Un vistazo a la economía de Honduras. El país más pobre de Centroamérica

 

El banano, su principal riqueza en manos de capital americano. La riqueza hondureña y su comercio exterior están controlados por la United Fruit Co., Standard Oil, Shell, First National City Bank, Bank of América, Chase. El dominio extranjero frena la capitalización interior, impide el surgimiento de una burguesía nacional importante y obstaculiza el desarrollo.

En la recepción de un verdadero tumulto que el pueblo hondureño dio al presidente de México, pudimos leer un cartelón que decía. “Somos pobres pero hospitalarios”. Efectivamente, Honduras es el país menos desarrollado de Centro América y también uno de los más hospitalarios.

La economía hondureña es esencialmente agropecuaria. Las actividades agrícolas, forestales y ganaderas aportan el 40 por ciento del valor de la producción total del país y ocupan al 83 por ciento de la población trabajadora. La industria, en cambio, tiene escaso desarrollo aportando sólo el 13 por ciento del valor total de la producción, al lado de Guatemala, Honduras ocupa el lugar inferior en el desarrollo industrial de Centro América.

Hasta ahora la economía de Honduras se ha proyectado hacia el exterior, dependiendo fuertemente de la exportación de un solo producto, el plátano (o banano). En el año de 1963 las exportaciones totales alcanzaron la cifra de ochenta y dos millones de dólares, correspondiendo al plátano 33.3 millones, es decir el 41 por ciento del total, o sea cerca de la mitad del total. Agregando el café, que también reviste importancia, la proporción representada por los dos productos se eleva al 58 por ciento del valor total de las ventas al exterior.

A la poca diversificación de la economía hondureña y de sus exportaciones, se viene a sumar como factor desfavorable la dependencia respecto a un solo mercado, los Estados Unidos. De las ventas totales al exterior en 1963 el 59 por ciento correspondió a ventas a la Unión Americana. Más de la mitad de las exportaciones de Honduras se dirigen a un solo país. Por el lado de las compras también es muy grande la dependencia respecto a los Estados Unidos, ya que alrededor de la mitad de las importaciones se adquiere en este país.

La situación de dependencia exterior de la economía hondureña se agrava por el dominio que ejercen sobre su riqueza compañías  extranjeras. La más importante de ellas es la United Fruit Company, que posee extensas propiedades bananeras, lo que le permite controlar el renglón más importante del comercio exterior de Honduras. La United Fruit Co. posee también estaciones de radio, servicios de transporte, ferroviario y marítimo, bancos (Banco Atlántico) y otros negocios.

Además de la United Fruit operan en Honduras la Standard Oil, Texaco y la Shell, que tienen bajo su control el importante negocio de combustibles y lubricantes; el First National City, el Bank of America y el Chase (London Bank and South America) que dominan las finanzas y algunas otras más que operan en actividades diversas.

El monocultivo y la dependencia respecto de un solo mercado, hacen que la economía hondureña sea débil y sujeta a fluctuaciones frecuentes (a veces violentas) por la inestabilidad de los mercados internacionales. Carece así este país hermano, de una base sólida para fincar su desarrollo.

La situación se torna todavía más desfavorable por el dominio de las empresas extranjeras de las más importantes fuentes de vida del país. Ese dominio tiene una serie de inconvenientes que impiden el desarrollo. Las utilidades producidas en la explotación del banano, en las finanzas, en los servicios de transporte y de comunicaciones, en la venta de combustibles, etc., etc., no se quedan en el país para apoyar su desarrollo, sino que salen hacia los Estados Unidos, en donde se encuentran las matrices de las compañías que controlan esos negocios. Esto quiere decir que no se generan capitales nacionales que pudieran servir de base al progreso del país.

En esas condiciones se dificulta hasta el surgimiento de una clase capitalista nacional con recursos propios suficientes para emprender negocios industriales importantes. Tampoco el gobierno logra derivar ingresos de una cuantía que le permitiera atender los servicios públicos como los de educación y salubridad, en la medida requerida por su población, y mucho menos para realizar inversiones en la industria de escasa importancia y bajos niveles de ingreso. En lo político, esta situación se ha manifestado en una gran inestabilidad, mayor que la que sugieren los continuos cambios de gobierno y los “golpes de estado”.

México una esperanza

Es perfectamente comprensible y natural que en Honduras exista una gran simpatía y cariño hacia México. A las razones históricas se unen las realidades presentes. México ha prosperado y disfruta de libertades económicas y políticas que el pueblo hondureño aprecia y ambiciona para sí. Y México lucha por mantener su independencia económica y política. Todo lo cual es verdad, a pesar de las desviaciones, deformaciones, retrocesos y demagogias que sin duda padecemos. Para nuestros hermanos hondureños, como para nosotros, la Revolución Mexicana es un movimiento fecundo en metas y realizaciones en beneficio popular. Pero no solamente la masa popular hondureña tiene esa actitud hacia México. También el sector privado. Ese sector capitalista nacional que trabajosamente ha surgido y que lucha por su propia existencia frente a la voracidad de los intereses extranjeros que dominan la economía hondureña. Para este sector el fortalecimiento de relaciones económicas con México significa un apoyo directo que les puede ayudar a curar su asfixia y a prosperar.

Ya está en marcha un proceso de creación de empresas mixtas de capital mexicano (grupo Monterrey) y hondureño. Y este proceso es susceptible de intensificarse, dada la actitud favorable de los capitalistas hondureños y mexicanos.

Traigan más plata

Es de hacerse notar que Honduras fue el único país en donde “las fuerzas vivas” ofrecieron un agasajo al presidente de México. Y fue precisamente en esa ocasión en donde el presidente Díaz Ordaz en un discurso improvisado, abordó con amplitud y de manera franca, problemas de inversiones mixtas, de créditos y de una colaboración estrecha en lo económico. En esta ocasión se produjo un hecho que da la pauta de la actitud de los capitalistas hondureños hacia la mayor cooperación económica. Uno de los más importantes empresarios, en forma espontánea y fuera de todo protocolo y formalidad, exclamó “traigan más plata”.

Debemos tener una idea clara de la importancia que tiene para nosotros y para nuestros amigos hondureños, el fortalecimiento de las relaciones económicas. El aumento del intercambio mercantil puede ser de beneficio recíproco, si lo llevamos al cabo en forma amistosa, equitativa y no con el deseo de sacar ventajas unilaterales como con frecuencia sucede; las inversiones mixtas, con mayoría de capital hondureño, ayudarán a fortalecer el desarrollo industrial de Honduras sobre bases distintas a las que han caracterizado la inversión de capitales extranjeros en ese país, y aumentarán la formación de capitales nacionales, las fuentes de trabajo y los ingresos. Por todo ello, consideramos que será muy deseable que todos estos intercambios económicos se intensifiquen.

Los créditos mexicanos

Honduras fue el teatro de una operación que está siendo muy discutida en México y seguramente en Centro América. Se trata del otorgamiento de un crédito por 5 millones de dólares al Banco de Integración Centroamericana, del cual son socios los cinco países del mercado común centroamericano.

Existe mucha desorientación, sobre todo en nuestro país, acerca de esta operación. Se tiene la tendencia a reprobar este crédito sobre la base de que México no tiene capitales excedentes, sino que por el contrario está recibiendo créditos del exterior. ¿Cómo en estas condiciones, otorgamos préstamos a otros países? La respuesta es muy sencilla y se encuentra en el marco general de la necesidad de estrechar lazos con nuestros hermanos de Centro América. Cinco millones de dólares son una reducida suma para México (ni más ricos, ni más pobres) y sin embargo, tiene el valor de ser un gesto amistoso que subraya la actitud de nuestro país de cooperación, además de servir como un saludable precedente, por las condiciones en que se otorga, para las operaciones de nuestros países con los países poderosos de los que obtenemos préstamos.

Aunque no debemos esperar resultados espectaculares inmediatos de un intenso intercambio económico con Honduras, por los grandes obstáculos representados por las limitaciones de recursos de ambos países y por la resistencia de los intereses creados, la gran solidaridad y cariño que existe entre nuestros pueblos podrá seguramente reportar grandes beneficios recíprocos en lo cultural y económico y en la defensa conjunta de los principios de auto-determinación y de no intervención que es base indispensable de nuestra supervivencia y desarrollo autónomo.

Ceceña, José Luis [1966], "Un vistazo a la economía de Honduras. El país más pobre de Centroamérica.", México, Revista Siempre!, 660: 24-25, 16 de febrero.