Cargados de deudas, 66 mil millones de dólares. Los 77 se reúnen por tercera vez

En condiciones por demás desfavorables los países del “Tercer Mundo”, conocidos como “Los 77”, realizarán la Tercera Reunión de la UNCTAD (Conferencia sobre comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas) en Santiago, Chile, en el próximo mes de mayo. A una coyuntura internacional nada alentadora, se suman un sinnúmero de problemas, que en un proceso acumulativo, están llegando a un punto crítico. En la reunión de Santiago se pretende abordar principalmente dos de esos problemas: el del Comercio y el del Financiamiento Exterior.

La situación del comercio exterior de los países del “Tercer Mundo” ha ido empeorando peligrosamente. Numerosos factores están actuando en su contra, entre los cuales se destacan por su importancia, los siguientes:

trato inequitativo en las transacciones con los países capitalistas industrializados, a los que se les venden materias primas y alimentos baratos y se les compra maquinaria, equipo y artículos manufacturados de consumo a precios elevados;

barreras arancelarias y no-arancelarias impuestas por aquellos países para proteger a sus productores, en perjuicio directo de los intereses de los países de menor desarrollo. Estas barreras afectan tanto a las exportaciones agropecuarias, como a las de tipo manufacturero;

— dominio creciente de la economía de los países del “Tercer Mundo” (con alguna excepciones) por parte de las grandes empresas “multinacionales” de los más importantes países capitalistas;

— ventajas tecnológicas y financieras de los países más desarrollados, que les permiten dominar sus propios mercados, los de los países de menor desarrollo y el mercado internacional.

Dentro de ese marco tan desfavorable el comercio exterior de los países del “Tercer Mundo” arroja persistentes déficits que tienden a aumentar año con año. Para cubrir este déficit y estar en posibilidad de seguir importando los bienes de producción indispensables para sostener el proceso de industrialización, se echó mano de créditos exteriores que por algún tiempo permitieron sortear el problema del desequilibrio.

Sin embargo, como las causas del desajuste han subsistido, acentuadas, y los créditos obtenidos han sido caros acompañados de una serie de ataduras y a plazos generalmente cortos, los países del “Tercer Mundo” se han precipitado por una pendiente de endeudamiento creciente que está poniendo en serio peligro su desarrollo y comprometiendo su independencia económica.

La deuda exterior (a plazo de un año o más) de esos países se calcula en alrededor de 66,000 millones de dólares (Véase Fortune, marzo de 1972). En tales condiciones nuestros países se ven obligados a solicitar créditos cada vez de mayor magnitud, para hacerle frente a los vencimientos de las obligaciones anteriores y para cubrir el déficit comercial. Este proceso puede mantenerse por algún tiempo, pero llega un momento en que el problema hace crisis: los créditos exteriores en una proporción creciente toman la forma de redocumentaciones y por lo tanto no significan ingresos reales de divisas o de bienes productivos del exterior, por lo que no contribuyen ya a cubrir el déficit comercial.

Demandas de la UNCTAD

Desde la primera reunión en Ginebra, en 1964, los países del “Tercer Mundo” han hecho una serie de planteamientos acerca de los problemas que afrontan por la situación desventajosa en que se realiza el intercambio económico con los países capitalistas poderosos. Sobre esa base, han presentado varias demandas importantes, entre las que se destacan las dos siguientes:

— acuerdos internacionales sobre productos primarios, con el objetivo de asegurar a los países subdesarrollados un régimen de precios de garantía similar al que disfrutan los productores agropecuarios de los países desarrollados;

— acceso preferencial a los mercados de los países desarrollados para los productos manufacturados y semi-manufacturados procedentes de las naciones de menor desarrollo.

A pesar de que esas demandas se han reiterado constantemente, los logros obtenidos han sido insignificantes y en algunos aspectos la situación de los países del “Tercer Mundo” se ha tornado aún más desventajosa en sus relaciones con los poderosos que lejos de acceder a abrir sus mercados y otorgar preferencias, están proyectándose hacia un proteccionismo semejante al originado por la Gran Depresión de 1929-1932.

Todo parece indicar que, no obstante el poco o ningún éxito logrado en los últimos ocho años transcurridos desde la reunión de Ginebra, “Los 77” volverán a insistir en sus demandas básicas de precios remunerativos para los productos primarios y acceso preferencial para productos manufacturados y semi-manufacturados, agregando, en esta ocasión, el planteamiento del problema de la Deuda Exterior, que como señalamos, ha llegado a un punto crítico.

¿Pidiendo peras al olmo?

Si bien consideramos que los planteamientos de “Los 77” son correctos es lo esencial, y que es necesario luchar por lograr un tratamiento equitativo, nos parece sin embargo que el camino hasta ahora seguido equivale a predicar en el desierto o a pedirle peras al olmo. Más todavía, la lucha por un trato justo en las relaciones con los poderosos no debe significar que se deje de lado la necesidad de operar transformaciones internas fundamentales con un sentido nacionalista y popular.

Dentro del marco actual en que se desenvuelven las relaciones de “Los 77” con los países poderosos que se caracteriza por el dominio y explotación de éstos sobre aquéllos es muy poco el margen que existe par lograr un trato justo y mucho menos uno tipo preferencial. Lo que para los países poderosos cuenta son los intereses de sus hombres de negocios dentro y fuera de su país y en función de esos intereses subsidian la producción de productos agropecuarios, establecen cuotas a la importación, aranceles altos a los productos manufacturados y semi-manufacturados, y una serie de otras medidas conducentes al mismo fin.

Es pues muy difícil que “Los 77” logren hacer realidad las demandas que han planteado en las reuniones de la UNCTAD y hay muy pocas posibilidades que la simple reiteración de las mismas en Santiago tengan mejor suerte. Lo que “Los 77” deben hacer, nos parece, es unir sus fuerzas para luchar por una política independiente que les permita comerciar con todos los países del mundo, presentar un frente común en la oferta de sus productos en los mercados mundiales, tomar control de las ramas más importantes de su economía, incluyendo desde luego el comercio exterior ahora dominado por firmas extranjeras, planificar su economía para utilizar mejor sus recursos, distribuir mejor la riqueza y el ingreso y crear un verdadero clima democrático.♦

Ceceña, José Luis [1972], "Cargados de deudas, 66 mil millones de dólares. Los 77 se reúnen por tercera vez", México, Revista Siempre!, 981: ##-##, 12 de abril.