Panamá. Ahí sangra América

 

Colonia americana, sin moneda propia, sus tierras explotadas por la United Fruit y sus finanzas controladas por la Banca de E.U. tiene sobre su cabeza un nuevo puñal: ceder más territorio para un nuevo Canal.

“En la actualidad ya no se discute que Panamá ejerza soberanía sobre el territorio (de la Zona del Canal) y lo único que se discute en estos momentos son pequeñas cuestiones de jurisdicción, de administración, de economía, pero no de soberanía, la cual se ha dejado totalmente a salvo”. Esta fue la declaración que el presidente de México hizo en Panamá, en su reciente gira de amistad al Istmo Centroamericano. Para poder apreciar la trascendencia de esta declaración, debemos ubicarla en el marco del problema del Canal y de la Zona  del Canal, que es el de mayor importancia para el pueblo panameño.

El tratado 1903, ilegal e injusto.

Los “derechos” de los Estados Unidos para construir el Canal de Panamá y ocupar la Zona del Canal, se derivan del Tratado de 1903, llamado Bunau-Varilla-Hay, por haber sido negociado por el francés Philippe Bunau Varilla, en representación de la naciente República de Panamá y por el Secretario Norteamericano Hay.  Este tratado ha sido impugnado por el pueblo panameño a lo largo de más de medio siglo de luchas, por considerarlo ilegal e injusto.

Evidentemente, las circunstancias que rodearon a la firma del Tratado de 1903, no dejan lugar a dudas de su ilegalidad, por serios vicios de origen. En primer lugar, nunca fue ratificado por la Asamblea  Constituyente, único representante genuino del pueblo panameño. Sólo fue aceptado por la Junta Provisional de Gobierno, que se formó a raíz de la revolución que determinó la separación de Panamá, respecto a Colombia. Los Estados Unidos maniobraron para precipitar la firma del Tratado, antes de que la Asamblea Constituyente pudiera actuar.

En segundo lugar, el negociador por parte de Panamá fue Philippe Bunau-Varilla, principal accionista de la Compañía del Canal Francés, empresa que se encontraba en quiebra y que había vendido al Gobierno de los Estados Unidos su participación en la Compañía del Canal. Con esa venta, los Estados Unidos “habían adquirido los derechos” de construcción, pero en forma también ilegal, ya que ni Colombia, ni la naciente República de Panamá habían autorizado la venta de dichos derechos. ¿Cómo podría ser legal un Tratado negociado por un extranjero fenicio y firmado por una Junta de Provisional de Gobierno, sin poderes soberanos? Y esta es la “base legal” que ha permitido a los Estados Unidos posesionarse de una faja de territorio de un país independiente.

Pero, hay algo más. Aprovechando bases tan endebles, los Estados Unidos “se despacharon con la cuchara grande”. No obstante que en el Tratado de 1903 se establecía una concesión para construir el Canal y el uso de una zona de territorio necesaria para la construcción, mantenimiento y servicio del Canal, el Gobierno Norteamericano procedió a apoderarse de una faja llamada la Zona del Canal, de 143,200 hectáreas de las mejores tierras panameñas y en las que han ejercido “poderes soberanos”. En la práctica, los Estados Unidos convirtieron en una colonia la Zona del Canal, estableciendo un gobernador, bases militares, centros de adiestramiento militar, puertos bajo su control, su propia moneda (el dólar); todo lo correspondiente a un verdadero gobierno.

De esta suerte, de hecho, Estados Unidos ha ejercido la soberanía sobre la Zona del Canal, en un acto del más brutal atropello a la integridad de la República de Panamá. En verdad, en Panamá los Estados Unidos se han llenado de vergüenza.

Por más de medio siglo el pueblo panameño ha luchado por rescatar y hacer efectiva la soberanía nacional sobre la Zona del Canal. Ha sido una lucha difícil que ha revestido todas las formas pacíficas y también violentas. Todavía están frescas las heridas del 9 de enero de 1964, en que las fuerzas de ocupación ametrallaron al pueblo con saldo de más de 20 muertos y centenares de heridos. Y precisamente porque los Estados Unidos ejercen de hecho la soberanía sobre la Zona del Canal.

En esta perspectiva las declaraciones del presidente de México, adquieren un profundo significado de solidaridad y aliento para el pueblo panameño en su lucha por la defensa de la integridad territorial. Y así lo han reconocido distinguidos dirigentes revolucionarios panameños y así las ha recibido el pueblo de Panamá.

Economía dependiente.

La influencia norteamericana no se limita al control de la Zona del Canal, sino que se extiende a los aspectos vitales de todo el país: al agua, a la tierra, a las finanzas, a los negocios en general.

Increíble como pueda creerse, Panamá está supeditada a las autoridades norteamericanas para el aprovisionamiento de agua para importantes centros urbanos, como la Capital. Las aguas del Río Chagres, principal arteria del país, se encuentran controlada por las autoridades norteamericanas, por ser dicho Río parte vital del Canal pues como se sabe, el Canal de Panamá no es de agua salada, sino de agua dulce, agua que corresponde al Río Chagres. Por esa razón, los norteamericanos manejan el caudal del Río, para las esclusas del Canal y para su uso como agua potable. Panamá tiene que pagar el agua a razón de 8 centavos de dólar el metro cúbico.

La tierra también es usufructuada por los norteamericanos. Además de las 143,200 hectáreas de las mejores tierras, que forman la Zona del Canal, bajo el dominio directo del Gobierno de los Estados Unidos, existen grandes latifundios en poder de empresas norteamericanos. La United Fruit Co., controla 80,000 hectáreas, que cultiva con plátano principalmente, y la “Coconua”, posee otras 60,000 dedicadas a coco, cacahuate y otras oleaginosas. Sólo por estos tres conceptos alrededor de 300 mil hectáreas de las mejores tierras panameñas están en manos extranjeras.

Las finanzas de Panamá, fuera de la Zona del Canal, son un negocio norteamericano. El Chase Manhattan Bank y el First National City Bank tienen sentados sus reales y son factores dominantes en la vida económica del país. A tal grado llega la dependencia de Panamá respecto a los Estados y en tal medida se ha deformado su economía por su influencia, que se puede decir que, es el único país independiente que no posee un verdadero sistema monetario. Si bien la moneda nacional es el Balboa, apenas un 5% de la moneda circulante está representada por esa moneda, ya que el 95% corresponde al dólar. Y tampoco existe en Panamá un Banco Central. Su sistema monetario y financiero es extranjero.

Partida en dos... o en tres?

Lejos de desalentarse los Estados Unidos por la enérgica resistencia del pueblo panameño, intenta ahora lograr un Nuevo Tratado, mediante el cual, según ha trascendido, quieren una concesión para construir otro canal en la misma Panamá. Parece ser que los norteamericanos tienen el proyecto de abrir una nueva ruta en el tramo que va de la actual zona del canal a Colombia. La razón es que el actual canal es insuficiente para el tráfico presente y además es incapaz de alojar a los grandes barcos mercantes y de guerra.

Además de la concesión para construir el nuevo canal, los Estados Unidos quieren lograr la autorización para establecer nuevas bases militares, que consideran necesarias para la defensa del nuevo canal.

Es comprensible la gran agitación que ha provocado este nuevo intento de los Estados Unidos. Antes de renunciar a sus pretensiones sobre el control y ejercicio de soberanía sobre la Zona del Canal, que ha sido demandada una y otra vez por el pueblo de Panamá, pretenden afianzar todavía más el dominio que ejercen sobre ese pueblo heroico.

En fecha muy próxima se discutirá el proyecto del Nuevo Tratado en la Asamblea Panameña. El país está atento a ese acontecimiento y el pueblo se apresta a luchar contra su aprobación, porque ha sido muy dolorosa la experiencia que ha tenido con la vigencia del anterior. Un Nuevo Tratado, para otro Canal, convertiría a Panamá en una colonia de hecho y de derecho. Y el pueblo está dispuesto a no permitirlo.

El pueblo panameño, en estos momentos de peligro, necesita de todos nosotros una plena solidaridad de palabra y de acción, para evitar que se consume este nuevo atropello a su dignidad e independencia. El Pueblo de Panamá espera eso de sus hermanos de México y de América Latina y ese es a mi juicio, el sentido de la cariñosa recepción que tributó al presidente de México.

Ceceña, José Luis [1966], "Panamá. Ahí sangra América", México, Revista Siempre!, 663: 22-23, 9 de marzo.