Consecuencia directa del movimiento estudiantil que ha sacudido la conciencia nacional, en las últimas semanas la Cámara de Diputados decidió formar una comisión especial para estudiar las causas del desasosiego de la juventud y elaborar una reforma educativa que dé solución a los grandes problemas de la enseñanza y a la adecuada preparación de los jóvenes de acuerdo con las necesidades del progreso del país. Dicha comisión está integrada con representantes de los cuatro partidos políticos que ocupan curules en la Cámara.
No cabe duda que existe la necesidad de que de manera objetiva, serena y con gran responsabilidad, se estudien las causas reales de las inquietudes y rebeldías de nuestra juventud y de que se trate de dar a la educación en general una estructura y una orientación que estén a tono con la época que vivimos y con las aspiraciones nacionales de progreso en todos los órdenes.
Es evidente que la situación en que se desenvuelve nuestra juventud no es satisfactoria desde muchos puntos de vista, y el conflicto estudiantil da un claro testimonio de ello. El sistema educativo nacional adolece de serias deficiencias que deben ser superadas a la brevedad posible. Desde este punto de vista se justifica plenamente el hacer esfuerzos tendientes a la atención y mejor solución de tan vitales problemas nacionales.
Desde esta tribuna hemos expuesto en algunas ocasiones nuestros puntos de vista sobre aspectos que consideramos importantes tanto de los problemas que afectan a nuestra juventud, como de las fallas de que adolece nuestro sistema educativo, especialmente en los niveles de enseñanza media y superior. Por ello consideramos de gran importancia que se coloque dentro de las primeras preocupaciones nacionales el tratar de resolver estos vitales problemas.
¿Reformar para avanzar o para retroceder?
Generalmente se entiende que las reformas de cualquier tipo son de carácter progresivo, de avance, de superación; sin embargo, no siempre las reformas tienen este contenido sino que por el contrario, representan retrocesos, intentos de hacer marchar el reloj de la historia hacia atrás, de someter a control procesos que a juicio de los “reformadores” son inconvenientes porque amenazan un determinado estado de cosas que se desea mantener y consolidar. La historia está llena de “reformas” de este tipo tanto en materia cultural, como en otros órdenes: laboral, agrario, electoral, etc., etc.
Existen ciertos elementos que nos hacen temer que la reforma que ahora se intenta vaya a tener ese carácter retrógrado y que más que una verdadera reforma progresiva, se trate de un intento de impedir el avance de las grandes corrientes del pensamiento universal. Entre esos elementos cabe señalar los siguientes:
En primer lugar, la formación de la comisión aludida tiene lugar en un momento en que se hace evidente un retroceso revolucionario del gobierno de la República, cuyas manifestaciones más relevantes son la ocupación de las instituciones de enseñanza superior por parte del ejército, una “cacería de brujas” implacable y en gran escala, campañas de ataques y calumnias a todo lo que huela a pensamiento independiente por parte de los sectores de derecha, y encarcelamientos masivos de estudiantes, profesores universitarios y aun padres de familia.
En un clima de esta naturaleza, no puede esperarse que se estructure una verdadera reforma educativa de avanzada, progresiva, sino todo lo contrario. La reforma educativa de que se habla más bien puede ser un intento de estrechar el cerco y alejar “el peligro” de las ideas que realmente permitirían el progreso del país en el sentido democrático y nacionalista.
En segundo lugar, la comisión para la reforma educativa y el estudio de los problemas de la juventud ha quedado presidida por el diputado Octavio Hernández, quien ha sido uno de los congresistas que en forma más abierta han justificado el allanamiento de los recintos universitarios y se han pronunciado por una política de “mano dura” en el conflicto estudiantil.
En estas condiciones ¿podremos esperar que la “reforma educativa” y el estudio de los problemas de la juventud tengan un carácter avanzado, de verdadera reforma?
Es de temerse que con la “reforma educativa” se intente suprimir la libertad de cátedra y de investigación y la relativa autonomía de que han disfrutado algunas de nuestras instituciones de enseñanza superior.
La libertad, esencial para el avance de la ciencia y la cultura
Apenas si hace falta insistir en que la autonomía universitaria y la libertad de cátedra e investigación científica y humanística son absolutamente necesarias para el avance cultural y científico. Las instituciones de enseñanza media y superior deben ser tribunas del pensamiento universal, de todas las corrientes científicas y humanísticas. Es la única forma en que los pueblos pueden progresar, superar los estadios anteriores y presentes y proyectarse hacia más amplios, ambiciosos y fecundos objetivos. La supresión de la autonomía y de la libertad de cátedra y de investigación, o su mediatización, no sólo tendrían efectos legales para la ciencia y la cultura. Significarían el estancamiento y luego el retroceso en todos los órdenes. Y eso está en contra de los anhelos más caros de superación y de progreso de nuestros pueblos.
La ciencia y la cultura al servicio del pueblo
Dentro de un clima de libertades, las instituciones de enseñanza deben incorporarse plenamente a la realidad nacional, a las aspiraciones de progreso, libertad e independencia del país. La enseñanza no debe ser academizante, sino que debe tener como preocupación fundamental preparar verdaderos profesionistas capaces en sus especialidades y profundamente compenetrados de los problemas que afronta el país en su desarrollo independiente. Profesionistas y técnicos e investigadores que tengan una actitud de servicio social, de entrega a la solución de los problemas nacionales en favor de las grandes mayorías.
Profesionistas que no busquen solamente su bienestar personal, sino que sientan que forman parte de un pueblo que lucha por mejores condiciones de vida, dentro de la libertad e independencia nacional. Y esto, solamente puede lograrse si las universidades, institutos, colegios, etc. disfrutan a su vez de condiciones de libertad y si se conectan estrechamente a la realidad nacional.
Recursos amplios y seguros necesidad vital
Una reforma educativa debe considerar como aspecto fundamental proveer a las instituciones de enseñanza de los recursos necesarios para que cumplan con sus importantes funciones. Es innegable que en nuestro país el gobierno ha destinado cantidades importantes y crecientes a la enseñanza, pero igualmente cierto es que las necesidades de una población que crece a gran celeridad son de gran magnitud y que los recursos hasta ahora destinados no permiten todavía que todos los niños y jóvenes tengan acceso a las instituciones de enseñanza. También es verdad que muchas instituciones, la inmensa mayoría, no disponen de los recursos indispensables para cumplir medianamente bien sus tareas. Se hace indispensable por lo tanto, que al abordar el problema de la reforma educativa se dé importancia debida a la dotación de los recursos indispensables a las instituciones respectivas para que amplíen y mejoren sus actividades. Si se olvida este aspecto, cualquier reforma estará condenada al fracaso.
La dotación de recursos suficientes deberá revestir la forma de constitución de patrimonios, de otorgamiento de fideicomisos y de fuentes fiscales seguras y bien determinadas, a efecto de que las instituciones no tengan que depender de circunstancias cambiantes o aleatorias para disponer de los recursos necesarios. Esta forma ayudaría además a que la autonomía de las instituciones de enseñanza se fortalezca.
Si los legisladores desean realmente resolver los problemas de la enseñanza y de la juventud, deberán, a nuestro juicio tomar en cuenta factores como los que exponemos, además de elaborar leyes que impulsen el desarrollo económico nacional, con independencia y justicia social. Un clima de libertades, distribución equitativa del producto del trabajo, oportunidades de trabajo constructivo para todos y fortalecimiento de la independencia nacional, constituyen los únicos caminos para proporcionar a nuestra juventud el ambiente propicio para que sus inmensas facultades creadoras se pongan al servicio de México.
Septiembre 26 de 1968.♦