El mensaje de Echeverría. Objetivo, nacionalista, popular

Sin eufemismos, Luis Echeverría señaló las malas condiciones en que se encuentran las mayorías del país; hambre, desocupación y viviendas que reflejan lacerantes pobrezas y escasos ingresos; gobernar significará, según sus palabras, distribuir equitativamente el fruto de los esfuerzos, dar ocupación al máximo a los mexicanos y expansión con redistribución de los ingresos; ahora, el poder público se utilizará para la conquista del bienestar colectivo, apoyo al ejido y seguridad social.

En el discurso que pronunció el licenciado Luis Echeverría Álvarez con motivo de su toma de posesión de la Presidencia de la República, se encuentra delineada la política económica que se propone seguir durante los seis años que durará su mandato constitucional. La enorme trascendencia que tiene para la marcha del país, para la orientación del desarrollo y para la vida de cada uno de los mexicanos, nos impone la obligación de analizar con todo cuidado y responsabilidad ciudadana dicho documento con vistas a comprender más cabalmente el contenido y alcances del programa bosquejado por el Primer Magistrado, teniendo como guía y preocupación fundamental el interés de la Nación en su conjunto y los de los sectores populares que forman la mayoría y la esencia de la Patria Mexicana. El presente artículo y otros que le seguirán en el futuro próximo, abordarán los aspectos que consideramos de mayor interés y relevancia para el futuro del país como Nación Independiente y Progresista.

El primer juicio que puede expresarse sobre el discurso del señor Presidente en sus aspectos económicos es que es bastante objetivo, ya que puntualiza con toda claridad y de manera explícita algunos de los más serios problemas del país, y de manera implícita, algunos otros de igual importancia. Lejos de soslayar o de encubrir el gran problema de las condiciones de pobreza en que viven grandes sectores del pueblo mexicano, pone énfasis en que “El hambre es la enfermedad más grave que padecen muchos compatriotas”, y en que “la mayoría de las viviendas campesinas refleja lacerantes pobrezas” y en que “subsisten graves carencias e injusticias que pueden poner  en peligro nuestras conquistas: la excesiva concentración del ingreso y la marginación de grandes grupos humanos amenazan la continuidad armónica del desarrollo”.

El Primer Magistrado mostró también gran preocupación por el fuerte desequilibrio de nuestro comercio exterior y por la amenaza que representa para el país el colonialismo tecnológico y la expansión de las inversiones extranjeras que desplazan a empresarios mexicanos y que tratan de controlar la economía nacional. Igualmente hizo referencias reiteradas a los gastos dispendiosos de los pequeños grupos que detentan la riqueza y a los enormes desperdicios de recursos que la irresponsabilidad de los capitalistas ocasiona. Merece también destacarse el pronunciamiento contra la insuficiencia y corrupción de los funcionarios públicos y su llamado a que trabajen con honestidad en beneficio de la colectividad.

El texto del discurso revela así mismo una posición claramente nacionalista en cuanto establece como principio rector de la política económica el apoyarse fundamentalmente en los recursos nacionales para acelerar el desarrollo, asignando al capital extranjero una participación complementaria, en cuanto manifiesta la urgencia y decisión de ampliar y profundizar la base tecnológica propia y en cuanto a la determinación de utilizar prudentemente los créditos exteriores. De igual signo es la manifestación de “la voluntad de rescatar nuestros recursos para garantizar nuestra soberanía y alcanzar la libertad por el desarrollo”. El fortalecimiento de las empresas nacionales manejadas por el gobierno y la ampliación del Sector Público responde a la misma preocupación.

El Discurso Inaugural contiene también una serie de planteamientos enfocados hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de las masas populares. Teniendo como norma las ideas centrales de que “iremos tan lejos como el pueblo quiera”, y de que “Para el Gobierno Federal gobernar será distribuir equitativamente el fruto de redoblados esfuerzos” se plantean una serie de tareas generales cuyo objetivo es el de favorecer a las mayorías del país: en materia agraria, de seguridad social, de obras públicas, de oportunidades de educación y de trabajo, en relación a redistribución de los ingresos, el combate efectivo de la inflación en apoyo de las economías de los sectores de bajos ingresos, entre otras.

Estos son, de manera muy esquemática, los juicios generales que podemos expresar respecto al texto del Discurso Inaugural del Primer Mandatario. En nuestra opinión, la apreciación de los grandes problemas nacionales y la política económica bosquejada es acertada y constituyen una buena base para que la acción gubernamental en los próximos seis años se convierta en el agente fundamental del desarrollo económico independiente del país y para beneficio del pueblo mexicano.

Sin embargo, debe entenderse que no basta con delinear una política económica para que los resultados deseados se produzcan automáticamente. Los cambios económico-sociales no son fáciles de lograr, porque existen grandes y variados obstáculos que se interponen en el proceso de transformación y que es necesario superar con toda decisión. En este sentido, se imponen dos reflexiones esenciales, que son las siguientes:

1.- La política económica expuesta por el Primer Mandatario necesita tomar forma concreta en un Plan Nacional de Desarrollo o al menos en una serie de programas parciales en los que se establezcan las metas concretas a alcanzar y los medios que tendrán que utilizarse para lograrlas. Este Plan Nacional (o planes parciales) debe ser conocido ampliamente por el público e incorporar a su realización a los sectores más interesados en su puesta en marcha como condición fundamental para que tenga éxito. Los planes o programas que se hacen a espaldas del pueblo y que no contemplan la más amplia participación ciudadana en ellos, de antemano están condenados al fracaso.

2.- La realización de un programa de desarrollo independiente y democrático tendrá como principal obstáculo, los intereses creados del pequeño grupo nacional y extranjero que detenta la riqueza del país, y que tiene una gran fuerza e influencia en la vida económica de la nación. Este sector tan poderoso tratará por todos los medios a su alcance de anular los esfuerzos nacionales que vayan a afectar el statu quo. Por esta razón, la política económica que debe aplicarse necesita poner una atención muy especial a medidas tendientes a la mejor distribución de la riqueza nacional. Si no se modifica la situación actual de relación de fuerzas, si se deja intacto el poder del Gran Capital en la Banca, la Gran Industria, el Gran Comercio, etc., sería muy difícil avanzar en una dirección progresista, revolucionaria. Los planes de transformación en beneficio del pueblo y de la independencia nacional se convertirían en simples buenos deseos.

3.- El nuevo gobierno está en condiciones de hacer avanzar al país por el camino democrático y de independencia si se decide a actuar con toda firmeza en la dirección bosquejada en el Discurso Inaugural, con todas sus implicaciones, porque contará con el más amplio y entusiasta apoyo de los obreros, campesinos, intelectuales y de la pequeña y mediana burguesía nacional, esto es, de la gran mayoría del pueblo mexicano.♦

Ceceña, José Luis [1970], "El mensaje de Echeverría. Objetivo, nacionalista, popular", México, Revista Siempre!, 912: 22-23, 16 de diciembre.