La ola de nacionalismo económico se está extendiendo en la América Latina. A las nacionalizaciones petroleras y de fincas azucareras realizadas por el gobierno del Perú, y la chilenización de importantes recursos cupríferos, se vino a agregar en los últimos días, y no sin gran sorpresa por el tipo de gobierno que las llevó a cabo, la incorporación de las propiedades petroleras de la Gulf Oil Corp. en la República de Bolivia.
País esencialmente minero y agrícola, necesita vitalmente utilizar esos recursos como base del desarrollo nacional, lo que solo puede lograr incorporando al patrimonio nacional los recursos naturales. | El nacionalismo y esfuerzo propio parecen estar extendiéndose en la América Latina como la vía del desarrollo, superándose los falsos caminos de la alianza para el progreso y de formación de compañías "mixtas". |
¿Qué está sucediendo en la América Latina que impulsa a los gobiernos, hasta los de franco corte militar-golpista a tomar medidas nacionalistas que afectan los intereses de monopolios norteamericanos, con los que, al menos hasta fechas recientes, han tenido ligas tan estrechas, como es el caso del encabezado por el general Ovando de Bolivia? La respuesta no es otra que los problemas económicos de los países latinoamericanos, se han agudizado en extremo y ya no les está quedando otra salida que la adopción de medidas enérgicas para rescatar las riquezas, detentadas en gran proporción por capitalistas extranjeros y que es la causa principal de las condiciones de atraso en que se encuentran.
El dominio extranjero de las economías latinoamericanas, en efecto, no solamente mantiene al pueblo en general en condiciones aflictivas sino que también obstruye el ascenso de los propios sectores capitalistas nacionales al cerrarles el paso en las actividades económicas más importantes y, en el mejor de los casos, convertirlos en socios menores y en empleados a sueldo de las grandes corporaciones internacionales. El caso del Perú y de Chile se repite con caracteres aún más dramáticos en el caso de Bolivia. Vemos en sus rasgos esenciales la situación económica de este país.
Bolivia, el pueblo más pobre del continente, después de Haití.
El tremendo atraso económico de Bolivia queda evidenciado por el bajísimo nivel de la producción por habitante, y por el lento ritmo de su crecimiento. De acuerdo con cifras oficiales el producto por habitante alcanza actualmente apenas 203 dólares anuales, que es el más bajo de la América Latina, con la única excepción de Haití que solamente alcanza la cifra de 85 dólares por año. Si comparamos el nivel del producto boliviano con el de los países latinoamericanos más adelantados encontramos que es menor en más de cuatro veces el de Argentina y en más de tres veces el de México y Chile.
Por otra parte, el ritmo de crecimiento económico de Bolivia es casi nulo, pues en los últimos 17 años el producto por habitante apenas ha aumentado en un 0.1%; esto quiere decir que en las últimas dos décadas la economía boliviana ha estado prácticamente estancada. En este sentido Bolivia ha sido el de menor desarrollo en el continente, con las únicas excepciones de Haití y de Uruguay que han sufrido disminuciones en su producto por habitante.
Otro indicador del atraso económico de Bolivia es su bajo nivel de industrialización. El sector industrial apenas representa el 10.8% de la producción nacional, frente a 35% que representa en la Argentina y el 27% en México. Las actividades más importantes de la economía boliviana son la agricultura, que aporta el 22% de la producción nacional, y la minería, que contribuye con el 16%. Esto quiere decir que Bolivia tiene una economía esencialmente agrícola y minera y que se encuentra a una gran distancia de transformarse en un país industrializado.
Los bajos ingresos del pueblo boliviano lo sitúan entre los de peores condiciones de vida no sólo del continente, sino del mundo. En el ramo de la alimentación el pueblo boliviano es el peor alimentado del continente: solamente consume alrededor de 1,800 calorías diarias, lo que indica un déficit diario del 27%, ya que el consumo mínimo recomendado es de 2,500 calorías. Las condiciones de subalimentación de la mayoría del pueblo son sencillamente pavorosas pues si el consumo promedio nacional es de un 27% ¿de qué magnitud será el consumo real de las masas campesinas y obreras?
La situación desesperada del pueblo boliviano se torna todavía más angustiosa por los constantes aumentos que registra el costo de la vida. En los últimos 20 años el aumento de los precios ha sido de proporciones tan grandes, que en ciertos años ha alcanzado cifras inconcebibles, hasta del 180% de aumento anual. Y como se puede imaginar, el peso de la inflación ha recaído fundamentalmente sobre las masas populares.
Economía desequilibrada y fuertemente dependiente.
El comercio exterior tiene una desproporcionada importancia en la economía boliviana, lo que la hace muy vulnerable a las fluctuaciones de los mercados mundiales. Por una parte, las exportaciones están muy poco diversificadas, dependiendo en alto grado de unos cuantos productos, especialmente del estaño, que por sí solo representa actualmente alrededor del 60% de las exportaciones totales del país. Al estaño se agregan otros productos minerales como el tungsteno, la plata, el plomo, zinc, antimonio y el petróleo que hacen que las exportaciones de productos mineros se eleven a más del 80% de las ventas totales del país al exterior.
Por el lado de las importaciones la situación es también desfavorable, porque Bolivia depende fuertemente de los suministros exteriores sobre todo de productos elaborados. Esta situación lejos de irse corrigiendo, tiende a agravarse a través del tiempo. Así en 1967 las importaciones representaron el 21% de la disponibilidad total de mercancías en el país, frente al 16% en 1960 y al 12% en 1950. esta tendencia es contraria a la que se observa en el conjunto de la América Latina en donde ha ido disminuyendo gradualmente la dependencia respecto a los suministros exteriores: del 12% que era en 1950 ha bajado al 9.9% en 1967.
Las características de comercio exterior boliviano han tenido serias repercusiones en su economía. Al vender unos cuantos productos primarios a precios fluctuantes y que tienden a descender, y comprar cada vez mayores proporciones de productos elaborados, cuyos precios tienden subir, la relación de intercambio le ha sido desfavorable con lo que se han agudizado sus problemas económicos generales y se ha provocado un creciente desequilibrio en su Balanza de Pagos. Estos desequilibrios han llevado a Bolivia, a un proceso de endeudamiento con el exterior, que aumenta cada vez más, y a un proceso de enajenación creciente de su riqueza que ha ido pasando a manos de empresas internacionales, principalmente norteamericanas.
El nacionalismo, la única salida.
Dentro del marco en que se encuentra la economía boliviana, puede verse con claridad que la única salida que tiene el país para salir del estancamiento y acelerar su desarrollo para beneficio del pueblo, es el de tomar control de las ramas más importantes de su riqueza y darles una orientación esencialmente nacionalista y popular. Este es el sentido que tiene la reciente incorporación al patrimonio nacional de los bienes y derechos de la Gulf Oil Corp., en Bolivia, que según las informaciones periodísticas ascendían a la elevada suma de 140 millones de dólares.
La explotación petrolera de Bolivia, aunque todavía no alcanza los altos niveles de otros países, como Venezuela, por ejemplo, ha ido aumentando de manera constante y acelerada en los últimos años. En 1967 se produjeron 1.8 millones de toneladas métricas y en 1968 se espera una cifra superior a los 2 millones de toneladas. En términos de valor, la producción petrolera boliviana ha permitido ventas al exterior de 24 millones de dólares en 1968, cifra que se compara muy favorablemente a la de 1965 en que apenas se exportaron 700,000 dólares. Para Bolivia, por lo tanto, la producción petrolera representa uno de los renglones más promisorios de su economía y de su comercio exterior. En este sentido cabe mencionar que recientemente se firmó un contrato con la empresa estatal argentina “Gas del Estado”, consistente en la venta de gas natural boliviano por valor de 300 millones de dólares, que será suministrado a través del gaseoducto que se está construyendo y que tendrá un costo de 40 millones de dólares.
La importancia de la nacionalización de los bienes de la Gulf Oil puede apreciarse por el hecho de que esta empresa controlaba cerca del 80% de la producción petrolera del país. Al ser incorporados sus bienes al patrimonio nacional, el gobierno controlará la casi totalidad de la explotación de hidrocarburos. Cabe indicar que hasta antes de la expropiación de la Gulf el gobierno boliviano controlaba el 19% de la producción a través de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), empresa que se formó a raíz de la expropiación de los bienes de otra empresa norteamericana, la Standard Oil de N. J., que se llevó a cabo en el año de 1937.
Dueña de su petróleo, y de las minas de estaño más importantes, así como de los ferrocarriles y de otras actividades, el gobierno de Bolivia estará en posibilidades de encauzar el desarrollo del país por el camino de la independencia nacional y del beneficio del pueblo. ¿Lo hará el gobierno militar del general Ovando? Tendrá que hacerlo, porque si no lo hace, el pueblo se dará el gobierno que esté dispuesto y sea capaz de sacar al país del estancamiento y estado de atraso en que se encuentra y de luchar por consolidar su independencia económica.♦