Aunque lograron importantes mejorías, los obreros franceses apenas se nivelaron con los trabajadores de otros países del Mercomún Europeo; la crisis de Francia representó una reducción de la producción de unos 6 mil millones de dólares; el presupuesto de ese país tendrá un déficit de 2 mil millones de dólares; el fascismo es ahora la amenaza inminente.
Las recientes convulsiones estudiantiles y obreras en Francia reveladoras de la profunda crisis social que afecta a ese país, están llamadas a tener consecuencias económicas de grandes proporciones. Por una parte, se produjo una casi completa paralización de la actividad industrial y de los servicios públicos, y una reducción considerable de la actividad agrícola y comercial; y por la otra, los sectores obrero y campesino lograron ventajas económicas que alcanzan cifras elevadas, tendrán una influencia importante en la demanda global y en los costos de producción. ¿Se frenará el desarrollo económico de Francia y perderá ese país la destacada posición que ha tenido en la economía mundial?
Las pérdidas de producción ocasionadas por las huelgas se estiman en alrededor de 6,000 millones de dólares en el período de más de tres semanas de suspensión de trabajo. Se estima que con esta falta de producción, la tasa de crecimiento que podrá lograrse durante el año de 1968 será de un 3%, frente a un 5% o un 5.5% que se había fijado como meta para este año.
Además de la pérdida de producción, las convulsiones sociales provocaron serias dificultades en el comercio exterior, interrumpiendo la corriente de mercancías francesas hacia los mercados internacionales y la recepción de productos de importación. Simultáneamente se produjo una intensa fuga de capitales que solamente en el mes de mayo hizo declinar las reservas de divisas en más de 300 millones de dólares; en junio la fuga de capitales continuaba. El turismo ha caído a sus más bajos niveles. Las estimaciones de los expertos hacen ascender a unos 1,000 millones de dólares el déficit de la Balanza de Pagos de Francia para el año de 1968. Estos desajustes ya han obligado al gobierno francés a establecer el control de cambios, aunque de tipo limitado, y a hacer retiros del Fondo Monetario Internacional de 745 millones de dólares el día 4 de junio y de otros 140 millones de dólares el día 14 del mismo mes. Se habla insistentemente de una posible devaluación del franco en una magnitud del 15% de su valor actual, aunque el gobierno ha hecho declaraciones categóricas de que no devaluará.
Finalmente, el impacto de los trastornos del mes de mayo se está dejando sentir en los gastos gubernamentales, estimándose que durante el presente año se producirá un déficit de 10,000 millones de francos, alrededor de 2,000 millones de dólares, o sea un aumento de 3,000 millones de francos que se habían calculado a principios del año.
Por el lado de las ventajas económicas que han obtenido los obreros, empleados y campesinos, las cifras alcanzan niveles considerables, El salario mínimo para los jornaleros agrícolas registró un aumento substancial elevándose en un 62% y los salarios generales se aumentaron en un 7% a partir del 1º de junio, con otro aumento adicional de un 3% a partir del 1º de octubre del presente año. Los trabajadores fabriles y de servicios lograron aumentos variables que van de un mínimo de un 7% en algunos casos, a un 12% o más en muchos otros. Por otra parte, los obreros lograron mejorías importantes en sus prestaciones sociales y en reducciones de la jornada de trabajo. El monto total de los incrementos de salarios se estima en unos 3,000 millones de dólares al año.
Las huelgas ¿desastre nacional?
Los sectores gubernamentales y los círculos oligárquicos franceses, así como la propaganda interesada mundial han desencadenado una intensa campaña con el ánimo de desprestigiar al movimiento obrero francés acusándolo de irresponsable y de empujar a Francia hacia el desastre. En dicha campaña se señala que las demandas obreras y campesinas son “exageradas” e irresponsables porque colocarán a Francia en una posición desventajosa en la competencia internacional, especialmente en el momento en que en el Mercado Común Europeo se abatirán las barreras arancelarias (a partir del 1º de julio) y en que se reducirán los impuestos a la importación frente a los Estados Unidos y otros países desarrollados (de acuerdo con la llamada Rueda Kennedy).
Por otra parte, se indica que las ventajas logradas por los obreros y campesinos franceses son más aparentes que reales, ya que los aumentos de salarios y prestaciones y la reducción de las jornadas de trabajo provocarán “necesariamente” la elevación de los precios y con ello “obligarán” a devaluar el franco, con lo que se esfumarán las ventajas de mayores salarios logradas.
Los obreros franceses, los peor pagados.
Cuando se revisan las cifras de los salarios que obtienen los obreros franceses y se les compara con los que logran los de los otros países del Mercado Común, o los de Inglaterra y de los Estados Unidos, se encuentra que han estado en visible desventaja. Así por ejemplo, en los últimos cinco años los obreros belgas han logrado aumentos de alrededor de un 50%; los obreros holandeses han logrado mejorías similares; también los obreros alemanes han logrado incrementos considerables, de más de un 30% en el mismo período.
En cuanto al nivel actual de los salarios, el obrero francés se encuentra en una desventaja notoria. En el Mercado Común, los obreros que obtiene mayores salarios por hora de trabajo son los de Luxemburgo, seguidos por el obrero alemán y por el holandés. El obrero francés obtiene el equivalente de 10.37 pesos mexicanos, por hora de trabajo, frente al 14.35 que logra el obrero alemán. Solamente el obrero italiano se encuentra más mal pagado que el francés, ya que obtiene el equivalente a 8.35 pesos mexicanos por hora de trabajo.
Aparte de esto, el obrero francés trabaja jornadas más largas que sus compañeros del Mercado Común. Así, el obrero alemán trabaja 43.9 horas a la semana, el italiano 37 y el francés 47.3 horas semanarias.
Por estas cifras se ve que el obrero francés con las recientes ventajas logradas como resultado de su acción huelguista, con sus compañeros de los otros países del Mercado Común.
En cuanto al argumento de que las elevaciones de salarios desquiciarán la economía francesa, tampoco está justificado como lo prueban otros casos dentro del propio Mercado Común Europeo. Un ejemplo nos los da Holanda en donde se registraron aumentos importantes de los salarios en 1963 y 1964, del orden del 16%, es decir, superiores a los registrados ahora en Francia, sin que dichos aumentos hayan provocado una catástrofe. Holanda continúa con una tasa elevada de desarrollo.
La inflación y la devaluación no son inevitables.
Se está especulando mucho acerca del peligro que corre Francia de una espiral inflacionaria como resultado de los aumentos de salarios, y de una posible devaluación como resultado de la inflación. El propio general De Gaulle en su última intervención por la televisión señaló que las demandas obreras llevarían a una inevitable inflación que anularía en corto plazo las ventajas que se otorgaron a los obreros y campesinos franceses.
Es verdad que las elevaciones de salarios pueden provocar el alza de los precios y tal cosa ha sucedido con frecuencia en el pasado, tanto en Francia como en otros países. Pero también es verdad que tal fenómeno no tiene que producirse necesariamente. Todo depende de la política económica que se siga y del juego de fuerzas políticas que estén en acción.
Por una parte, los salarios son solamente una parte de los costos de producción. Por otra, los aumentos de la productividad derivados de los adelantos tecnológicos tienden a reducir los costos por unidad producida. Además, un obrero mejor pagado trabaja más y mejor y es un factor de elevación de los rendimientos. Y finalmente, las utilidades no son un elemento que no deba modificarse, sino que debe ajustarse a las exigencias nacionales. Si tomamos en cuenta todos estos factores, veremos que con una política gubernamental adecuada se puede evitar la inflación, por la vía de una mayor productividad y de un reajuste de las utilidades que obtienen los empresarios. Solamente se producirá inflación, en el caso francés, si se mantiene el status quo y se permite a los empresarios a su antojo elevar los precios y por ende, sus utilidades. Es decir, si el peso de la justa elevación de los ingresos de los obreros y de los campesinos, se hace recaer sobre el público consumidor.
¿Qué sucederá en Francia a este respecto? Todo dependerá del juego de fuerzas del país. Si el movimiento obrero y campesino se fortalece y lucha por sus intereses básicos y logra imprimirle al gobierno francés una orientación democrática, es seguro que no tendrá lugar una situación inflacionaria que pudiera anular las ventajas logradas por ellos. Pero si se fortalece la oligarquía y los grupos derechistas, es evidente que Francia entrará en un período de fuertes elevaciones de los precios, que provocarán la devaluación del franco y una serie de trastornos económicos; sobre todo, las masas populares perderán lo ganado y aún empeorarán su situación. Pero esto agudizará la lucha social, con consecuencias incalculables. Por lo pronto, los electores pronunciarán su veredicto, al menos respecto al inmediato futuro.♦