La crisis monetaria mundial está llevando a la desintegración de la economía internacional y a medidas defensivas y de agresión económica que pueden anular los esfuerzos de colaboración económica.
La devaluación del franco francés en agosto pasado, seguida a corto plazo por la revolución no oficial del marco germano-occidental, y por el acuerdo adoptado en la reciente reunión del Fondo Monetario Internacional sobre los “Derechos Especiales de Giro”, (DEG) no son hechos casuales e independientes entre sí, sino que son los episodios más recientes de la crisis monetaria que aqueja al mundo y que tiende a agravarse.
¿Cuáles son las causas reales de la crisis monetaria? ¿Se tratará de desajustes provocados por el proceso de crecimiento de la economía mundial o por el contrario son manifestaciones de problemas estructurales que están obstaculizando el propio desarrollo?
Las opiniones más generalizadas en los medios oficiales y los altos círculos financieros del mundo occidental destacan entre la principal causa de los trastornos monetarios la insuficiencia en las disponibilidades de oro en comparación a las necesidades de los pagos internacionales. En otras palabras, se afirma que la causa de los males no es otra que la falta de liquidez internacional. Fue precisamente sobre esta base que el fondo Monetario Internacional acordó ampliar la liquidez mediante los llamados “Derechos Especiales de Giro”, en una suma de 3,900 millones de dólares en un período de tres años. Con esta medida, según parece, el Fondo y los grandes países industrializados esperan “resolver” al menos por un período razonable de tiempo, el problema de la liquidez internacional y el de los desajustes monetarios mundiales.
No nos parece muy convincente que las causas de la crisis monetaria se limiten a la falta de liquidez internacional y que el problema se pueda superar con ampliar los medios de pago, mucho menos si dicha ampliación se realiza de manera artificial como lo ha hecho el Fondo Monetario con la creación de los DEG. La falta de liquidez es más bien una de las manifestaciones de los desajustes, un resultado de factores más profundos que están desquiciando la economía mundial. Dichos factores son de tipo estructural y tienen un carácter no sólo monetario, sino de una mayor complejidad económica y política, que están presentes como parte inherente en la dinámica misma del funcionamiento del sistema capitalista contemporáneo. Veamos algunos aspectos esenciales del problema, en especial los relativos al oro, a las necesidades de medios de pago para las transacciones internacionales, a la posición y política adoptada por las grandes potencias en materia económica (y política) y al papel que desempeña el Fondo Monetario Internacional en este contexto.
El problema del oro. Como se sabe desde la lejana antigüedad el oro ha sido considerado como el medio de pago por excelencia, honor compartido con la plata en algunas épocas, pero ejercido en exclusividad desde finales del siglo pasado hasta nuestros días. Las funciones de dinero básico las adquirió el oro por el hecho de ser una mercancía como las demás producto del trabajo, y aventajar a las demás en ciertos atributos como los de homogeneidad, divisibilidad económica, maleabilidad y belleza, entre otros. Como se sabe muchas otras mercancías han ejercido la función de dinero básico a través de la Historia, como por ejemplo el ganado en algunas épocas del mundo antiguo, el cacao, entre los aztecas, el tabaco, el estaño, el cobre, las conchas, etc. Y esta función la desempeñaron primordialmente por ser productos del trabajo, mercancías de aceptación generalizada.
De esta manera el oro no contiene ningún elemento mágico, sobrenatural que lo haya convertido en el dinero por excelencia, sino simplemente es una mercancía con algunos atributos que se adaptan mejor a las funciones dinerarias. Esto quiere decir que el oro antes de convertirse en dinero básico, fue mercancía como cualquier otra, y por lo tanto, y esto tiene una importancia fundamental no ha dejado de ser mercancía por el hecho de ser dinero básico. Así el oro tiene valor no por ser dinero, sino por el contrario, es dinero porque tiene valor, porque es producto del trabajo, porque es una mercancía.
La precisión de estos conceptos es fundamental para entender cabalmente no sólo los problemas del oro y sus funciones sino los más complejos problemas monetarios. Sobre esta base, planteémonos la interrogante de la insuficiencia del oro y de los medios de pago internacional.
En la época de la posguerra las disponibilidades de oro para fines directos de reserva monetaria aumentaron a un ritmo aproximado del 1.5%, en tanto que las necesidades de los pagos internacionales crecieron en un tasa de 6% anual. Esto revela un desajuste importante entre los medios de pago y las necesidades de saldar cuentas en escala internacional. Pero ¿por qué quedó rezagada la producción y disponibilidades de oro? ¿las minas auríferas se han agotado y no se dispone de nuevos recursos minerales para aumentar la producción de metal amarillo? La respuesta se encuentra en otro lado.
Por una parte, el precio del oro mercancía ha estado sujeto por la determinación de los grandes países, especialmente los Estados unidos a una equivalencia de 35 dólares la onza. Este precio se fijó hace más de 30 años y no ha sido modificado oficialmente a pesar de que el nivel general de los precios ha aumentado considerablemente en ese lapso. Esto significa que artificialmente se ha mantenido a una mercancía, el oro, a un mismo precio, en tanto que todas las demás han ido aumentando de manera ininterrumpida. Esta fijación del precio del oro por los Estados Unidos, que ha sido mantenida a través de instrumentos muy variados, entre ellos, por medio de las operaciones del Fondo Monetario Internacional, ha provocado serios desajustes. La producción de oro se ha desalentado porque los costos de producción se han elevado con la elevación de los precios de los factores de la producción, que se enfrenta a precios fijos del oro monetario que ha impedido el aumento del precio del oro mercancía. Aquí reside la causa más importante del lento crecimiento de la disponibilidad del oro que no ha corrido parejo con el aumento de las necesidades de medios de pago.
Por otra parte, el mantener artificialmente bajo el precio del oro ha beneficiado a los Estados Unidos (y a otros países industrializados) porque le ha permitido seguir una política de expansión mundial debido a que su moneda, el dólar, artificialmente tiene un poder de compra superior que el que le corresponde en la realidad. Para ver esto con claridad baste considerar que mientras que el precio de oro en dólares se ha mantenido en 35 dólares la onza, la capacidad de compra real del dólar ha descendido en más del 50% de lo que era a principios de la década de los años treinta, por el aumento de los precios en general. En estos términos de oro el dólar tiene en la actualidad aproximadamente la mitad de capacidad de compra de lo que era al fijarse la equivalencia de 35 dólares la onza. Esto quiere decir que de acuerdo con la realidad de hoy el precio del oro debería ser de aproximadamente 70 dólares la onza, o lo que es lo mismo, que el dólar debería devaluarse en esa proporción para corresponder a las condiciones reales de los mercados.
Encontramos aquí otro factor poderoso causante de los desajustes monetarios y económicos en general a que se está enfrentado el mundo occidental: el mantenimiento del precio del Oro en un nivel muy bajo, de 35 dólares la onza, porque así conviene a los intereses de los Estados Unidos.
Los Derechos Especiales de Giro. Para dar “solución” a la crisis monetaria el Fondo Monetario Internacional ha acordado en su reciente Asamblea General ampliar los medios de pago internacional mediante otro artificio: crear 9,500 millones de dólares en la forma del otorgamiento de derechos especiales de giro a los países-miembro, para ser ejercidos en un período de tres años. Esto significa que a los 74,000 millones de dólares de medios de pago actuales (oro, dólares y libras esterlinas de reserva monetaria) se agregarán cerca de 10 mil millones más.
Aunque a los DEG se les está dando el nombre de “papel oro”, en la realidad no serán otra cosa que asientos contables que llevará el Fondo Monetario Internacional ya que no adoptarán la forma de billetes emitidos por esa institución, ni acuñaciones de moneda oro. Podrían considerarse como créditos que otorgará el Fondo a sus miembros, en proporciones ligadas a las cuotas de éstos en dicho Fondo, muy similares a los créditos que los bancos comerciales otorgan a sus clientes para que puedan aumentar sus recursos líquidos. Es algo así como un acto de magia.
El significado de los DEG no es otro que los Estados Unidos con su enorme poder económico, han logrado que el Fondo Monetario Internacional se ponga al servicio de los intereses norteamericanos de expansión mundial. Primero, porque con esa medida se ha evitado (al menos por ahora) que se eleve el precio del oro, es decir, que se devalúe el dólar, y segundo, porque en los DEG los Estados Unidos obtendrán la mayor parte por ser los principales “socios” de esa sociedad anónima que es el Fondo Monetario Internacional (el poder de voto en el FMI corresponde a la magnitud de la cuota de cada miembro).
Como puede verse, las “soluciones” que los grandes países capitalistas encuentran para la crisis monetaria y económica mundial se limitan a “paliativos” que aunque no resuelven los problemas fundamentales, encajan admirablemente bien en sus propios intereses. Esto quiere decir que la crisis continuará, porque se mantienen las mismas estructuras de poder económico internacional, porque se mantiene la rivalidad y la lucha entre los grandes, y porque las “soluciones” que se adoptan no solamente dejan completamente al margen los grandes problemas del “Tercer Mundo”, sino que tienden a agravarlos. En estas condiciones podemos esperar que los esfuerzos de integración económica y de colaboración internacional se vean obstaculizados, si no es que anulados por completo, y que en el futuro próximo tenga lugar un proceso de desintegración económica en el mundo occidental.♦