México ante el BID

El pueblo debe estar alerta

Los créditos del BID a México no se han dilapidado. El BID no ha perdido un solo centavo en México, porque las obligaciones se han cubierto con toda oportunidad; El BID no es una agencia del Gobierno de los Estados Unidos no tienen el derecho a fiscalizar sus operaciones pasando por encima de dichas normas y de los derechos de los demás socios. Las intrigas del diputado Fascell son un intento de presionar a México para que dé marcha atrás en su decisión de reducir la dependencia respecto al exterior (léase Estados Unidos). Tal es el sentido de estas intervenciones de las cuales hay que esperar muchas más. El pueblo debe rechazarlas con firmeza y liberar al país de la sujeción exterior.

¿Con qué derecho nos fiscaliza el senador Fascell?

Cada paso que dan los países de la América Latina hacia su liberación económica respecto de los círculos financieros monopolistas de los Estados Unidos desencadena una fuerte reacción de esos intereses imperialistas, reacción que toma diversidad de formas de acuerdo con la situación de relación de fuerzas existente y con la magnitud y significado de las medidas adoptadas por nuestros países.

La intervención armada simple y llana se utiliza cuando un país se atreve a aplicar una política independiente a fondo que pone en peligro la hegemonía que los círculos dominantes norteamericanos tienen sobre dicho país. Las invasiones de las tropas norteamericanas en México en la época de la Revolución, y en fecha más reciente, las de Cuba y de la República Dominicana, son sólo algunos ejemplos.

Cuando no se requiere la intervención directa de los "marines" porque los imperialistas pueden mantener su hegemonía a través de "gobiernos" peleles o de gorilatos, la política de esos círculos toma la forma de apoyo de equipo militar y de recursos financieros, para derrocar los gobiernos que no le son adictos. El derrocamiento del gobierno de Arbenz en Guatemala y de Goulard en el Brasil, son testimonios de esa política.

Todavía más, cuando las condiciones internas de los países rebeldes no permiten esos tipos de intervención, y la opinión pública norteamericana y mundial no les es propicia, recurren a otra serie de procedimientos: la amenaza de suspender la "ayuda" militar y financiera, la organización de actos terroristas y de atentados contra destacados gobernantes, la organización de campañas de descrédito, la amenaza de reducción o de suspensión de cuotas de comercio, de elevación de tarifas, de restricciones a la importación de productos procedentes de dichos países.

Las medidas de este carácter están a la orden del día, ahora que en cadena sucesiva los países latinoamericanos están tratando de romper las ataduras que los han mantenido en condiciones de atraso económico y de sujeción a los intereses de los monopolios norteamericanos. Cuando Bolivia se atrevió a expropiar los bienes de la Gulf Oil, fue objeto de esas agresiones; igual sucedió con Perú cuando nacionalizó algunas propiedades de la Standard Oil de New Jersey adoptó una política independentista; Chile ahora es uno de los objetivos principales de las agresiones norteamericanas en diversidad de formas, aunque todavía de tipo subterráneo.

México ha sido una víctima permanente de las agresiones de los imperialistas norteamericanos. Las agresiones han revestido todas las formas concebibles: la intervención militar, la organización de golpes de Estado (Huerta), las intervenciones diplomáticas, las agresiones comerciales (dumping algodonero, restricciones a la importación de jitomate, amenazas de elevación de tarifas, la reducción de cuotas), la organización de grupos de provocadores, la agresión financiera (exigencias de pago de reclamaciones exageradas por daños en la revolución, las presiones del Comité Internacional de Banqueros para el pago de la deuda exterior, la suspensión de créditos) y campañas de desprestigio y de intrigas contra nuestro país (cuando la expropiación petrolera, la Standard Oil imprimió folletos tratando de desacreditar a México ante la opinión mundial, con frecuencia se dan noticias sobre la supuesta inseguridad de la vida en nuestro país y también supuestas incomodidades, para reducir el turismo).

Las intrigas del diputado Fascell

En los actuales momentos en que el nuevo gobierno ha declarado su intención de reducir el endeudamiento exterior, de adoptar medidas para comerciar con todos los países del mundo, de reducir o suprimir la dependencia económica y tecnológica y de lograr una mejor distribución de la riqueza y del ingreso, los círculos poderosos de los Estados Unidos, a través del diputado Dante Fascell, se han lanzado a una campaña de agresión para crearle problemas y obligarlo a dar marcha atrás.

El pretexto, por ahora, es el de los créditos que ha otorgado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a nuestro país, en especial los que se han utilizado para varios proyectos de riego y de mejoramiento rural. La intriga queda al descubierto porque los hechos son por demás elocuentes: -los créditos se otorgaron sobre la base de estudios de inversión, según lo establecen las reglas de operación del BID y para fines específicos;

El dinero se ha utilizado precisamente para la realización de las obras contempladas en los proyectos respectivos;

Los créditos del BID no cubrieron la totalidad del costo de las obras, sino aproximadamente la mitad, porque la otra parte correspondió a inversiones con recursos propios del país;

El BID no ha perdido un solo centavo, ya que nuestro país ha cubierto las amortizaciones y los intereses con toda oportunidad, y así lo hará en el futuro;

Los proyectos financiados son de utilidad real para nuestro país, como lo atestiguan los correspondientes al Río Lerma-Santiago, los de la Chontalpa y otros.

-sólo en un caso, según las declaraciones de los representantes del BID en México, el de La Ventosa en Oaxaca, no ha dado los rendimientos esperados, pero de ninguna manera es un fracaso. Aún si lo hubiera sido, quedaría dentro del margen de tolerancia que un criterio riguroso permitiría.

Estos hechos demuestran que lo que el señor diputado persigue no es otra cosa que desprestigiar a México, exhibiéndolo ante la opinión norteamericana y mundial, como un país irresponsable que dilapida los recursos que obtiene en los organismos internacionales y en otras fuentes y que por lo tanto, no es un buen sujeto de crédito y no se le debe prestar. En una palabra, es un intento de minar el prestigio exterior de nuestro país.

Y todavía hay algo más

Las intrigas del diputado Fascell nos ponen al descubierto un aspecto muy importante de la idea que los círculos financieros de los Estados Unidos tienen de los organismos internacionales como el BID, el Banco Mundial y otros. Para esos círculos esas instituciones son agencias directas del gobierno de los Estados Unidos que deben manejarse de acuerdo a los intereses del gran capital norteamericano, es decir, que deben ser instrumentos para afianzar el control de los monopolios yanquis sobre las riquezas y la vida total de los países más débiles. En este orden de ideas consideran que el gobierno de los Estados Unidos (poder ejecutivo y también el Congreso) tiene el derecho de fiscalizar e intervenir en esas organizaciones a su antojo, por encima y en violación de las normas acordadas de manera multinacional, y sin consideración ninguna hacia los derechos e intereses de los demás países que las forman.

Es necesario reconocer que hasta ahora, en lo esencial los grandes grupos financieros norteamericanos han logrado su propósito y han convertido al BID y al Banco Mundial en instrumentos de su política de dominación financiera. Pero que lo hayan hecho no quiere decir que les asista la justicia y que de manera indefinida deban seguir haciéndolo. Ya nosotros nos hemos ocupado de este asunto en varias ocasiones.

Es tiempo ya de que el BID (y los demás organismos multinacionales) dejen de ser instrumentos de los monopolistas norteamericanos y se orienten por el camino correcto, de ser instrumentos de los monopolistas norteamericanos y se orienten por el camino correcto, de ser instituciones manejadas en función de los intereses de los pueblos de los países que las forman, incluido el pueblo norteamericano. Y ya es tiempo también de que nuestros países se enfrenten con decisión y energía a los actos de agresión como la del diputado Fascell que son verdaderos atentados contra nuestra soberanía y contra nuestro prestigio internacional.

El pueblo de México debe darse perfecta cuenta de que los enemigos de su progreso y de su independencia son los grandes intereses financieros norteamericanos y que debe estar alerta y hacerle frente con toda decisión a sus maquinaciones e intrigas, que seguramente se multiplicarán en el futuro porque esos intereses no cejarán en su intento de dominarnos económica, política y culturalmente.♦

Ceceña, José Luis [1971], "México ante el BID", México, Revista Siempre!, 919: 24-25, 3 de febrero.