La caída del general De Gaulle como presidente de Francia ha producido una fuerte sacudida en la opinión pública mundial; por la doble razón de la eliminación de la escena política de uno de los grandes del presente siglo, así como por la importancia económica, pero sobre todo política, de la Francia inmortal.
¿Qué pasará en Francia ahora que De Gaulle se ha retirado de la vida política? ¿Y qué impacto tendrá la partida del general en el juego de fuerzas económicas y políticas de la Europa Occidental y en las relaciones de ésta con los Estados Unidos y con el resto del mundo?
Después de De Gaulle ¿el caos?
Una importante corriente de opinión dentro de Francia y. fuera de ella, considera que la caída del general De Gaulle tendrá efecto de desastre en la vida francesa, ya que provocará el desquiciamiento económico y político en el interior, y serios desajustes en escala internacional, sobre todo en el escenario europeo. Francia, sin De Gaulle, irá irremisiblemente al caos, aseguran, porque no existe en el panorama político francés una personalidad con el prestigio, la energía y la visión necesarias para conducir al pueblo francés hacia las metas de superación nacional a que aspira.
Otros en cambio, consideran que el general De Gaulle si bien es un héroe nacional indiscutible, por su preponderante papel en la lucha contra el hitlerismo, y si bien ha hecho grandes contribuciones al engrandecimiento de Francia en el período de la posguerra, así como a la defensa del país ante la amenaza de dominio económico y político de parte de los Estados Unidos, su prolongada permanencia en el gobierno era ya inconveniente hasta perjudicial para el avance democrático y el mejoramiento económico de las masas populares francesas.
A nadie escapa las dificultades que se presentan para juzgar con la debida objetividad y con el suficiente conocimiento de causa a una figura del relieve del general De Gaulle que indiscutiblemente ha sido uno de los más destacados estadistas del presente siglo. Ello no obstante, por la trascendencia de su determinación de separarse de la presidencia de la República consideramos conveniente y útil echar un vistazo a algunos de los aspectos relevantes de la economía francesa y de las distintas fuerzas que se encuentran en acción en estos momentos y que serán factores decisivos en los futuros acontecimientos económicos y políticos que tendrán lugar en ese gran país.
Radiografía de la economía francesa.
Con 551,200 km2 de superficie, Francia es el país de mayor tamaño en la Europa Occidental. Alemania Federal e Inglaterra apenas tienen una extensión de alrededor de la mitad de la de Francia.
La población francesa se eleva a 50 millones de habitantes, ocupando en este sentido el 4° lugar, en la Europa Occidental, después de la República Federal Alemana (60 millones), Gran Bretaña (56 millones), e Italia, (53) millones).
El crecimiento de la población francesa es relativamente lento ya que alcanza una tasa del 1.2% anual, en promedio. Sin embargo, su crecimiento no es de los más bajos de Europa, pues iguala a la de Alemania Federal y supera a las de otros países europeos importantes como Italia (0.7%) y a la de la Gran Bretaña (0.6%).
Desde el punto de vista económico Francia se disputa con la Gran Bretaña el segundo lugar en la Europa Occidental, siendo ligeramente superadas ambas por la República Federal Alemana. En 1965 el Producto Nacional Bruto de Francia fue de 82,780 millones de dólares, en términos reales frente a 83,590 de la Gran Bretaña y 86,430 de Alemania Federal. El producto por habitante sin embargo es superior en Francia que en esos dos países, ya que en ese mismo año fue de 1,920, frente a 1,900 en Alemania y de 1,810 en Inglaterra.
El dinamismo de la economía francesa ha sido considerable en los últimos tres lustros habiendo alcanzado una tasa promedio del 5%, aunque en los últimos años ha tendido a descender. En este sentido se encuentra en condiciones semejantes a Alemania y considerablemente mejores a las de la Gran Bretaña y a las de los Estados Unidos.
La estructura de la producción francesa revela que es un país de un grado elevado de industrialización, ya que el sector industrial representa el 47.4% de la producción total. En este sentido se encuentra a un nivel semejante al de Inglaterra superando al Japón y a los Estados Unidos, pero quedando un poco a la zaga de Alemania Federal.
El Comercio Exterior de Francia está bastante desarrollado ocupando en este renglón el cuarto lugar en el mundo, después de Estados Unidos, Alemania Federal y la Gran Bretaña. En 1966 las exportaciones francesas alcanzaron la cifra de 10,897 millones de dólares, que representaron el 10.7% de su producto nacional, y las importaciones se elevaron a 11,875 millones de dólares, o sea el 11.7% de su producto nacional
La situación de Francia en materia de comercio exterior es sin embargo, algo comprometida, porque arroja déficits considerables desde el año de 1962, con tendencia a empeorar. De 1962 a 1966 la balanza comercial francesa tuvo un déficit acumulado de 3,144 millones de dólares, lo que significa un saldo negativo de 628.5 millones de dólares anuales, en promedio. Este desajuste del comercio exterior está causando ya serios problemas a la estabilidad del franco y a la economía francesa, y está agudizando los problemas de lucha por mercados internacionales.
La mayor proporción del comercio exterior francés se realiza con los países del mercado común, a los que vende el 42% de sus exportaciones y en donde compra el 41% de sus suministros. Los Países de Ultramar constituyen su segundo mercado, aunque quizás el más remunerativo, vendiendo en ellos en 12% de sus exportaciones y comprándoles el 11% de sus importaciones. En tercer lugar viene el comercio con los Estados Unidos. En 1966 exportó a este país 660 millones de dólares y compró 1,199 millones. Esto indica que las transacciones con los Estados Unidos le producen un déficit de 539 millones de dólares en ese sólo año. Como se ve el desajuste de la balanza comercial de Francia se deriva fundamentalmente de sus transacciones con los Estados Unidos.
Francia dominada por monopolios
Desde la época de Napoleón la economía ha estado bajo el dominio de grandes monopolios. En aquella época "200 familias" controlaban las actividades más importantes, incluyendo al importante Banco de Francia que fue creado bajo el régimen napoleónico. En la actualidad la situación se ha acentuado, pues un reducido número de poderosos grupos financieros controlan la industria, el comercio y buena parte de los servicios. Algunos de estos grupos han tenido un origen bancario y financiero y otros han surgido del sector industrial; todos ellos, sin embargo, tienen ramificaciones en las finanzas, en la industria y en las demás actividades económicas, tanto en Francia como en los países de ultramar y en distintos países desarrollados de Europa, y de otras partes del mundo.
Entre los Grupos Financieros más importantes podemos citar, a manera de ejemplo, los siguientes:
Banque de Paris et des Pays Das, con no menos de 120 participaciones en distintas empresas de los más variados ramos de la economía; Banque de la Unión Parisienne, con más de 70 participaciones en empresas diversas; el Grupo Rothchild con amplias participaciones en Francia y en el extranjero; Lazard Freres, de importancia semejante; el Grupo Pont-a-Mouson, de gran importancia en la industria siderúrgica y en otras ramas; el poderoso Grupo Pechiney, de gran peso en la producción de aluminio y en otras actividades; el de Wendel, el Saint Gobin Schneider; Pegeot, y el de Rhone-Poulenc.
La gran fuerza económica de los grupos financieros les ha permitido disfrutar de gran influencia en los asuntos políticos al grado de que un buen número de sus miembros o de sus representantes han logrado ocupar posiciones de primera importancia en el gobierno francés. Algunos ejemplos bastarán para apreciar la fuerza política de estos grupos financieros.
Georges Pompidou, colaborador directo de Guy Rothschild, jefe del grupo que lleva su nombre, ocupó el cargo de Primer Ministro en el gobierno del General De Gaulle y ahora es candidato a la Presidencia de la República.
W. Baurngarter, yerno del magnate petrolero y de la industria eléctrica Ernest Mercier, ocupó el cargo de Inspector General de Finanzas y luego el de Ministro de Hacienda. Al separarse de este último cargo pasó a la presidencia de la poderosa empresa química Rhone-Poulenc, y al cuerpo directivo de la Pegeot, y de la Pechiney y de otras empresas importantes.
Couve de Murville, con ligas estrechas con el grupo de la Bánque de la Unión Parisienne, ha sido de los más destacados miembros del Gabinete del general De Gaulle.
Valery Giscard d'Estaing, del grupo de la Banque de Indochine y con ligas familiares con el Grupo Schneider, ocupó el Ministerio de Finanzas de De Gaulle.
Michel Debré, administrador de dos grandes empresas del Grupo de Wendel, ha sido de los principales ministros de De Gaulle.
A esta lista podrían agregarse gran número de embajadores y funcionarios de alto nivel, que forman parte de las altas finanzas.
La amenaza extranjera.
En los años de la posguerra, Francia se ha visto amenazada de manera creciente por monopolios extranjeros, principalmente norteamericanos, que han ido tomando posiciones en la economía del país. Aunque los monopolios franceses han defendido sus posiciones, han ido cediendo el terreno y se han aliado a los monopolios extranjeros para conjuntamente controlar la economía francesa. En este sentido, el general De Gaulle ha sido el que ha mostrado mayor celo por la integridad económica de Francia, habiendo tenido algún resultado en casos importantes. Pero los monopolios franceses tienen más poder, más bien, el poder, y la invasión norteamericana de la economía francesa ha seguido su curso.
El Pueblo Francés lucha por la democracia.
Lo que realmente se debate en Francia actualmente es una lucha entre los grandes monopolios nacionales y extranjeros, por un lado, y los sectores populares y nacionalistas, por el otro. El general De Gaulle, con todo y sus enormes méritos, fue siendo gradualmente dominado por los grandes grupos financieros, al grado de que su gabinete, comenzando por su primer Ministro, estuvo integrado por personalidades de esos grupos monopolistas. Este fue a nuestro entender, lo que llevó al pueblo francés a los acontecimientos de mayo, y a votar no en el referéndum que determinó la salida del general. Esto, independientemente del reconocimiento del pueblo francés hacia su gran estadista.
No tenemos la menor duda que la salida del general De Gaulle de la presidencia de la República va a provocar grandes desajustes económicos y políticos en Francia. Pero igualmente estamos seguros que ese pueblo superará la crisis y podrá seguir dando su fecunda y enorme aportación a la Libertad y al Desarrollo Cultural de la Humanidad.♦