Los problemas de la Universidad. Pocos recursos, bajos ingresos, 20 mil nuevos aspirantes

Dentro de breves días se iniciarán los cursos en la Universidad Nacional Autónoma de México, la institución de enseñanza superior de mayores dimensiones no solamente de la América Latina, sino del mundo, quizás la elevada cifra de estudiantes a que a ella concurren –en 1970 fue de 103,300-, aumentará aún más, esperándose una incorporación adicional de 20,000 jóvenes en el presente año.

El crecimiento casi explosivo de la población escolar en la UNAM (y en otras instituciones de enseñanza superior) ha ido agudizando viejos problemas y hecho surgir otros que las están llevando a una situación crítica que compromete seriamente la contribución que deben aportar a la enseñanza, investigación y divulgación cultural, bases esenciales del progreso económico y social del país.

El torrente de millares de jóvenes que se incorporarán a los estudios superiores aumentarán los ya difíciles problemas de falta de cupo, de escasez de profesores, de insuficiencia de servicios de todo tipo, etc., en una palabra harán más angustiosa la situación económica que, de manera crónica,vive la Universidad. Y como resultado de ello, el nivel académico no solamente no podrá elevarse, sino que se deprimirá aún más, y también resultará afectada la marcha armónica de la vida de la comunidad universitaria.

Cuantiosos déficit.

La insuficiencia de recursos a disposición de la Universidad Nacional queda revelada de golpe por la situación deficitaria permanente en que se encuentra. La penuria en que vive se pone de manifiesto en las cifras del último año, 1970, que a manera de ejemplo damos a continuación:

Ingresos totales

$ 635.462,172.00

Egresos totales

$ 666.775,024.35

            Déficit

35.312,852.35

El déficit financiero, sin embargo, no es sino un indicador muy general de la penuria de la Universidad; subestima con gran margen la realidad en que se llevan a cabo sus actividades, que tienen que limitarse a su expresión mínima por falta de recursos. Su raquítico presupuesto la ha llevado al apiñamiento de los alumnos; a mantener al profesorado, investigadores y empleados en situaciones económicas verdaderamente aflictivas; a seguir utilizando métodos anticuados de enseñanza, a mantener a alumnos, maestros e investigadores alejados de la realidad y a tener que rechazar cada año a millares de jóvenes aspirantes.

Una de las manifestaciones más notorias de la crisis en que se encuentra la Universidad es la deserción de un gran número de Profesores de Carrera, de Tiempo Completo, que se ven obligados a buscar ocupación en algunas de las Universidades e Institutos privados, que se han multiplicado en las últimas décadas, o que se convierten en profesores de tiempo parcial, para disponer de tiempo para laborar en otra institución y poder obtener un ingreso que les permita subsistir más o menos decorosamente. Hay casos también en que profesores de Carrera de Tiempo Completo renuncian a su plaza, para convertirse en profesores de dos o tres horas por semana, para poder trabajar en algún empleo que les de para vivir. Algunas cifras pueden ayudarnos a mostrar la situación aflictiva de los Profesores e Investigadores de la Universidad, que tomamos del serio y documentado estudio elaborado por el licenciado Félix Espejel Ontiveros, destacado investigador y profesor de la propia Universidad.

Aunque todos los estudios que se han realizado sobre las formas en que la Universidad puede mejorar la preparación de los estudiantes y profesionistas que salen de sus aulas, y el nivel académico de sus profesores y la capacidad de sus investigadores, así como resolver el gran problema de los irregulares, llegan a la conclusión de que se debe aumentar el número de los Profesores de Carrera e investigadores de Tiempo Completo, la realidad muestra que en ese sentido la Universidad no ha avanzado. Así, en 1965 la planta de ese tipo de profesores e investigadores era de 638, en los cinco años siguientes, dicho número, en lugar de aumentar, descendió a 633. Y esto, a pesar de la explosión que ha registrado la población estudiantil de la UNAM.

La deserción de los profesores e investigadores de Tiempo Completo puede explicarse principalmente por el aumento que ha registrado el costo de la vida en los últimos años, frente a la congelación de los sueldos del personal de la Universidad. Los cálculos del licenciado Espejel indican que de 1965 a 1970 el nivel general de precios subió en un 25%, en tanto que los sueldos de los profesores e investigadores de Carrera de la Universidad se mantuvieron fijos hasta julio de 1970 (hace apenas unos meses), habiendo aumentado a partir de esa fecha en un 3 por ciento.

Los perjuicios que ha sufrido el personal que colabora en la UNAM han sido realmente muy grandes. Los 7,500 pesos de sueldo nominal se habían convertido, para julio de 1970 en apenas 5,775 pesos, lo que quiere decir que en lugar de mejorar, o al menos mantenerse al nivel de hace 5 años, los profesores e investigadores han empeorado notoriamente. De los 5,775 pesos todavía hay que deducir los impuestos, cuotas para el ISSSTE, y otras cantidades por diversos conceptos.

Por más que el magisterio sea un apostolado, y para muchos maestros lo es como lo prueba el hecho de que un buen número de ellos todavía colaboran en la Universidad, debemos aceptar que también los profesores necesitan comer, vestirse, comprar libros, y sostener la educación de sus hijos. Y con 4,000 pesos mensuales es difícil que la Universidad retenga a sus profesores e investigadores por mucho tiempo, más si la carga de trabajo va aumentando por efecto de la explosión escolar que se registra en la UNAM.

La enseñanza ¿gasto o inversión?

Por diversas razones la enseñanza y la investigación científica y tecnológica son consideradas como una carga, aunque inevitable, para la sociedad. Esta idea, sin embargo, debe ser cambiada por otra más correcta y constructiva: es una inversión que el país realiza y que debe reportar grandes dividendos en mayor productividad, incrementos crecientes en la producción, utilización más racional de los recursos, mayores oportunidades de trabajo y en la consolidación de la independencia nacional. Visto de esta manera, el gasto en el sostenimiento de las instituciones de enseñanza, en todos sus niveles, y en su mejoramiento constante, debe tener una gran prioridad en los esfuerzos de la sociedad mexicana por alcanzar niveles crecientes de progreso material y cultural.

Un país que se despreocupa de la enseñanza y la investigación no puede desenvolverse, se estanca y eventualmente se ve convertida en una nación atrasada y dependiente del exterior. Por todo ello, el país tiene la necesidad imperiosa, por su propio progreso e independencia, de aportar a las instituciones de enseñanza e investigación todos los recursos que necesiten para que cumplan bien su función, de ser palancas del progreso. Desde luego que el país tiene el derecho de exigir a dichas instituciones que utilicen bien los recursos que se les proporcionan y que se conviertan en verdaderos centros de superación nacional. ¿podremos esperar que en el presente año de 1971 el gobierno y la sociedad en su conjunto den a la enseñanza y la investigación la importancia que realmente tienen?♦

Ceceña, José Luis [1971], "Los problemas de la Universidad. Pocos recursos, bajos ingresos, 20 mil nuevos aspirantes", México, Revista Siempre!, 923: 12-13, 3 de marzo.