Si Wall Street estornuda puede darnos pulmonía

Urge comerciar con todo el mundo, es la única salida que nos queda.

Los negocios siguen empeorando en EU; las utilidades han bajado; cada vez hay más desocupados; la inflación sigue en marcha; los empresarios reducen más sus inversiones; el proteccionismo resurge con grave amenaza a México y al mundo

Las condiciones de los negocios en los Estados Unidos siguen empeorando, y aumentan los síntomas de una crisis generalizada y de duración prolongada. Los indicadores más importantes de la situación económica nos proporcionan un panorama poco alentador:

— las utilidades de las empresas han sufrido reducciones bastante pronunciadas, no escapando a este fenómeno ni las de mayor tamaño que normalmente disponen de una gran capacidad de resistencia: la United States Steel Corp. y la Bethlehem Steel Corp., los gigantes del acero, reportaron una reducción de cerca de 30% en sus utilidades en el primer trimestre de 1969: una situación semejante manifiestan los dos gigantes de la industria del automóvil, la General Motors y la Ford Motor Co., repitiéndose la historia en un número creciente de grandes empresas de otras ramas;

— la Bolsa de Valores  de Nueva York, una de las antenas más sensitivas del Estado de los negocios, está reflejando el pesimismo generalizado sobre el futuro inmediato de las utilidades: el día de hoy la prensa nacional da cuenta de la caída que se está registrando en las operaciones de Bolsa y en  las cotizaciones de las acciones de grandes empresas, caída que amenaza con continuar y agravarse, así como con extenderse a otros centros financieros del mundo;

— el desempleo  ha ido creciendo, calculándose que afecta ya a cerca de 4 millones de personas registradas, sin contar la reducción de horas de trabajo o de días de labor que afectan a un número creciente de las personas que se clasifican como “ocupadas”; la desocupación afecta en mayor grado a las mujeres y a los trabajadores de raza no blanca;

— la inflación (aumento de precios) sigue su marcha, a pesar de las medidas correctivas que se han tomado en los últimos meses, y amenaza con salirse de control, o al menos con requerir medidas drásticas que pueden resultar contraproducentes al contribuir a restringir aún más, la actividad económica.

Las dificultades que está experimentando Estados Unidos están transmitiéndose a todo el mundo, debido a la enorme  importancia que tiene en la producción, el comercio, el financiamiento y el gasto internacionales. También se están comunicando a los demás países los efectos de algunas de las medidas que el gobierno norteamericano está adoptando para hacerle frente a sus problemas. Las manifestaciones más probables de la recesión económica de los Estados Unidos en escala mundial serán las siguientes:

reducción de la demanda de la producción de otros países especialmente de materias primas, combustibles y algunos alimentos; aumento del “proteccionismo” para la producción interna;

disminución de los gastos de viajeros norteamericanos en el exterior;

restricciones al otorgamiento de créditos al exterior y aumentos en las exigencias respecto a plazos, tasas de interés y otras condiciones para su otorgamiento;

intensificación de la acción dominadora de los monopolios norteamericanos de las riquezas y negocios en todo el mundo; y

eventualmente, reducción de los gastos militares norteamericanos en el exterior, al menos en algunas zonas.

Como puede apreciarse, los efectos de la depresión económica norteamericana al transmitirse al exterior tenderán a deprimir la actividad económica de los demás países, en especial, de aquellos que están ligados más estrechamente a la economía estadounidense. En otras  palabras, los Estados Unidos exportarán su depresión, tanto por los efectos de la depresión misma, como por el tipo de medidas que adopten para resolver sus problemas, entre las cuales el proteccionismo exagerado que tiende a implantarse, está llamada a ser una de las más perjudiciales, tal y como sucedió en la época de la Gran Crisis de 1929.

Lo indicado, vacunarse a tiempo

La falta de dinamismo de la economía norteamericana se ha venido manifestando de tiempo atrás de diversidad de formas en especial en la insuficiente demanda para absorber la producción de sus zonas de influencia, en condiciones de precios remunerativos y de manera sostenida. Esta incapacidad se ha ido acentuando a través del tiempo, y de continuar la depresión y aumentar el proteccionismo para los productores norteamericanos, la falta de absorción de productos del exterior alcanzará un grado peligroso para los proveedores y clientes tradicionales de ese país.

Para la América Latina y desde luego para México, se cierne una verdadera amenaza por la depresión norteamericana y la intensificación de la política proteccionista de parte del gobierno de los Estados Unidos. Por esa razón los países de la región, de manera conjunta y también a título individual, están tomando una serie de medidas de protección, no solamente frente a los perjuicios de la presente depresión, sino de validez permanente, ya que el problema de trato inequitativo y de desmedida dependencia respecto a los Estados Unidos, no es ocasional, sino de carácter estructural.

Respondiendo a la decisión de tomar medidas de defensa los países latinoamericanos acaban de presentar una demanda conjunta, para que los Estados Unidos modifique su política de exagerada protección para sus empresarios, y reduzca o suprima un serie de barreras arancelarias, sanitarias y de otro tipo, que están impidiendo a los países latinoamericanos colocar sus productos en el mercado norteamericano.

Otra medida importante consiste en eliminar el tabú de comerciar con países socialistas, tabú que hasta ahora ha impedido que la América Latina participe de manera importante en el intercambio con ese inmenso mercado de más de 1,000 millones de personas. Considerando a China solamente, representa un enorme mercado potencial, por sus 700 millones de habitantes y su economía que se desenvuelve con bastante dinamismo. En este sentido ya varios países de la América Latina están interesándose positivamente en ampliar sus relaciones comerciales con países socialistas, algunos de ellos reanudando relaciones diplomáticas, y otros, sin necesidad de llegar a ese punto.

Estos dos tipos de medidas, al lado de algunas otras, están llamadas a contribuir sustancialmente a la mejoría del comercio exterior de nuestros países, tanto en cuanto a los precios, como a la amplitud de los mercados y a la variedad de los productos, y a través de la mejoría en el comercio, fortalecer el desarrollo interno y reducir el endeudamiento en que han caído muchos de los países de la América Latina. Claro, si tenemos la decisión y la audacia de actuar en función de los intereses de nuestros pueblos. Por lo demás muchos países capitalistas maduros, algunos de ellos de tendencias francamente anti-comunistas, están haciendo grandes esfuerzos por ampliar sus mercados en los países socialistas. Entre ellos se destacan Alemania Federal, Inglaterra, Francia, Japón, Canadá y muchos otros.

México, como el que más, tiene la necesidad imperiosa de hacer el esfuerzo máximo posible por ampliar sus mercados y mejorar los que ahora tiene. Las acciones conjuntas con otros países latinoamericanos y las adoptadas a título individual, deberán encauzarse hacia el aumento de las exportaciones, la mejoría de los precios, la diversificación de productos y el comercio con todos lo países del mundo. Solamente en esta forma podremos eliminar o al menos atenuar considerablemente el fuerte déficit de nuestro comercio con el exterior, que en los últimos tres años se ha elevado a más de 700 millones de dólares, en promedio anual, y sólo en esa forma podremos evitar la catástrofe que nos amenaza en nuestra economía exterior y en la continuidad de nuestro desarrollo.♦

Ceceña, José Luis [1970], "Si Wall Street estornuda puede darnos pulmonía", México, Revista Siempre!, 881: 20-21, 13 de mayo.