Muchas deficiencias que precisa remediar, pero favorece a la economía de sectores populares.
¿La extensa red de bancos gubernamentales forma un sistema de crédito revolucionario, que sirva de puntal al desarrollo económico del país y que contribuya efectivamente al mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares? Esta es una pregunta obligada que debemos hacernos porque constituye la razón de ser de la intervención del gobierno en las actividades bancarias, que son de importancia básica para el progreso del país.
La respuesta cabal a esta interrogante no es cosa fácil. El problema es complejo y requiere de una labor de investigación intensa y prolongada, además de un juicio sereno y penetrante que una sola persona no es capaz de realizar. Ello no obstante, intentaremos presentar nuestros puntos de vista, con el ánimo de que provoquen el interés de muchos otros y que en un esfuerzo conjunto podemos llegar a esclarecer este importante problema.
En primer lugar la banca nacional (gubernamental) debe tener objetivos revolucionarios para orientar sus operaciones. En este sentido deberá, por una parte, impulsar el desarrollo de las actividades productivas, y por la otra, deberá fortalecer a las formas de organización revolucionarias para propiciar los cambios de estructura que son indispensables para el triunfo de la Revolución Mexicana.
En términos generales los bancos nacionales en teoría, han sido creados de acuerdo con esos dos objetivos fundamentales. Así se creó una institución, el Banco de México, como eje rector de todo el sistema bancario, tanto gubernamental como del sector privado y se han ido estableciendo bancos y otras formas de organización crediticia como los fondos de garantía, para atender ramas especiales de la actividad económica, principalmente en la esfera productiva. Veamos si en la práctica estas instituciones se han manejado con criterios revolucionarios.
No cabe duda que los bancos, fondos, etc., del gobierno han sido un factor de primera importancia en el fomento de la producción de manera directa mediante créditos y otras formas e indirectamente por el impacto favorable que han tenido las crecidas sumas utilizadas en la economía en su conjunto. En ocasión anterior ya dimos algunas cifras que demuestran la importancia de la banca nacional en el fomento de las actividades productivas.
Con todas las deficiencias, deformaciones y errores que han cometido, los bancos gubernamentales han desempeñado una labor muy positiva. Los bancos de crédito agropecuario y ejidal, las instituciones de fomento industrial, etc., han sido factores de incuestionable valor en el desarrollo del país. Sin su participación no cabe duda de que la situación del país sería muy distinta, así como la situación del campesino mexicano, si no hubiera contado con el auxilio del Banco Ejidal y del Banco Agrícola.
Quien no esté de acuerdo con esta apreciación, que piense por un momento cuál sería la situación de nuestros campesinos y de la producción agropecuaria nacional si dejaran de existir el Banco Nacional de Crédito Ejidal y el Banco Nacional de Crédito Agrícola y la Conasupo. Sería verdaderamente catastrófico. El campesino quedaría totalmente a merced de la voracidad de los agiotistas y acaparadores de cosechas, así como de los banqueros privados. La producción del campo sufriría un grave quebranto que afectaría a la Nación en su conjunto.
Igualmente lo invitamos a pensar en los desajustes que se producirían en la producción industrial, motor del desarrollo económico general del país, si desaparecieran Nacional Financiera y otras instituciones de fomento industrial. No solamente se contraería drásticamente la producción industrial, sino que esa importante rama económica quedaría, más que ahora, en manos de las grandes empresas extranjeras y de la oligarquía asociada a ellas, ya que ni el gobierno, ni los empresarios mexicanos en su mayoría, dispondrían de auxilio financiero para desenvolverse.
Y por ese tenor, los gobiernos de los estados, los municipios se encontrarían en peores condiciones, lo mismo que las cooperativas, el transporte, etc., etc.
Es muy claro, por lo tanto, que la contribución de la banca nacional a lo que México ha logrado hasta ahora, es de una importancia innegable. Pero aún admitiendo esta verdad queda por investigar si la banca nacional ha hecho todo lo que podría y debería hacer y lo ha hecho guiándose por los postulados de la Revolución Mexicana?
No se requiere de un gran esfuerzo para comprobar que estos son los puntos más débiles de la acción gubernamental en materia bancaria. Las instituciones crediticias del gobierno adolecen de serias deficiencias tanto en lo que hace a su manejo, cuanto en lo relativo a los principios que han normado sus operaciones. Bastan algunas observaciones generales para darse perfecta cuenta de ello. Tomemos por ahora el caso del crédito al campo.
En el crédito agrícola, la situación es poco alentadora, casi crítica. Las instituciones encargadas de esta rama, están prácticamente en bancarrota (excluyendo al Banco Nacional Agropecuario, que apenas inicia sus operaciones). Solamente atienden una fracción de la clientela y lo hacen con serias deficiencias. El Banco Ejidal opera con un poco menos del 15% de los ejidatarios. Sus créditos son insuficientes y peligrosamente tardíos e irregulares. Sus recuperaciones son muy bajas y sus procedimientos inadecuados y gravosos para los campesinos. Esto aparte de la deficiencia administrativa y técnica y de la deshonestidad en el otorgamiento de créditos, las ministraciones de fertilizantes, insecticidas, semillas, etc., y en la disposición de las cosechas.
Los resultados son alarmantes: bajos rendimientos, escasos ingresos para los campesinos, reducidas recuperaciones. Esto ha llevado a la institución más representativas de la Revolución a una situación de indigencia. El gobierno tiene que aportar cada año fuertes sumas para mantenerla en pie y más el Banco Ejidal tiene que acudir al apoyo de empresas privadas nacionales y extranjeras que la auxilian con “préstamos atados”, que lesionan la economía ejidal. Con todo ello se compromete la función primordial del Banco Ejidal y se debilita seriamente a la Revolución Mexicana.
Una situación semejante priva en el Banco Agrícola. Ha sido una institución que ha apoyado principalmente a la gran propiedad agrícola y que ha contribuido al fortalecimiento del neo-latifundismo. El pequeño agricultor ha estado prácticamente desamparado. También aquí las irregularidades y las deficiencias han sido más permanentes. Las recuperaciones no han sido mejores que las del Ejidal, principalmente por la forma en que se ha manejado. Pesan sobre el Banco Agrícola deudas enormes, principalmente con bancos extranjeros, que se han ido acumulando en administraciones anteriores, amenazan con paralizar las operaciones de la instituciones. Ni un gerente honesto y revolucionario podrá sacarla a flote si no es que se atacan de raíz todos los males que padece.
¿El Banco Nacional Agropecuario podrá superar todas estas deficiencias y ser la respuesta revolucionaria a los problemas del crédito al campo? Como apenas inicia sus operaciones no es posible juzgarlo con objetividad. Sin embargo, el hecho de estar organizándose como “un banco de segundo piso”, es decir, que operará no en forma directa con los agricultores, sino por redescuentos a instituciones de crédito, incluyendo las privadas, hace pensar que favorecerá preferentemente a los grandes agricultores y a la banca no oficial.
Finalmente el Fondo de Garantía y Fomento de la Agricultura, Ganadería y Avicultura, que se estableció con fondos del gobierno y que maneja en fideicomiso el Banco de México, no opera directamente con los productores sino que lo hace, por disposición legal, a través de redescuento con instituciones exclusivamente privadas. Esto quiere decir, que los productores, para recibir el apoyo financiero del Fondo tienen que hacerlo a través de un banco privado o de una financiera también privada. Con ello se fortalece el sector de la banca privada con fondos gubernamentales, porque derivan de esa intermediación utilidades importantes y seguras, además de que no se libera a los productores de la férula del dinero que ejercen los banqueros privados.
Es curioso que el gobierno se considere a sí mismo incapaz de manejar estos recursos en forma directa y que se haya convencido de que tiene que apoyarse en la banca privada para lograr eficiencia y buen uso del dinero que destina al crédito agrícola. Es evidente que la fuerza del sector privado ha llegado hasta el grado de influir en esta forma en las decisiones del gobierno, convenciéndolo de que es un mal administrador.
Como se ve, la Banca Nacional es la rama del crédito agrícola, si bien ha reportado grandes beneficios al país, adolece de graves deficiencias en lo que respecta a su manejo y a la orientación revolucionaria de sus actividades. Las instituciones más importantes se encuentran en situación financiera precaria, no atienden sino una fracción de la clientela que necesita su ayuda, lo hace mal y gradualmente va apoyándose en recursos de empresas privadas extranjeras. Además, importantes recursos del gobierno son manejados a través de bancos y financieras privadas, contribuyendo con ello a fortalecer a la oligarquía. El productor verdadero va cayendo, otra vez, bajo el control del sector privado al que tiene que ceder, por la fuerza de las circunstancias, una parte importante del producto de su trabajo.
¿No significaría esto que la Revolución Mexicana está fracasando en materia de crédito agrícola y de la liberación del productor agropecuario ejidal y del pequeño agricultor? Pero no convendría usted con nosotros en que es vital para el país resolver a fondo este problema fortaleciendo por todos los medios posibles la banca nacional con más recursos y mejores administraciones y orientaciones revolucionarias de sus actividades?♦