Lo bueno para los banqueros es bueno para México; lo mejor que puede hacer el gobierno es estar al servicio de la iniciativa privada.
México se encuentra sometido a una serie de fuerzas que tratan de empujarlo hacia una forma económica-social capitalista. Importantes organizaciones nacionales, extranjeras y mixtas, representativas de los sectores más fuertes del capitalismo, se encuentran muy activas en sus intentos de influir y si es posible determinar, la política económica general del gobierno mexicano en una dirección que consolide el capitalismo en nuestro país. Estas corrientes intentan lograr que el principio del lucro sea el que rija las actividades económicas y sociales del país, con toda su gama de egoísmo, individualismo, rivalidad y afán de enriquecimiento, que son inherentes al capitalismo. Y pretenden convertir al gobierno en un instrumento de esos designios.
Hace algunos meses hubo una reunión en Cuernavaca de algunos de los más importantes magnates de los Estados Unidos —que a pesar del sigilo con que se organizó, fue comentada por la prensa nacional— y en la que estuvo presente el señor secretario de Hacienda de nuestro país, reunión que tuvo por objeto analizar y enjuiciar la política “socialista” del gobierno de México y problemas fiscales que afectan a los negocios extranjeros en el país. No se conocen los acuerdos tomados en dicha reunión, pero es evidente que el propósito fue el de ejercer presión sobre las autoridades para que se ajuste su política en el sentido de favorecer los intereses de dichos magnates, y frenar o impedir la adopción de medidas que afecten los intereses de la iniciativa privada extranjera y nacional.
En fecha más reciente, con motivo de la Asamblea del CICYP (Consejo Interamericano de Comercio y Producción) en la que se encuentran representados grandes intereses privados de los Estados Unidos y de un status de privilegio a las inversiones extranjeras en nuestros países. ¡La ambición de los monopolios extranjeros no tiene límites! No les basta con disfrutar de las enormes ventajas que les otorga su gran potencia económica y técnica, con la que están desplazando a los inversionistas nacionales en todo el ámbito de América Latina, sino que quieren tener una situación legal de privilegio frente a los propios ciudadanos de nuestros países. Lo peor es que en este caso fue un argentino (quizás empleado de alguna filial norteamericana) el que les sirvió de instrumento. Como se sabe, la intervención enérgica de empresarios mexicanos evitó que se consumara ese atropello.
Y la presión sigue en aumento. Es ahora uno de los más destacados hombres de negocios de México el que sale a la arena como defensor de las inversiones extranjeras y como crítico de la política de mexicanización que algunos sectores nacionalistas de la iniciativa privada mexicana y amplios sectores de la opinión pública están reclamando, y que el propio Gobierno está tratando de poner en práctica, aunque con titubeos.
Respondiendo a las declaraciones del presidente de la Canacintra y a los planteamientos de otros sectores como es el caso de la Asamblea Nacional Revolucionaria del Proletariado Mexicano, el Sr. Manuel Espinosa Yglesias, expresidente de la Asociación de Banqueros de México y dirigente del Banco de Comercio, segundo en importancia en el país, hizo una vehemente defensa de las inversiones extrajeras y una crítica abierta de la política de mexicanización. Dada la relevante posición del Sr. Espinosa Iglesias, sus opiniones tienen un gran peso en el escenario nacional que seguramente representan el punto de vista, si no de todos, de una buena parte de la gran burguesía bancaria-industrial-comercial del país. Es por ello indeclinable que precisemos el significado de la posición de tan connotado magnate y que tratemos de enjuiciar sus consecuencias en el futuro del país.
Lo que primero llama la atención es que el Sr. Espinosa Iglesias produjo sus declaraciones en la reunión de la Alpro, en Puebla. Esta circunstancia es ya muy reveladora, por lo que la Alpro significa: un instrumento de los Estados Unidos para influir en la economía y en la situación política y social de América Latina. ¿Por qué razón se utiliza esa tribuna para fijar la posición del sector de la iniciativa privada de México respecto a importantes aspectos de la política económica nacional? ¿Es acaso una circunstancia fortuita o corresponde a una coincidencia de intereses y de propósitos?
¿Y cuál es la argumentación del Sr. Espinosa Iglesias? Destaquemos los aspectos esenciales. El punto de arranque y la tesis central consiste en afirmar, que el ahorro interno es insuficiente para realizar las inversiones requeridas por el país para dar ocupación de la población mexicana, ya que son todavía pocos los que han podido saborear las mieles del progreso. De esta afirmación se derivan los demás planteamientos: que necesitamos el concurso del ahorro externo (inversiones extranjeras directas y créditos); que no se utilicen los escasos recursos internos para mexicanizar industrias o actividades ahora en manos extranjeras; que un plebiscito nacional favorecería las inversiones extranjeras porque “en México ha acarreado ventajas incalculables”, y que se debe alentar la creación de nuevas empresas y la ampliación de las existentes, creando las condiciones favorables que pueden fundirse en una sola: ¡la posibilidad de obtener utilidades atractivas...!
Si bien es cierto que el ahorro interno es insuficiente para dar ocupación decorosamente remunerada a la población trabajadora, no se pueden derivar de ello las recomendaciones del Sr. Espinosa Iglesias. En primer lugar, una proporción considerable de los ahorros nacionales son mal utilizados, dilapidados o aún esterilizados. Testimonio de ello son las fuertes inversiones en mansiones para los potentados, y en edificios costosísimos para oficinas y despachos; los enormes gastos suntuarios e inútiles, en celebraciones, bodas, bautizos, aniversarios, convenciones, etc., de las clases adineradas; y los cuantiosos recursos que los ricos de México depositan en bancos del exterior, que alcanzan centenas de millones de dólares. Si pusieran al servicio de México esos recursos que ahora no tienen aplicación productiva, podríamos acelerar nuestro desarrollo descansando en recursos nacionales, estableciendo nuevas empresas, ampliando y modernizando las existentes y mexicanizando las que se considere indispensable para asegurar el control nacional sobre la riqueza y consolidar la independencia del país. ¿No estaría de acuerdo con esto el Sr. Espinosa Iglesias? Y si lo está ¿por qué no lo propone y comienza por ponerlo en ejecución en sus vastos dominios?
En segundo lugar, una parte importante del valor del esfuerzo del trabajo de los mexicanos no revierte al país, por razón de la dependencia de nuestra economía respecto al exterior. Tenemos que pagar altos precios por los productos de importación y los monopolios internacionales mantienen deprimidos los precios de los productos que exportamos. Es decir, en el intercambio con el exterior perdemos fuertes cantidades, por el comercio inequitativo, que en otra forma constituirían recursos propios para el desarrollo económico nacional. Esto sin contar la desproporción de los envíos que las empresas extranjeras hacen al exterior? Tendríamos así una fuente adicional de recursos propios que ahora quedan en manos de extranjeros, con lo que las necesidades de ahorro externo disminuirían.
El Sr. Espinosa Yglesias afirma también que la “ingerencia económica extranjera ha venido planteando problemas recientemente, pero éstos son muy distintos y mucho menos apremiantes que los que ocasiona la miseria y el atraso”. Y, más adelante dice que lo urgente es tener los medios para satisfacer sus necesidades primarias y las de su familia: lo demás pasa a un plano muy secundario. Parece que el Sr. Espinosa Iglesias desconoce u olvida que una de las causas fundamentales del atraso y de la miseria reside precisamente en la desmedida explotación que los capitalistas extranjeros realizan de nuestros campesinos y obreros, y también de artesanos y de pequeños y medianos empresarios. Para ejemplos bastan los de la American Smelting, la Anderson Clayton, el monopolio del tabaco, etc. etc. Por otra parte, tenemos que discrepar totalmente de la valoración que hace el Sr. Espinosa Yglesias de los mexicanos, que según él consideramos como muy secundario todo lo que no sea satisfacer las necesidades primarias; también nos interesa vitalmente asegurar la independencia nacional, la libertad y la dignidad. Lamentamos que tan distinguido ciudadano tenga una idea tan pobre y tan humillante de sus compatriotas.
Y como remache a las ideas del Sr. Espinosa Yglesias tenemos la de que la llave maestra que desbordará las inversiones y asegurará el progreso de la Nación sea la de darle a la iniciativa privada “utilidades atractivas”. Según se ve las utilidades que ahora obtienen los inversionistas no son tan atractivas como para decidirlos a aumentar sus inversiones en la medida suficiente para hacer llegar las mieles del progreso a todos. ¿Qué tasa de utilidades sería atractiva? ¿No bastan las actuales que con frecuencia superan el 30% anual? Y si con esas altas utilidades el pueblo sufre grandes carencias, si se aumentan todavía más ¿de dónde van a salir si no es que del sector trabajador, con lo que la situación tenderá a empeorar?
Ante todo esto cabe preguntarse ¿en verdad al Sr. Espinosa Yglesias y al sector que representa le interesa de veras hacer llegar los beneficios del desarrollo a las masas populares y hacer progresar al país o más bien ese es el escudo para aumentar sus negocios con socios del exterior y multiplicar sus utilidades? ¿Por qué el Sr. Espinosa Iglesias aplaudió frenéticamente la mexicanización de la banca decretada por el gobierno hace meses y no dijo que no había recursos internos suficientes y que por lo tanto la inversión extranjera debería de tener una amplia participación en el sistema financiero del país? ¿Qué solamente lo que beneficie al Sr. Espinosa Yglesias y al grupo que representa es lo bueno y el gobierno debe convertirse en un títere en sus manos?
Afortunadamente existen otras corrientes de la propia burguesía y desde luego de los sectores populares que tienen una posición distinta y que están luchando por lograr que nuestro país acelere su desarrollo sobre bases nacionalistas y democráticas. El provenir de México depende de su triunfo.♦