Las empresas multinacionales ¿factores de progreso?


Una búsqueda trascendente que trata de resolver los problemas del III mundo: la escasez de recursos y la dependencia económica


En el ámbito latinoamericano se está generalizando el interés por la organización de empresas multinacionales como uno de los instrumentos para avanzar en la integración económica de los países al sur del Río Bravo. En el escenario de los países más industrializados, particularmente en los Estados Unidos y en Europa, existe también una tendencia muy marcada hacia la constitución de grandes negociaciones llamadas de igual manera “empresas multinacionales” considerándolas como la forma más adecuada de contribución de los capitalistas de esos países al desarrollo de las áreas en vías de industrialización.

¿Qué son en realidad las empresas multinacionales? ¿Se trata de una forma de organización única o de distintas formas pero con el mismo nombre? ¿Si son distintas, cuál de ellas es la que puede contribuir mejor al desarrollo de la América Latina? ¿Qué requisitos deben satisfacerse para que estas empresas sean factores reales de progreso en México y en el resto de la América Latina? Consideramos que tiene interés especial que tratemos de ocuparnos de esta cuestión sobre la que evidentemente existe una gran confusión, a efecto de que la opinión pública disponga de algunos datos y argumentos que puedan ayudarle a clarificar su criterio sobre tan importante problema.

Empresas "multinacionales privadas”

En el mundo de los negocios de los grandes países capitalistas se está dando en llamar “empresas multinacionales” a los sistemas que forman las grandes negociaciones internacionales que cuentan con una matriz en el país metropolitano y una extensa red de filiales que operan en un gran número de países del mundo. Esta es la forma más extendida actualmente, correspondiendo a la organización típica de los grandes negocios en escala internacional.

La Standard Oil de Nueva Jersey, la General Motors, la Ford, Dupont, Monsanto, American Smelting, Anaconda, el Chase Manhattan Bank, el Banco de América, la Pan American, la Hilton, etc., son algunos ejemplos de este tipo de “empresa multinacional”, ya que cada una de ellas está integrada por su matriz en los Estados Unidos, y una apretada red de filiales en los cinco continentes. Esta forma de organización es de carácter multinacional sólo en el sentido de que las operaciones de la empresa se realizan en varios países; no son multinacionales en el sentido real del término, ya que las naciones en donde operan las filiales no participan en la propiedad ni en el manejo de dichas empresas. Hay solamente algunos casos, muy pocos, en donde existe participación efectiva de grandes capitalistas de dos o más países: la Royal Dutch Shell y la Unilever son los casos sobresalientes, siendo ambas propiedad conjunta de capitalistas británicos y holandeses.

Un carácter semejante tienen las “empresas multinacionales” en donde las filiales de grandes negociaciones adoptan la forma llamada de “empresas mixtas”, es decir, de compañías en donde se da participación a capitalistas del país huésped. En primer lugar, en la mayoría de los casos la participación nacional es minoritaria y cuando tiene el carácter mayoritario, en la práctica son controladas y manejadas por la gran negociación metropolitana.

Las “empresas multinacionales” que adoptan las formas descritas no son las adecuadas para servir de instrumentos para acelerar la integración y el progreso de los países en desarrollo, toda vez que sus operaciones están determinadas por los intereses de los capitalistas metropolitanos de obtener las máximas utilidades, y no precisamente por las necesidades de un desarrollo acelerado, democrático e independiente de los países en donde operan las filiales que las forman.

“Empresas multinacionales gubernamentales”

Frente a las grandes negociaciones privadas mal llamadas multinacionales existen las formadas por esfuerzos y aportaciones conjuntas de dos o más países, a través de sus gobiernos, que se organizan con algún propósito concreto que se considera de beneficio recíproco para las naciones participantes. Un caso de este tipo lo encontramos en la producción del avión Concorde que se está llevando a cabo mediante el esfuerzo conjunto de Francia y Gran Bretaña.

Las empresas organizadas en esta forma sí tienen el carácter de verdaderas empresas multinacionales porque en ellas participan efectivamente las naciones involucradas, tanto en la inversión, como en el manejo de las operaciones de la empresa u organismo formado con tal objeto.

Estas empresas multinacionales son las que consideramos adecuadas para la realización de una amplia gama de proyectos industriales y de comercialización de productos en el ámbito latinoamericano. La utilidad de este tipo de esfuerzos multinacionales en la América Latina puede ser de grandes proporciones, porque parece ser el instrumento adecuado para unir recursos financieros y técnicos, y para ampliar mercados para emprender la producción y comercialización de maquinaria, vehículos de motor, acero y productos metálicos, petróleo y petroquímica, y para la venta intrazonal y al exterior de productos agropecuarios y mineros. La empresa multinacional, manejada en función de los intereses nacionales y solidarios de los países participantes, puede permitir el aprovechamiento de las economías de gran escala, que, separadamente las naciones latinoamericanas no estarían en condiciones de lograr.

Tarea difícil, pero realizable

No es tan fácil como pudiera creerse la formación de grandes empresas multinacionales en la América Latina. Existen una serie de factores que dificultan la realización de estos objetivos. Sólo para mencionar algunos de los que consideramos más importantes queremos señalar dos: el extenso control que las grandes empresas extranjeras (no latinoamericanas) tienen sobre los recursos naturales, la industria, el comercio y las finanzas de nuestros países, y la diversidad de posiciones que los gobiernos latinoamericanos tienen respecto a las empresas extranjeras, a las funciones del Estado en la vida económica y en relación a la propia integración. Algunos ejemplos pueden ilustrar el grado de las dificultades.

Un esfuerzo de integración petrolera y en la industria petroquímica confrontaría el obstáculo de que en la mayoría de los casos, la producción petrolera y/o su comercialización, así como la industria química, se encuentra controlada por firmas extralatinoamericanas. La situación de Venezuela, el primer productor de la región, pero dominada por la Standard Oil de Nueva Jersey y por la Shell, ilustra muy bien el caso. Esto puede extenderse a la industria de automóviles, a la minería, a la industria de equipo y aparatos eléctricos, a la producción de medicinas, de maquinaria, etc.

Las empresas multinacionales que se constituyeran sobre estas bases, significarían la integración de los monopolios extranjeros, lo cual, lejos de beneficiarnos, empeoraría la situación.

Por otra parte, la actitud de gobiernos como el Brasil, Argentina, Venezuela y los de la América Central, que consideran a la inversión extranjera como fundamental para su desarrollo y que se asignan la función de promotores de la inversión privada y son reacios a una vigorosa intervención estatal en la economía, constituye un poderoso obstáculo para la formación de empresas multinacionales auténticas.

A pesar de los obstáculos, consideramos que la idea de la formación de empresas en que participen distintos países es factible y que puede ser muy útil para emprender una serie de proyectos conjuntos, lo que reportará beneficios tangibles para nuestros países. Estas empresas serían un poderoso instrumento para acelerar el desarrollo económico de la región y para resistir el dominio de las grandes corporaciones extranjeras. Para que tuvieran éxito, sin embargo, habría necesidad de que los gobiernos se decidieran a rescatar la riqueza nacional de manos extranjeras y a asumir una actitud más positiva en favor de una mayor intervención en la actividad económica. En estos esfuerzos, los gobiernos podrían dar una participación -aunque no el control a los sectores privados latinoamericanos, con lo que estarían en mejores condiciones de hacerle frente al poder extranjero y de aprovechar los ahorros y la iniciativa de los latinoamericanos.♦

Ceceña, José Luis [1971], "Las empresas multinacionales ¿factores de progreso?", México, Revista Siempre!, 920: 22-23, 10 de febrero.