc. Se soslaya también el hecho de que inversión extranjera se concentra en los renglones más dinámicos y redituables de la economía (automóviles, productos químicos industriales, medicinas, petroquímica secundaria, alimentos, llantas, equipo eléctrico, etc., etc.).
Todas estas manipulaciones estadísticas, con todo y lo ingeniosas que son, no han podido, sin embargo, suplantar a la cruda realidad que se obstina en imponerse cada vez con mayor vigor, realidad que inequívocamente indica que las inversiones extranjeras lejos de tener un carácter complementario tienen una importancia determinante en el conjunto de la economía nacional, importancia que ha ido creciendo a pasos agigantados, en los años recientes.
Hemos llegado a un momento en que ya “no se puede tapar el sol con un dedo”. La inversión extranjera crece con celeridad y está amenazando con desplazar a los mexicanos de todas las actividades económicas importantes. Hasta, los otrora entusiastas de las inversiones extranjeras están sintiendo que la amenaza es real e insoslayable. Más y más se incorporan grupos de las mismas filas del sector privado al clamor de que debe ponerse coto a la expansión de los capitales extranjeros. Y ahora hasta el Partido de Acción Nacional y grupos importantes de banqueros, comienzan a plantear la necesidad de reglamentar las operaciones de las empresas extranjeras ¡Cómo andará la cosa para que se esta produciendo este cambio!
Hacernos socios ¿Será la solución?
Ante el problema de las inversiones extranjeras se ha venido apuntando como solución el entrar en sociedad con esos capitales asegurando una participación del 51% para el capital mexicano. Este camino es recomendado sobre todo por los grandes inversionistas del país y parece encajar en la política que en alguna medida están ya aplicando las empresas extranjeras. En la medida en que estos grupos de intereses puedan influir en la elaboración de una ley sobre el particular, esa será la tónica que se le dará a la reglamentación que se apruebe. Conviene por esta razón, que analicemos con algún cuidado el caso de las empresas mixtas, para poder juzgar sobre los méritos de este tipo de solución.
La empresa mixta está siendo utilizada de manera creciente por los inversionistas extranjeros no solamente en México, sino en escala mundial. Forma, por decirlo así, una nueva estrategia de los monopolios internacionales ¿A qué factores responde la formación de sociedades de intereses mancomunados nacionales y extranjeros?
En primer lugar debemos señalar que los inversionistas extranjeros internacionales siempre que han podido han constituido empresas controladas 100% por ellos, excluyendo toda participación financiera los nacionales de los países en los que operan. Tal ha sido la línea tradicional que han seguido. Como ejemplos podemos citar a inversiones petroleras en Venezuela y el Medio Oriente, a las inversiones de la minería en Chile, Venezuela, Rhodesia, Canadá etc. Y también pueden servir de ejemplos varias inversiones extranjeras importantes en México, como las representadas por la General Motors, la Ford, la Volkswagen, en los automóviles, así cómo las relativas a la industria farmacéutica, las de equipo eléctrico, las de las empresas algodoneras, y otras en las que no han aceptado un solo centavo de inversionistas mexicanos. De esta manera ¿puede considerarse que la formación de empresas mixtas constituye una concesión de los inversionistas extranjeros hacia los nacionales? ¿Es una concesión espontánea, de cooperación, de buena voluntad?
Uno de los factores que más han influido en la formación de empresas mixtas es la resistencia de los países receptores de inversiones extranjeras al control por dichas inversiones de renglones económicos considerados fundamentales para el desarrollo y la independencia nacional. Esa resistencia ha tomado la forma de leyes limitativas a la inversión extranjera en ramos como las vías y medios de comunicación, la minería, ciertas líneas del petróleo, y otras. En estos casos la formación de empresas mixtas ha sido a fortiori, por disposiciones de tipo legal.
En otros casos, respondiendo también a ciertas disposiciones legales los inversionistas extranjeros han encontrado ventajoso asociarse con capitalistas nacionales para hacerse acreedores a franquicias fiscales, ventajas crediticias y fiscales y tratamientos favorables de parte de las autoridades. En este caso tenemos como ejemplos los del azufre y la industria de automóviles. La Pan American Sulphur al ceder parte de sus acciones a empresarios mexicanos ha resuelto muchos problemas que tenia planteados, como los de cuotas de exportación y otros, y se encuentra ahora en mejores condiciones que antes de asociarse a nuestros inversionistas. Por su parte, la empresa Fábricas Automex, en donde la Chrysler forma sociedad con algunos inversionistas mexicanos, ha sido objeto de una serie de facilidades de parte del gobierno.
Un factor adicional que ha concurrido en la formación de empresas mixtas ha sido la política de expansión de monopolios extranjeros de hacer inversiones en empresas mexicanas ya establecidas como un primer paso hacia su control, posterior, cuando los empresarios nacionales no han estado dispuestos a desprenderse totalmente de sus negocios. En estos casos los inversionistas extranjeros van aumentando su participación en las empresas mixtas gracias a su superioridad financiera y técnica. Este ha sido el camino que se ha seguido en innumerables empresas en las industrias alimenticias, en industria química, en la de fabricación de llantas, en la de la industria auxiliar automotriz, en la elaboración de alimentos para animales, en la industria jabonera, etc., etc. A través de este expediente los inversionistas extranjeros se han apoderado de una serie de empresas industriales, y estuvieron a punto de hacer lo mismo en el ramo bancario.
Estos han sido (y están siendo) los factores más importantes que han dado origen a la formación de empresas mixtas. Como se ve han sido un fenómeno producto de condiciones específicas de los países receptores de capitales extranjeros, de políticas gubernamentales de defensa y producto de conveniencias de las propias empresas extranjeras.
Ahora bien ¿cuáles han sido los resultados de la formación de empresas mixtas? En este sentido debemos distinguir dos grupos: aquéllas en las que el socio principal es el gobierno y aquellas en que los socios son empresarios privados mexicanos.
Las empresas mixtas en las que el gobierno es el accionista principal, como es el caso de algunas dedicadas a la petroquímica, pueden considerarse como empresas en donde el papel del capital extranjero es complementario, no de control, además de que existe la seguridad de que las empresas son realmente mixtas porque no puede haber simulación de la propiedad. En estos casos la empresa mixta puede ser una solución, aunque transitoria, al problema de dominio extranjero.
Las empresas mixtas del otro tipo, en cambio, presentan una serie de problemas, entre los que cabe destacar los siguientes: la participación de capitales nacionales puede ser aparente y no real, por la existencia de "inversionistas de paja" o de "prestanombres" que ayudan a los inversionistas extranjeros a eludir el cumplimiento de las leyes; aun cuando la participación de inversionistas mexicanos sea real y mayoritaria, las empresas pueden seguir siendo controladas por los extranjeros que disponen de grandes capitales, del dominio de la técnica, de los abastecimientos esenciales, de los puestos de dirección, etc.; cuando, el socio extranjero ha decidido hacer sociedad con inversionistas mexicanos con el propósito de penetrar en dicha empresa y dominarla después, el resultado casi inevitable es que lo logre y que la empresa mixta lo sea solamente en la fachada.
En todos estos casos la empresa mixta no constituye un avance para la mexicanización de la inversión, sino más bien una puerta falsa por donde se extiende el control de los inversionistas extranjeros.
Hay, sin embargo, empresas mixtas en donde los intereses nacionales son realmente mayoritarios y son manejados por empresarios mexicanos. Desde el punto de vista de la mexicanización de la inversión estas empresas constituyen un hecho positivo. Sin embargo, debemos señalar que en estos casos en general la mexicanización significa el fortalecimiento desmedido de los grupos financieros poderosos del país, lo cual acarrea otras consecuencias no muy recomendables.
Como se puede apreciar, el problema es complejo y no es fácil encontrarle soluciones dentro del marco en que nos desenvolvemos. Desde luego una reglamentación es necesaria y será más útil si se estructura adecuadamente. Pero la solución debe ir mucho más allá de la simple aprobación de una ley, que dados los intereses en juego puede resultar "el parto de los montes." Además de una Ley que tenga como base los intereses nacionales auténticos, deberá adaptarse una política de gran envergadura, para defendemos de la creciente amenaza del dominio de los monopolios extranjeros. Y para que una tal política sea posible debemos estar convencidos que se requiere de la acción organizada de los sectores nacionalistas y revolucionarios del país, porque sin ella seguirán prevaleciendo los intereses de las oligarquías extranjeras y de sus socios nacionales que lejos de tener posiciones conflictivas, hacen causa común en el usufructo del esfuerzo del pueblo mexicano.♦