La bolsa de valores de New York, termómetro de la economía

Nos conducen al desastre los partidarios del capitalismo.

Incapaces de resolver los grandes problemas de la sociedad humana, lo supeditan todo al lucro y el móvil del lucro genera egoísmo, la lucha de unos contra otros; la explotación del débil por el fuerte y todo ello conduce al desquiciamiento absoluto de la sociedad.

El nerviosismo derivado del empeoramiento de la situación económica de los Estados Unidos se ha venido a acentuar con el desajuste de la Bolsa de Valores de Nueva York que en las últimas seis semanas sufrió una fuerte baja en las cotizaciones bursátiles, del 18%, después de varios meses de una marcada tendencia hacia la baja. El nerviosismo no ha disminuido a pesar de la recuperación que registraron las cotizaciones y el volumen de operaciones en los dos últimos días de la presente semana (jueves 28 y viernes 29 de mayo) porque no perciben hasta ahora razones fundamentales que garanticen una recuperación sostenida y de magnitud considerable.

Los desajustes de la Bolsa de Valores de Nueva York, la más importante del mundo, están planteando una serie de interrogantes: la tendencia bajista de la Bolsa que se ha prolongado por muchos meses ¿corresponde a operaciones meramente especulativas o es resultado de que la economía norteamericana se encuentra en malas condiciones?; si la bolsa representa algo así como un termómetro de gran sensibilidad de la situación de los negocios ¿la tendencia bajista es augurio de una verdadera crisis de larga duración y acentuada profundidad? ¿la política económica hasta ahora seguida dará resultados para corregir los desajustes o se necesitarán cambios sustanciales en dicha política?

La enorme importancia que los Estados Unidos tienen en la economía mundial y sobre todo su influencia determinante en la economía de los países más estrechamente ligados a él como es el caso de México y de la América Latina nos obligan a observar con atención el curso de los acontecimientos y a hacer lo posible por entender las causas que los están originando, así como estimar las consecuencias que pueden derivarse para nuestro futuro desarrollo.

Qué es la bolsa de valores

Como punto de partida debemos precisar lo que es una bolsa de valores, los rasgos esenciales de sus operaciones y el significado económico de la actividad de estas importantes instituciones del sistema económico capitalista (en los países socialistas no hay bolsa de valores, ni las hubo en la época anterior al capitalismo).

Las bolsas de valores son intermediarios financieros que tienen como funciones principales las siguientes: 1) ayudar al financiamiento económico; 2) crear un mercado continuo para los valores; 3) aumentar la disponibilidad del capital para inversión; 4) disminuir los riesgos de la inversión de capitales, y 5) servir de termómetro de los negocios.

El origen de las bolsas de valores se puede situar en los comienzos del Capitalismo Comercial; su nacimiento está asociado a las ferias, primero, y luego a las bolsas de mercancías, por una parte, y al financiamiento de los municipios y de gobernantes y al surgimiento y expansión de las sociedades anónimas.

Las operaciones mercantiles en las ferias y en las bolsas en la medida en que se realizaban a crédito, dieron origen a documentos de deuda llamados “Letras de Feria” o “Letras de Cambio”, que al adquirir importancia hicieron necesario y conveniente la organización de un mercado especial en el que se compraran y vendieran esos documentos de deuda. Una cosa semejante ocurrió con las “deudas de Gobernantes y Municipios” que fueron alcanzando cifras cada vez mayores. Con la organización de las sociedades anónimas (la primera Sociedad Anónima se estableció en el año de 1602, en Ámsterdam, y fue la Cía. Holandesa de las Indias Orientales) aumentó el caudal de documentos negociables (acciones primero, y títulos de deuda, después) y con ello vino a aumentar la necesidad de mercados especiales para negociar esos  valores, es decir, de bolsas de valores.

En el siglo XV encontramos ya algunas bolsas que funcionaban a la vez como bolsas de mercancías y como bolsas de valores. Las más importantes eran la de Lyon y la de Brujas, a la que se sumó después la de Amberes siendo esta última la que se considera como la primera bolsa internacional. Después se fundaron muchas otras, entre las cuales la de Londres, establecida en el año de 1689, que es considerada como la primera de tipo moderno; siguió a ésta la de París, en 1724 y la de Nueva York, en el año de 1817.

La especulación, rasgo esencial de las bolsas de valores

Las “operaciones de bolsa” se caracterizan por un alto grado de especulación. El término especulación debe entenderse en dos significados distintos: la que consiste en anticipar las condiciones de los negocios en general y de las perspectivas de redituabilidad de empresas en particular, así como las condiciones de las finanzas de los gobiernos, y la especulación que consiste en “juegos de bolsa”, que son operaciones cuyo objetivo es derivar grandes y rápidas ganancias utilizando medios alejados de la ética. Este último tipo de especulación es el que ha dado fama a las bolsas de valores porque, sobre todo en épocas pasadas, las operaciones de bolsa con mucha frecuencia tuvieron ese carácter y provocaron grandes desajustes no solamente en el mercado de valores sino en la economía en su conjunto. A manera de ilustración parece útil comentar algunas de las grandes especulaciones que se realizaron en épocas pasadas, ya que fueron precisamente las que dejaron una profunda huella en la opinión pública sobre el carácter especulativo de las operaciones de la bolsa de valores.

La especulación en el sentido de hacerse rico rápidamente fue sello dominante en el mundo de los negocios en general, en los albores del capitalismo. Se puede decir que existía una verdadera fiebre por emprender negocios y ganar dinero fácil. Así por ejemplo, se organizaban compañías para explotar minas en países lejanos, de pretendida gran riqueza, sin que los organizadores y menos los incautos participantes, tuvieran conocimiento sobre la existencia de esas riquezas; se vendían seguros contra cosas tan absurdas como el riesgo de muerte por el exceso de beber ginebra, o contra la pérdida de servidumbre; y se llegó al extremo de anunciar la organización de una empresa para “un fin que después se precisaría” y el colmo del asunto fue que los organizadores lograron recoger una importante suma que luego gastaron en su propio beneficio sin que hubieran establecido realmente la empresa anunciada. Se apostaba también sobre cosas increíbles: sobre el sexo que tendría una criatura al nacer; sobre si llovería o no, etc.

Dentro de este ambiente altamente especulativo y aventurero, se produjeron algunas importantes operaciones bursátiles que tuvieron consecuencias desastrosas sobre la economía en general y sobre los recursos de gran número de personas que fueron víctimas de esas actividades especulativas. Los más sonados casos fueron los de “las pompas de jabón de los Mares del Sur” en Inglaterra y las operaciones financieras de John Law en Francia, conocidas como “las pompas de jabón del Mississippi”.

Las “pompas de jabón de los Mares del Sur” consistió en una operación financiera, llevada a cabo en Inglaterra con el objeto de apoyar al Gobierno en el manejo de su Deuda que había alcanzado grandes proporciones y seguía creciendo fuertemente. El plan consistió en la organización por parte de los tenedores de la Deuda de una empresa, la “Compañía de los Mares del Sur”, a la que el Gobierno le otorgó el monopolio del comercio con América del Sur y a cambio de ese monopolio los acreedores se harían cargo de todas las deudas del Estado, que se elevaban a unos 31 millones de libras esterlinas, comprometiéndose a pagar además la cantidad de 7.5 millones de libras al propio Gobierno.

Los organizadores de la “Cía. de los Mares del Sur” se dedicaron a vender acciones de dicha empresa, lo que lograron con muy buen éxito debido a una cuidadosa campaña que exageraba las perspectivas lucrativas de la empresa. Las acciones de la compañía fueron alcanzando cotizaciones muy elevadas, fuera de toda proporción con su valor real. En esta campaña los organizadores de la empresa contaron con apoyo del Gobierno para el interés que éste tenía en el éxito del negocio. El colapso vino poco después, en 1720, al comprobarse el fracaso de la compañía  ya que el monopolio de que disfrutó no produjo los resultados que se pretendían, por diversas razones entre las cuales la más importante fue que el territorio asignado para la explotación comercial estaba dominado fuertemente por la Corona Española. Al producirse el colapso, las cotizaciones de las acciones de la empresa se desplomaron con lo que miles de personas que habían invertido en ellas quedaron arruinadas.

Esta operación financiera tan desafortunada en la que las acciones de la Compañía de los Mares del Sur subieron como “pompas de jabón” por manipulaciones especulativas, fue la que le dio nombre a las operaciones de este tipo, operaciones que fueron muy frecuentes en el siglo XVIII en Europa. 

(Continuará)

Ceceña, José Luis [1970], "La bolsa de valores de New York, termómetro de la economía", México, Revista Siempre!, 885: 20-21, 10 de junio.