Mientras se fortalece el gobierno empresario, los gastos militares reducen.
El presupuesto de 1970 adolece de los mismos vicios que los anteriores: subestima el gasto total, exagera las cifras de algunos renglones como el de educación, y oculta los fuertes gastos en otros como la utilización de financiamientos, pago de deuda, intereses y subsidios.
La importancia que ha adquirido el Sector Público en la economía nacional convierte al Presupuesto de Ingresos y Egresos del Gobierno Federal en un documento sin paralelo en la vida del país, ya que constituye el programa de las actividades que se propone realizar durante el año. En una u otra forma lo que realice el Gobierno o lo que no realice, atañe a todos los sectores del país, por lo que reviste una particular importancia analizar cuidadosamente y con espíritu crítico, tanto la magnitud del gasto público y de los ingresos, como la composición de los mismos, para poder apreciar el impacto que el programa gubernamental tendrá en el desarrollo general del país, así como en la orientación de dicho desarrollo. Por tal razón, consideramos insoslayable ocuparnos del Presupuesto de 1970 que acaba de presentar el Gobierno Federal ante la Cámara de Diputados para su discusión y aprobación.
100 millones de gasto probable para 1970
El presupuesto de Egresos para 1970 contempla un gasto total de 72,229 millones de pesos, de los cuales corresponden al Gasto Directo del Gobierno Federal 28,134 millones y a los Organismos Descentralizados y Empresas de Propiedad del Gobierno Federal, 44,095 millones. El análisis crítico de estas cifras globales nos revela que adolecen de una considerable subestimación, ya que de acuerdo con la Cuenta Pública, que contiene los gastos efectivamente realizados, ya en el año de 1968 se realizaron egresos por valor de 83,422 millones de pesos, es decir, una cantidad que excede a la “presupuestada” para 1970, en 11,193 millones de pesos. Considerando la tendencia creciente de los gastos gubernamentales, podemos estimar que en 1969 las erogaciones totales ascenderán a no menos de 90 mil millones de pesos y para 1970 a unos 100 mil millones de pesos.
De acuerdo con estos datos nos parece que los gastos probables del Sector Público para 1970 ascenderán a una cifra aproximada a los 100 mil millones de pesos, y no a los 72,229 que consigna el Presupuesto.
Continuará el desequilibrio presupuestal
Es un hecho que el presupuesto del Gobierno Federal se encuentra desequilibrado desde hace años, es decir, que los ingresos propios no alcanzan a cubrir los gastos. Si tomamos las cifras de la Cuenta Pública correspondientes al año de 1968 encontramos que se tuvo que utilizar financiamiento interno y externo por valor de 17,598 millones de pesos, correspondiendo 10,929 millones al Gobierno Federal y 6,670 al sector paraestatal, y que en ese mismo año la deuda del Gobierno Federal tuvo un aumento neto de 7,310 millones de pesos.
No hay razones para considerar que esta situación se ha modificado, sino más bien para pensar que continúa y aún se ha acentuado. Por esa razón, a pesar de que el Presupuesto para 1970 consigna un financiamiento de 600 millones para el Gobierno Federal es muy probable que dicho financiamiento vaya a alcanzar una cifra de alrededor de 13,000 millones de pesos, ya que en 1968 alcanzó la suma de 10,929 millones.
De acuerdo con estos datos podemos considerar que el Presupuesto seguirá desequilibrado, que aumentará la deuda pública y consiguientemente los gastos por concepto de amortización e intereses, que absorberá una proporción mayor de los gastos realizados por el Gobierno.
Los comentarios críticos anteriores no deben interpretarse en el sentido de que el Gobierno no debe incurrir en deudas, ya que en primer lugar en el mundo moderno las deudas son un elemento omnipresente tanto en los gobiernos como en el sector privado, y en segundo lugar, es indispensable que el Gobierno atienda de manera creciente las necesidades del país tanto las de crecimiento sostenido y alto, como las de tipo social. La razón de nuestros comentarios consiste más bien en que el Gobierno debería hacer esfuerzos mayores por aumentar sus ingresos propios tanto por la vía de un mejor sistema tributario, más justo y mejor administrado, y por el camino de lograr mayor eficiencia en la administración pública, como en los organismos y empresas estatales. El no hacerlo empujará a un endeudamiento creciente y a gastos mayores para el pago de la deuda, lo que implicará una carga mayor para el pueblo y el sacrificio de la limitación de la actividad del Gobierno en el sector productivo y en la atención de servicios sociales en general.
Orientación del gasto público
Los gastos presupuestados para 1970 tienen una orientación semejante a la de los años anteriores: los principales destinos son el crecimiento económico, el pago de la deuda y la atención de la educación pública y los servicios sociales generales.
El crecimiento económico recibe el énfasis principal, destinándose a su consecución una parte substancial de las erogaciones de los organismos y empresas estatales y una parte considerable de los gastos directos del Gobierno Federal. Petróleos, Comunicaciones y Transportes, Electricidad y Obras de Riego constituyen los renglones de mayor cuantía en las erogaciones totales del Sector Público.
La valoración crítica del destino de las inversiones gubernamentales nos lleva a señalar la preponderancia de las actividades de infraestructura que ha sido la característica de la acción inversora del sector Público y que continuará en el año de 1970. Tal orientación nos parece que debe ser revisada muy cuidadosamente a fin de que no absorba sumas desproporcionadamente grandes especialmente de créditos exteriores, que están gravitando fuertemente en las finanzas del Estado y en las cuentas internacionales del país, en detrimento de otras inversiones directamente productivas y autoliquidables, tanto en la recuperación de su monto, como en su capacidad de generación de divisas o de ahorro de las mismas. Tal revisión debería considerar muy especialmente la política que hasta ahora se ha seguido para hacer recaer todo el peso de las inversiones en la infraestructura sobre el Sector Público, por los bajos precios y tarifas que se aplican al Sector Privado por el uso de los servicios y productos de este tipo. Como por ejemplo, los de transporte, electricidad, y combustibles.
La Educación Pública y los Servicios Sociales en general reciben también una atención destacada en el Presupuesto de 1970. Los presupuestos de educación, salubridad, y seguros sociales han sido aumentados en proporción considerable en 1970, respecto al año anterior. Esto no obstante, las sumas destinadas para estos propósitos son todavía modestas en relación a las enormes y crecientes necesidades nacionales, aparte de que, como lo hemos señalado de manera reiterada, generalmente no se ejercen totalmente las partidas asignadas a esos fines. El caso sobresaliente ha sido el de la Educación Pública en la que dejan de gastarse sumas que se elevan a más de 600 millones de pesos de los autorizados por la Cámara de Diputados. En este renglón debemos señalar, además, que los gastos destinados a la investigación científica y tecnológica se destinan cantidades irrisorias no obstante la necesidad vital de fomentar el desarrollo de esas actividades, que juegan un papel decisivo en el desarrollo económico del país. ¿No podrían destinarse unos 1, 000 millones de pesos a la ciencia y tecnología, que sería mucho menos que se da de subsidio a los ferrocarriles, a la Comisión Federal de Electricidad, a la Conasupo, y a los que se destinan al embellecimiento y modernización de la Ciudad de México?
El empirismo y la falta de plan económico nacional
Una de las mayores deficiencias que presentan los presupuestos del Gobierno Federal es el de ser una pieza suelta, sin integración a un Plan Económico Nacional. Todavía estamos procediendo empíricamente, a retazos, con parches, en asuntos tan vitales como lo es el gasto del Sector Público, a pesar de la enorme importancia que las actividades gubernamentales han alcanzado en nuestro país, y a pesar de la madurez a que ha llegado la Nación en la actualidad. El Presupuesto, presentado en la forma de una pieza suelta deja en el aire una serie de cuestiones de gran importancia. ¿Qué impacto real tendrá en el desarrollo del país? ¿Qué repercusiones tendrá en la Balanza de Pagos? ¿Cómo va ha modificar la posición del Sector Público en el conjunto de la economía nacional? ¿En qué forma y grado va a contribuir a acelerar los cambios de estructura que se hacen necesarios para alcanzar las metas nacionales de elevar la producción y la productividad, mejorar substancialmente los niveles de vida de las mayorías, fortalecer la independencia económica nacional y vigorizar las bases populares de la Revolución Mexicana?
Es necesario y urgente que el Presupuesto del Gobierno Federal, que es un Programa de Acción expresado en pesos y centavos, forme parte integral de un Plan de Desarrollo Nacional que fije las metas nacionales a alcanzar, los medios para lograrlas, y que estime los resultados y las repercusiones de la ejecución del Plan en el conjunto de la economía nacional. ¿Tendremos un Plan de esta naturaleza en el próximo sexenio? El futuro del país lo reclama con urgencia.♦