Grandes empresas y organismos en posiciones clave; Exclusividad en actividades básicas; Inversiones Públicas cuantiosas. Compras enormes; Contratos de Obras fabulosas; Controles del Comercio Exterior, de Precios y de Cuotas de Producción del crédito interior y exterior; Subsidios, exenciones fiscales, protección arancelaria; Más de medio millón de burócratas y trabajadores de organismos y empresas estatales. Surgió con la Revolución Mexicana y se desarrolló con la Crisis General de 1929-32, con la Segunda Guerra Mundial y con las transformaciones de la Posguerra en lo interior y en escala mundial. | Los Pros:
Los Peligros:
¿Por qué lado de la balanza se inclina el Capitalismo de Estado Méxicano? |
El Estado mexicano ha alcanzado en las últimas tres décadas una importancia tan grande que se ha convertido en el factor de mayor relieve en el escenario de la economía del país. En efecto, la presencia del gobierno se hace sentir en todos los aspectos de la vida económica nacional a través de un sinnúmero de conductos e instrumentos, desde la acción administrativa y la aplicación de disposiciones legales a los negocios en general, hasta el manejo directo de gigantes industriales, bancarios y de otra naturaleza, pasando por una amplia gama de acciones de carácter económico como operaciones de compra, de distribución, de adjudicación de contratos de obras, de concesiones de distribución de productos, de establecimientos de controles al crédito, al comercio exterior, a la producción, a los precios, a los salarios, etc., etc.
Ante esta realidad, que parece irreversible, nada más natural que en los diversos sectores de la opinión pública se esté convirtiendo en un tema obligado de discusión, comentario y de preocupación el papel que el Estado juega en la vida toda del país. En los actuales momentos en que se está en vísperas del cambio de gobierno, el problema adquiere un relieve todavía más acentuado, como lo demuestran las frecuentes opiniones que se están expresando por los más diversos sectores de la opinión pública nacional.
El enorme poder económico del gobierno ¿seguirá aumentando? ¿Qué rumbo tomará la acción económica del gobierno? ¿Orientará sus actividades hacia el fortalecimiento de la independencia nacional o dejará el camino abierto a la dominación extranjera de nuestra economía? ¿Será un factor de protección a los intereses populares o derivará en un instrumento al servicio de la oligarquía?, ¿Intentará cumplir su misión histórica de hacer realidad los postulados de la Revolución Mexicana o jugará un papel reaccionario defensor de los intereses creados de los grupos que detentan el poder? Estas interrogantes reflejan las preocupaciones de la opinión pública nacional y representan, en verdad, los problemas vitales a que se enfrenta el país en estos momentos. Con el ánimo de contribuir aunque sea modestamente al esclarecimiento de estas cuestiones, nos ocuparemos de algunos elementos que consideramos deben ser tomados en cuenta en la discusión de problemas tan importantes.
El capitalismo de estado
En los últimos 50 años se ha operado en México un cambio sustancial en las funciones y el papel del estado en la economía. Las concepciones imperantes hasta el gobierno del general Porfirio Díaz de un Estado policía limitado a ciertas funciones de seguridad interior y exterior, y de atención a un reducido número de servicios generales, como de correo, acuñación de moneda, servicios municipales y otros de naturaleza semejante, fueron modificadas substancialmente por el movimiento revolucionario iniciado en 1910, y por una serie de cambios provocados por la gran crisis de 1929-1932, y por las dos guerras mundiales en que se ha visto envuelto el mundo en el presente siglo.
La política de estado policía del gobierno porfirista había llevado al país a una situación de exagerada dependencia económica respecto a intereses extranjeros y de una acentuada concentración de la riqueza nacional en favor de pequeños grupos monopolistas del exterior del país, en detrimento de los intereses nacionales y de las grandes masas populares. La política de no intervención directa en la economía había significado abrir la puerta de par en par a los capitalistas extranjeros y el fortalecimiento de grupos oligárquicos nacionales que detentaban la riqueza en la minería, agricultura, comercio exterior, servicios públicos, finanzas y en los demás sectores de la economía nacional.
De esta manera, el movimiento revolucionario iniciado en 1910 puede considerarse como la culminación del descontento del pueblo mexicano por las condiciones de opresión y de pobreza a que lo había llevado un régimen entregado a los intereses del gran capital, nacional y extranjero, que lejos de seguir una política positiva de intervención en favor de los intereses nacionales se limitaba a crear las condiciones propicias para que la riqueza nacional fuera explotada por los pequeños grupos oligárquicos. De aquí que el movimiento revolucionario se orientara hacia una concepción francamente intervencionista de parte del gobierno, como única salida viable a los problemas de acelerar el desarrollo para beneficio de las masas populares y de la consolidación de la independencia económica nacional.
La solución del problema de la propiedad de la tierra, exigía la destrucción de los latifundios, la organización de los campesinos para explotarla adecuadamente para su beneficio y el establecimiento de instituciones crediticias y de otro orden que les proporcionaran los medios indispensables para lograrlo; la explotación racional de los recursos naturales para beneficio del país requería el rescate de esas riquezas de manos de monopolios extranjeros; el aceleramiento del desarrollo general del país hacía indispensable transformar la estructura agropecuaria y minera de nuestra economía en una de tipo industrial de mayor productividad y crear una infraestructura moderna y amplia que le sirviera de sustentación; el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo exigía una vigorosa acción de creación de empleos bien remunerados y de establecimiento de servicios educativos, sanitarios, de seguridad social, etc. Y estas metas no podrían alcanzarse, como estaba demostrado por la experiencia del antiguo régimen, si se descansaba en la iniciativa y responsabilidad del gran capital. Sólo un Estado fuertemente intervencionista podría orientar al país por los derroteros de la superación económica nacional y de la consolidación de su independencia.
De esta manera la Revolución Mexicana constituyó un gran viraje en la concepción del papel del Estado en la vida económica. Y es así como a lo largo de medio siglo, con sus altas y sus bajas, el Estado Mexicano ha ido aumentando en amplitud y profundidad, su participación en la actividad económica hasta convertirse en el factor más importante de la economía del país. A lo largo de este proceso se ha formado y consolidado una organización económica que podemos calificar de capitalismo de estado.
Las manifestaciones más acusadas del capitalismo de estado mexicano son las siguientes:
Estado empresario. El gobierno mexicano controla un crecido número de organismos descentralizados y de empresas que forman el núcleo más importante de la economía nacional. Las de mayor importancia son 53, que tienen capitales conjuntos de cerca de 33 mil millones de pesos, lo que significa el 48% de los capitales totales de las 500 mayores empresas del país.
Entre las empresas y organismos más importantes del gobierno se encuentra Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de Electricidad, Ferrocarriles Nacionales de México, Altos Hornos de México, Banco de México, Nacional Financiera, Guanos y Fertilizantes y Banco Nacional Agropecuario. Cada una de estas empresas y organismos ocupa el primer lugar en su ramo. Las actividades de las grandes empresas estatales cubren una amplia gama: productos químicos (8 empresas): hierro y acero y productos metálicos (8 empresas); automotriz y equipo ferroviario (3 empresas); equipo eléctrico y productos eléctricos (4 empresas); crédito (18 instituciones); minería y metalurgia (6 empresas); transporte (6 empresas); papel (2 empresas); cemento (2 empresas); comercio (2 empresas), etc.
El Estado inversionista. Las inversiones que realiza anualmente el gobierno alcanzan cifras de varios millares de millones de pesos, que representan alrededor del 40% de la inversión total del país. De esta manera, las inversiones estatales juegan un papel de primera importancia en el proceso de inversión y de formación de capitales del país. La mayor proporción de estas inversiones se canalizan hacia las actividades de infraestructura: electricidad, ferrocarriles, caminos, riego, etc.
El Estado comprador. El gobierno mexicano es el principal comprador del país, incluyendo entre las principales líneas las siguientes: equipo eléctrico y petrolero; maquinaria e implementos agrícolas; vehículos; medicinas; embarcaciones; equipo industrial; insecticidas, semillas y envases; equipo de oficina; piezas de repuesto; papelería y materiales de construcción. Como comprador el Estado juega un papel de gran importancia para las mil y una empresas productoras de esas mercancías.
Contratos y concesiones. Se elevan a miles de millones los contratos y concesiones que otorga el gobierno al sector privado. Para la construcción de obras de riego, de construcción de edificios públicos, de hospitales, de escuelas, de servicios municipales, de caminos; y concesiones de distribución de gasolina, lubricantes, gas, productos de consumo popular, etc.
A estas intervenciones directas en la economía hay que agregar las que realiza el Estado a través de los impuestos, subsidios y exenciones, protección arancelaria, control de precios, del comercio exterior, de cuotas de producción, del crédito, etc.
Estos son los ingredientes principales que forman el capitalismo de estado mexicano. Ahora debemos preguntarnos ¿cumple con los postulados de la Revolución Mexicana? Incursionaremos en este tema en ocasiones futuras.♦