En su informe Anual presentado en su reciente Asamblea General Ordinaria, el Banco de México nos proporciona una visión panorámica de la economía del país en el año de 1969. Los aspectos sobresalientes de su análisis muestran un crecimiento considerable de la producción total, aunque con menor dinamismo que en 1968, la continuación de desequilibrio externo y cierto incremento de los precios en general.
Las cifras correspondientes al valor de la producción total (Producto Interno Bruto) registran una tasa de crecimiento del 6.4% en 1969, lo que revela cierta disminución del dinamismo de la economía respecto a 1968, en que la tasa de crecimiento fue de 7.1%.
Todas las actividades económicas aumentaron su valor total en 1969, con la única excepción de la Pesca que sufrió una contracción estimada en un 8.1% respecto en 1968, originada por la reducción en el valor de la captura de camarón que constituye el renglón de mayor importancia en la actividad pesquera. El dinamismo con que se desenvolvieron las distintas actividades, sin embargo, fue menor que en 1968 en casi todas las ramas, con sólo dos casos de excepción: la minería y la electricidad.
La agricultura fue actividad que registró menor dinamismo en su crecimiento, ya que sólo logró aumentar en un 1.1% respecto a 1968, esta cifra representa menos de la mitad de la correspondiente a 1968 en que el ritmo de aumento fue de 2.4%. La razón principal del lento crecimiento consistió en las desfavorables condiciones climáticas durante el año pasado que ocasionó pérdidas considerables en algunas cosechas. En relación al comportamiento de la actividad agrícola debemos señalar que además de los factores circunstanciales del clima están presentes otros de tipo estructural que de manera constante están obstaculizando el crecimiento de la producción como lo revela el hecho de que en los últimos 5 años la tasa de crecimiento ha sido muy inferior al ritmo de aumento de la población, con la única excepción de 1965 en que alcanzó la tasa de 5.4%. Este es uno de los problemas más serios del desarrollo económico nacional.
La producción de petróleo y coque fue otro de los renglones que perdieron dinamismo en 1969, mientras que en 1968 el ritmo de crecimiento fue del 7.1%, en el año pasado bajó al 4.5%. La petroquímica también redujo su ritmo de aumento al bajar del 33.6% que alcanzó en 1968 al 21.3% en 1969. A pesar de esta caída debe observarse que el ritmo de crecimiento de la petroquímica es bastante alto.
El sector gubernamental también registró descensos en su ritmo de crecimiento, pues del 9.6% con que se desenvolvió en 1968 descendió al 6.4% en 1969. Esta reducción en el dinamismo del sector del gobierno nos parece inconveniente porque los intereses nacionales demandan una participación de mayor nivel en la economía del país.
Las únicas actividades que aumentaron su dinamismo en 1969 como indicamos anteriormente, fueron la Minería y la Electricidad. La primera registró un aumento del 6.5%, frente al 5.7% en 1968, y la segunda, mejoró de 11% alcanzado en 1968 al 11.8% durante el año pasado.
Persiste el fuerte desequilibrio externo
No obstante que el Informe del Banco de México afirma que el país se desarrolló en un marco de estabilidad interna y externa y que se mantuvo la estabilidad del Peso, porque la Reserva aumentó en 48 millones de dólares y el tipo de cambio se mantuvo a 12.50 por un dólar, por una parte, y porque los precios si bien aumentaron el incremento no fue elevado, la cifras que proporciona el propio Informe revelan, por el contrario, que persiste el fuerte desajuste de la Balanza de Pagos y la amenaza sobre la estabilidad de nuestra moneda. Veamos algunas cifras que confirman nuestra apreciación.
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El Comercio Exterior arrojó un déficit de 700 millones de dólares, ya que importaciones tuvieron valor de 2,078 millones y las exportaciones 1,378 millones de dólares. Cierto que el déficit en 1968 fue de 779 millones de dólares, es decir, 79 millones superior al del año pasado, pero esa mejoría es de escasa cuantía si consideramos el nivel total del déficit que, como indicamos es de 700 millones de dólares o sea, una cantidad casi igual a la Reserva Bruta del país.
El cuantioso déficit comercial fue cubierto gracias a los saldos positivos de los movimientos de capitales a largo plazo y en una proporción menor por el superávit de las transacciones de servicios (turismo, transacciones fronterizas, y otros) y por la producción de oro y plata. El renglón que contribuyó en mayor cuantía a contrarrestar déficit comercial y que hizo posible el pago de amortizaciones e intereses de la deuda exterior fueron los nuevos créditos foráneos y venta de valores al exterior que alcanzaron una cifra superior a los 900 millones de dólares, según se deduce de las cifras contenidas en el Informe (el Banco de México no proporcionó la cifra concreta sobre este renglón, pero sí la del ingreso neto por concepto de créditos a largo plazo y venta de valores, que ascendió a 392 millones de dólares, de lo que se puede deducir que si las amortizaciones de créditos anteriores alcanzaron el mismo nivel que en 1968, 550 millones de dólares, las disposiciones de nuevos créditos alcanzaron una cifra de 942 millones de dólares). Si nuestras deducciones son correctas, los créditos utilizados en 1969 y el producto de las operaciones con valores en el exterior, alcanzaron la cifra más elevada que se ha registrado en un año en la historia del país.
Las inversiones extranjeras directas, por su parte, contribuyeron con 139 millones de dólares en 1969, y las transacciones de servicio y la producción de oro y plata con otros 131 millones.
De esta suerte, las propias cifras del Informe del Banco de México nos revelan que no hay equilibrio real en las cuentas con el exterior, sino sólo contable, y que sí aumentó un poco la Reserva y se mantuvo el tipo de cambio fue gracias a los fuertes capitales del exterior que se han venido utilizando. Esto no quiere decir, sin embargo, que sea inminente una devaluación o un colapso en nuestra economía, ya que el “equilibrio” puede seguirse manteniendo a pesar del fuerte déficit comercial y las grandes obligaciones por concepto de amortizaciones de créditos exteriores, pero sobre la base de mayores créditos internacionales y nuevas inversiones extranjeras directas. Pero, obviamente, esto tiene sus grandes inconvenientes y, además, no puede “resolver” el problema de manera indefinida. Tarde o temprano, por lo tanto, nos enfrentamos a problemas de magnitud insospechada, si es que desde ahora (más bien desde hace tiempo) no se sigue una política correctiva a fondo.
La novedad en el Informe.
En el último Informe del Banco de México contiene una novedad que consiste en un “Índice Nacional de Precios al Consumidor” mucho más amplio y elaborado que el anterior “Índice de Precios al Mayoreo de la Ciudad de México” que serviría de base para la estimación del movimiento de los precios. El nuevo Índice, además de incluir datos de la Ciudad de México, incorpora los de otras importantes ciudades del país: Mérida, Morelia, Guadalajara, Monterrey, Mexicali y Ciudad Juárez. Por otra parte, el nuevo Índice no solamente se refiere a los precios de una serie de productos, sino que incluye los correspondientes a una serie de variada serie de servicios.
La utilización del Nuevo Índice viene a significar una mejoría en el tratamiento del problema de la medición de los precios en el país, ya que el anterior era bastante deficiente, según lo señalamos en uno de nuestros artículos recientes. La mayor aproximación a la realidad del movimiento de los precios que proporciona el nuevo Índice queda de manifiesto por el hecho que de acuerdo con él los precios aumentaron en un 3.5% y con base en al anterior el aumento registrado fue de solamente 2.6%. Sin embargo, no podemos enjuiciar todavía la bondad del nuevo Índice porque no disponemos de la información detallada sobre el mismo. En otra ocasión nos ocuparemos de este tema que a nuestro juicio tiene una gran importancia porque se relaciona con los ingresos reales del pueblo.♦