Balance económico de un sexenio

El crecimiento del país está a la vista de todos y también el aumento de la capacidad para seguir produciendo más y mejor. Pero este crecimiento, ¿se habrá realizado con una orientación revolucionaria en beneficio de las grandes mayorías? Es la pregunta.

El VI Informe de Gobierno presentado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz al Congreso de la Unión contiene los aspectos sobresalientes de la labor desarrollada por el actual régimen durante el período de 1965 a 1970. Dicho documento reviste una gran importancia porque informa sobre los avances logrados en los distintos aspectos de la economía y de bienestar social, así como sobre la orientación y los propósitos que conformaron la gestión administrativa del actual gobierno, que está a punto de concluir. En este sentido el VI Informe Presidencial puede servirnos de base para intentar hacer un balance aunque necesariamente esquemático, del desarrollo económico del país durante los últimos seis años, de la orientación que tuvo este desarrollo, de la manera en que se ha distribuido el fruto del esfuerzo nacional entre los distintos sectores de la población, de la acción que correspondió al Gobierno Federal en ese esfuerzo y de las perspectivas que se presentan a la nación en el próximo futuro.

Debemos precisar desde el principio las ideas centrales que servirán de marco a nuestro análisis, que son las que corresponden al ideario de la Revolución Mexicana:

1.- Acelerar el desarrollo económico para mejorar al máximo las condiciones de vida de las mayorías y fortalecer la independencia económica ( y política) del país. Esto quiere decir que el desarrollo no es un fin en sí mismo, sino un medio  para alcanzar los objetivos indicados.

2.- El Estado debe jugar el papel preponderante en la economía, especialmente como empresario, porque el libre juego de las fuerzas económicas, dominadas por el afán de lucro del sector privado, es incapaz de acelerar el desarrollo de manera sostenida y equilibrada y más aún de darle la orientación de beneficio popular y de consolidación de la independencia económica nacional.

3.- Los trabajadores, obreros y campesinos, deben jugar un papel importante no solamente como asalariados, sino como propietarios de empresas agrícolas, industriales y de otro carácter, y deben tener también una representación importante en las empresas del Estado. Esta es la única forma de lograr el postulado revolucionario de “desarrollo con justicia social”.

Teniendo como norma estas ideas básicas intentemos ahora hacer el balance de los últimos seis años, que corresponden a la administración del licenciado Gustavo Díaz Ordaz. Para ser justos y objetivos al juzgar este régimen, debemos tomar debida cuenta de la “herencia” que recibió de regímenes pasados tanto en aquello que sirvió de base a parte de los éxitos logrados, como en influencias negativas que limitaron, deformaron e impidieron el logro de metas que se fijó el actual gobierno.

Importante crecimiento de la producción y de la capacidad productiva.

Durante el actual régimen la producción nacional y la capacidad productiva lograron incrementos considerables. Algunos datos sobre renglones básicos, que tomamos del VI Informe y de otras fuentes oficiales, nos presentan el siguiente panorama:

El valor de la producción total del país se elevó a un ritmo del 7% en promedio anual, pasando de 93,200 millones de pesos en 1964 (último año del régimen anterior) a 128,100 millones de pesos en 1969 (la cifra de 1970 no está disponible porque todavía no concluye el año). El ritmo de crecimiento alcanzado es alto aún si se le compara con el que han alcanzado en la mayoría de los países del mundo. La producción por habitante también se elevó de manera considerable a una tasa promedio anual mayor al 3%, a pesar de que el crecimiento de la población mexicana es uno de los más elevados del mundo. Medido en moneda nacional el producto por habitante se elevó a 5,718 pesos de 4,831 que era en 1964.

La producción industrial creció a un ritmo del 10% anual en promedio, en el período de 1965 a 1969, elevándose de 23,523 millones de pesos en 1964 a 35,660 en 1969. como puede verse el desarrollo industrial fue bastante considerable y superó al ritmo general en que creció la producción total, lo que indica que el proceso de industrialización continúo su marcha ascendente.

La producción agropecuaria, petrolera, minera, la construcción, la electricidad, los transportes y comunicaciones, también registraron aumentos de consideración durante el presente sexenio.

El comercio exterior se elevó a un ritmo del 7% en promedio anual, pasando de 31,153 millones de pesos en 1964, a 42,038 millones de pesos en 1969. Cabe señalar que la estructura de las exportaciones logró alguna mejoría al crecer la proporción de las manufacturas en las ventas al exterior; la diversificación de mercados, en cambio, logró escasa mejoría.

La planta productiva del país logró avances considerables. La capacidad industrial se elevó en medida importante con las fuertes inversiones realizadas, así como la potencialidad de la producción agrícola con grandes inversiones en obras de riego y las mejores técnicas que se llevaron a cabo. La capacidad eléctrica instalada registró aumentos verdaderamente espectaculares, lográndose duplicar la cifra total de 1964, que era de 5,271,000 kilovatios, siendo ahora de 7,914,000 kilovatios. Un desarrollo de grandes proporciones se alcanzó también en la red de caminos, ya que de los 56,045 kilómetros de que disponíamos en 1964, se pasó a 70,244 kilómetros en 1970.

La capacidad productiva también mejoró grandemente con los fuertes aumentos que se lograron en la disponibilidad de reservas de varios productos mineros básicos, entre los que cabe destacar los siguientes: las reservas probadas de cobre se incrementaron notablemente sobre todo con los nuevos depósitos de Sonora, disponiendo el país de un total de 1,450 millones de toneladas, que aseguran el abastecimiento por muchísimos años, aún si la producción aumenta fuertemente en el futuro; las reservas de hierro se cifran en 750 millones de toneladas, que aseguran una amplia dotación para la industria; las disponibilidades de azufre se triplicaron durante el sexenio, elevándose de 24,200 toneladas en que se estimaban en 1964 a 84,200 en la actualidad; las reservas de carbón mineral crecieron a 250 millones de toneladas, suficientes para una explotación de un largo período de tiempo. En donde la situación no es muy halagadora hasta el momento es en las reservas de hidrocarburos en donde, a pesar de que han aumentado de 5,227 millones de barriles a 5,574 millones, son bastante limitadas para sostener el ritmo creciente de producción, pues sólo en el último año se utilizaron 1,631,000 barriles.

También las disponibilidades de oro, plata y divisas en poder del Banco de México registraron aumentos pues de 549 millones de dólares a que ascendían en 1964, se elevaron a 715 millones de dólares en 1970. Esta elevación, sin embargo, debe ser analizada a la luz de los actuales compromisos exteriores del país que se han elevado fuertemente, asunto del que nos ocuparemos posteriormente.

En otros renglones importantes se han logrado también avances de consideración: hospitales, escuelas, sanidad, seguridad social, introducción de agua potable, construcción de mercados, y otros semejantes.

En un lugar especial debemos considerar los avances realizados en materia de reparto agrario, pues la cifra proporcionada en el VI Informe es verdaderamente impresionante: 23,055,619 hectáreas. Esta cifra supera a las correspondientes a las de cada uno de los anteriores regímenes presidenciales y es casi la mitad del total repartido hasta 1964. Habría que precisar, sin embargo, algunas cuestiones importantes para estimar en todo su valor el reparto agrario realizado, tales como el tipo de tierras, la organización y apoyo a los ejidos que se han formado, así como si este reparto ha eliminado o al menos limitado de manera considerable la importancia relativa de la gran explotación agrícola capitalista en las tierras de riego del país.

Hemos presentado a grandes rasgos el panorama que presenta el desarrollo de la economía nacional durante el actual sexenio. Los avances logrados son manifiestos y están a la vista de todos. Cabe ahora preguntarnos ¿el desarrollo logrado ha tenido un sentido revolucionario? ¿los principales beneficiarios han sido las mayorías? ¿ha consolidado la independencia económica nacional?. Intentaremos dar respuesta a estas grandes interrogantes.♦

Ceceña, José Luis [1970], "Balance económico de un sexenio", México, Revista Siempre!, 899: 20-21, 16 de septiembre.