Al adquirir empresas extranjeras con capital extranjero logrando el control de un negocio donde no invierten y solo obtienen utilidades, nuestros capitalistas se hacen sospechosos de presta nombres: urge una investigación oficial.
El año de 1963 señala el punto del viraje en la mexicanización de la Minería. En ese año la San Francisco Mines of Mexico se transformó en la Compañía Minera Frisco, S. A. Para el caso se hizo una emisión de la nueva empresa de 427 860 acciones, que fueron lanzadas al mercado a finales de 1963. El grupo del Banco de Comercio absorbió la mayoría de esta emisión, según se ha informado y según puede colegirse del hecho de que la Minera Frisco está manejada por dicho Banco.
Poco después dos de las tres grandes de la minería, la American Metal Climax y la American Smelting, cedieron el control de sus empresas en México a intereses mexicanos, según ha sido informado a través de la prensa, por los interesados. La American Metal Climax, que era propietaria de la Minera y Metalúrgica Peñoles y de la Fresnillo Mining Co., entró en sociedad con el grupo encabezado por el banquero e industrial Raúl Bailleres, de origen francés. Recientemente se ha informado que este grupo adquirió ya el 100% del control de los bienes de la American Metal en México.
Por su parte, la American Smelting and Refining Co., con amplias propiedades mineras y de fundición y refinación, y muy conocida en el país por la sigla ASARCO, se asoció con un grupo de inversionistas encabezados por el conocido promotor de origen italiano, Bruno Plagliai.
En verdad surgen muchas dudas respecto a la autenticidad de la mexicanización de las tres empresas que hemos señalado. Por largo tiempo las grandes empresas mineras habían retenido celosamente el control 100% de sus filiales.
¿Cómo explicarse el cambio de frente, que significaba perder ese control? ¿Podría pensarse que las grandes empresas mineras extranjeras habían “al fin” comprendido que los mexicanos deseaban ser dueños de su riqueza minera y en un rasgo generoso de desprendimiento habían aceptado sacrificar sus intereses y colaborar con las autoridades e inversionistas de México? Es difícil aceptar que las cosas sucedieron de esta forma, porque el monopolista no comete suicidios. Se mantiene en la brega luchando hasta el fin. Esto, precisamente es lo que está sucediendo con los monopolios mineros.
Veamos más de cerca el problema. En primer lugar, es evidente que el cambio en la estructura del capital de las empresas mineras señaladas, respondió a las ventajas fiscales otorgadas por el gobierno, consistentes en la reducción automática de los impuestos a la producción y a la exportación de minerales, metales y compuestos metálicos, procedentes de minas o plantas mexicanizadas. Como el importe de estos impuestos es considerable, se comprende que las empresas extranjeras tuvieron interés en obtener esos beneficios.
En segundo lugar, como el gobierno está siguiendo una política más definida de mexicanización de la minería y para ello ofrece una serie de ventajas de diverso tipo a las empresas mexicanas (aparte de las fiscales ya indicadas), los inversionistas extranjeros han ido encontrando más y más motivos para admitir en sus empresas capitalistas de México. Claro, haciendo lo posible (valiéndose de todos los medios a su alcance), para mantener el control de esos negocios. En este sentido vale aclarar que esta conducta es la “natural” en el mundo de los monopolios en donde dominar y obtener utilidades máximas es la Ley.
En tercer lugar, el medio en el que se desenvuelven es propicio para la simulación, por deficiencias en las leyes y por prácticas viciosas del mundo de los negocios. Como las empresas son sociedades anónimas con acciones al portador, es fácil ocultar la identidad de los poseedores de esas acciones, lo que aunado a la existencia de personajes dispuestos a figurar como presta-nombres en los Consejos de Administración y en la relación de accionistas de las empresas, el capitalista extranjero tiene a la mano los instrumentos para seguir manteniendo el control de las empresas “mexicanizadas”.
Pero si las razones expuestas no fueran convincentes podemos llamar la atención sobre otros elementos que hacen aumentar las dudas respecto a que se hayan mexicanizado las tres grandes empresas que estamos analizando. Uno de ellos se refiere a la Peñoles. Después de que el grupo encabezado por el Sr. Raúl Bailleres informó que había adquirido el control de las propiedades en México de la American Metal Climax, transcurrió un largo tiempo sin que se dieran pasos serios que confirmaran la información. Finalmente, el mismo grupo informó que había logrado un crédito en los Estados Unidos por ocho millones de dólares, crédito que se destinaría a la compra de las acciones de la Peñoles. Esto equivale a una operación en que los inversionistas mexicanos no invierten, tan sólo adquieren el control de un negocio extranjero con dinero también extranjero y sin invertir un solo centavo. ¿No cree usted amigo lector que aquí “hay gato encerrado”?
Por otra parte, si se revisan las nóminas de las empresas “mexicanizadas” se encuentra que los puestos directivos y técnicos más importantes siguen siendo ocupados en su aplastante mayoría por los mismos extranjeros que manejaban esos negocios con anterioridad. Además, las empresas extranjeras siguen controlando la compra y la venta de los productos de las empresas “mexicanizadas”, sobre todo en el extranjero.
Cabe preguntarse ¿qué para los inversionistas mexicanos la mexicanización se limita a que ellos aumenten sus negocios y sus ganancias? ¿qué la mexicanización no debe incluir también el manejo por profesionistas y técnicos mexicanos de las empresas que se rescatan del dominio extranjero? ¿qué la lucha nacional por la independencia económica no implica romper con el control extranjero de los mercados de nuestros productos? Evidentemente que la mexicanización de la minería implica todo ello y que la lucha deberá librarse hasta que se logre un éxito completo, que incorpore a la minería a la economía nacional y la haga jugar el papel dinámico que requiere el mejoramiento del bienestar nacional.
Las nuevas reformas
Dentro de este marco tienen lugar las reformas a la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional en materia de aprovechamiento de recursos minerales. Su contenido y alcance ¿permiten esperar que se consume la mexicanización verdadera de la minería y que se desarrolle la actividad minera mexicana?
Para responder con fundamento a esa interrogante, veamos sus aspectos sobresalientes. Primero, mejora el texto de los Artículos 14 y 15 de la Ley Reglamentaria, al especificar que los derechos a la explotación minera no pueden ser trasmitidos, en todo o en parte, a personas físicas, sociedades, gobiernos o soberanos extranjeros… Con la inclusión de la expresión “personas físicas” se mejora, sin duda, la Ley y se convierte en un instrumento más útil para lograr la mexicanización.
Es de observarse, sin embargo, que las reformas dejan intacto el carácter de sociedades anónimas de acciones al portador a las empresas mineras, por lo que subsistirá el problema de la simulación a que nos hemos referido reiteradamente. Habrá necesidad de establecer categóricamente que las empresas mineras (y de muchos otros ramos) serán sociedades anónimas con acciones nominativas. De otra forma siempre estará presente el riesgo de la simulación.
Otras disposiciones contenidas en las Reformas se refieren a la comprobación de las obras y trabajos de explotación para la que se establecen normas, con las que se podrá lograr que los concesionarios mineros pongan en actividad los fundos, so pena de perder sus concesiones. Finalmente, las Reformas tienden a ampliar las facilidades que el gobierno otorga a la pequeña y mediana minería, casi exclusivamente mexicana. Aunque las disposiciones relativas son aceptables, consideramos que el verdadero problema de la mediana y pequeña minería reside en la hegemonía que ejercen las grandes empresas extranjeras, que las explotan y no las han dejado prosperar. Con esto no queremos subestimar la bondad de las Reformas.
Las ideas expuestas nos llevan a considerar que deberá mejorarse la legislación sobre minería y paralelamente tendrá que ampliarse la intervención directa del gobierno para garantizar la verdadera mexicanización y dar impulso a la producción de productos minerales y a su industrialización más completa. ¿Qué está haciendo el gobierno en este sentido y qué podría hacer en bien del país? En la próxima ocasión trataremos de ver con toda objetividad este importante tema.♦