La decisión del presidente De Gaulle de no devaluar el franco y la de Alemania Federal de no revaluar el franco son una demostración del alto sentido político que se encuentra involucrado en los actuales trastornos que se registran en los mercados de divisas y de pagos internacionales. Confirman, en líneas generales, las apreciaciones que hacíamos en nuestro artículo anterior sobre la lucha que está en marcha por la preponderancia y la hegemonía entre las grandes potencias del mundo occidental.
Los acontecimientos alrededor del affair del marco y del franco encierran grandes enseñanzas sobre las fuerzas que están en juego y la magnitud relativa de cada una de esas fuerzas, tanto en el plano económico, como en el político. En efecto, en el último episodio de la lucha y los forcejeos de las grandes potencias occidentales han aflorado con toda claridad algunos elementos importantes que vale la pena destacar.
En primer lugar, la República Federal Alemana resistió la presión que ejercieron sobre ella los Estados Unidos e Inglaterra para que revaluara su moneda. Esta presión, que hace unas semanas se conocía de manera incierta y circulaba en forma de “rumor”, ha tenido manifestaciones abiertas y es consignada ya como un hecho evidente. La prensa alemana se ha referido a ella de manera categórica e insistente, algunos altos funcionarios alemanes la han denunciado sin cuidarse mucho de las formas diplomáticas, y hasta las revistas norteamericanas la han acogido en sus páginas con amplios comentarios. Newsweek, por ejemplo, en su última edición con fecha adelantada del 2 de diciembre de este año, refiere que “de acuerdo con fuentes alemanas Fowler (Secretario del Tesoro de los EE.UU.) se reunió con Schiller, Franz Josef Strauus y el canciller Kurt Georg Kiesinger y tajantemente urgió la revaluación". Y continúa la información de Newsweek, "se produjo en siguiente diálogo: Strauus: 'Yo renunciaré antes que revaluar'. Schiller: 'Ud. debe entender, Sr. Fowler, que si existe una moneda sobrevaluada, esa es el dólar'. Fowler: 'El dólar es sacrosanto. El oro es como el sol y el dólar es como la Luna. La distancia entre ellos es inmutable'”.
Aunque la revista Newsweek considera dudoso que Fowler se haya expresado en esa forma "florida", que no corresponde a su estilo usual, comenta que “de acuerdo con los hechos posteriores parece ser que los Estados Unidos hicieron causa común con Gran Bretaña para presionar en el sentido de lograr la revaluación alemana, junto con una devaluación francesa”.
El disgusto alemán por la presión que se estaba ejerciendo para que revaluara, tuvo manifestaciones abiertas e inequívocas. La propia revista Newsweek indica que el secretario del tesoro norteamericano “tuvo que esperar media hora para ser recibido por el canciller Kiesinger”, cosa por demás desusada en las relaciones que hasta ahora han existido entre la Alemania Federal y los Estados Unidos. Se señala también que ante el comentario de Fowler de que las medidas que se proponía adoptar el gobierno de Bonn como alternativa a la revaluación, el ministro Schiller espetó lo siguiente: "Si la reducción de un tercio de nuestras exportaciones no se considera como un sacrificio, es obvio que tenemos conceptos muy distintos de lo que son los calores sociales”. Finalmente, se informa que otro funcionario alemán calificó la conducta de Fowler como “insolente”.
Respecto a la intervención de los funcionarios británicos un alto funcionario del gobierno alemán declaró a un reportero del New York Times que el secretario del tesoro británico, Roy Jenkins había sido poco comedido en sus conversaciones con Strauus, y que el mensaje del primer ministro Harold Wilson había sido “grosero” en su lenguaje y en sus amenazas.
No cabe duda, pues, de que se ha ejercido una fuerte presión sobre el gobierno de Bonn para obligarlo a revaluar el marco. Y a pesar de esas presiones, nada menos que de las dos potencias más importantes que todavía ocupan territorio alemán, la República Federal Alemana resistió y no revaluó. Estamos aquí en presencia de un hecho por demás revelador de los cambios que se han producido en la relación de fuerzas entre las naciones del mundo occidental; la República Federal Alemana ha resurgido como una de las más importantes potencias de Europa. Y así lo proclama la prensa alemana, como es el caso del Bild Zeitung, el de más amplia circulación en ese país, que a grandes titulares declaraba: “Ahora los alemanes son Número Uno en Europa”.
De Gaulle contraataca.
En este contexto se explica la decisión que adoptó el general De Gaulle de no devaluar el franco francés. Frente a una Alemania que intenta colocarse en el primer lugar como potencia económica y política en Europa, el Presidente francés se vio obligado a tomar una decisión suprema, de mantener la estabilidad del franco y, como Alemania, adoptar una serie de medidas para sortear la crisis. Cuestiones de prestigio y de estrategia económica y política en la lucha por la preponderancia en Europa. Un intento para que el centro del poder político y económico no pase de París a Bonn.
En la decisión del general De Gaulle debe haber influido de manera importante también la situación comprometida en que lo colocó la actitud alemana que quiso ser el factor decisivo en la suerte de la moneda francesa y que "especuló" políticamente al anunciar, anticipadamente que "el franco seria devaluado y que el gobierno francés decidiría solamente la magnitud de dicha devaluación. Esta conducta alemana fue una franca humillación para De Gaulle, ya que su autoridad para decidir sobre un asunto tan importante quedaba en entredicho. Aceptarlo significaba reconocer su impotencia y admitir su supeditación a gobiernos extranjeros.
La actitud de De Gaulle fue, por lo tanto, la única que correspondía a un Jefe de Estado que, como el "Gran Carlos" ha gobernado a Francia con la determinación de revivir los laureles de la nación gala y mantenerla en el primer plano entre las potencias europeas. Con su decisión se enfrentó no solamente a Alemania, sino a los demás países del grupo de "Los Diez" (Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Canadá, Gran Bretaña, Italia, Japón, los Países Bajos, Suecia) y también Suiza quienes presionaban a Francia para que devaluara y que lo hiciera en una medida que no fuera a afectar a las divisas de esos países. Como se sabe el grupo de "Los Diez" supeditaba el apoyo financiero de 2,000 millones de dólares a Francia a que esta devaluara su moneda.
¿Peor el remedio que la enfermedad?
Si bien es cierto que hasta ahora el gobierno francés ha logrado sortear la crisis, es evidente que el problema del franco y el de las otras monedas, no se ha resuelto. Es más, las medidas que se han denunciado están lejos de resolver el problema fundamental de superar la crisis económica y social que aqueja a ese país, de la misma manera que tampoco la política que están siguiendo la Gran Bretaña y la República Federal Alemana serán remedios reales para resolver el problema de los desajustes actuales de la coyuntura económica y del comercio internacional. En este sentido cabe preguntarse ¿no será peor el remedio que la enfermedad?
En efecto, la política que ha sido anunciada por el gobierno del general De Gaulle para mantener la estabilidad del franco, aunque puede lograr este objetivo a un plazo más o menos corto, a la larga va a agravar los problemas económicos, políticos y sociales de Francia. En esencia, se trata de una política que tiende a hacer gravitar sobre el pueblo francés el peso de los problemas, y de transferir al exterior la carga de los desajustes.
Para el pueblo francés las medidas anunciadas por su gobierno significan la congelación de los salarios, el aumento de los impuestos, la elevación del costo de la vida (por las mayores tarifas de gas electricidad y transporte y por el aumento de los precios de la generalidad de los productos que consume) y aumento de la desocupación. En una palabra, el pueblo francés se enfrenta al empeoramiento de sus condiciones de vida. Por otra parte la reducción de los subsidios a las empresas estatales que en el caso de Francia son muchas y muy importantes (ferrocarriles, transporte urbano, transporte aéreo, carbón, electricidad, gas, industrias de automóviles, y de construcción de aviones, bancos etc, etc.) pueden reducir peligrosamente la producción del país y las oportunidades de empleo para la clase trabajadora.
En escala internacional, las medidas restrictivas a las importaciones francesas, afectará a las ventas de sus proveedores internacionales, y por ende a la producción de esos países. Y las restricciones al crédito y las dificultades financieras de Francia tendrán un impacto apreciable en las disponibilidades de capitales para los países en proceso de desarrollo que hasta ahora han estado recibiendo el apoyo financiero francés (entre ellos México).
Si a la política francesa sumamos efectos de las medidas también restrictivas adoptadas por la Gran Bretaña, encontramos que necesariamente resultarán afectados muchos otros países que tienen relaciones comerciales y financieras con esas dos naciones europeas.
El panorama, mundial por lo tanto se presenta bastante desfavorable, tanto para los pueblos, francés, británico y también el alemán como para los otros países que recibirán el impacto de las dificultades económicas y financieras de esas grandes potencias. Lo que puede esperarse es que la intranquilidad social se acentúe, que las masas obreras y populares intensifiquen su lucha en defensa de sus intereses amenazados, y que la economía mundial tienda a contraerse con su larga cauda de consecuencias negativas.
Ahora bien, como México no es una ínsula, un caso de excepción sino que más y más entra en el juego de interrelaciones con los demás países del mundo, existe la posibilidad bien clara de que resulte afectado con los desajustes que ahora vive la economía mundial. Ello obliga a que de manera responsable nos percatemos de los peligros que nos amenazan y nos decidamos a protegemos hasta donde ello sea posible para mantener y acelerar nuestro desarrollo y nuestra independencia. y el único camino que nos puede conducir al éxito en estos momentos no es otro que el de la unidad de las fuerzas democráticas y la lucha por los mejores ideales de la Revolución Mexicana.♦