Factores externos harán difícil la situación económica de México. La dependencia económica y tecnológica se agrava. Se ha llegado ya a un punto en que se hace inaplazable reorientar la política económica para quitarle la envoltura de oropel con que se le expone en los escaparates de la opinión pública y darle un verdadero sentido revolucionario. El mantenimiento del status quo sólo beneficia a los grupos oligárquicos nacionales y extranjeros, aumenta la dependencia respecto al exterior y significa la liquidación de las aspiraciones más elevadas de la Revolución Mexicana. La recesión económica se acentuará en Estados Unidos y la Europa industrial entrará en una etapa de dificultades; aumenta el desequilibrio de nuestro comercio exterior y se agudizan las dificultades en la agricultura y en la industria. |
Una variedad de factores conjugan su acción para hacer de 1970 un año de especial importancia en la vida de nuestro país. Por una parte, la coyuntura económica internacional se torna cada vez más difícil, y por otra, algunos problemas internos están llegando a un punto crítico que de no ser atendidos de manera adecuada y urgente pueden causar serios perjuicios al desarrollo económico nacional.
En la antesala de la crisis mundial. Los datos económicos más importantes de los principales países industrializados del “mundo occidental” muestran cada vez con mayor claridad que sus economías han ido perdiendo dinamismo al grado de que en algunos de ellos se ha entrado en una etapa de recesión económica que amenaza con convertirse en verdadera crisis que puede extenderse al resto del mundo. Los Estados Unidos son, quizás, el país en que existen mayores evidencias de esta tendencia desfavorable en los negocios en general. Veamos algunos de los datos más reveladores de la tendencia de la actividad económica en ese país.
La producción industrial muestra una definitiva tendencia descendente en los últimos seis meses, especialmente en industrias tan importantes como la de automóviles, equipo eléctrico, y aviación. La tendencia descendente parece agudizarse por el hecho de que los pedidos a la industria se han ido reduciendo considerablemente. En diciembre último los pedidos de productos industriales de tipo durable sufrieron una reducción substancial, de 1,500 millones de dólares, la más fuerte desde septiembre de 1956; las órdenes de defensa se han reducido en un 9.2% en los últimos seis meses. Otro factor que amenaza con reducir la producción industrial es la elevación de los costos y salarios, factores que han acentuado el proceso inflacionario general. La industria está trabajando al 75% de su capacidad.
El costo de la vida se ha ido elevando a un ritmo desusado en los Estados Unidos, ya que está superado el 7% anual, uno de los más altos de los países industrializados. El aumento mayor se ha registrado en los productos alimenticios, en los servicios de transporte aéreo y urbano, en las tarifas de seguros y en los servicios médicos.
El desempleo ha ido creciendo y amenaza con generalizarse un proceso de despidos en las industrias más importantes, así como en el sector de la industria militar y de los contingentes del ejército. Ha habido importantes despidos en la industria de automóviles, en la eléctrica, en la espacial y otras.
La actividad del mercado de valores y los índices de cotizaciones han bajado un 24% en los últimos 14 meses, y se temen bajas mayores en el futuro inmediato, por la pérdida de confianza de los inversionistas que ven con alarma la reducción de las utilidades de muchas de las empresas más grandes. Los últimos datos correspondientes al cuarto trimestre de 1969 muestran una reducción considerable en las utilidades de empresas tan poderosas como la General Motors, Standard Oil de Nueva Jersey, Du Pont, Gulf Oil, Monsanto y muchas otras.
Ante estos hechos se está generalizando la convicción de que los Estados Unidos se encaminan a una crisis que puede extenderse a toda su economía y también a todo el mundo. Hasta los más optimistas aceptan la existencia de una “recesión”, es decir, de un retroceso en la actividad económica, aunque consideran que será benigna y de corta duración. La opinión generalizada es, sin embargo, que cuando menos en 1970 los negocios en general se encontrarán en dificultades.
Los países europeos también están experimentando dificultades crecientes en sus economías. Hasta la Alemania Federal está registrando algunos problemas que por lo pronto ya han reducido el ritmo de su desarrollo; parece ser que el “milagro alemán” está llegando a su fin, o al menos se enfrenta a serios obstáculos.
Ahora bien, dada la importancia mundial que tienen los Estados Unidos y los países más desarrollados de la Europa Occidental es fácil comprender el impacto que para los demás países, especialmente para los más dependientes, tendrá la coyuntura desfavorable en que se encuentran sus economías. La reducción de la actividad económica en esos grandes países significará una menor demanda de materias primas y alimentos procedentes del exterior, el debilitamiento de los precios y por ende, la reducción de la capacidad de compra de nuestros países. Esto vendrá a agudizar los ya grandes problemas que afrontan.
El panorama que se nos presenta en el futuro inmediato, de acuerdo con estas realidades, es poco alentador. A los problemas que ahora nos aquejan se agregará el de una coyuntura económica mundial desfavorable. Esto vendrá a aumentar las dificultades que se nos plantean actualmente y hará necesario que adoptemos medidas de protección para atenuar los efectos de los factores desfavorables del exterior y para dar mayor solidez interna a nuestro desarrollo.
La Revolución Mexicana en crisis. En el frente interno el problema mayor que tiene planteado el pueblo mexicano es el de la evidente crisis en que se encuentra la Revolución Mexicana. A más de medio siglo del inicio de la lucha de los sectores populares contra el dominio de una oligarquía extranjerizante y contra el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz que le servía de apoyo, los principales problemas del país siguen vigentes: bajo nivel de ingresos de las masas populares, falta de oportunidades de trabajo para las campesinas y obreras, dependencia económica y tecnológica, dominio de grupos oligárquicos que detentan la riqueza y que tienen bajo su control los bancos, los seguros, la industria y el comercio, y que se conducen con la misma arrogancia y ostentación que la oligarquía porfiriana.
Para cualquier ciudadano común y corriente, y especialmente para los sectores revolucionarios que tienen la firme convicción de que las metas de la Revolución Mexicana fueron (y siguen siendo) destruir el poder de los grupos oligárquicos extranjeros y nacionales para construir una sociedad dinámica, democrática e independiente, debe ser evidente que tales metas no se han logrado y que toda proporción guardada, nos encontramos en 1970 en una situación muy semejante a la de 1910. En pocas palabras, que la Revolución Mexicana está en crisis.
Imperativo nacional, volver al camino revolucionario. El viraje que desde la Segunda Guerra Mundial se produjo en la orientación de la vida económica y política del país, por un proceso acumulativo nos ha llevado ya a un punto crítico que amenaza seriamente con anular por mucho tiempo los esfuerzos del pueblo mexicano por alcanzar las elevadas metas de desarrollo independiente con justicia social. Por una parte, si bien se ha logrado un crecimiento importante, en buena medida se trata de un desarrollo con una envoltura de oropel, y por la otra, la justicia social no ha sido una realidad, ya que el pueblo vive en malas condiciones, con una gran inseguridad económica, en tanto que ha surgido una nueva oligarquía que se enriquece sin límites y que aumenta día a día su poder político.
En estas condiciones para los sectores populares y para los sectores verdaderamente revolucionarios se plantea como imperativo la necesidad de luchar por la vuelta al camino de la Revolución Mexicana, ahora que todavía es tiempo.
El cambio de gobierno que está en marcha en este año debe ser una oportunidad para que todas las fuerzas populares presionen para que se vuelva a los cauces de la Revolución, continuando y superando a los niveles que corresponden a nuestra época, la orientación que le dio el general Lázaro Cárdenas. En esa lucha los objetivos esenciales deberían ser los de consolidar la independencia económica nacional, poner la riqueza al servicio del bienestar del pueblo y destruir el poder de la oligarquía. No queda otra alternativa. Si no se logran estos objetivos la riqueza se seguirá acumulando en el pequeño grupo que ahora la detenta y la Revolución Mexicana, que ahora se encuentra en crisis, será totalmente aniquilada, y con ello, las aspiraciones populares de una vida mejor y de hacer de México un país dinámico e independiente quedarán postergadas por no sabemos cuánto tiempo.♦