Tokio, noviembre 1970.
Hasta ahora ha podido resistir las presiones pero como en tiempos del comodoro Perry se pretende que abra sus puertas al capital de los grandes monopolios.
La escasa disponibilidad de materias primas básicas, la llegada relativamente tardía al proceso de industrialización y su encauzamiento por el camino capitalista han sido factores determinantes en la conformación del desarrollo del Japón y en la política económica que ha aplicado. Nos interesa aquí establecer sobre todo las conexiones entre el desarrollo y el comercio exterior que en el caso del Japón presenta aspectos por demás interesantes.
Japón se incorporó a la economía internacional en una situación muy desfavorable. Cuando los “barcos negros” del comodoro norteamericano Perry lo obligaron a abrir sus puertas al mundo exterior, su economía era atrasada, de tipo feudal, cerrada, dominada por los Samurai. La “diplomacia de las armas” aplicada por los Estados Unidos, y a la que se incorporaron la Gran Bretaña, Rusia, Holanda y Francia, le impuso tratados comerciales excesivamente desfavorables pues establecieron “derechos” de extraterritorialidad, fijaron equivalencias de la moneda japonesa con las extranjeras en condiciones leoninas y privaron al Japón de soberanía en materia de tarifas al comercio exterior.
Los perjuicios que ocasionaron los tratados condujeron a la decisión del gobierno japonés de impulsar la industrialización del país iniciándola con una política de sustitución de importaciones, primero, y de producción para la exportación tiempo después. Los puntos de arranque fueron la producción de textiles de algodón, con maquinaria y tecnología alemana. El primero de estos productos representaba alrededor del 15%.
La siguiente etapa, de producción para la exportación, se inició con el establecimiento de plantas para la fabricación de productos de seda, utilizando maquinaria y tecnología francesas; le siguió la producción de productos manufacturados de amplio consumo en los mercados mundiales. Con esta política el Japón se fue convirtiendo en un gran exportador, teniendo tan buen éxito que logró superar a Inglaterra en los mercados de productos textiles poco después de la Primera Guerra Mundial. La composición de las exportaciones japonesas registró un cambio sustancial pues los productos manufacturados llegaron a ocupar el primer lugar con el 57%, del total, en los últimos años de la preguerra (1936-1940).
Durante todo este proceso el desarrollo económico del Japón permitió la expansión de su comercio exterior, y el crecimiento de éste, a su vez sirvió de un poderoso apoyo a la industrialización. Se estima que la contribución del comercio exterior en el desarrollo del Japón en el periodo de 1921 a 1938 fue del 39%, cifra que indica su gran importancia como columna de apoyo al crecimiento económico japonés durante esa época.
El cielo parece ser el límite
El crecimiento de las exportaciones japonesas en los últimos años ha sido en verdad espectacular. En el año de 1968 lograron superar a las del año anterior en un 24.6%, y en 1969 volvieron a elevarse en una proporción casi igual superando la alta cifra de 1968 en un 23.3%. de acuerdo con los planes del gobierno y de los hombres de negocios, se tiene la meta de lograr para 1975 una exportación de casi 42,000millones de dólares cifra que es más de dos veces y media la alcanzada en 1969, la que tuvo un valor de 15,728 millones de dólares.
Las fuertes exportaciones han permitido al Japón aumentar sus Reservas de Oro y divisas en proporciones considerables, ya que las importaciones, aunque han crecido también, lo han hecho con vigor menos intenso. De 2,005 millones de dólares en 1968, para seguir aumentando en 1969 hasta alcanzar la cifra de 3,496 millones de dólares. Durante los primeros cuatro meses de 1970 el proceso ascendente continúo de manera firme, alcanzándose muy cerca de los 4,000 millones de dólares en abril del presente año, 3,923 millones. Para 1975, si los planes de elevación de las exportaciones se realizan, las Reservas registrarán aumentos todavía mayores, ya que se espera que en el sólo año de 1975 el comercio exterior del Japón producirá un superávit de 12,000 millones de dólares cifra que hasta ahora ningún país ha logrado alcanzar, incluyendo al propio Estados Unidos. Parece ser que los japoneses en su expansión sólo reconocen como límite el cielo, a decir de uno de sus más destacados empresarios.
Alarma norteamericana
Los espectaculares progresos de la economía japonesa y la expansión de sus exportaciones está provocando una verdadera alarma en los demás países capitalistas, y muy especialmente en los Estados Unidos. Los productos japoneses están invadiendo el mundo incluidos los mercados nacionales de las grandes potencias. Esta invasión se aprecia muy claramente en el desarrollo económico y el primer exportador mundial, está siendo penetrado considerablemente por las mercancías japonesas.
En efecto, las exportaciones japonesas a los Estados Unidos alcanzaron en 1969 la crecida suma de 4,958 millones de dólares, que agregadas a importaciones de 4,090 millones de dólares hacen un total de comercio exterior de 9,048 millones de dólares. En algunos renglones las exportaciones japonesas al mercado norteamericano alcanzan niveles bastante elevados. En automóviles le corresponde más del 11% del mercado total, en productos textiles la cifra es de gran cuantía, así como en acero (más de 6 millones de toneladas en 1968), en aparatos de TV (más de 200 millones de dólares), en radios, cámaras y muchos otros productos.
La fuerte penetración comercial japonesa en el mercado norteamericano está ya provocando enconadas reacciones en los círculos de hombres de negocios y en el gobierno norteamericano. La oposición de los empresarios yanquis condujo a la demanda de una reducción voluntaria de las exportaciones japonesas en algunos renglones importantes, particularmente en acero y en textiles, así como a intentos de la adopción de controles para reducirlas y a cargos contra Japón de estar siguiendo una política de “dumping”, es decir de venta a precios mucho más bajos que los que rigen en el mercado interior de Japón.
Como resultado de esas presiones ya se han reducido substancialmente las exportaciones de acero (en un millón de toneladas en 1969), y a posibles contracciones en textiles y aparatos de TV, radios y cámaras, así como de automóviles.
La conocida revista norteamericana Fortune en su edición del mes de septiembre último dedica un amplio espacio a presentar lo que considera la “ofensiva exportadora” del Japón.
Pero las presiones sobre el Japón van más allá. Los grandes inversionistas norteamericanos están realizando una lucha a fondo para hacer que el Japón abra sus puertas al capital extranjero, es decir, al norteamericano. En este sentido cabe indicar que hasta ahora los japoneses se han ingeniado para evitar que sus industrias caigan bajo control extranjero, pudiéndose consignar el hecho de que el monto de las inversiones extranjeras directas apenas llega a los 300 millones de dólares, cifra que es alrededor de la décima parte de las que existen en México. La política japonesa ha consistido más bien en utilizar tecnología extranjera mediante el pago de regalías, manteniendo, en general, la propiedad nacional de las empresas. Las crecientes presiones sobre Japón, sin embargo, ya han estado obligando a ese país a abrir un poco más la entrada al capital extranjero. Hasta ahora se han hecho concesiones graduales en tres etapas, mediante las cuales los inversionistas no japoneses pueden participar en los negocios. Es probable que en el futuro se produzca una creciente colocación de capitales, principalmente norteamericanos en las empresas japonesas.
Estos hechos revelan el alto grado de vulnerabilidad de la economía del Japón. Como tiene una gran deficiencia de materias primas básicas, y como muy buena parte de sus ventas se realizan en los mercados de alto desarrollo, depende considerablemente de la política que dichos países adopten respecto al Japón. Este país tiene que importar la casi totalidad del petróleo, de minerales de hierro y de chatarra, de carbón, minerales no ferrosos, algodón, caucho, y de muchas otras materias primas que necesita.
Como la mayor parte de estas materias primas proceden de los países desarrollados, o de fuentes dominadas por las grandes empresas de esas naciones, el Japón se encuentra frente a un problema de bastante seriedad. ¿C ómo está resolviendo el Japón o tratando de resolver estos problemas, para asegurar materias y disponer de mercados suficientes que absorban su creciente producción? Hasta ahora parece que el camino seguido está siendo principalmente el de hacer concesiones a los grandes países capitalistas en la forma de abstenerse de aumentar sus exportaciones a esos mercados y de abrir sus puertas a las mercancías y capitales de esa procedencia, así como de efectuar alianzas en la forma de empresas de capital mixto en algunas regiones del mundo como Canadá, Indonesia, Medio Oriente y América Latina.
El futuro de la economía japonesa, de esta manera, se presenta incierto. Es probable que los problemas a que se enfrenta aumenten y constituyan un obstáculo creciente a su desarrollo. Por ello habrá que esperar quizás algunos cambios importantes en su política económica y en su política exterior, en especial respecto a sus relaciones con países como la República Popular China y la Unión Soviética, que son sus vecinos más importantes y los que presentan un mayor potencial de desarrollo. Si no se producen esos cambios, es muy probable que el Japón se proyecte por el camino expansionista de tipo imperialista, y que aumente su dependencia respecto a los Estados Unidos.♦