El Banco Mundial en entredicho |
El Banco Mundial, un organismo financiero internacional dominado por el socio mayoritario, Estados Unidos que posee cerca del 40% del capital. Los Estados Unidos nombran al Presidente del Banco y dirigen la política del mismo, en función de los intereses del Gran Capital. El actual Presidente del Banco, Robert Mac Namara fue Presidente de la Ford Motor Co., y después Secretario de la Defensa de los Estados Unidos. El Banco Mundial es un gran acreedor de México: le ha prestado (hasta junio de 1969), 842 millones de dólares, de los que se han pagado 161 millones por amortizaciones y 165 millones por intereses. Ahora el Banco Mundial pretende condicionar sus créditos al control de la natalidad, es decir, inmiscuyéndose en los asuntos internos de los países deudores. Así que ya sabemos a qué le tiramos. |
Copenhague está siendo teatro de gran agitación y disturbios callejeros con motivo de la Reunión de Banco Mundial (BIRF). Parecería incomprensible que una asamblea de una institución financiera multigubernamental pudiera provocar manifestaciones de protesta tan enconadas y esto no sólo en el lugar de la reunión, sino en el ámbito de la Opinión Pública mundial; sin embargo, cuando se analiza el funcionamiento del Banco Mundial sobre todo en lo que se refiera a las líneas generales de su política y de los intereses que sirve, se encuentra que existen razones válidas para las críticas y protestas que se están produciendo. Veamos algunos de los rasgos sobresalientes del funcionamiento y política que ha seguido el Banco Mundial en el cuarto de siglo que lleva de existencia.
El Banco Mundial, una sociedad anónima.— En el año de 1944 se organizaron dos grandes instituciones multinacionales en Bretón Woods, Mass, EE.UU., que fueron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) que tenían como propósito el hacerle frente a los problemas monetarios y financieros de la posguerra. La iniciativa para la organización de las dos instituciones se originó en los dos países aliados más importantes, Estados Unidos y la Gran Bretaña, lo que explica el tipo de organización que se les dio, las tareas específicas que se les encomendaron y la orientación de la política que deberían seguir en sus operaciones: todas ellas estuvieron diseñadas con el propósito fundamental de ser instrumentos de la política internacional de los dos países que promovieron su creación. Esto fue así, y lo sigue siendo, no obstante que se les aderezó con un ropaje sugestivo y hasta altruista que proclamaba como objetivos fundamentales ayudar a la reconstrucción económica y al fomento del desarrollo de los países asociados, y principalmente de los más atrasados.
En primer lugar, dentro de las tareas asignadas al Banco Mundial el mayor énfasis se puso en “promover la inversión privada extranjera por medio de garantías o participación en préstamos y otras inversiones hechas por inversionistas privados”, en “complementar la inversión privada proporcionando el financiamiento con fines productivos”, y en “promover el crecimiento equilibrado del comercio internacional”. De esta manera, aunque se estableció también que el Banco debería “ayudar al desarrollo de los medios productivos y de los recursos en los países menos desarrollados”, el principal medio que se proclamó fue el de la inversión privada (léase: norteamericana) la que sería promovida y complementada por el Banco.
Queda claro, por lo tanto, que el principal propósito que tuvieron los Estados Unidos y su cercana aliada la Gran Bretaña al organizar el Banco Mundial fue el de impulsar las inversiones de sus grandes monopolios en los países de su esfera de influencia, y de contar con un instrumento para promover el comercio internacional (léase: el comercio norteamericano e inglés).
Para que el Banco Mundial (y el Fondo) cumplieran con los objetivos de sus principales promotores se adoptó una forma de organización equivalente a la de una Sociedad Anónima, en la que los socios mayoritarios tienen el control. Así, se estableció que los países participantes en el Banco tuvieran un número de votos proporcional al monto de sus aportaciones a los recursos de la institución, lo que aseguró a los Estados Unidos el 38.03 del total de votos, y a la Gran Bretaña el 15.57%, es decir, una participación conjunta del 53.60% de los votos totales.
El control ejercido por los Estados Unidos en el manejo del Banco se manifiesta también en el nombramiento de los ejecutivos que lo administran: todos los presidentes del Banco Mundial, desde su fundación, han sido destacados norteamericanos, sobre todo del mundo de los negocios. El primer presidente del Banco fue Eugene Meyer, norteamericano, habiendo sido sustituido por John J. McCloy, quien dejó este puesto para pasar al importante cargo de Alto Comisionado de los Estados Unidos en Alemania, puesto del que pasó a ocupar la presidencia del poderoso banco Chase, del grupo Rockefeller; al lado de McCloy otro norteamericano fungió como Director Ejecutivo, Eugene Black, quien pasó a la presidencia del Banco al dejarlo bacante McCloy, teniendo a su lado como Director Ejecutivo a otro norteamericano, Millian McChesney Martín Jr., quien dirigía al Export Import Bank (EXIMBANK) que es la principal institución financiera del gobierno de los Estados Unidos que se encarga de la promoción de las exportaciones norteamericanas, mediante el otorgamiento de créditos a gobiernos y empresarios privados. Actualmente el presidente del Banco es nada menos que el señor Robert McNamara, que de la presidencia de la poderosa Ford Motor Co. pasó a ser secretario de la Defensa de los Estados Unidos y de ese puesto a la presidencia del Banco Mundial.
Los Estados Unidos, como puede verse, han tenido un indiscutible control sobre el Banco Mundial y ello les ha permitido utilizarlo para, a través de él, fortalecer las posiciones de los grandes monopolios norteamericanos y de sus aliados en el mundo y también para llevar a cabo su política exterior. Por esa razón, no han sido simples funcionarios norteamericanos los presidentes del Banco Mundial, sino personajes de alto nivel del mundo de los negocios y del gobierno de ese país.
No es de extrañar, por lo pronto, que las operaciones del Banco tengan una orientación acorde con los intereses norteamericanos en el mundo. El otorgamiento de créditos tienen un fuerte sabor político, a tono con los objetivos de la política exterior norteamericana: se dan grandes facilidades a los países más estrechamente “alineados” y se ponen cortapisas sin fin a los que intentan mantenerse en una posición independiente; se otorgan créditos principalmente para actividades de infraestructura, que sirven de apoyo para que los inversionistas privados obtengan utilidades mayores y más seguras, limitando notoriamente los de fomento industrial que competirían con el sector privado.
Control de la natalidad.— Correspondiendo a la política general del gobierno de los Estados Unidos el presidente del Banco Mundial, señor McNamara se ha convertido en campeón del control de la natalidad. Reiteradamente ha expresado sus opiniones al respecto, llegando hasta el grado de querer que el Banco Mundial adopte ese criterio para el otorgamiento de los financiamientos: el país que imponga de manera efectiva controles a los nacimientos tendrá todas las facilidades de parte del Banco y el que no lo haga se encontrará con sus puertas cerradas.
Independientemente del criterio que se tenga acerca del control de la natalidad los propósitos del señor McNamara (que son los del gobierno de los Estados Unidos) son inadmisibles porque significan intromisiones en los asuntos internos de los países integrantes del Banco Mundial.
Todas estas razones están motivando las críticas cada vez más severas al Banco y las manifestaciones de protesta que están teniendo lugar en Copenhague en esta ocasión de la Reunión Anual de esa institución. Y son esas razones también las que nos mueven a ocuparnos del asunto ya que es un problema que nos atañe de cerca, puesto que somos socios (menores, desde luego) y fuertes deudores del Banco Mundial. Para México tiene una gran importancia que esta institución internacional tan destacada deje de operar conforme a los dictados de la política exterior norteamericana y se convierta en un organismo que contribuya verdaderamente a la promoción del desarrollo económico de los países atrasados, otorgando créditos sin ataduras económicas o políticas, que se maneje como un organismo multinacional independiente, que deje de ser una Sociedad Anónima y que los países que lo forman tengan una representación igualitaria en sus cuerpos de dirección.
La Opinión Pública del país debe percatarse de la importancia que tiene la modificación de la estructura, funcionamiento y sobre todo de la orientación de las operaciones del Banco Mundial (y de otros organismos similares como el Banco Interamericano de Desarrollo) y debe manifestar sus puntos de vista sobre el particular a efecto de que nuestro gobierno actúe en esa dirección en una alianza con los países que ahora son víctimas, que no beneficiarios, de una organización internacional de la que son parte integrante.♦