Gestación de un Nuevo Perú. El nacionalismo, factor de esta hora en América

La celebración del 150 aniversario de la Independencia del Perú reviste una especial importancia en estos momentos, no solamente para el pueblo peruano, sino para todos los pueblos que luchan por lograr un desarrollo nacional independiente para beneficio de las mayorías. Y es que el Perú está llevando a cabo una transformación profunda de sus estructuras económico-político-sociales que está contribuyendo de manera considerable al cambio de juego de fuerzas en el continente a favor de los intereses populares.

A pesar de haber logrado su Independencia política hace siglo y medio, el Perú no ha sido un país verdaderamente soberano y dueño de sus destinos, porque su riqueza ha estado detentada por intereses extranjeros y por un pequeño grupo oligárquico nacional en estrecha asociación con los monopolios del exterior.

El panorama que presentaba el Perú en 1968 era claramente el de un país fuertemente dependiente, de economía deformada y atrasada, de desarrollo inseguro, fluctuante y con grandes contrastes económicos y sociales.

Minería: La riqueza minera del Perú, que le ha dado justa relevancia mundial, ha sido detentada por un pequeño grupo de grandes empresas extranjeras, preponderantemente norteamericanas, como puede comprobarse por los siguientes datos:

Plata. El Perú figura como el 4º país productor de plata en el mundo, con una producción (1968) de 36.0 millones de onzas. De esa producción, la empresa norteamericana Cerro de Pasco por sí sola produjo la mitad, 17.5 millones de onzas; otras empresas, también extranjeras produjeron una parte substancial del resto.

Plomo: con una producción de 184,960 toneladas, el Perú ocupa el 6º lugar en el mundo, correspondiendo a una sola empresa, la Cerro de Pasco, la mitad del total (95,181 toneladas), y a otras empresas extranjeras como Southern Perú, Huarón, St. Joseph Lead, la mayor proporción de la parte restante.

Cinc: el Perú es el 5º productor mundial de cinc, con un total de 347,225 toneladas, de las cuales la Cerro de Pasco produjo 183,885 toneladas, es decir, más de la mitad, la Huarón, 21,548 toneladas y otras empresas extranjeras casi toda la diferencia.

Cobre: La producción cuprífera del Perú en 1968 alcanzó la cifra de 235,318 toneladas, con lo que se situó en el 7º lugar entre los grandes productores. La principal productora de cobre es la Southern Perú, controlada por la American Smelting (51.5% del capital y con inversiones de Cerro de Pasco (22%), Phelps Dodge (16%) y Neymont Mining (10.25%), todas norteamericanas, habiéndole correspondido una producción de 151,289 toneladas, el 64% del total; la Cerro de Pasco, es la segunda en importancia, con 52,532 toneladas, siguiéndole la Huarón, con 3,278 toneladas.

Hierro: la producción de minerales de hierro, que en 1968 alcanzó la cifra de 8.5 millones de toneladas, está casi totalmente controlada por la Marcona Mining, propiedad de dos compañías de los Estados Unidos, la UTA Construction and Mining y la Cyprus Mines Corp. En ese año de 1968 la Marcona exportó 6 millones de toneladas con un valor de 65 millones de dólares.

El petróleo: la producción petrolera del Perú ha sido un verdadero feudo de la International Petroleum Co., filial de la poderosa Standard Oil de Nueva Jersey, la que ha controlado la producción de crudos y propietaria de la única planta de refinación, la de Talara.

La tierra: La propiedad de la tierra se encontraba fuertemente concentrada en un pequeño grupo de grandes propietarios, figurando entre ellos algunas compañías extranjeras que tenían posición dominante sobre todo en las tierras de riego de la costa dedicadas al azúcar y al algodón. Entre los grandes propietarios peruanos figuraban las familias Aspillaga, Pardo y De la Piedra, y entre las compañías extranjeras se destacaban la Cerro de Pasco, la Grace, y la sociedad Gildemeister. Estas empresas controlaban tanto la tierra y el cultivo, como los procesos de fabricación, a través de grandes unidades agro-industriales.

Harina de pescado: La producción de harina de pescado, que se ha desarrollado de manera espectacular en el Perú, al grado de que este país encabeza a los grandes productores mundiales de ese producto, en un proceso bastante rápido cayó bajo el control de grandes compañías extranjeras, preponderantemente norteamericanas. De esto nos ocupamos en detalle en un artículo anterior.

Comercio exterior: Las operaciones comerciales con el exterior han estado dominadas fuertemente por grandes firmas extranjeras, especialmente en sus renglones básicos: harina de pescado, minerales, azúcar y algodón. Ese control es tanto más efectivo cuanto que las compañías extranjeras dominan la producción misma de esos productos.

Las consecuencias del dominio extranjero de la economía peruana, complementado por los importantes intereses de la oligarquía nativa, han sido, entre las de mayor relevancia, las siguientes: fuerte dependencia respecto al exterior; un desarrollo lento, inseguro y fluctuante; un creciente endeudamiento del país; exagerada concentración de la riqueza y del ingreso; pobreza, en un polo y riqueza insultante en el otro; desempleo, analfabetismo, insalubridad y deplorables condiciones de vida de las masas populares.

1968: hacia la soberanía y dignidad nacionales.

En el año de 1968 se produce un cambio en el escenario político del Perú con la toma del poder de una joven generación imbuida de un claro sentido nacionalista-revolucionario que se ha impuesto la tarea de hacer del Perú un país verdaderamente independiente, próspero y dinámico, en donde los sectores populares sean los principales beneficiarios del esfuerzo colectivo de la Nación.

Para alcanzar esos objetivos el gobierno peruano en algo más de dos años de labores, ha adoptado una serie de medidas que intentan modificar a fondo, las estructuras económicas y de poder en el país. Merecen ser destacadas las siguientes:

Reforma Agraria; Ley de Industrias; Ley General de Minería; Nacionalización de las propiedades de la International Petroleum Co., control estatal de la comercialización de los minerales y de la harina de pescado; Ley de Expropiación Forzosa de terrenos urbanos; fortalecimiento del sistema crediticio nacional, con reformas a las leyes bancarias, consolidación de la banca central y la compra de tres bancos importantes: Banco Popular, Banco Internacional y Banco Continental (estaban a punto de ser controlados por grandes bancos norteamericanos); control de cambios; reducción de la Deuda Exterior; saneamiento de las finanzas del Estado, y combate de la inflación, y fortalecimiento de los lazos de amistad y comercio con todos los países del Globo.

En todas esas medidas se ve una bien definida política nacionalista, de incrementar la participación del Estado en la actividad económica especialmente en los “puestos de mando”, y de dar una creciente e importante participación efectiva a los trabajadores en la propiedad, manejo y rendimientos de las empresas.

(Razones de espacio no nos permiten entrar en detalles, lo que lamentamos de veras, ya que las medidas adoptadas hasta ahora encierran un verdadero caudal de enseñanzas y de experiencias).

El contenido nacionalista revolucionario de la política que está siguiendo el Gobierno y el pueblo del Perú merece el reconocimiento de todos los pueblos y en especial de aquéllos que como el nuestro están empeñados también en luchar contra el dominio exterior y de las oligarquías nativas y buscan caminos de progreso y bienestar colectivo, dentro de un marco de libertades verdaderas y de solidaridad humana. Por esa razón, desde esta columna, saludamos al pueblo peruano ahora que celebra el 150 aniversario de su Independencia Política, le deseamos éxito completo en la dura tarea que han emprendido y les hacemos patente nuestra más amplia y firme solidaridad.♦

Ceceña, José Luis [1971], "Gestación de un Nuevo Perú", México, Revista Siempre!, 945: 13 y 70, 4 de agosto.