América Latina, mundo de conquista
Las dos terceras partes de los 11,010 millones de dólares de las inversiones de EE.UU. en América Latina están en las dos actividades más dinámicas e importantes.
En el mundo actual las inversiones internacionales han adquirido una importancia de proporciones tan grandes, que puede afirmarse que se ha llegado a formar una gran potencia económica flotante a todo lo largo y lo ancho del Mundo Occidental.
En efecto, se calcula que no menos de un equivalente a 200,000 millones de dólares de capitales norteamericanos, ingleses, franceses, alemanes, japoneses y de otras nacionalidades se encuentran colocados fuera de sus países de origen, en empresas industriales, comerciales, crediticias, de transporte, etc., en los distintos países, tanto desarrollados como de los llamados en vías de desarrollo y en valores públicos y privados de diversidad de orígenes.
Los capitales internacionales colocados en empresas, inversiones extranjeras directas ascienden, según estimaciones disponibles, a unos 95 mil millones de dólares, y los colocados en valores y en créditos internacionales a largo plazo montan a alrededor de 105 mil millones de dólares.
El ritmo de crecimiento de las colocaciones de capitales en escala internacional ha sido bastante acelerado en el periodo de la posguerra. En 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, los capitales internacionales se estimaban en unos 40 mil millones de dólares, habiéndose elevado, según indicamos a alrededor de 200 mil millones para 1969, lo que quiere decir que en 25 años han aumentado a una cifra de 2.5 veces (250%), la correspondiente a la terminación de la última guerra mundial. Esto nos indica un aumento promedio anual del 10% que es muy superior al aumento que han registrado los productos nacionales de los países del Mundo Occidental.
Las inversiones norteamericanas sobrepasan, con amplio margen a las de los demás países, ya que de los 95 mil millones de capitales colocados en empresas en escala internacional les corresponden cerca de 70 mil millones de dólares.
El gran crecimiento de las inversiones directas internacionales (extranjeras) ha ido dando fisonomía a la economía mundial, no solamente a las de los países de menor desarrollo como ha sido tradicional, sino ahora también a las de muchos países industrializados, especialmente a los de Europa.
La importancia de las empresas con capital extranjero ha ido aumentando considerablemente, tanto en la cuantía de la producción y en las ventas dentro del país en que operan, cuanto en lo que se refiere al comercio exterior de dichos países. En términos generales puede apreciarse esa importancia por el hecho de que a cada dólar invertido corresponde aproximadamente 2 dólares de ventas, lo que significa que las empresas extranjeras en el mundo occidental alcanzan ventas globales de alrededor de 180,000 millones de dólares. Una parte, que va en aumento acelerado, corresponde a ventas al exterior, especialmente de productos manufacturados, con lo que el comercio internacional va siendo determinado en medida creciente, por las grandes empresas internacionales, las que se han dado en llamar empresas multinacionales.
La América Latina.
La magnitud de las inversiones extranjeras y la influencia que ejercen las economías de los países de la América Latina ha ido en considerable aumento en el periodo de la posguerra. Las empresas extranjeras multinacionales han ido incrementando su importancia en la producción y servicios para el mercado latinoamericano y también para el mercado exterior a la región. La magnitud de la participación de dichas empresas en nuestra área puede apreciarse con claridad tomando el caso de las controladas por capitalistas norteamericanos, para las cuales disponemos de datos oficiales más o menos completos.
En 1968 las inversiones norteamericanas directas en la América Latina alcanzaban un total de 11,010 millones de dólares, que se distribuían de la siguiente manera: industria manufacturera, el 34 por ciento; petróleo, 27 por ciento; minería y fundición, 13 por ciento; comercio 11 por ciento, y el resto a servicios públicos, finanzas y otras actividades. Nótese que casi dos terceras partes del total se encontraba colocado en la industria manufacturera y en el petróleo, dos actividades que son de las más dinámicas y de la mayor importancia.
La industria manufacturera. Las inversiones norteamericanas en la América Latina (y en el mundo) han ido canalizándose con gran celeridad hacia las actividades industriales, que constituyen la columna vertebral del desarrollo económico. Mientras que en 1940, la industria solamente absorbía 210 millones de dólares de capitales norteamericanos, en 1968 esa cifra se había elevado a 3,699 millones. Esto significa que las empresas norteamericanos tienen ventas totales de productos industriales de alrededor de 7,400 millones de dólares.
La producción industrial de las empresas norteamericanas tiene ya una gran importancia en el conjunto de la industria latinoamericana, en el abastecimiento de los países en los que operan, en el comercio intrazonal y en el comercio exterior de la región. Veamos los datos comparativos de los años de 1957 y de 1966, que han sido publicados por The Council for Latin America, en 1970, en su estudio sobre “Los efectos de las inversiones norteamericanas y otros países en América Latina”.
En el año de 1957 las exportaciones de productos industriales de la América Latina alcanzaron un monto de 709 millones de dólares, de los cuales correspondieron a empresas latinoamericanas y extranjeras no norteamericanas, 626 millones de dólares, o sea el 88.3 por ciento; a las empresas de los Estados Unidos en la América Latina correspondieron ventas al exterior por valor de 83 millones de dólares, o sea el 11.7 por ciento.
Para 1966 la situación fue la siguiente: las exportaciones de productos industriales de la América Latina alcanzaron un total de 1,613 millones de dólares. De ese total las empresas norteamericanas exportaron 668 millones de dólares, más de 8 veces las de 1957, que representaron el 41.4 por ciento del total, es decir, más de dos quintas partes de ese total. Se ve con claridad la importancia creciente de las empresas norteamericanas en la industria y en las exportaciones industriales de la América Latina.
Pero hay todavía otros aspectos reveladores. De las exportaciones de las empresas norteamericanas en 1966, más de la mitad, 347 millones constituyeron exportaciones industriales a filiales norteamericanas situadas fuera de la América Latina. Esto significa que las empresas norteamericanas, exportan buena parte de su producción a los países en donde tienen filiales, es lo que equivale decir que son movimientos que se efectúan dentro del sistema de las empresas multinacionales. ¿podríamos considerar a estas exportaciones propiamente latinoamericanas?
Los otros 321 millones de dólares de productos industriales exportados por las empresas norteamericanas ubicadas en la América Latina, 165 millones de dólares se dirigieron a los Estados Unidos es decir, a las matrices y al mercado norteamericano. De nuevo ¿podrían considerarse estas exportaciones de la América Latina a los Estados Unidos?
Un dato más. Las empresas norteamericanas exportaron de un país latinoamericano a otro, aprovechando los convenios de la ALAC, 52 millones de dólares. Aunque estas exportaciones aparecen en las estadísticas como ventas recíprocas de productos manufacturados de los países latinoamericanos, ¿no son en realidad ventas de empresas extranjeras?
Finalmente, 104 millones de dólares de productos manufacturados en la América Latina por empresas norteamericanas tuvieron como destino otros países, especialmente los europeos. De nuevo, tampoco podemos considerar que esas ventas correspondieron a los países latinoamericanos, sino a las grandes empresas multinacionales de los Estados Unidos.
Estos son hechos que deben hacernos reflexionar muy seriamente para tomarlos en cuenta en la política de desarrollo industrial y en la de fomento de las exportaciones, especialmente de productos manufacturados. Para avanzar de veras por el camino del progreso y de la independencia debemos eliminar ese “caballo de Troya” que está jugando un papel tan determinante en nuestros días.♦