Al comprar Algodonera Comercial, el gobierno asesta duro golpe al monopolio algodonero

Mas de un millón de familias dependen de este producto que es, además, el principal generador de divisas con 160 millones de dólares anuales.

El Gobierno podrá ahora convertir al algodón en una sólida columna de la economía nacional, para beneficio de los mexicanos.

  • haciendo ventas directas a todos los mercados del mundo;
  • integrando la actividad algodonera: el aspecto agrícola, el industrial (textil, producción de aceite, pasta para alimentos para ganado, etc.) y el comercial (ventas directas a la industria nacional y a los mercados internacionales);
  • ajustando a un plan nacional la actividad algodonera;
  • asegurando crédito oportuno, suficiente y a tasas de interés razonables;
  • elevando la productividad agrícola e industrial con asistencia financiera y técnica;
  • mancomunando esfuerzos con los países algodoneros de la América Latina para otene4r mejores condiciones de venta en los mercados mundiales; asegurando ingresos justos a los algodoneros, especialmente los ejidatarios y pequeños propietarios.

Buenas noticias nos proporcionó el Sr. Secretario de Hacienda en días pasados al informarnos de la decisión del gobierno federal de comprar la empresa Algodonera Comercial Mexicana. Con esta adquisición el gobierno y las instituciones nacionales de crédito respectivas dispondrán del canal apropiado para colocar el algodón mexicano de manera directa, en los mercados mundiales.

La compra de la Algodonera Comercial Mexicana merece nuestro aplauso porque viene a incorporar un eslabón fundamental en la intervención estatal en la actividad algodonera, porque permitirá eliminar a los intermediarios extranjeros que sin mayor esfuerzo y riesgo, controlaban el negocio de la fibra blanca derivando de ello jugosas utilidades en detrimento de los productores.

La importancia de la medida gubernamental puede apreciarse fácilmente por el hecho de que el algodón constituye una actividad de enorme peso en la economía nacional. Del cultivo del algodón depende más de un millón de familias para lograr su sustento, y es la actividad que da vida a importantes regiones agrícolas de nuestro país, como La Laguna, Mexicali, Sonora, Sinaloa y otras.

Por otra parte, el algodón constituye el primer renglón de las exportaciones mexicanas, generando alrededor de 160 millones de dólares anuales, o sea, 16% aproximadamente del valor total de nuestras ventas al exterior. De esta manera, se puede decir que la situación de nuestro comercio exterior está determinada en un alto grado por las ventas de algodón en los mercados mundiales.

La política gubernamental de fomento de la actividad algodonera se encontraba coja, incompleta, al no disponerse de canales apropiados para vender la fibra directamente en el exterior. Los esfuerzos realizados en materia crediticia, sostenimiento de precios de garantía (en ocasiones) y de asistencia técnica, al ser de considerable importancia por su magnitud, quedaban en buena medida anulados en sus resultados por el hecho de que se dejaba que grandes empresas extranjeras controlaran el aspecto mercantil tanto en lo que se refiere al abastecimiento de nuestra industria textil, como en lo tocante a las exportaciones de la fibra.

Es de todos conocida la forma en que las empresas algodoneras extranjeras al controlar los canales de distribución del algodón mexicano, dominaban también todo el proceso del negocio algodonero. Teniendo la llave de las ventas del algodón, se dedicaban a financiar la producción sobre la base de préstamos atados, es decir, por créditos que se otorgaban con la condición de que el agricultor comprometiera de antemano su cosecha a precios que fijaban las propias empresas refaccionadoras. Por este procedimiento se ha controlado también la semilla de algodón y su proceso de industrialización (producción de aceite comestible y de pastas para la alimentación del ganado).

El control por intermediarios extranjeros del comercio del algodón tenía otra consecuencia negativa para la economía mexicana: se atendía solamente a los mercados del mundo occidental impidiéndose la venta a países como China, y los demás que forman el sector socialista. Esta política de las empresas intermediarias, que esencialmente son norteamericanas, lesionaba los intereses mexicanos ya que se constreñía artificialmente el mercado mundial, para nuestra producción algodonera.

En estas condiciones los frutos derivados por el esfuerzo de centenares de miles de agricultores mexicanos dedicados al cultivo del algodón eran reducidos y sujetos a constantes riesgos y fluctuaciones. Por esa razón también se mantenía a la actividad algodonera en condiciones de baja productividad por los reducidos ingresos de los agricultores que no les permitía mejorar sus técnicas de cultivo en la medida requerida.

A esta explotación no escapaban ni los ejidatarios y agricultores atendidos por los bancos oficiales. Buena parte de los créditos manejados por estas instituciones eran proporcionados por las empresas algodoneras extranjeras, las que imponían las mismas condiciones de venta obligada de las cosechas. De esta manera, la producción de la clientela del Banco Ejidal y del Banco Agrícola, quedaba bajo el control de la Anderson Clayton y demás compañías extranjeras.

Debe integrarse la política algodonera.

La compra de la Algodonera Comercial Mexicana, con ser muy importante, sólo constituye un eslabón en la política de fomento de la actividad algodonera. Se hace necesario ahora proceder a integrar de manera cabal la política gubernamental en esta materia. Ya no se justificaría continuar por más tiempo en las condiciones de anarquía que hasta ahora han caracterizado a esta importante actividad económica nacional.

Para consolidar y robustecer el negocio del algodón en nuestro país y convertirlo en una sólida columna de nuestra economía y en una fuente creciente y segura de divisas, opinamos que deberían considerarse los siguientes aspectos en la política gubernamental:

1.— Integrar los distintos eslabones de la actividad: el agrícola, el industrial y el comercial. Esta integración deberá basarse en un plan nacional.

2.— Desarrollar vigorosamente la actividad industrial tanto en relación a la fibra, como a la semilla. En relación a la fibra el gobierno debería establecer fábricas productoras de telas para el consumo popular, al costo más bajo posible, para hacerlas llegar a los millones de campesinos y obreros de bajos ingresos. Si el gobierno maneja empresas como Ayotla Textil que se dedica a la producción de telas finas para el consumo de los sectores de altos ingresos, con mayor razón aún debe hacerlo para mejorar las condiciones del vestido de las clases proletarias.

También debe preocuparse el gobierno por participar en la industrialización de la semilla de algodón, estableciendo molinos de aceite y plantas elaboradoras de alimentos balanceados para ganado. Con ello contribuiría al abaratamiento de esos productos, al mejoramiento de la dieta alimenticia, y al incremento de la ganadería.

3.— Asegurar el apoyo financiero a los agricultores algodoneros, con créditos oportunos, suficientes y a tasas razonables de interés. En esta forma liberaría a los verdaderos productores de algodón de la explotación a que ahora, están sujetos y les permitiría obtener el fruto cabal de su trabajo, con lo que podrían mejorar sus niveles de vida y disponer de recursos para mejorar sus técnicas de producción.

4.— Establecer un servicio más completo y eficiente de asistencia técnica para ayudar a los agricultores a elevar sus rendimientos.

5.— Asegurar precios justos para el algodón que cubran los costos de producción y que dejen un remanente razonable a los agricultores para que tengan un estímulo suficiente para trabajar más y mejor.

6.— Seguir una política de diversificar al máximo los mercados haciendo los esfuerzos necesarios para vender a todos los países del mundo en las mejores condiciones posibles de precios y condiciones de venta. En este sentido deben romperse las trabas que ahora impiden que el algodón mexicano se venda directamente a algunos países de gran consumo, como China Popular y otros países socialistas. Si Inglaterra, Alemania Federal, Francia, Japón y el propio Estados Unidos realizan operaciones comerciales con China, no se justifica de ninguna manera que nosotros no lo hagamos y dejemos que las empresas de esos países sirvan de intermediarios para nuestros productos.

7.— Finalmente, una política de fomento de las exportaciones de algodón deberá considerar la necesidad de mancomunar esfuerzos con otros países, como los de América Latina que tienen problemas similares a los que nosotros padecemos.

Como puede verse, todos estos aspectos de una política algodonera son perfectamente realizables y reportarían grandes beneficios a los millares de agricultores que se dedican a esa actividad y al país en su conjunto. Con el control por parte del gobierno de un canal directo de ventas se dispone ya de todos los elementos indispensables para llevarla a cabo. De no hacerse así, la compra de la Algodonera Comercial Mexicana perderá su significado y pasará a ser una frustración más.♦

Ceceña, José Luis [1969], "Al comprar Algodonera Comercial, el gobierno asesta duro golpe al monopolio algodonero", México, Revista Siempre!, 831: 20-21, 28 de mayo.