El comercio mundial está dominado por grandes potencias y bloques con criterio geopolítico, ¿cómo podría México romper esa barrera?

El comercio internacional presenta un cuadro bastante complicado y difícil de penetrar, especialmente por parte de países económicamente débiles como lo es todavía el nuestro. las grandes potencias industriales tienen una fuerza determinante en la fijación de los precios, en la cuantía de la demanda, en las condiciones de operación, en las orientaciones de la corriente de mercancías y en el tipo de productos objeto de dicho comercio. algunos datos básicos nos ayudarán apreciar la intrincada red que caracteriza actualmente el mercado internacional.

Para obtener resultados, es necesario poner primero en orden nuestra casa.

Organizar a los productores para que unan sus esfuerzos, expeditando trámites, otorgando más facilidades crediticias y fiscales y más aún: mexicanizando la producción; las medidas que se han tomado hasta hoy marcan el buen camino.

El nombramiento de un nuevo equipo de embajadores, en su mayoría bien capacitados en los complicados problemas de la economía mundial y con un amplio conocimiento de la realidad económica de nuestro país, es un paso más en el esfuerzo que el actual gobierno está realizando para corregir los grandes desajustes de nuestro comercio exterior y de lograr que dicho comercio se convierta en un poderoso auxiliar para el desarrollo económico nacional.

Otra medida significativa en la misma dirección ha sido el establecimiento, en días pasados del Instituto Mexicano de Comercio Exterior que está llamado a ser un importante factor de promoción de las transacciones comerciales con el exterior y que atinadamente fue puesto bajo la dirección del joven, dinámico y altamente calificado economista Julio Faesler.

La adopción de una serie de otras medidas, que han sido anunciadas por el Primer Mandatario y por sus colaboradores del más alto nivel, vendrán a formar un marco bastante amplio, aunque todavía incompleto, dentro del cual se llevará a cabo según se ha reiterado, un vigoroso esfuerzo de expansión de nuestras relaciones económicas en escala mundial.

 

Problema complejo y difícil.

Corregir el cuantioso desajuste de nuestro comercio exterior y lograr que a través de dicho comercio se fortalezca y acelere el desarrollo económico del país, no es tarea fácil, sino que por el contrario, presenta enormes dificultades derivadas tanto de las condiciones mismas del comercio mundial, como de diversos factores de nuestra estructura económica. Nos basta con querer vender más; hay que conocer a fondo las complicaciones de los mercados mundiales en general, y de los particulares de los actuales clientes y de los probables; hace falta también conocer a fondo nuestra realidad interna, saber con certeza las condiciones de operación de nuestros productores y firmas comerciales y estar dispuestos a efectuar los ajustes indispensables en nuestro aparato productivo y distributivo, así como crear las condiciones apropiadas para que el esfuerzo comercial al exterior rinda los frutos máximos para beneficio de los distintos sectores involucrados y para el país en su conjunto.

El comercio internacional presenta un cuadro bastante complicado y difícil de penetrar especialmente por parte de países económicamente débiles como lo es todavía el nuestro. Las grandes potencias industriales tienen una fuerza determinante en la fijación de los precios, en la cuantía de la demanda, en las condiciones de operación, en las orientaciones de las corriente de mercancías y en tipo de productos objeto de dicho comercio. Algunos datos básicos nos ayudarán a apreciar la intrincada red que caracteriza actualmente el mercado internacional.

Las exportaciones mundiales en el año de 1969 alcanzaron la cifra de 271,000 millones de dólares, de los cuales correspondieron a los países capitalistas más desarrollados 193,500 millones de dólares, es decir, el 70.3 por ciento, a los países “en vías de desarrollo” (léase: dependientes) 51,490 millones, o sea, el 19 por ciento y a los países socialistas 28,857 millones, que representaron el 10.7 por ciento.

Comparando estas cifras con las del quinquenio de 1961-65 encontramos un rasgo muy revelador: ha ido aumentando visiblemente la parte correspondiente a los grandes países capitalistas, y se ha reducido la de los países “en vías de desarrollo” y también la de los de tipo socialista. Los primeros participaban con el 66.7 por ciento en 1961-65, habiendo aumentado al 70.3 por ciento en 1969; los segundos redujeron su participación del 21 por ciento en 1961-65, al 19 por ciento en 1969, y los últimos, descendieron del 12.3 por ciento al 10.7 por ciento.

Se observa pues una tendencia muy marcada de las exportaciones de los países como el nuestro a disminuir en términos relativos, lo que indica que van perdiendo importancia en el conjunto del comercio internacional, lo que revela las mayores dificultades que tienen para colocar sus productos, que han hecho perder dinamismo a sus exportaciones.

La situación de la América Latina corresponde a esa tendencia de descenso, pues en el quinquenio de 1961-65 le correspondió el 6.3 por ciento en las exportaciones mundiales, proporción que disminuyó al 4.8 por ciento en el año de 1969. El mismo proceso de deterioro se observa en el caso de México, pues su participación en las exportaciones mundiales ha ido descendiendo hasta llegar en 1969 a apenas el 0.5 por ciento del total.

Otro rasgo interesante del comercio mundial es que los grandes países capitalistas han ido intensificando su comercio entre ellos mismos, como resultado, entre otros factores de la formación de bloques, y con países que forman su esfera de influencia. Así, de las exportaciones totales de los países capitalistas industrializados el 76 por ciento tienen como destino los propios países desarrollados; igual sucede con las exportaciones de los países que forman el Mercado Común Europeo, y con las del bloque socialista del COMECON.

Una característica más del comercio internacional y que es muy reveladora de las condiciones en que se encuentran nuestros países con respecto a las naciones más desarrolladas, es que en términos generales las balanzas comerciales de los países en “vías de desarrollo” registran fuertes déficits y que esos déficits tienen lugar en sus transacciones con las potencias industrializadas. Más todavía, los superávit que los países más desarrollados logran en su comercio con los países dependientes son factores de gran importancia para producir el superávit global en las balanzas comerciales de las naciones más desarrolladas. Esto aparece con gran claridad en el comercio exterior de los Estados Unidos, como lo revelan los datos siguientes: en el año de 1969 los Estados Unidos exportaron mercancías por valor de 37,988 millones de dólares e importaron 36,052 millones de dólares en productos lo que les proporcionó un  superávit comercial de 1,936 millones de dólares. De ese comercio correspondió a transacciones con otros grandes países desarrollados un monto de 52,922 millones de dólares, es decir, el 72%, habiendo obtenido de ese intercambio un déficit de 8 millones de dólares. Esto quiere decir que su comercio con ese tipo de países está más o menos nivelado. ¿de dónde provino entonces el superávit de 1,936 millones que obtuvo en ese año? Casi totalmente del intercambio con los países “en vías de desarrollo. Veamos las cifras concretas:

Las exportaciones de los Estados Unidos a los países “en vías de desarrollo” en ese año alcanzaron la suma de 11,282 millones de dólares, mientras que las compras que efectúo en esos países fueron de 9,377 millones de dólares, lo que dio por resultado un superávit de 1,905 millones de dólares. Esto quiere decir que los Estados Unidos obtienen grandes excedentes a su favor en el comercio exterior gracias a las operaciones que realizan con los países “en vías de desarrollo”. Esto, además de las ventajas que obtiene con el intercambio inequitativo al comprar materias primas y alimentos baratos y vender productos manufacturados caros a estos países. Esta es una realidad del comercio mundial.

La América Latina es una importante fuente de excedentes comerciales para los Estados Unidos. En el año de 1969 sólo de la América Latina obtuvo un superávit de 655 millones de dólares, es decir, algo más de la tercera parte del superávit total que logró con su comercio exterior. Y de ese lado positivo logrado por los Estados Unidos de la América Latina correspondió la mayor proporción, 492 millones de dólares, a su comercio con México.

Estos son algunos elementos importantes que se deben considerar para encuadrar debidamente la política de comercio exterior que debemos seguir. Ignorarlos o no tomarlos en cuenta significaría que estamos fuera de foco y que los esfuerzos no podrán alcanzar los resultados que espera la nación.

En la próxima ocasión nos ocuparemos de otros aspectos igualmente importantes del comercio mundial y también de la realidad mexicana, que tienen relevancia para hacerle frente con mayor éxito al urgente y delicado problema de nuestro comercio exterior.♦

Ceceña, José Luis [1971], "El comercio mundial está dominado por grandes potencias y bloques con criterio geopolítico, ¿cómo podría México romper esa barrera?", México, Revista Siempre!, 824: 20-21, 10 de marzo.