Es deber de la revolución encauzar ese enorme potencial construyendo caminos de acceso, presas, pequeñas obras de riego, silos, escuelas y en esta labor deben desempeñar papel importante tanto los agrónomos como los veterinarios, ganaderos, maestros para elevar la capacidad de los grupos marginados.
En el panorama económico-social del país, al lado de los grandes centros de gran desarrollo industrial y de pujantes regiones de agricultura mecanizada de alta productividad, se destacan extensas zonas de grupos sociales marginados a los que no han llegado los beneficios del crecimiento económico nacional y que luchan trabajosamente por subsistir
Los grupos marginados del país están formados principalmente por la gran mayoría de las comunidades indígenas, que la ambición de los conquistadores arrojaron hacia las montañas, los desiertos y las selvas, de donde no han sido rescatados todavía; también se encuentran al margen del progreso amplios grupos de población no indígena que disponen apenas de un precario patrimonio o que carecen totalmente de él.
En todos estos grupos la desocupación y la subocupación constituyen uno de los problemas más serios, a los que se vienen a agregar otros igualmente negativos, como los del bajo nivel educativo y técnico, de malas condiciones de salubridad, alimentación, vestido, habitación, etc. Todos estos problemas forman un complejo de problemas interrelacionados que actúan en forma acumulativa y que dan lugar a círculos viciosos de pobreza, falta de trabajo, bajo nivel cultural y técnico, que se traduce en más pobreza, y que mantiene a esos sectores sociales en condiciones aflictivas.
Es evidente que la existencia de amplios grupos populares marginados significa que hasta ahora el desarrollo del país ha sido incapaz de incorporar a toda la población del país al proceso productivo y que no ha creado las suficientes oportunidades de trabajo bien remunerado, ni tampoco ha sido capaz de proporcionar suficientes oportunidades de educación y de preparación técnica para asegurar a la población mexicana un nivel de vida decoroso. El desarrollo, importante sin duda, ha sido anárquico, falto de planeación, insuficiente, tremendamente desigual y ha dejado al margen a amplias capas de los sectores populares.
El “ocio rural y urbano”
Por desgracia, todavía tiene vigencia en nuestra realidad la caracterización que con frecuencia se hace, sobre todo en el extranjero, del campesino mexicano como un individuo que con un gran sombrero, duerme al pie de un árbol. Esto puede servir para expresar el tremendo desperdicio de recursos humanos en grandes regiones rurales del país, así como el “bolero”, el vendedor de chicles, el papelerito y el cuidador de coches, pueden ejemplificar el enorme desperdicio de fuerza de trabajo en los centros urbanos. Es, pues, un rasgo característico del México de hoy, la existencia de amplios grupos sociales marginados, que tienen ocupaciones de baja productividad o que no cuentan con oportunidades para ganarse la vida y hacer su aportación al esfuerzo de superación nacional.
La eliminación del “ocio rural y urbano”, o al menos su reducción en magnitudes apreciables, es sin duda una de las tareas más importantes de que debemos ocuparnos, no solamente por razones económico-sociales particulares de los grupos marginados, sino por un interés general de acelerar el desarrollo y lograr la más cabal y constructiva integración nacional. La incorporación al trabajo productivo de los centenares de miles de jóvenes y adultos de los grupos marginados su mayor capacitación para el mejor aprovechamiento de su esfuerzo y de los recursos de que disponen, la aplicación de formas adecuadas de organización del trabajo productivo, y mil y una formas más de acción con los mismos propósitos, pueden dar frutos de proporciones insospechadas, tanto en lo económico como en lo social. La tarea desde luego no es fácil, ni se pueden esperar resultados espectaculares a corto plazo, pero un trabajo tesonero, responsable y bien orientado, puede reportar grandes beneficios si se pone en marcha ese enorme potencial que ahora se desperdicia de manera lamentable.
Los constructores anónimos.
Como en muchos otros frentes del esfuerzo nacional, existen afortunadamente instituciones y equipos de profesionistas y técnicos que con gran entusiasmo y responsabilidad están consagrados a ayudar a los mexicanos a que se ayuden a sí mismos. Su labor es callada, abnegada, anónima, sin publicidad interesada, pero tesonera, responsable y de alto sentido social y patriótico. Un ejemplo, entre otros, aunque con una relevancia especial, nos lo proporciona el esfuerzo que está realizando la “Dirección General para el Desarrollo de la Comunidad Rural”, de la Secretaría de Educación Pública.
La actividad de este organismo se dirige esencialmente a la enseñanza y capacitación técnica y a la promoción del desarrollo de la comunidad. Para tal objeto, cuenta con 71 “Brigadas para el Desarrollo de la Comunidad Rural”, 17 “Centros de Capacitación para el Trabajo Rural” y 31 “Procuradurías para el Desarrollo de la Comunidad” las que realizan su labor en las zonas en donde se localizan los sectores de población marginada.
Las “brigadas” tienen encomendadas funciones de promoción y enseñanza cuyo objetivo es contribuir a elevar el nivel de vida de las comunidades, tanto en lo económico, como en lo social y cultural. Estas “Brigadas” cuentan con equipos integrados por agrónomos, médicos veterinarios, especialistas en pequeñas industrias rurales, trabajadoras sociales, artesanos calificados, maestros de música, enfermeras y otros especialistas según lo demanden las condiciones específicas de la comunidad en que operan.
En las actividades de promoción tienen relevancia las relativas a la difusión de técnicas agropecuarias para elevar la productividad, tales como nuevas variedades de semillas, fertilización, prevención y combate de plagas, técnicas para la cría y explotación de ganados, para el aprovechamiento industrial de productos agropecuarios de la región, etc.También se promueve la realización de obras materiales y de servicios de gran utilidad, tales como introducción de agua potable, obras de drenaje, la introducción de servicios de energía eléctrica, la construcción de caminos vecinales, etc.
Los centros de capacitación, por su parte, se dedican a elevar la preparación de jóvenes y adultos en materia agrícola y ganadera, en la operación y conservación de maquinaria agrícola, motores de combustión y eléctricos, en las artesanías (carpintería, herrería, forja, soldadura) y en actividades de mejoramiento del hogar en general. En este año terminarán su entrenamiento y recibirán su diploma respectivo alrededor de 3,300 personas que seguramente contribuirán con sus conocimientos a elevar la producción y la productividad de sus comunidades, mejorando así sus condiciones de vida.
A través de las “procuradurías” se proporciona asesoría jurídica y de otros tipos, para ayudar a las comunidades en las gestiones que realizan con las autoridades u organismos especializados, particularmente en las relativas a asuntos agrarios y de crédito.
La planta con la que se realizan actualmente las actividades de la Dirección de Desarrollo de la Comunidad consiste en los siguientes especialistas: 180 agrónomos, 70 veterinarios, 80 peritos agrícolas, 80 peritos ganaderos, 70 trabajadores sociales, 70 maestros artesanos, 8 abogados, 2 economistas, 5 sociólogos y 2 contadores.
La labor de este equipo de especialistas mexicanos es ardua, difícil, a veces ingrata, por las condiciones específicas de las regiones en donde tienen que actuar y por la limitación de recursos. Pero, aunque generalmente sus sueldos son bajos y los medios con que cuentan para desempeñar sus labores son escasos, y también con frecuencia inadecuados, el entusiasmo con que trabajan, conscientes de que su labor es útil para las comunidades más pobres del país, les permite verdaderamente hacer milagros. Sin exageración puede afirmarse que estos mexicanos ejemplares se encuentran a la vanguardia de la lucha por construir un México más justo, más desarrollado y más humano. ¿No podría la Nación rendirles un justo tributo y alentarlos en su meritoria y constructiva labor dándoles los elementos necesarios para que amplíen y mejoren su esfuerzo en bien de los marginados y del país en su conjunto? ¿Y no podríamos emular su ejemplo? ♦