Cuando el tiburón pide a la sardina un trato igual
— Los Texanos están tratando de "modernizarnos" con el sistema de transporte "del productor al consumidor" y presionan para que se firme un Convenio de Transporte por Carretera, que permitirá a las líneas de los Estados Unidos operar desde el Río Bravo hasta Chiapas, transportando mercancías en las dos direcciones. En "reciprocidad" las líneas mexicanas podrán hacer lo mismo llevando y trayendo carga a través de la frontera. | — ¿Por qué algunos funcionarios mexicanos manifiestan tanto interés en este convenio, si encierra peligros para la economía de muchos empresarios nacionales, además de que es violatorio de las disposiciones de la Ley de Vías Generales de Comunicación? ¿Por qué no se hace del conocimiento de la opinión pública el contenido del proyecto de Convenio y se realiza una encuesta entre los sectores interesados para determinar lo que más convenga? |
— Con este Convenio de Reciprocidad se arruinarían las empresas transportadoras mexicanas, por la desigualdad de fuerza económica respecto a las norteamericanas.
| — El dominio que los inversionistas norteamericanos tienen ya de muchos renglones de nuestra economía nos debe hacer extremadamente cautelosos, y obligarnos a defendernos con mayor celo, de sus pretensiones de extender la influencia sobre nosotros. |
"Containers" a "lomo de puerco" o "paquetes"
Entre las últimas novedades que se están introduciendo en el transporte de mercancías en los países más adelantados están las que se han dado en llamar "containers", a "lomo de puerco" y "paquetes", El factor esencial de estas innovaciones consiste en la economía de espacio, de maniobras, de fletes, y de tiempo, y la ventaja de transportar la mercancía desde el vendedor hasta el comprador con un mínimo de tiempo y a menor costo.
De acuerdo con estos sistemas la mercancía se empaca en el punto de origen en grandes cajas o "containers" o "paquetes" y se le transporta por barco, por ferrocarril o por carretera, como caja sellada, sin que éstas sean abiertas sino hasta su destino final. Como se puede ver, el sistema es muy ventajoso porque en los "paquetes" se aprovecha el espacio de manera óptima en las propias bodegas del vendedor, se reducen al máximo las maniobras de carga al barco, al ferrocarril o al remolque ya que lo único que se tiene que hacer es colocar en el lugar conveniente la caja o paquete sellado y finalmente, se reduce también la operación de descarga porque todo lo que se tiene que hacer es bajar la gran caja, como una unidad y luego transportarla así sellada a las bodegas del comprador.
El nuevo sistema se está extendiendo rápidamente al transporte marítimo en donde las ventajas en reducción de maniobras y aprovechamiento de espacio son notorias, y por ende en la reducción de gastos y de fletes. También se le está usando de manera creciente en el transporte por ferrocarril, en donde las grandes cajas o paquetes se cargan en los carros o en grandes plataformas, como si dichas cajas fueran a "lomo de puerco". Igual se está haciendo en el transporte por carretera, con notables resultados.
El país que más está utilizando el nuevo sistema es Estados Unidos por razón de ser el primer exportador e importador del mundo, y de que su propio territorio es de dimensiones subcontinentales. De esta manera tanto en el comercio exterior, como en el interior, las economías logradas con el nuevo sistema alcanzan una cuantía considerable.
La euforia que está causando en los Estados Unidos el sistema de transporte por medio de "containers" o "paquetes" ha llevado a las compañías fletadoras del Sur (Texas, Nuevo México, Arizona y California) o concebir un plan para extenderlo a nuestro país, con miras a ampliarlo posteriormente a Centro y Sudamérica. Con ese propósito han elaborado un proyecto de convenio para ser suscrito por nuestros respectivos gobiernos.
De acuerdo con el proyecto, los dos países reconocen la necesidad de facilitar y promover el transporte por carretera: entre sus respectivos países, y a través de ellos hacia terceros países, más allá de sus respectivas fronteras. Para llevar a cabo este propósito, en plan de reciprocidad. México permitirá que las unidades de transporte de los Estados Unidos operen en nuestro territorio, trayendo y llevando carga, y por su parte los Estados Unidos permitirán a las unidades mexicanas hacer lo propio en territorio norteamericano.
El transporte se haría por el nuevo sistema de "containers" o "paquetes" que no serían descargados, ni abiertos sino hasta su lugar de destino, es decir, para estos fines, desaparecería la frontera entre los dos países y para el caso, se establecerían servicios aduanales en distintos puntos de nuestro país (ciudad de México, Guadalajara, Puebla, Oaxaca; etc.) y en otros tantos lugares de los Estados Unidos.
Se trata de un Plan que los empresarios norteamericanos presentan bajo el argumento de que los beneficios serían recíprocos, y que permitiría sacar las grandes ventajas del nuevo sistema de transporte que tan buenos resultados está dando en otros países, y especialmente en los Estados Unidos. Este argumento parece haber impresionado favorablemente a algunos de nuestros funcionarios, al grado de que están realizando grandes esfuerzos por lograr su aceptación por parte de los empresarios del transporte en México. Sin embargo, parece ser que lejos de que nuestros empresarios sientan simpatías por el convenio de referencia consideran que constituye una verdadera amenaza, tanto para sus propias empresas que serían llevadas a una ruina segura, como para el país en su conjunto, porque mediante dicho convenio las grandes empresas transportadoras norteamericanas se apoderarían de un renglón más de la economía nacional: el movimiento de carga de Norte a Sur y de Sur a Norte, entre México y los Estados Unidos.
Los temores de nuestros empresarios y la oposición que manifiestan hacia la concertación de un convenio como el que presentan los norteamericanos se basan en una serie de razones, algunas de las cuales deben ser analizadas con toda objetividad y responsabilidad por nuestros funcionarios y por la opinión pública.
En primer lugar, aunque el proyecto de Convenio habla de reciprocidad, de un trato igual para ambas partes, en la práctica las empresas norteamericanas obtendrían ventajas desmedidas por su gran fuerza económica que les permitiría ir absorbiendo el transporte en ambas direcciones.
Nos parece que este argumento de nuestros empresarios es objetivo y tiene una fuerza tal, que hace indeseable y altamente inconveniente la concertación del mencionado convenio. Efectivamente las empresas norteamericanas superan con exceso los recursos de que disponen las mexicanas, y además cuentan con amplias conexiones en los Estados Unidos que les permitirían absorber una muy elevada proporción de la carga hacia México. En estas condiciones, las compañías fletadoras mexicanas verían disminuir enormemente sus operaciones, por la competencia desigual de las norteamericanas. Debemos señalar aquí que hasta ahora los empresarios mexicanos han subsistido y prosperado debido a que según nuestras leyes solamente ellos pueden transportar la carga dentro del territorio nacional. Esta protección desaparecería en el momento en que las empresas de Estados Unidos pudieran transportar (en "paquete" cerrado) la mercancía desde el punto de origen en los Estados Unidos, hasta su lugar de destino en México. Se ve con claridad, por lo tanto, que el flete de Norte a Sur quedaría muy pronto en manos de las empresas norteamericanas, en perjuicio de las mexicanas.
¿Y qué pasaría con el flete de Sur a Norte? En este sentido debemos señalar que el transporte de carga de Sur a Norte es importante solamente de los distintos puntos del país hasta Monterrey. De esta ciudad a la frontera (tomando la ruta de mayor tráfico regular) las unidades van de vacío. Como se sabe, las exportaciones mexicanas hacia los Estados Unidos se realizan principalmente por ferrocarril, ya que se trata de productos minerales y otros, que conviene más transportarlos en esa forma. De esto resulta que el movimiento de Sur a Norte, por carretera, es muchísimo menor que el que se realiza en la dirección opuesta.
Existe, además, otra circunstancia desfavorable para los empresarios mexicanos. En México las empresas de muchas ramas importantes son norteamericanas, por lo que por razón natural se inclinarán a utilizar los servicios de las fletadoras de su propio país, tal y como lo hacen con los servicios de asesoría técnica, jurídica, de contabilidad y de publicidad. Esta circunstancia permitirá a las empresas de transporte norteamericanas controlar la carga tanto de Norte a Sur, como de Sur a Norte.
Además de este problema, que es el más importante, existen otras razones en contra del proyecto de convenio que nos ocupa. Con la operación en nuestro país de las grandes empresas transportadoras norteamericanas pueden resultar afectados algunos otros grupos de empresarios y de trabajadores. Entre ellos podemos señalar a los fabricantes de cajas, de remolques, de refacciones y de llantas, que verían reducirse sus ventas a los fletadores mexicanos a medida que éstos resintieran la competencia desigual de las empresas norteamericanas. También resultarían afectados los agentes aduanales, los estibadores y otros sectores que ahora obtienen sus medios de vida con las operaciones fronterizas y que necesariamente disminuirían o desaparecían con los nuevos sistemas de transporte y el Convenio de referencia.
Como puede verse, un Convenio como el que se está proponiendo tiene grandes inconvenientes para algunos sectores nacionales y para el país en su conjunto. De llevarse a cabo, se daría un golpe demoledor a una actividad que hasta ahora trabajosamente se había desarrollado, la del transporte de carga con la frontera Norte del país. Debemos indicar que actualmente existen de 12 mil a 15 mil unidades operando regularmente en este servicio, además de un número no determinado, pero importante, de unidades llamadas "piratas", que operan sin llenar todos los requisitos legales.
Para el país en su conjunto, según hemos indicado, el convenio tendría por resultado que este importante servicio que hasta ahora por disposición de nuestras leyes, ha estado reservado a empresarios mexicanos, pasaría rápidamente al control de empresas norteamericanas. Con ello se acentuaría el enorme problema nacional de que muchas de las más importantes industrias, el comercio, y muchos servicios están siendo controlados por extranjeros. Se daría base para que otro renglón fuera enajenado y se desplazara de él a los empresarios nacionales.
Y todo esto ¿a cambio de qué? Tenemos aquí un caso evidente de que una innovación (los nuevos sistemas de transporte por medio de containers o paquetes), se quiere utilizar como instrumento al servicio de los fuertes y en detrimento de los débiles.
Está bien que los empresarios norteamericanos intenten sacar ventajas con ese y otros instrumentos, pero ¿por qué nuestros funcionarios los ayudan olvidando los intereses más elevados del país? ¿Por qué no se pone a consideración de la opinión pública este problema, que sin duda reviste una gran importancia? Si los empresarios mexicanos están equivocados, o si buscan solamente su propio interés, y si nosotros también estamos desorientados y no vemos con claridad los beneficios que un convenio de esta naturaleza puede reportar a la nación, lo mejor será que se deje a la opinión pública que dé su veredicto. Lo que no puede aceptarse es que a puerta cerrada se trata de suscribir un convenio que puede acarrear serios perjuicios al país.♦