Las grandes cadenas se apoderaron del mercado. El monopolio comercial cuenta con el ilimitado apoyo de los grandes bancos y de corporaciones gigantescas del exterior; Sears es filial de la poderosa Sears Roebuck de los EU, y Woolworth es propiedad de la F.W. Woolworth de ese país; Sanborn’s está ligada al Banco Comercial Mexicano; Aurrera y Superama están controlados por la Jeawel Tea Co. norteamericana y por el Banco de Comercio; el Puerto de Liverpool y el Palacio de Hierro están controlados por el Banco de Londres y el Comercial. |
Los efectos del proceso de monopolización de las actividades económicas en nuestro país, se están dejando sentir no solamente en la gran masa de consumidores, que tienen que pagar precios muy elevados por los artículos que compran y los servicios que utilizan, sino dentro de las propias filas de la clase empresarial, especialmente de los que disponen de escasos recursos. En todas las ramas de los negocios, se está generalizando una gran inquietud de los empresarios medianos y pequeños, por las difíciles condiciones en que se encuentran como resultado del dominio creciente de los negocios y del mercado, por parte de las grandes organizaciones monopolistas extranjeras y nacionales. En días pasados la Central Revolucionaria de Comerciantes e Industriales en Pequeño de la República Mexicana, aprovechando la campaña presidencial, dio la voz de alarma ante el Lic. Luis Echeverría, sobre el peligro que representa, tanto para el sector su representado, como para el público en general, la conducta monopolista de las grandes empresas, especialmente “los llamados supermercados, autoservicios, supertiendas y empresas similares”.
No cabe duda que de los comerciantes e industriales menores del país tienen razones para estar preocupados por su situación actual que es muy difícil, y más todavía de la que puede preverse para el futuro, si continúa la tendencia de concentración de los negocios en un pequeño grupo de grandes empresarios. Veamos algunos datos sobre el sector comercial, con ayuda de las cifras del Censo de 1965 y de otras publicaciones oficiales.
El sector comercial tiene una enorme importancia en la economía mexicana, al grado de que constituye el renglón número uno en la composición del producto nacional. En el año de 1969, el valor del comercio alcanzó la cifra de 86 370 millones de pesos, con lo que superó a la industria de la transformación, que tuvo un valor de 59 977 millones, y a las actividades primarias cuyo valor fue de 33 507 millones, incluidas la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca. Como puede verse, el comercio no solamente fue el capítulo más importante de la economía nacional, sino que su valor casi igualó al valor conjunto de la industria de transformación y de las actividades primarias.
El Censo Comercial de 1965 (el último que se ha levantado) nos proporciona los suficientes datos, que nos dan una idea más concreta y detallada de la importancia de las actividades comerciales.
En 1965 se dedicaron a las distintas actividades comerciales un total de 352 387 establecimientos, que fueron atendidos por 799 160 personas, las que recibieron por concepto de sueldos y salarios 5 642 millones de pesos. El capital invertido en los negocios comerciales se elevó a 43 352 millones de pesos, y las ventas efectuadas llegaron a un total de 73 749 millones de pesos.
Negocios de “mamá y papá”. Un rasgo sobresaliente de la actividad comercial en nuestro país es que una inmensa mayoría son negocios pequeños atendidos por “mamá y papá” y otros miembros de la familia, sin una remuneración específica. De los 352 mil establecimientos, tuvieron este carácter 285 mil, o sea más del 80% del total. El conjunto de estos comercios efectuaron ventas por valor de 8 815 millones de pesos, es decir, apenas el 12% de las ventas totales del sector comercial. Las ventas individuales de la mayoría de estos establecimientos apenas alcanzaron los 25 mil pesos al año, algo más de 2 mil pesos mensuales.
En el otro extremo, el de los grandes establecimientos comerciales, la situación es visiblemente diferente y tiende a tornarse en su favor de manera ostensible. En 1965 hubo 93 establecimientos comerciales con ventas individuales superiores a los 50 millones de pesos. Estos 93 comercios lograron ventas conjuntas de 8 397 millones de pesos, que representaron más del 11% de las ventas totales de los 352 487 establecimientos del país.
Las grandes cadenas y tiendas de autoservicio. El proceso de monopolización de las actividades comerciales se ha intensificado en los últimos años especialmente bajo la forma de grandes cadenas de comercios y de distintas ramas, particularmente en el renglón de abarrotes y de otros productos de gran consumo. Una forma que ha tenido mucho éxito y por ello se ha ido extendiendo en los grandes centros urbanos del país, es la de tiendas de autoservicio en las que los clientes por sí mismos seleccionan y se surten de lo que desean.
La formación de grandes cadenas en los negocios, tanto en los de tipo comercial, como en los de otra naturaleza corresponde al proceso de expansión de las empresas, en el sentido horizontal: a un establecimiento que tiene éxito, sigue otro más, y otro, y otro... en una sucesión ininterrumpida en la medida de la capacidad de crecimiento de la empresa. A través de las cadenas, los grandes empresarios van dominando un mercado tras otro, por las ventajas de su poder financiero y de organización que les permite superar a los de menor tamaño, desplazándolos o absorbiéndolos.
En nuestro país el sistema de grandes cadenas se ha extendido con rapidez en los últimos años y puede decirse que ya está dando su fisonomía monopolista a muchas ramas económicas. En donde es más perceptible es en las llamadas “tiendas de autoservicio” que se dedican preponderantemente a la venta de abarrotes, y en las grandes negociaciones comerciales de propósito múltiple.
A manera de ejemplo, podemos citar las siguientes grandes cadenas comerciales que operan en la Ciudad de México y en las principales ciudades de la República.
Aurrera y Superama; supermercados (Minimax); Gigante, Mas; Central de Mercados; Comercial Mexicana; De Todo (que apenas comienza); Sears; Woolworth; Sanborn’s Hnos., Al Puerto de Liverpool, El Palacio de Hierro; Calzado Canadá (más de 700 establecimientos en el país); y muchas otras.
¿Es delito crecer? Cuando se critica la expansión de los monopolios, con frecuencia se trata de salir en su defensa (por los directamente interesados o por personas desorientadas) con el argumento de que la ley de los negocios es crecer, no estancarse, y aprovechar las ventajas de las operaciones en gran escala. No cabe duda que en el sistema de iniciativa privada en el que nos desenvolvemos que se rige por el estímulo de lograr altas utilidades, la propia dinámica de los negocios los lleva a convertirse en monopolios de dimensiones a veces gigantescas, porque de esa manera dominan mejor los mercados y logran su propósito fundamental de elevar sus utilidades al máximo posible. Pero ¿beneficia eso a la sociedad? ¿el costo social de su crecimiento justifica los inconvenientes que se derivan de su expansión y aumento de poder?
Podrían darse multitud de argumentos que demostrarían que la formación de monopolios es perjudicial para el público consumidor en general y para los obreros y campesinos, y hasta para algunos sectores de la propia clase capitalista. Sin embargo, no es necesario hacerlo, porque la propia realidad se encarga de dar la respuesta en forma clara e incontrovertible. En el caso que nos ocupa podemos destacar los siguientes hechos de la realidad economía de nuestro país.
Las grandes cadenas de establecimientos comerciales han ido adueñándose del mercado, desplazando de él a un gran número de empresarios menores y aún medianos y poniendo en serias dificultades a los que logran sobrevivir. La queja de la organización que los representa es una demostración de la seriedad que está alcanzando este problema.
Los monopolios comerciales son parte de los grandes monopolios financieros nacionales y extranjeros. Aurrerá y Superama están controladas por importantes accionistas del Banco de Comercio (que además participan en muchos otros negocios) y por la enorme corporación norteamericana Jewel Tea; la cadena Sanborn’s Hnos., pertenece al grupo del Banco Comercial Mexicano en un 51%, y a la Walgreen Co., de los Estados Unidos, en un 49%; Sears es filial de la Sears Roebuck de los Estados Unidos, la mayor empresa en su género en el mundo, y la Woolworth lo es de la matriz del mismo nombre, de los Estados Unidos; Al Puerto de Liverpool es propiedad de accionistas importantes del Banco de Londres y México; El Palacio de Hierro está ligado estrechamente al Banco Comercial Mexicano; Supermercados pertenece a un fuerte grupo de Monterrey.
De esta suerte, la voz de alarma que la asociación de pequeños comerciantes e industriales ha dado al país debe ser escuchada por todos los mexicanos, consumidores, trabajadores y aún empresarios, porque de no hacerlo los monopolios dominarán por completo la vida nacional, la riqueza se concentrará todavía más en sus manos y nos convertiremos, en una forma u otra en servidores, si no es que en prisioneros de los potentados.♦