El valor de la producción de refrescos es de 3,000 millones de pesos al año. Supera a todas las industrias alimenticias, con excepción de la molinera y de azúcar, y a una serie de otros renglones industriales importantes como los siguientes: fabricación de celulosa, papel y cartón; construcción y reparación de maquinaria (excepto eléctrica); fabricación de maquinaria e instalaciones eléctricas; fabricación y reparación de prendas de vestir; fabricación y reparación de calzado; fabricación de vidrio y productos de vidrio; fabricación y reparación de productos de hule (incluyendo llantas), y a la industria del cemento. Las empresas norteamericanas dominan del 80 al 85% del negocio, especialmente la Coca Cola y la Pepsi Cola a las que les corresponde alrededor del 60%. Las empresas nacionales han ido desapareciendo y las pocas que quedan están seriamente amenazadas. | La desproporcionada fuerza financiera, los enormes gastos en publicidad y prácticas monopolistas como contratas de distribución exclusiva, han permitido a las empresas norteamericanas apoderase del mercado y absorber o desplazar a los mexicanos. Es urgente una intervención vigorosa del Gobierno en defensa de los empresarios mexicanos y del público, mediante una política impositiva de protección, de lucha contra los contratos de exclusividad que son contrarios a una sana lucha competitiva, y asegurando la observancia de las disposiciones legales que establecen que las empresas de esta industria sean mexicanas cuando menos en un 51% de su capital. |
Causa sorpresa, sin duda, saber que una de las industrias más importantes del país es la de elaboración de refrescos. Diariamente se consumen 20 millones de botellas, que alcanzan un valor total de 3 mil millones de pesos al año. Con esa producción, la industria de refrescos ha logrado escalar al número 12 entre todas las industrias de transformación del país y ha dejado atrás a una serie de industrias del país, tanto del sector de industrias ligeras, como del correspondiente a las de tipo básico.
A manera de ejemplo, señalemos algunas de las industrias que han sido superadas por la producción de refrescos: todas las que componen el importante renglón de productos alimenticios, con las únicas excepciones de la industria molinera y de la producción de azúcar; la elaboración de cerveza; la de celulosa, papel y cartón; la de fabricación de prendas de vestir; la del calzado; la de construcción y reparación de maquinaria; la productora de vidrio y artículos de vidrio; la de productos de hule (incluyendo llantas), y la industria del cemento.
Como puede apreciarse, nuestro país produce y consume más refrescos que productos lácteos, que productos del mar, que carne fresca y enlatada, que confecciones y calzado, que papel y cartón, que cemento y que maquinaria en general (de producción nacional).
El Censo Industrial de 1965 (el último que ha sido levantado) consigna cifras interesantes sobre la industria de refrescos, de las que las más relevantes son las siguientes: la inversión total en 481 plantas existentes ascendía a 1,460 millones de pesos; salarios pagados sumaban 544 millones de pesos, y la ocupación entre obreros y empleados alcanzaba la cifra de 32 mil personas. Entre las materias primas y productos consumidos por esta industria se destacaban el azúcar, el ácido acético, la hoja de lata, los envases de vidrio, madera y una amplia variedad de frutas. A estos datos habría que agregar algunos renglones importantes como gasolina, flotillas de camiones de reparto, gastos de publicidad y otros más. Estas cifras nos revelan sin lugar a dudas la gran importancia económica que tiene actualmente la industria productora de refrescos en el país.
Coca Cola y Pepsi Cola, los amos del negocio
Como ha estado sucediendo en muchos otros renglones de la economía nacional, especialmente en la industria, en la elaboración de refrescos un puñado de grandes empresas norteamericanas se ha ido apoderando del mercado. A grandes rasgos la situación que actualmente presenta esta industria es la siguiente:
De los 20 millones de botellas que se consumen diariamente en todo el país, alrededor de 17 millones de botellas corresponden a las marcas norteamericanas, es decir el 85% del mercado nacional. Esto quiere decir que a las marcas mexicanas apenas corresponde un 15% del total. Y la situación empeora a gran velocidad.
Tomando al mercado del Distrito Federal y alrededores tenemos el siguiente grupo de empresas, entre las más importantes:
Industria Embotelladora de México: Coca Cola, Fanta, Sprite.
Cía. Embotelladora Nacional: Pepsi Cola, Mirinda.
Canada Dry Extractos y Derivados S. A.: Ginger Ale, Club Soda, Quinac, Spur Cola, y sabores de naranja, toronja y tuti fruti.
Delaware Punch y Gran Mister Q: Delaware Punch, Squirt, Gran Mister Q y Ontario (controlada por Coca Cola).
Embotelladora Orange Crush: Orange Crush y Titán.
Mission Orange de México: Mission Orange (controlado por Coca Cola).
Embotelladora "El Sol", S. de R. L.: Manzanita Sol (controlada recientemente por la Pepsi Cola).
Garci-Crespo: agua mineral Garci Crespo (controlada por una firma norteamericana).
Chaparritas El Naranjo; Derivados de Frutas, S. A.: Chaparritas, de distintos sabores. Mexicana.
Refrescos Pascual: Pascual, Boing y Lulú Mexicana.
Embotelladora Mexicana: Jarritos, de distintos sabores. Propiedad del Sr. Besudo, extranjero residente.
Mundet: Sidral Mundet, Orange Mundet, Mexicana.
Refrescos Internacionales: Pep, Del Valle, Hit, London Club, Barrilitos Dr. Brown. Mexicana, pero utilizando algunas marcas extranjeras.
Distribuidora Anáhuac: Peñafiel, agua mineral pura y de sabores.
Como puede verse, es notoria la preponderancia de las empresas y las marcas extranjeras. Entre ellas la: Coca Cola y la Pepsi Cola son las más importantes, ya que controlan el 60% del mercado nacional, correspondiendo a cada una de ellas alrededor del 30% de dicho mercado.
Si ampliáramos nuestro análisis al resto de la República encontraríamos una situación todavía más desventajosa para los productores y marcas nacionales. En muchas plazas importantes apenas si quedan uno o dos productores mexicanos que siguen operando, aunque en condiciones muy precarias. Así, por ejemplo, en la industriosa ciudad de Monterrey solamente ha logrado subsistir, más bien podría decirse vegetar, un solo productor mexicano a pesar de que elabora un refresco de buena calidad (Bimbo) y de que tiene muchos años de haberse establecido.
Competencia desventajosa y "desleal".
¿Cómo han logrado las firmas extranjeras apoderarse del mercado nacional? ¿Son los empresarios mexicanos incompetentes o elaboran un producto de mala calidad?
Varios factores han permitido a las firmas extranjeras dominar el negocio. Entre ellos debemos ocupamos de algunos de los más importantes.
En primer lugar las empresas extranjeras disponen de recursos desproporcionadamente grandes, en comparación a los que tienen a su alcance los productores nacionales. En un mercado que crece aceleradamente, las empresas extranjeras han podido aumentar sus operaciones al ritmo requerido, sin ninguna dificultad ya que las respaldan muchos millones de dólares. Los nacionales, en cambio, se han quedado atrás principalmente por falta de recursos.
En segundo lugar, las firmas extranjeras, gracias a su fuerza económica han podido dedicar a publicidad enormes sumas, que han utilizado para influir sobre el público consumidor en una acción de saturación a través de todos los medios de comunicación masiva: prensa, radio, televisión, anuncios en lugares públicos, etc. Cantidades importantes dedican también a "ayudas" a círculos y equipos deportivos y a las actividades que realizan. Para nuestros empresarios estos medios publicitarios están fuera de su alcance, por escasez de recursos.
En tercer lugar, las grandes empresas extranjeras utilizan procedimientos francamente monopolistas que les permiten controlar y eliminar la competencia de los empresarios mexicanos. Entre estos medios se destacan los contratos de exclusividad y los aparatos automáticos de venta. Mediante los contratos de exclusividad la Coca Cola, por ejemplo, logra que sus productos sean vendidos con exclusión de todos los demás, en clubes, restaurantes, centros deportivos y hasta en estanquillos. Estos contratos se negocian mediante la entrega gratuita de fuertes sumas de dinero y cantidades importantes de productos, así como con la instalación en calidad de préstamo de neveras para el expendio de sus refrescos. La instalación de máquinas automáticas en clubes, escuelas, oficinas de gobierno y privadas, cines, etc., que también se hacen con la condición de venta exclusiva de sus productos, están logrando desplazar de todos esos lugares la venta de los productos competidores. Estos procedimientos, que atentan contra las normas de competencia sana y que son típicamente monopolistas, están eliminando con gran rapidez a los productores nacionales que no tienen los recursos para defenderse.
Como resultado de ello los productos mexicanos ya sólo pueden venderse en los establecimientos que no han caído todavía bajo el control de las grandes empresas extranjeras, o en las orillas de las ciudades. Esto se parece al proceso de expulsión que los conquistadores llevaron a cabo con nuestros indígenas, arrojándolos a las montañas.
Consecuencias muy negativas.
El control que han adquirido las empresas extranjeras de la industria de refrescos (una más en la cadena, que parece interminable) tiene consecuencias muy negativas para la economía nacional, ya que no solamente se desplaza a los empresarios mexicanos, y se aumentan las fuertes sumas que las empresas extranjeras extraen del país, por concepto de utilidades, y regalías sino que están impidiendo que florezca la actividad de producción de frutas que podría constituir un renglón muy importante en la producción nacional. Como se sabe, la Coca Cola y la Pepsi Cola, que son las que dominan el consumo nacional no utilizan ni un gramo de nuestra producción frutera. Las nacionales, en cambio, se basan en una gran variedad de fruta entre las cuales se destaca la naranja, el limón, la piña, la manzana, el tamarindo, el mango, la toronja, etc.
¿Qué hacer?
No creemos que haya un mexicano bien nacido que no se alarme con el dominio extranjero de nuestras industrias y que no considere que debe rescatarse a la industria de refrescos para beneficio del país. Debe y puede lograrse, si se aplica una política vigorosa y decidida por parte de nuestras autoridades. Una política impositiva que proteja al empresario mexicano que utiliza materias primas nacionales; la anulación de los contratos de exclusividad, por ser de tipo monopolista, y la aplicación rigurosa de las disposiciones legales que exigen que las empresas de refrescos sean nacionales cuando menos en un 51%, son algunos de los caminos que deben seguirse. Cruzarnos de brazos y esperar que uno a uno los negocios pasen al control de firmas extranjeras, sería una conducta antinacional, indigna y... suicida.♦