Obregón devolvió los bancos a la iniciativa privada

 

Y se perdió la oportunidad de que el estado nacionalizara la banca.

La importancia del dinero y del crédito en la economía y la necesidad de que sean utilizados adecuadamente para la promoción del desarrollo económico y del bienestar, llevaron a la Revolución Mexicana a dar una atención destacada a la intervención directa del gobierno en los asuntos monetarios y crediticios.

La Revolución tenía tres caminos para hacerle frente al problema: primero, nacionalizar la banca y consiguientemente el crédito, segundo, crear un sistema de bancos nacionales paralelos, como un medio de contrarrestar  la influencia dominante de los mismos y proteger los intereses populares, y tercero, limitarse a una intervención legal y administrativa de vigilancia, de control indirecto.

El primer camino era, sin duda, el más revolucionario y eficaz. Y en las condiciones creadas por la Revolución era muy fácil nacionalizar la banca. Los banqueros privados habían dado una amplia colaboración al gobierno contrarrevolucionario de Huerta, colaboración que les resultaba muy lucrativa, ya que a cambio pudieron emitir grandes cantidades de billetes sin la debida garantía metálica. Esto significaba fuertes utilidades para los bancos a costa del despojo de poder de compra del pueblo. El gobierno de Carranza tuvo que intervenir para resolver la situación caótica de la banca y de la emisión de billetes, poniendo en liquidación a 10 de ellos y posteriormente poniendo bajo su control directo a los que quedaron operando, mediante Consejos de Incautación para cada banco, porque las condiciones de dichos bancos no se ajustaban a las leyes respectivas.

Desafortunadamente Obregón decidió devolver el control de los bancos a sus antiguos dueños, como si no hubiera pasado nada, perdiéndose una gran oportunidad de nacionalizar el crédito sin un alto costo. Visto en perspectiva, este acto del Gobierno de Obregón significa un retroceso en el movimiento revolucionario, porque la nacionalización del crédito hubiera sido un poderoso apoyo a la etapa constructiva de la Revolución, ya que habría permitido al gobierno disponer de recursos amplios para la construcción económica y la canalización del crédito hacia actividades productivas, además de que hubiera debilitado a la oligarquía al no disponer de este poderoso instrumento de dominio.

La devolución de los bancos que había sido puntual de la dictadura y colaboradores de la contra-revolución, más que un error puede considerarse como una manifestación del liderato que estaban logrando ciertos sectores de la burguesía nacional, en el movimiento revolucionario. Ese hecho, unido a otros más, comenzó a darle carácter burgués a la Revolución Mexicana.

Abandonada la política de nacionalización de la banca, se optó por los otros dos caminos. Por un lado creando bancos nacionales y por el otro vigilando y regulando las operaciones de los bancos privados:

El interés se centró en la creación de un banco único de emisión de billetes, controlado por el gobierno, de acuerdo con lo dispuesto por el Artículo 28 de la Constitución de 1917. Después de distintos intentos fallidos se creo el Banco de México como único autorizado a emitir billetes. La creación de este banco inició una amplia política de establecimiento de instituciones bancarias controlados por el gobierno.

La creación del Banco de México se realizó en un ambiente de franca hostilidad de parte del sector bancario privado pues amenazaba sus intereses. Hasta ese momento la emisión de billetes la hacían los bancos privados, y eso constituía un filón de oro porque el costo de hacer un billete es mínimo en comparación al valor estampado en el propio billete. Los márgenes de utilidad en la emisión de billetes eran muy grandes y formaban la línea de operaciones más lucrativa de los bancos privados. Por eso fueron hostiles a la creación del Banco de México. Con el tiempo y por razones muy claras, la hostilidad se ha disipado y convertido en una “franca armonía y colaboración”.

El Sistema de Banca Nacional.

La creación del Banco de México inició una amplia política de establecimiento de bancos gubernamentales e instituciones crediticias en una gran variedad de líneas de la actividad económica. En la actualidad el gobierno mexicano tiene una enorme importancia en el campo del crédito. Además de ser el único emisor de billetes, realiza operaciones de gran cuantía en el ramo del crédito agrícola e industrial, del crédito al comercio exterior, del crédito agrícola e industrial, del crédito al comercio exterior, del crédito hipotecario, de los transportes, de fomento turístico, etc.

Para el año de 1965 la magnitud de las operaciones del sector gubernamental en el ramo crediticio en general casi igualaba ya a los del sector privado. En diciembre de ese año las instituciones de crédito del país en su conjunto disponían de 105,161 millones de pesos, correspondiendo a las gubernamentales (nacionales) 59,928 millones y a las privadas 61,599 millones. Es decir casi se divide a la mitad entre gobierno y sector privado el importantísimo ramo del crédito.

El sistema formado por las instituciones nacionales de crédito es el siguiente:

Emisión de billetes y control del crédito: Banco de México.

Crédito agrícola: Banco Nacional de Crédito Agrícola; Banco Nacional de Crédito Ejidal; Banco Nacional de Crédito Agropecuario; Fondo de Garantía y Fomento a la Agricultura, Ganadería y Avicultura; Almacenes Nacionales de Depósito y CONASUPO.

Crédito industrial: Nacional Financiera; Fondo de Fomento y Garantía a la Pequeña y Mediana Industria; Financiera Nacional Azucarera; Banco Nacional Cinematográfico; Patronato del Ahorro Nacional y Unión Nacional de Productores de Azúcar.

Crédito al comercio: Banco Nacional de Comercio Exterior; Banco Nacional del Pequeño Comercio.

Crédito hipotecario: Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas.

Misceláneos: Banco Nacional de Fomento Cooperativo; Banco Nacional de Transporte; Nacional Monte de Piedad (Departamento de Depósito y Ahorro); Banco Nacional del Ejército y la Armada; Fondo de Garantía y Fomento de la Artesanía.

Seguros: Aseguradora Mexicana; Instituto Mexicano del Seguro Social; ISSSTE y Aseguradora Nacional Agrícola.

Como se ve, el Sistema de la Banca Nacional es verdaderamente impresionante. Comprende una amplia gama de campos y lo forman instituciones de gran importancia. Pero cabe preguntarnos ¿están operando de acuerdo con los ideales de la Revolución Mexicana? Para dar respuesta a esta interrogante veamos primero en forma panorámica el destino del crédito de la banca nacional, en comparación a la banca privada y después intentemos analizar las operaciones de la banca nacional en algunas de las ramas más importantes.

En el año de 1965 el financiamiento total de las instituciones de crédito del país ascendió a 77,038 millones de pesos. De ese total correspondió a las instituciones nacionales la suma de 31,791 millones, o sea el 41% del total, y a los bancos privados 45,247 millones, es decir, el 59%.

Dentro de ese financiamiento total correspondió a las operaciones con valores la cifra de 5,253 millones, dividiéndose casi por mitad entre la Banca Nacional y la Banca Privada. En cuanto a los créditos, que fue con amplísimo margen el principal renglón de las operaciones bancarias, la situación fue la siguiente:

Los créditos otorgados por el conjunto del sistema bancario alcanzaron la suma de 59,357 millones de pesos: de ese total 28,044 millones fueron otorgados por la banca nacional, o sea el 47% y 31,312 millones correspondieron a operaciones de la banca privada, es decir, el 53%. De nuevo aquí las operaciones casi se dividen por mitad, aunque correspondiendo al sector privado una proporción mayor:

Veamos ahora las actividades a que se dirigieron esos créditos: El renglón más importante y de mayor interés es el del crédito a las actividades productivas: a ellas se destinaron 46,164 millones de pesos, es decir el 77% de los créditos totales. En este tipo de créditos la banca nacional superó con margen considerable a la banca privada. Esta última destinó a la producción 19,075 millones de pesos, frente a 27,089 de la banca nacional.

De las actividades productivas la industria fue la más favorecida, ya que recibió créditos por valor de 35,509 millones de pesos, correspondiendo a la banca privada 15,609 millones y a la banca nacional 19,890 millones. El desarrollo industrial se apoya, por lo tanto, fundamentalmente en el financiamiento de la banca nacional.

La agricultura y ganadería por su parte, recibieron créditos por valor de 10,404 millones de pesos en 1965. De esta suma, la banca privada otorgó solamente 3,204 millones, o sea el 31% del total y, la banca nacional prestó 7,200 millones, es decir, el 69%. Aquí, más todavía que la industria, el financiamiento descansa desproporcionadamente en la banca nacional. La razón de esta situación en el crédito agrícola y ganadero es seguramente el riesgo que esas actividades llevan involucrado, que la banca privada no quiere correr y que la banca nacional se ve obligada a afrontar.

La situación es muy distinta y por razones obvias, en el crédito al comercio. Del total de créditos otorgados al comercio por el sistema bancario, correspondió a la banca privada la suma de 12,238 millones, o sea el 93% del total y a la banca nacional solamente 955 millones, es decir, apenas el 7%.

Una primera conclusión que podemos derivar de lo expuesto es que el gobierno mexicano es un banquero de gran importancia en el país y que dirige su atención preferentemente hacia las actividades productivas, de las cuales es el principal apoyo. Que el sector de la banca privada tiene alguna superioridad todavía en el monto de las operaciones, pero su preferencia se dirige hacia las actividades más lucrativas y seguras, como el comercio y la industria, desatendiendo en cambio las que ofrecen más riesgos como las agropecuarias, las que deja en buena medida que sean, atendidas por el gobierno. En próximas ocasiones nos ocuparemos de otros aspectos importantes de las operaciones del gobierno como banquero.♦

Ceceña, José Luis [1966], "Obregón devolvió los bancos a la iniciativa privada", México, Revista Siempre!, 686: 18-19, 17 de agosto .