Europa ante el reto americano

El impacto de la fuerte corriente de capital norteamericano privado hacia los negocios europeos es perceptible hasta para el menos observador de los visitantes o para el que tiene un contacto superficial con la realidad del Viejo Continente. Con un desarrollo capitalista más a menos maduro ¿están los países europeos  “dando la batalla” a los monopolios yanquis?

Las grandes burguesías europeas ¿están siendo una barrera a la penetración monopolista norteamericana? En una palabra: ¿cómo está respondiendo Europa al reto norteamericano?

  1. ¿Enfrentamiento o alianza monopolista intercontinental?
  2. El capital norteamericano, fermento de dislocación europea
  3. Los grandes grupos financieros europeos en vertiginosa carrera expansionista multinacional
  4. ¿Y la democracia? ¿Y la independencia nacional?
  5. El “tercer camino” de De Gaulle, el de “la participación” ¿será la solución a la crisis económico-social de Francia y de la Europa Occidental?

El capital norteamericano, elemento catalizador

El efecto más visible de la expansión norteamericana en Europa es el de estar provocando la intensificación del proceso de concentración económica en todas las actividades industriales, financieras, agrícolas y de servicios. Las grandes empresas europeas, ante la amenaza de los monopolios yanquis, están utilizando todos los medios a su alcance para aumentar el control de las ramas en que operan, y para ampliar sus operaciones a otros campos, en un proceso de crecimiento vertical y horizontal. La palabra de orden es crecer al máximo, para alcanzar proporciones multinacionales y competir ventajosamente en la competencia doméstica e internacional.

Las principales formas que las grandes empresas europeas están utilizando para hacerse más grandes y aumentar su poder monopolista son las siguientes: absorción de empresas independientes, fusiones con otras grandes empresas; establecimiento de compañías tenedoras (holdings), organización de filiales comunes, acuerdos y “ententes” de cartel y de otros tipos, dominio del crédito y del mercado, y finalmente, el sistema de subcontratación con empresas medianas y menores.

Todos los grandes monopolios, a decir verdad, se han desarrollado utilizando algunas (y en ocasiones todas) de estas formas de concentración y de centralización económica. Tal ha sido el caso de las grandes firmas norteamericanas (United States Steel Corp.; General Motors, las grandes compañías ferroviarias, los grandes bancos; etc.); de las inglesas (Imperial Chemical Industries, British Motors Corp., Courtland, etc.); de las holandesas y angloholandesas (Royal-Dutch Shell, Unilever, Philips, etc.); de las alemanas (Thyssen, Bayer, Siemens, etc.) y de las francesas (Schneider, Pechiney; Saint-Gobain, Rhône-Poulenc, etc.).

Respondiendo ya al impacto de la competencia de los monopolios norteamericanos en años recientes, se han intensificado grandemente los procesos de concentración monopolista en Europa, habiéndose realizado una serie de absorciones, fusiones y acuerdos entre las grandes empresas tanto en escala nacional como en la multinacional. A manera de ejemplos, citaremos los siguientes. Formación de la Unión de Industrias de Productos Oleaginosos (UNIPOL) a través de una serie de absorciones y de fusiones, y paralelamente el estrechamiento de lazos financieros y operativos de esta nueva empresa con la Fournier-Ferrier, con lo que se consolidó el monopolio por parte de estas dos firmas de la rama de aceites y jabones en el mercado francés.

La fusión de la Agfa, gran firma alemana de productos fotográficos, y de la Gaevert, de nacionalidad belga, con lo que dichas firmas están tratando de hacerle frente a la competencia de la Kodak norteamericana que se encuentra en un proceso similar de expansión en el mercado europeo.

La fusión de los intereses del grupo belga Empain, en el ramo eléctrico, con los del grupo francés Schneider, que conjuntamente formaran la filial común, la Sociedad de Construcción Electromecánica Jeumont-Schneider, para unir fuerzas y competir con ventaja con las otras firmas internacionales de su rama.

La formación de Productos Químicos Pechiney-Saint Gobain, como filial común de los poderosos grupos químicos franceses Pechiney y Saint Gobain.

El acuerdo entre la firma francesa Berthiez y la compañía alemana Schiess, ambas con lugares destacados en la fabricación de máquinas-herramienta pesadas, para mancomunar sus equipos de investigación tecnológica y la especialización de la producción de ambas empresas. Este convenio incluye el intercambio de administradores, de manera que dos directivos franceses participan en la firma alemana y dos alemanes en la compañía francesa.

Los acuerdos de colaboración técnica y operativa entre la firma francesa Sociedad Fives-Lille-Cail importante en el ramo de metalurgia pesada, con la firma alemana Klockner-Humboldt-Deutz, para la construcción de instalaciones de la industria del cemento. La misma firma francesa concluyó acuerdos similares con la compañía alemana Pintsch Bamag, para la construcción de material  siderúrgico.

Los acuerdos para la producción en común entre las firmas Pechiney, francesa, Montecatini, italiana y la Metalgesellschaft, alemana.

La gran fusión de las poderosas firmas de la industria de vehículos de motor inglesas, la British Motor Co. y la Leilland, dirigida a hacerle frente a las empresas norteamericanas que operan en Gran Bretaña, especialmente la Ford que ha ido adquiriendo una importancia creciente hasta colocarse en el primer lugar en la exportación de vehículos fabricados en Inglaterra.

Como puede apreciarse, las empresas europeas se encuentran en una febril actividad tendiente a aumentar sus dimensiones y su pujanza económica y tecnológica, como consecuencia fundamentalmente de la amenaza que se cierne sobre ellas de quedarse atrás y de sucumbir frente a los poderosos monopolios norteamericanos. En este proceso, como es natural, las empresas medianas y menores van siendo absorbidas o sometidas al dominio de las mayores. Muchas de ellas ya han desaparecido como empresas independientes y las que han logrado sobrevivir van siendo dominadas mediante expedientes como el del sistema de subcontratación que las convierte en verdaderos apéndices de las grandes a las que se ven obligadas a entregar su producción total o una proporción substancial de ella.

Otras formas de defensa

Además de los esfuerzos por aumentar las dimensiones de sus operaciones, las firmas europeas están recurriendo a otros expedientes para cerrarle el paso a los “grandes intrusos” norteamericanos. En Suiza por ejemplo, se está utilizando el recurso de la radicación de la mayoría de acciones de las empresas que se sienten amenazadas de extranjerización. Esto ha permitido que firmas tan importantes como la Nestlé, sigan siendo empresas nacionales y no pasen al control de las grandes firmas de los Estados Unidos.

Otro expediente que se está utilizando, especialmente en Francia es el de otorgar a los accionistas nacionales ciertos privilegios frente a los inversionistas extranjeros. Así, por ejemplo, además de establecer el carácter de nominativas a las acciones, al menos en la proporción requerida para lograr control, se está otorgando a los accionistas fundadores o a los que demuestran poseer acciones con una anterioridad de cinco o más años, votos dobles, triples y hasta quíntuples. De esta manera, se intenta conservar en manos de inversionistas nacionales el control de las empresas.

De igual manera, los gobiernos europeos están adoptando medidas indirectas de tipo especialmente crediticio, para ayudar a las empresas nacionales a fortalecer su posición financiera frente a la gran pujanza económica de los monopolios norteamericanos. También se realizan esfuerzos para emprender proyectos de grandes proporciones con la participación de empresas gubernamentales o privadas de dos o más países. De esta naturaleza es el proyecto mancomunado de Francia e Inglaterra para la construcción del gran avión supersónico Concorde, que se pretende rivalice con el similar norteamericano que se encuentra también en construcción.

¿Enfrentamiento o alianza?

En el panorama de los negocios europeos se observa, sin embargo, una tendencia de algunas grandes empresas de establecer alianzas con las firmas norteamericanas. Existe ya un buen número de inversiones mixtas, con participación conjunta de capitales europeos y estadounidenses. Estas asociaciones de capital abarcan ya importantes ramas industriales, tales como la aeronáutica, la de computadores, la automovilística, la química, la de alimentos y la de las actividades crediticias, especialmente bancos de depósito y sociedades de inversión. Parece ser que a los monopolios europeos, lo que en realidad les interesa es hacer buenos negocios y no precisamente mantener la independencia nacional en materia económica. Por lo demás, hay que reconocer que esa es la naturaleza de los monopolios privados, de todas las latitudes. Vale aquí recordar la conducta de la Standard Oil de New Jersey, que mantenía una estrecha colaboración con la Irberfabrikindustrie alemana, colaboración que se prolongó durante la Segunda Guerra Mundial, y que fue juzgada por el gobierno de los Estados Unidos como lesiva a la seguridad de ese país.

Monopolio y más monopolio ¿y el pueblo?

El resultado más visible del “reto norteamericano” a Europa, como se hace evidente por los datos que hemos proporcionado, es el de aumentar el grado de monopolio en la actividad económica del viejo continente. Monopolios europeos, monopolios norteamericanos y alianzas entre ellos. Ante esto cabe preguntar ¿y los intereses nacionales y de las masas populares? La respuesta la tenemos en la situación de verdadera crisis social en que se debaten todos los países europeos y que se ha hecho evidente en Francia con los disturbios de mayo del presente año, y con la caída en el ritmo de desarrollo de varios de esos países, en especial de la República Federal Alemana, que según los estudios de la propia Comunidad Económica Europea, se deben a la caída en la demanda interna, es decir, en la falta de ingresos de las masas populares.

Ante estos resultados, el gobierno de De Gaulle, presionado por los obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales, presenta como solución un “tercer camino”, el de la participación de los distintos sectores del pueblo francés en toda la vida económica y cultural del país. Ni capitalismo ni socialismo. La alternativa es la participación ¿Se trata de un nuevo sistema económico-social? ¿O es un recurso político electoral? Debemos aceptar que es esto último porque científicamente no puede hablarse de la participación como un sistema que corresponda a una etapa de la transformación social. La estrecha semejanza de la participación ofrecida por De Gaulle con el régimen corporativo de Musolini nos lleva a pensar que en realidad Francia y otros países europeos en que se están fortaleciendo los monopolios se van alejando de un régimen democrático, lo que eventualmente llevará al fascismo y no a la solución de los problemas nacionales y al mejoramiento de las condiciones de vida de sus pueblos.♦

Ceceña, José Luis [1968], "Europa ante el reto americano", México, Revista Siempre!, 787: 22-23 y 70, 24 de julio.