Francia continúa en un estado crítico; la Gran Bretaña, a las puertas de una nueva devaluación; en Italia y Alemania, llegan a la violencia las manifestaciones de los estudiantes; España y Bélgica, efervescentes.
Bruselas, mayo 30.
La atmósfera de Europa se encuentra sobrecargada de inquietudes y de problemas económicos, sociales y políticos. En Francia la situación ha llegado a un punto crítico: los estudiantes se han lanzado a una lucha abierta por la reforma universitaria que coloque a la enseñanza superior en el plano de avanzada que le corresponde en la transformación económica y social que se está operando en el mundo, y que asegure a la juventud una preparación acorde con las necesidades del progreso económico y social de nuestra época; los obreros no solamente han apoyado el movimiento estudiantil sino que han aprovechado la coyuntura revolucionaria para desarrollar una lucha más enérgica por medio de huelgas y de ocupación de las fábricas más importantes del país, con el objetivo de lograr la satisfacción de sus demandas económicas y por el cambio de las estructuras anquilosadas que no permiten que se extiendan a la colectividad, en forma más justa, los beneficios del progreso.
Los agricultores también se aprestan a realizar una serie de manifestaciones en todo el país, para plantear sus demandas de mejoramiento de los precios de los productos agropecuarios, que les permitan mejorar sus condiciones de vida, que hasta ahora se han mantenido a niveles notoriamente bajos en comparación a los que deberían corresponderles en el marco nacional y de la Comunidad Económica Europea.
En la Gran Bretaña, otro punto crítico del escenario europeo, la situación sigue siendo comprometida. La libra esterlina no ha logrado consolidarse, existiendo crecientes temores de una nueva devaluación, lo que tendría grandes repercusiones no solamente en la propia Gran Bretaña, sino en escala mundial, particularmente sobre el dólar y el comercio internacional. El oro sigue subiendo de precio, habiendo rebasado ya los 42 dólares la onza de metal fino, a pesar de los esfuerzos por mantenerlo al nivel, del todo artificial, de 35 dólares la onza. La situación política general se ha ido complicando al grado de que peligra la estabilidad del actual gobierno laborista y la política de austeridad en que se ha empeñado. La derrota de los laboristas en las últimas elecciones y la discusión sobre la Ley de Precios e Ingresos en el Parlamento, ha añadido combustible a la crisis política.
En Alemania el ambiente, sin llegar a revestir desde luego la seriedad que ha adquirido en Francia, no es precisamente de quietud. Se han realizado frecuentes manifestaciones estudiantiles que han llegado a tener cierto carácter violento, y se han agudizado los conflictos entre los grandes partidos políticos. El intento del gobierno de Bonn de lograr la aprobación de las llamadas “leyes de excepción” que le otorgarían poderes extraordinarios para intervenir por la fuerza en el caso de que se presentaran dificultades serias que afectaran la seguridad de la República Federal Alemana, ha levantado una gran agitación entre los sectores liberales y entre los estudiantes, quienes han amenazado con una huelga general y han realizado manifestaciones y marchas hacia Bonn. Estos sectores consideran que las “leyes de excepción” serían un instrumento de intervención gubernamental y de represión contra las organizaciones democráticas. Ya se han realizado algunos paros, como el de unos 10,000 trabajadores en la importante ciudad de Francfort, el miércoles 15 del presente mes de mayo y existe la decisión de una huelga general el día en que dicha legislación sea aprobada. Por otra parte, los grupos de extrema derecha, de tipo nazi, han resurgido y están realizando una gran actividad política, que por lo pronto les ha permitido lograr algunos éxitos electorales. La situación alemana tiene mucho que ver con el estancamiento que la economía ha sufrido desde 1966, estancamiento que en 1967 se convirtió en un verdadero retroceso ya que la producción total del país fue menor en un 0.5% que la del año de 1966.
En Italia la situación política también está adquiriendo caracteres de alguna seriedad, especialmente en vísperas de las elecciones parlamentarias que tendrán lugar durante la próxima semana. En esta lucha electoral se destacan las demandas por reformas económicas y sociales importantes, tales como la reforma agraria, la lucha contra el desempleo, el desarrollo urgente de la Italia del Sur (Mezzogiorno) y por una política de mejor distribución de la riqueza y de los ingresos. El sector estudiantil también está agitado, como lo prueba la ocupación de la Universidad de Milán que fue realizada en esta semana.
En la pequeña Bélgica se está pasando por una crisis ministerial que dura ya más de 100 días, crisis que refleja problemas de evidente seriedad, al grado de que algunas opiniones del propio país consideran que está en peligro la unidad interior de la nación.
España es otro país en efervescencia como lo demuestra, entre otros hechos, la prolongada lucha de los universitarios, estudiantes y no pocos profesores, y las frecuentes luchas obreras que se han registrado en los últimos meses.
La marea de intranquilidad social y política que se está generalizando en Europa no es sino reflejo de profundos problemas económicos, sociales y políticos que no se han resuelto y que antes bien se han agravado en los últimos años; esto no obstante el incuestionable crecimiento que ha alcanzado el Viejo Continente y en especial los países que forman la Comunidad Económica Europea (CEE), mejor conocida como Mercado Común Europeo. Para entender mejor lo que está pasando en Europa, hagamos una incursión en la situación económica del núcleo de países que forman la Comunidad Económica Europea, precisando, así sea a grandes rasgos, los avances que han logrado, los problemas a que se enfrentan y sus perspectivas en el próximo futuro.
Desarrollo de la Comunidad Económica Europea
Como se sabe, la Comunidad Económica Europea (CEE) se organizó de acuerdo con el Tratado de Roma aprobado en 1957, habiendo iniciado sus operaciones a principios de 1958. La CEE está integrada por los siguientes países: Francia, República Federal Alemana, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Los seis que forman la CEE tienen una población conjunta de 185 millones de habitantes.
A estos Seis se han ligado otros veinte, en calidad de "países asociados", siendo ellos 18 africanos, Madagascar, Grecia y Turquía. Otro país más, Nigeria, ha firmado un acuerdo de asociación en fechas recientes. La población global de estos países asociados se cifra en 150 millones de habitantes, con lo que el bloque de la CEE alcanza una población total de 335 millones de personas.
El ritmo de desarrollo de la comunidad ha sido elevado. De 1958 a 1966 la producción total de los Seis creció más que la de los demás países capitalistas importantes, con la excepción de Japón. Para 1966 la producción conjunta de la CEE se había elevado en un 52% respecto al nivel de 1958, en tanto que la de los Estados Unidos sólo creció en un 46%, la de la Asociación Europa de Libre Comercio, llamada de los Siete, creció 37%, y la Gran Bretaña (que forma parte de los Siete), un 31%. Por su parte el Japón durante el mismo período aumentó su producción total en 120%.
La industria, factor clave en el desarrollo de la CEE
El crecimiento de la producción total de los Seis ha estado determinado principalmente por el alto desarrollo del sector industrial y junto con él los servicios. Las actividades del sector agropecuario han mantenido un ritmo de crecimiento más bien lento. De 1958 a 1966 el sector industrial creció en un 64% (un promedio anual del 8%), en tanto que el sector agropecuario solamente lo hizo en un 20% (promedio anual del 2.5%). No obstante el fuerte ritmo de crecimiento del sector industrial en la CEE debemos indicar, para fines comparativos, que un amplio grupo de otros países industriales lograron tasas más elevadas de desarrollo industrial. Japón, por ejemplo, en forma verdaderamente espectacular, elevó su producción industrial a más del triple del nivel de 1958, la Unión Soviética, duplicó su producción industrial en el mismo periodo y el Canadá logró un aumento del 78%, Suecia del 73% y los Estados Unidos del 67%. En este sentido, la Comunidad, aunque alcanzó éxitos importantes, quedó a la zaga de varios países industriales.
Los grandes problemas de la comunidad
El crecimiento de la economía de los países que forman la CEE ha tenido que afrontar una serie de problemas, algunos de los cuales han sido resueltos, pero otros más siguen vigentes y a ellos se han venido a agregar otros nuevos que han surgido en los últimos años y que al correr del tiempo se han acentuado. Los problemas a que se está enfrentando la CEE se están traduciendo en una notoria intranquilidad social y en conflictos que, en casos como el de Francia, están revistiendo un carácter violento. Entre los problemas más destacados que se plantean a los países de la comunidad se encuentran los siguientes:
- El ritmo de desarrollo económico ha venido declinando en la CEE tomada en su conjunto, descenso que se ha hecho ostensible sobre todo desde 1966.
- Ha aumentado la concentración de la riqueza y del ingreso, por lo que los beneficios del desarrollo no se han distribuido con equidad.
- El llamado reto americano representado por la competencia de los monopolios norteamericanos en el comercio mundial y por la profunda penetración de estos monopolios en la propia economía de la CEE.
- El desempleo, el alza de precios y de costo de la vida obrera y popular, que están afectando seriamente a las mayorías y entre ellas a los jóvenes estudiantes, profesionistas y cuadros técnicos. Nos ocuparemos de estos problemas, así sea en sus rasgos generales, en próximas ocasiones.♦